Capítulo 5
Estoy por salir del estacionamiento cuando recibo una llamada de “La negra”, contesto y pego la bocina a mi oído, me dice que ya tienen al cabrón y que me esperan en el lugar de siempre, resoplé con fuerza, colgué la llamada y me fui a verlo, la verdad es que quería irme a mi casa a dormir un rato ya que estaré en vela gran parte de la noche.
Mientras manejo, todavía recuerdo lo que ocurrió anoche, de cómo los labios de Quinn estaban sobre los míos, es la primera vez en mi vida que sentía unos tan suaves, su piel igual y no se diga de ese coño…. Dios… sabía bastante rico, me muero de ansias por hacerla mía y no solo eso, quiero que esté conmigo siempre.
Estando en el lugar de encuentro, veo dos autos estacionados, en la entrada del lugar hay dos hombres parados, que al notar que me acerco se ponen en alerta, pero al reconocerme, se relajan y apartan sus manos de sus armas. Sin miedo bajo de mi auto y cierro la puerta con suavidad, camino hacia mi cajuela y saco un par de cosas para después caminar a la entrada del lugar.
—Señor Di Marco, nos alegra verlo.
— ¿Cuánto costó capturarlo?
—Tres heridos y cuatro muertos.
Una mueca de disgusto se dibuja en mi rostro, no digo nada más y entro al lugar encontrándome con un largo y húmedo pasillo, algunas lámparas maltrechas cuelgan por el lugar, cuando alguna brisa se cuela por el lugar hace que se meneen un poco emitiendo un rechinido molesto. Me trueno los dedos y empiezo a caminar a paso firme, todavía no estoy lo suficientemente enojado y ese idiota tiene mucha suerte.
Al final del pasillo se encuentra una puerta oxidada, en la parte superior tiene un hueco, la abro con toda la confianza del mundo, el sonido que emite esta mierda hace que los presentes me volteen a ver, luego "La negra" se acerca a mí y me dedica media sonrisa.
—Creí que no iba a venir, jefe.
—Deja de lamerme las bolas, odio que hagas eso.
Ambos nos reímos por unos momentos para después acercarnos al pobre diablo que está atado a la silla, mis hombres le han metido unos buenos golpes en el rostro, me inclino levemente hacia él, acercando mis labios a su odio izquierdo de forma intrusiva, haciendo que se sienta incómodo.
—Bueno, quiero información.
Ríe entre dientes, gira levemente su rostro a mí, la forma en como me mira es arrogante, odio que la gente me miré así y la última persona que me vio de esa forma, metí su cabeza en una maleta. Apreté los puños con fuerza, pero decidí contenerme ya que lo necesito vivo, pero apenas me diga lo que quiero, puedo hacer lo que quiera con su vida.
— ¿Que te hace pensar que te diré una mierda? Solo eres un pendejo jugando al mafioso.
Arqueo una ceja, me incorporo un poco y luego golpeo su cara con mi puño cerrado, dejando marcados mis anillos en su mejilla. Dejando en claro que no tiene muchas opciones y que es mejor que hable, volví a inclinarme hacia él esperando a que cambie de parecer, pero no dice nada, solo me mira de esa forma.... maldito hijo de puta... quiere hacerme perder la paciencia.
— ¿No quieres hablar? Puedo comenzar por cortarte un dedo, pero si me haces perder la paciencia, yo mismo te cortaré las pelotas y haré que te las comas, así que, tú decides— Me encojo levemente de hombros con cierta indiferencia.
El desgraciado se atreve a escupirme en la cara, "La negra" le da un fuerte puñetazo en la boca, tirándole algunos dientes, luego me acerca un pañuelo y me quito su asquerosidad del rostro, le digo a uno de los hombres que me traiga mis tijeras, sin dudarlo ni un segundo, se da media vuelta para irse a paso apresurado por el pasillo.
Veo como los que quedaron empiezan a preparar las cosas, mientras yo me siento en una silla de madera que estaba ahí en una esquina, observando con detenimiento todo lo que ocurre. No pasa mucho cuando me traen mis tijeras, “La negra” conecta un cable a la parte intermedia de estas y poco a poco empiezan a ponerse rojas.
Cuando están listas, hago un ligero movimiento de cabeza y mis hombres enseguida se abalanzan contra el hombre, que este se pone a forcejear de forma inútil, “La negra” le baja los pantalones junto con los calzoncillos, otro de mis hombres desconecta las tijeras y me las entrega. Mientras camino en su dirección puedo ver la expresión en su rostro, se está cagando de miedo. Pongo mis tijeras frente a mí y las abro de par en par, me acerco a él y sin pensarlo ni un segundo, las cierro con fuerza, haciendo que el idiota empiece a revolcarse de dolor, el olor a carne quemada inunda el lugar, es asqueroso.
Luego el que me dio mis tijeras agarra las bolas del suelo y me las entrega, me acerco a mi víctima y dos de mis hombres le abren la boca de par en par, de le sonrío de forma maliciosa, en ningun momento he cortado el contacto visual, para hacerle entender que ahora mando yo. Le meto los testículos a la boca y mi gente le cierra la boca, pero él se queda con la carne, se nota que se siente muy asqueado, lo observo por unos momentos, esperando a que se las coma, pero al ver que se niega de forma rotunda le digo que las masque y se las trague, puedo ver como varias gotas de sudor recorren todo su rostro, su piel es morena, pero ahora esta tan pálido como el papel. Al ver que no va a mascar, vuelvo a abrir las tijeras, pero enseguida empieza a hacer lo que le dije hasta que se las traga.
—Bueno, ya que las cosas han quedado claras ¿Qué sabes de Cruz?