Primer encuentro
Los súcubos son conocidos por sus encuentros, dice que dejan a las víctimas físicamente agotadas, emocionalmente perturbadas y espiritualmente debilitadas. Los hombres que experimentan encuentros frecuentes con súcubos pueden llegar a perder su salud y vitalidad. Para protegerse de estos ataques, las tradiciones recomendaban usar amuletos, recitar oraciones específicas y llevar una vida piadosa.
Yo personalmente no podría afirmar esto, pero, puedo afirmar que ese hombre jamás fue el mismo después de ese encuentro.
Fue al trabajo con esperanza de ver aquella mujer que lo había hecho sentir cosas inigualables, sin embargo, esta lo ignoro por completo, pues ella estaba segura de que ya no lo quería solo lo quería hacer sufrir, y aquel placer solo fue el comienzo de una muerte lenta y placentera para su nueva víctima.
Estaba más hambrienta que nunca en sus años como humana, cualquier persona que durmiera en su presencia estaba en peligro, y mientras más tardaba en succionar a su víctima, más despiadada era.
Este hombre había abierto las puertas de su propio infierno.
Kathleen
Puede que, en esta breve sección de la historia, mi figura parezca la de una villana, pero debo aclarar que no tengo culpa de la vanidad, la avaricia y el estado pecaminoso que caracteriza a los seres humanos. No soy responsable de su inclinación a sucumbir a sus deseos más oscuros, ni del deseo insaciable que los consume. La verdad es que, solo cuando se percaten de su verdadera naturaleza, de que no son más que criaturas viles y efímeras, sometidas a la influencia de entidades superiores e inferiores, incluso a la voluntad de su propio dios, podrán alcanzar una verdadera libertad.
Son seres con una mente tan frágil y maleable que, con una simple mirada o una incursión en sus sueños, puedo extraer de ellos lo que los define como humanos. La debilidad de su intelecto es tal que su esencia puede ser despojada con una facilidad inquietante, dejándolos vacíos y desposeídos de lo que los hace únicos.
No logran comprender que el deseo desmedido y la acumulación sin fin solo conducen a su propia ruina. La avaricia desenfrenada les lleva a tomar más de lo que pueden soportar, a exceder los límites que la naturaleza les impone. Sin embargo, lo único que debe hacer es liberarse de su anhelo hacia mí, darse cuenta de que ha alcanzado ya su límite, que ha obtenido lo suficiente. Es este reconocimiento el que le permitirá encontrar la paz y evitar el daño que inevitablemente resulta del descontrol y la ambición insaciable.
La decepción de kathleen al ver la reacción común de aquel hombre era tan obvia que el mismo se odiaba por eso. Cuando algo o alguien te decepciona es porque esperabas más de eso, está obvio que kathleen esperaba más de aquel hombre, sin embargo, ¿no es eso un pecado?, digo ella esperaba más de un humano, pero desde el inicio de los tiempos los humanos se conocen por ser rivales de naturaleza obvia, ella solo debe acabar con el sin más.
Los días transcurrían, y con cada uno, la proximidad entre aquellos seres se intensificaba, transformándose en una experiencia a la vez dolorosa, placentera y peligrosamente inminente. La tensión creciente entre ellos alcanzaba niveles que desafiaban la comprensión, un enredo de emociones y sensaciones que resultaba a la vez irresistible y perjudicial.
Mientras se encontraba entre sus piernas, absorbiendo su gloria con una precisión que rozaba el arte, Kathleen observó cómo él luchaba con todas sus fuerzas para no alcanzar el clímax. Había algo profundamente satisfactorio en ver cómo, a pesar de la vitalidad que le había sido robada, él seguía deseando más. Su resistencia era evidente, incluso cuando su estado físico se deterioraba visiblemente. La energía que le quedaba parecía ser un testimonio de su deseo, a pesar de lo extenuado que estaba.
Ella sentía una mezcla de poder y compasión al notar que, a pesar de todo lo que le había quitado, él persistía en su deseo. Sin embargo, al percibir que la resistencia de él estaba a punto de quebrarse, Kathleen decidió detenerse, cortando abruptamente el camino hacia el clímax. Lo despertó de su sueño tan excitante como desastroso, dejándolo en un estado de anhelo insatisfecho.
En sus cabezas era como si Paganini y Vivaldi los controlaran con sus elocuentes y envolventes violines que satisfacen cualquier oído.
Él estaba completamente erecto, su cuerpo brillaba con una humedad que reflejaba el esfuerzo y la emoción contenida. Pero, a pesar de su evidente excitación, se encontraba notablemente débil, agotado por la experiencia. Su sed era intensa, y una sensación de miseria lo envolvía, como si estuviera atrapado en una paradoja de placer y sufrimiento. El contraste entre su deseo ardiente y su estado deplorable era un reflejo doloroso de la lucha interna que enfrentaba.
*kathleen*
Todo aquel que no logra dominar sus impulsos, que no puede controlar su codicia ni su amor por el pecado, está irrevocablemente destinado a que su alma quede atrapada en los abismos del infierno, sin que ningún dios se digne a mostrarle piedad. En la inmensidad de esos abismos, donde la desesperación y el tormento son eternos, su alma se verá condenada a una existencia de sufrimiento perpetuo.
El pecado primordial que llevó a la humanidad a su perdición fue la avaricia desenfrenada, la codicia insaciable y el descubrimiento del placer en los actos más pecaminosos. Esta inclinación hacia el deseo desenfrenado y la satisfacción de pasiones prohibidas no solo corrompió la pureza de la humanidad, sino que la condujo a una caída irreversible. La búsqueda incesante de placeres prohibidos y la acumulación sin fin de bienes y poder son las raíces de una condena que se extiende más allá de la vida terrenal.
Así, el alma que se entrega a estos vicios sin control, que no encuentra redención ni arrepentimiento, se enfrenta a la implacable justicia de un destino infernal, donde el eco de sus acciones resuena eternamente en la oscuridad. La avaricia y el pecado no solo manchan la existencia humana, sino que la arrastran ha-cia una condena eterna en la que la misericordia es un lujo inalcanzable.