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FUNERAL
Al día siguiente me desperté, pude escuchar ese horrible sonido que tenía mi despertador, en realidad no sé por qué nunca había puesto un mejor sonido, al parecer era un tanto masoquista con mis oídos. Sentía que mi cuerpo estaba con nuevas energías por lo que me levanté de la cama y observé en el piso todo lo que había regado ayer a la hora de acostarme y noté que estaba mi celular boca abajo, lo tomé, pero estaba descargado por lo que busqué inmediatamente el cargador.
Escuchaba el sonido del aceite en las cazuelas de mamá, pues ella era excelente cocinando lo que sea, todo lo contrario conmigo. Esa era una de las cosas que extrañaría de mamá si me iba de casa, así que me miré en el espejo de mi habitación, me peiné un poco y bajé.
—¡Buenos días, mamá! ¿Qué tal amaneces?—pregunté. En ese sentido desde pequeña me habían enseñado muy buenos modales por lo que era costumbre saludar cada vez que me levantaba y miraba a mamá.
—¡Bien, cariño! Estoy haciendo desayuno, ¿comerás?—me preguntó
—Creo que buscaré galletas y leche—le respondí
—Nada de eso. Eso no es nutritivo para ti, así que comerás de lo que estoy preparando.
Pensé que no sería mala idea así que dije que si. Me gustaba que mamá siempre se preocupara por mi, pues me hacía sentir especial.
—Iré afuera para mientras terminas entonces, solo me avisas para regresar—le dije, saliendo de la cocina.
Me senté en una silla que estaba en el jardín, era de piedra al igual que la mesa y estaba ubicada debajo de un árbol de manzanos, para ese tiempo estaba en su mejor cosecha así que me comí una mientras estaba el desayuno.
Un poco de fruta caerá bien a mi estómago, pensé.
Los rayos del sol penetraban mi piel pero a esa hora no eran tan ofensivos.
Observaba por las aceras personas ejercitándose, otras paseando a su mascota y otras yendo a su trabajo. En ese momento me pregunté; ¿por qué mi vida es tan aburrida? No tengo actividades excepto ir a la universidad y regresarme a mi casa, si me analizo tampoco mi círculo social era tan grande.
Mamá camina hacia mi con una charola grande, me sirvió en la mesa.
—Te la comes toda por favor—exclamó.
Sonreí asustada porque miré tanta comida que no sabía si me la iba a comer toda, era una gran variedad de alimentos así que comencé a comer. A pesar de no tener tanta hambre por lo de Marck hice de todo mi esfuerzo. No podía andar por ahí sin nada de comida en mi estómago. No era sano.
Cuando terminé fui a la cocina, boté el resto de comida en un basurero y lavé el plato.
Subí a mi cuarto pues tenía que arreglar todo el desastre que había.
Marck.
Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando pienso en él.
El tiempo pasó, en eso mi celular sonó: era un mensaje.
De Lorenna:
¿Irás al funeral de Marck?
Me quedé un poco pensativa pues no me gustaba ir a esas cosas, evitaba estar en contacto con el sufrimiento ajeno. Fruncí el ceño mientras me cuestionaba: ¿voy o no?
De Nick:
Sí.
Le respondí.
Había pensado bien y le dije que si porque cuando yo muera también me gustaría que las personas me despidieran, aunque no tuviera gran amistad con Marck pero le haría compañía a Lorenna.
De Lorenna:
Esta bien, puedes estar lista porque a las 3:00 pm pasamos por ti.
Yo era amante al color negro por lo que no sería difícil buscar un atuendo adecuado para esa ocasión. Encontré un vestido negro arreglado con lentejuelas en el contorno de mi pecho, aros negros en forma de Luna y zapatos bajos un tanto escarMados.
Mamá entra a mi cuarto y exclama:
—¡Eres la hija más hermosa de este mundo!
Me sonrojé inmediatamente y creí que exageraba, seguro me ve con los ojos de toda madre a su hijo. Aunque para ser sincera, mi madre había andado demasiado cariñosa desde ayer. Empezando porque me preparó el desayuno y ahora me hacía cumplidos. Supongo que lo que le pasó a Marck la hizo entrar un poco en razón.
—¿Vas al Funeral de tu amigo?—me preguntó
—Así es, pero el no era mi amigo, mamá, solo era un conocido de clases y ya—Respondí.
Cuando llegó la hora, escuché sonar la bocina del auto de Lorenna... o Travis, no lo sé.
—Nikky, Lorenna te está buscando—mamá entra a mi cuarto.
—Dile que ya bajo—respondí, mientras me miraba en el espejo. Puse los labios en una sola línea y negué con la cabeza. Soy un caso perdido.
Bajé un tanto rápido por las escaleras y me despedí de mamá.
—Hola —los saludé.
—Vamos —me dijo Lorenna.
En el auto iba Travis y Lorenna en los asientos delanteros mientras que yo me encontraba en medio de los 2 asientos traseros, así como cuando vas al kínder.
Noté que Travis se le notaba un semblante un tanto serio, algo como cuando estás pensativo o en un estado de trance, y no era para menos, había muerto su mejor amigo de toda la vida; así que no quise hablar mucho en el camino excepto algunas cosas con Lorenna.
Cuando llegamos a casa de Marck, donde harían una pequeña ceremonia para luego llevar su féretro a un cementerio que quedaba un tanto cerca.
—Nikky, estaremos cerca de la familia de Marck, ¿vienes?—me pregunta Lorenna.
—Prefiero quedarme por acá mientras, luego me incorporaré con ustedes—respondí.
