Capítulo 4
Regreso a la caja registradora y me pregunta mi amiga cuanto me dejó de propina el chico guapo, miré a nuestro alrededor y se lo enseñé, al igual que yo hace unos momentos, suelta un chillido ahogado, se acerca más a mí y me susurra con secretismo.
— ¿Le vas a dar las nalgas o que pasó?
No pude evitar reírme y le dije que no, que simplemente le trate bien y fui amable, ella resopló con fuerza y me dijo que sentía envidia de la suerte que tengo, lo cierto es que yo le tengo envidia, no le dieron un susto de muerte anoche y no la persiguieron por su casa en mitad de la noche.
Abro la pequeña carpeta que utilizamos para entregar la cuenta, en eso recuerdo que olvidé por completo pedirle su número para la gerente y me di un golpe en la frente, luego escucho que mi amiga me dice que soy una chica bastante afortunada y recalca con más ahínco la envidia que me tiene mientras me da suaves codazos en el brazo. Bajo la mirada hacia ella y veo que me está señalando algo, dirijo mi mirada en aquella dirección.
Para mi agradable sorpresa, el chico me ha escrito su número de teléfono en un pedazo de papel, enseguida lo tomo y guardo el número en mi celular, luego arrugo un poco el papel, no quiero darle el numero al chico porque no quiero que piense que soy yo, pero tengo que hacerlo, no quiero quedarme hasta altas horas de la noche aquí metida y más por lo de ayer.
Alexis.
Manejando por las calles siento como mi teléfono vibra, al ver que el semáforo está en rojo, lo saco y me pongo a revisar de quien se trata. Me sorprendo al ver que me ha llegado un mensaje de Quinn y sé que es ella porque tengo su número registrado, no pude evitar sonreír con satisfacción al ver que se ha contactado conmigo.
Ella me dice que ha tenido que darle mi número a su gerente ya que quería conversar conmigo, se disculpa miles de veces y no para de repetir que se siente avergonzada por haber hecho eso, pero que no tenía opción ya que la dejaría trabajando hasta tarde y que no le gustaba salir tan noche de su trabajo, le contesté que no había ningun problema y que agradecía que me lo haya dicho.
Mientras estoy mandando mensajes alguien toca el claxon, saco la mano y le hago una señal de que siga avanzando, pero el tipo de atrás sigue pitando con desesperación. Irritado, miro por el espejo retrovisor y veo que uno de esos pendejos que les gusta joder a otros, todavía con la mirada puesta sobre el retrovisor, vuelvo a sacar la mano y le hago la señal de que avance, pero una vez más vuelve a tocar el claxon.
Estando hasta el culo de este cabrón, salgo de mi auto y me dirijo hacia él, al verme caminar en su dirección, también sale de su auto y si bien es cierto que es más alto que yo, le enseño el arma escondida en mi cintura y sin dudarlo ni un segundo la saco y disparo varias veces al suelo, luego le obligo a arrodillarse y le apunto a la cabeza.
—Mira hijo de puta— Pongo mi rostro a su altura, ahora el cabrón no se atreve a mirarme. — Voy a dejarlo pasar por esta ocasión porque estoy de un excelente humor, pero te juro por tu puta madre, que si vuelves a joderme, no solo te voy a meter un par de tiros en el culo, haré que te arrepientas de meterte conmigo ¿Quedó claro?
El imbécil solo asiente con la cabeza varias veces, antes de irme, disparo cerca de su oído en modo de advertencia, vuelvo a guardar mi arma y regresé a mi auto, ahora la luz está en rojo, pero me vale una mierda y conduzco, dando un ruidoso arrancón y quemando las llantas en el asfalto, vuelvo a mirar por mi espejo retrovisor y veo que el hijo de puta se ha puesto a vomitar.
Llego hasta el centro comercial y aparco mi auto en una zona algo alejada para poder escribirme con Quinn, que me ha mandado un par de mensajes mientras conducía. Veo que me ha escrito que no importó que le diera mi número a su jefa, que de igual forma la dejó trabajando hasta tarde, me mando un par de emojis de tristeza y fue lo último que recibí de ella.
Estoy por contestarle y me llega otro mensaje de un número desconocido, arqueo una ceja y abro la nueva conversación, primero sospecho que debe ser la gerente del trabajo de Quinn y esto se confirma cuando se hace pasar por ella, diciéndome que su jefa le ha pedido mi número y ella al negarse se lo ha robado para luego advertirme que seguramente su jefa me va a mandar mensajes haciéndose pasar por ella. Pongo mi mano sobre mis labios tratando de evitar reírme, esta imbécil me quiere ver la cara de pendejo.
Decido seguirle el juego y le digo que no se preocupe, que voy a registrar su número para saber que es ella, la conversación con esta mujer escala demasiado rápido, la puta quiere una buena follada, de eso no hay duda alguna. Me ha mandado varias fotos de sus senos, muchas de ellas parece que se las tomó en los baños del restaurante ¿A cuántos más les ha mandado estas fotos? Es curioso que nadie se haya enterado de esto.
Recargo mi espalda contra mi asiento y sigo hablando con la mujer que se hace pasar por mi Quinn, me dice que le gustaría conocerme más y que si quiero, podemos salir a tomar algo, honestamente no confío en ella y tampoco necesito hacerlo ya que solo quiere tener sexo de una noche y yo también lo necesito, después de haber probado los jugos de Quinn, no puedo dejar de pensar en ella.
Tomo una gran bocanada de aire y la dejo salir con suavidad, luego pongo mi mano derecha sobre mi polla y la aprieto con algo de fuerza, la tengo bien dura y me siento incómodo. Al final termino por concretar una cita con esta mujer para mañana en la noche en el bar local.