Había un pequeño tronco a una distancia considerable de casa de Marck por lo que me senté mientras llegaban todos, podía ver autos de lujo y familias adineradas entrando al lugar.
Marck vivía en un residencial exclusivo y la verdad se respiraba aire a tranquilidad.
Escuché cuando por medio de un micrófono llamaban a las personas a ponerse de pie, me levanté rápido y fui a la reunión, pero siempre mantenía mi distancia pues la mayoría de personas que llegaban ahí no las conocía excepto a los alumnos de nuestra sección, pero tampoco les hablaba a todos.
Dieron un pequeño discurso, un tanto reflexivo; sin más que agregar nos dirigimos hacia el cementerio.
Lorenna se me había perdido de vista, pero yo seguí la fila de personas.
Caminamos y caminamos hasta llegar, observé que el cementerio tenía un aspecto muy bonito, habían árboles, flores y pasto muy verde. En un lugar así hasta yo quisiera estar enterrada, graciosamente lo dije en mi mente.
No estamos para bromas, Nikky.
Esa tarde el sol había bajado su intensidad y había un gran silencio, podía escuchar sollozar, otros murmurando, otros estaban platicando y yo... me encontraba solo esperando que terminara eso para regresarme a casa. Suena cruel, lo sé.
Pasaron ciertas personas, las más allegadas a Marck, como sus padres y compañeros; cada uno iba dando su discurso. Ciertos arreglos florales adornaban la caja, como también trofeos.
¡Vaya! Este chico sí que era bueno en sus cosas.
Correas sostenían la caja de Marck y éstas iban sediendo hasta que llegaron al límite del agujero.
A medida que iba bajando más y más, los llantos se intensificaron. Las personas lloraban desconsoladamente, sin embargo yo estaba sin sentir nada, me sentía un tanto mal porque creo que era la única que ni una lágrima había derramado, pero no podía fingir tampoco.
Detrás de mí había un grupo de adolescentes murmurando, volteé un poco mi cuello para determinar qué estaban hablando y entre tantos comentarios pude distinguir:
—Dicen que no fue suicidio, lo qué pasa es que la familia está tratando de manejar el asunto con discreción. —había dicho uno.
¿Qué?
Tragué grueso y me llevé la mano a mi pecho.
Lo primero que me cuestioné es que si esa teoría era cierta había un asesino suelto por ahí. Pero sabía cómo eran los chismes, decían cada cosa que al final ninguna era cierta. A puesto a que rondarían diferentes teorías de lo que había pasado con Marck.
El tiempo pasó y en medio del grupo Lorenna salió y me dijo:
—Nikky, ¿nos vamos?
—Me iré caminando hasta la estación de buses desde acá, no te preocupes—respondí.
Las personas fueron yéndose uno a uno, hasta que quedó el lugar completamente solo. Por extrañas razones caminé hacia el lugar donde estaba la placa de Marck y fue hasta ese entonces que sentí tristeza por él; alguien que tenía dinero, tenía fama, era joven y talentoso no podría haberse quitado la vida, pero no lo cuestioné ya que aveces todas esas cosas no nos llenan como persona y quizás por eso tomó esa decisión.
Me incliné un poco, tomé una de las Ritas que tenía dentro de los tantos ramos y se la coloqué en la placa.
—Donde quiera que estés, espero que obtengas la paz que siempre quisiste—susurré en voz baja.
Terminando la oración me levanté y alcé mi rostro, una ráfaga de viento pegaba en mi cara haciendo mover mi vestido. Fue en ese momento donde escuché: Nikky.
Era la misma voz que había escuMado la noche anterior, en donde creí que era parte de una pesadilla.
"Nikky" repitió.
Sentí cómo me entraban escalofríos desde mis pies hasta mi cabeza, quedándome helada y perpleja. Podía sentir que no tenía dominio sobre mis pies, miraba hacia los lados para ver si notaba a alguien que me ayudara a salir de la situación en que me encontraba, pero solo estaba la tumba de Marck y yo.
Tomé ciertas fuerzas para mover mi boca y susurré:
—¿Qué quieres?
"Ayúdame"
Fue un susurro que se confundía con el sonido del viento. ¿Me estoy volviendo loca? Apreté mi cabeza y cerré mis ojos con fuerza para intentar que esa voz se alejara, pero luego me reincorporé y abrí mis ojos. Unas veces había escuMado la voz de Marck en la universidad así que me asusté mucho más cuando comparé las voces con la suya.
No podía ser posible.
—¿Marck? —cuestioné más para mí misma.
—Señorita —escuché a lo lejos.
Volteé hacia el norte en donde estaba un anciano con tijeras de podar césped.
Caminó hacia mi dirección poco a poco hasta llegar donde me encontraba.
—Señorita, debería de irse ahorita ya que en este cementerio se cierra dentro de poco y no es bueno que esté por acá sola, si gusta la acompaño hasta el portón principal.
No lo conocía, pero me daba confianza; en ese momento no quería estar sola, más por lo que había experimentado. Asentí sin decir nada, pero cuando íbamos caminando él señor iba platicándome cosas de las cuales no puse atención, mi mente iba pensando en lo que había escuMado, esa era la voz de Marck, ¿cierto?.
¿Por que había escuMado esa voz y por qué decía que lo ayudara? Me planteé volver con mi psicóloga seriamente e incluso volver a tomar mis calmantes. Sentía que me volvía loca poco a poco.
Cuando llegamos al portón le agradecí por la compañía al señor y me dirigí hacia la estación de autobuses para irme de una vez a mi casa.