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Entré a mi habitación con la cabeza hecha un desastre, aunque tuviera el valor de irme tenía ciertas dudas, como por ejemplo: ¿Cómo será el ambiente de allá? ¿el modo de las personas? Entre otras cosas que debido a mi poca experiencia de salir de casa hacía que dudara un poco, pero ya era demasiado tarde, claramente veo que si me quedo acá por voluntad de mis propios padres no estudiaría, a ellos solo les interesa que yo les sirva como una esclavo en esta casa. Pobre de mi hermana...
Tomé el celular de la mesa de noche que tenía, estaba un poco deteriorada pese al pasar de los años. Tenía que hablar con Noel que supongo que también ya tiene noticias de su universidad.
Llamada saliente.
—¿Cómo te encuentras, mi amor?—lo sé, el decir "amor" de jume hacia un poco cursi, pero Noel se había ganado ese derecho.
—Muy bien—me dijo con un tono muy animado—justamente te iba a llamar, pero veo que pensamos de la misma forma y me ganaste.
—¿Ah si? ¿y que me tenías que decir?—sabía por dónde iba la cosa, pero igual quería que él me la afirmara.
—Se trata de mi universidad, ellos me contactaron hoy y ya tengo fecha de salida, pero podríamos ir al viejo parque donde nos conocimos, me gustaría verte antes de que parta—que triste se sentía separarse de Noel, me acostumbro tanto a su compañía que ahora que se marcha siento que mi mundo se vendrá encima.
—Está bien, no más déjame que me aliste un poco y nos vemos ahí en una media hora.
Colgué.
Perfecto, te vas de la casa y ahora hasta te separas de tu novio, las cosas que pasan cuando uno va creciendo.
Me dirigí a mi armario, habían unas mallas de color, es decir la cuales encajan perfectamente con mi falda con vuelos en su orilla, tomé una Camisa de color blanca con el logo de una banda de Rock, zapatos de charol negro, si, me gustaba vestir de vez en cuando como una chica rebelde y por supuesto mi cabello bien amarrado con un fleco que cubría media frente.
—Luego regreso, mamá—bajé las escaleras mientras ellos estaba viendo su novela favorita.
—Está bien, Ana, solo recuerda no venir tan noche y si lo llegas a hacer ya sabes donde se ponen el manojo de llaves—ella estaba acostada en el sofá a abrazando su almohada.
Mis padres eran un poco sobreprotectores.
•
El sol se estaba ocultando y para ese entonces crea los mejores colores en el cielo, desde el anaranjado hasta el Julieta. Espero que en California se puedan apreciar estos colores.
Saqué mi celular y estuve capturando algunos de mis paisajes favoritos, en mi galería hasta tenía mis carpetas por aparte de cada uno de los momentos que capturaba. El pueblo donde me crié era pequeño, pero acogedor, no me quejo, pero tenía que crecer. Crecer profesionalmente.
Enseguida sentí que unos brazos me tomaban desde mi espalda deslizándose sobre mi pecho, no hice el intento de zafarme ya que conocía perfectamente esas manos. Esas manos suaves y por supuesto el olor que caracterizaba a Noel.
—Mi amor—susurró al oído acompañado con una Julietad tímida—me gusta ver lo qué haces—me dirigí observando la pantalla de mi celular que enseguida lo guardé para girar sobre mis talones y besarlo, pero antes me había cerciorado de que no estuviera mucha gente a mi alrededor, no es que me diera pena, pero no me gustaba hacerme notar tanto.
Me gustaba pasar desapercibida.
—Que guapo que andas hoy—observé desde sus pies hasta su cabeza y si, andaban con esa ropa casual, pero que se le adhería perfectamente a su piel. Noel, en sus tiempos libres iba al Gym y sí que le estaba cayendo muy bien, nuevamente me dije a mi alrededor ya que tenía que hacer algo atrevido, pero no quería que nadie me viera—y esto de acá ¿es mío?—apreté su paquete que tenía entre sus piernas, estaba flácido, pero lo dejé de acariciar porque ya conocía lo duro que empezaría a ponerse.
—Por supuesto que si—me tomó de la cintura para que también lo sintiera—esto y mucho más—me dio un apretón en mi trasero que por poco siento que desprendería mi nalga. A veces nos gustaba ser un poco atrevido y si, me gustaba su forma perversa.
—Sentémonos por aquella banca—sugerí al tomar tu mano.
—¿Te acuerdas cuando veníamos a este parque?—caminabamos juntos, el entrelazó su dedos y agitaba mi mano de un lado hacia otro.
—Por supuesto que si, han pasado tantas cosas desde aquellos tiempos, en especial con todos nuestros amigos. ¿Te acuerdas de Wanda?—llegábamos a la banca para sentarnos—esa chica que era muy odiosa y qué una vez se tuvo que orinar en su falda—ambos reímos como unos niños.
—Fue gracioso, pero se lo merecía—Noel reia, pero no me quitaba los ojos de encima, esos ojos de deseo de hacerme constantemente suya.
—Cosas que tiene que pasar uno en la niñez, pero ahora míranos —observé todo nuestro entorno—las cosas han cambiado poco a poco y hoy somos dos chicos en busca de sus sueños.
—Así es y justo de eso tenemos que hablar, Ana,—tomó mis manos para acunarlas en las suyas—no quiero que solo por el hecho que estaremos separados nuestro amor deje de crecer, yo quiero siempre amarte y darte todo lo que te mereces, pero para eso también necesitamos un tiempo, tú sabes que las cosas no son de la noche a la mañana.
—Lo sé—respondí con la mirada baja.
—No te pongas así, prometo que en mis tiempos libres o mejor dicho, cuando esté de vacaciones vendré a visitarte—acaricio mi rostro tratando de darme un poco de paz.
—¿A visitarme?—rectifiqué—yo también iré a la universidad, Noel—enseguida su rostro había cambiado de semblante, esta vez se puso un poco serio e incluso frunció el ceño.
—¿No era que te tomarías un tiempo?—quiso saber.
—Así es, pero estuve ahorrando a como ya lo sabías y tengo planes de irme para la universidad de California, tengo para unos meses y allá mismo tendré que buscar cómo trabajar ya que la ventaja que tengo es que me dieron una media beca—puse mis labios en una sola línea, aún no le había comentado esto a Noel, pero por el gesto que hizo parecía que no le gustaba la idea.
—Está bien, yo no tengo problemas para que te vayas, pero espero que todo esto no tenga sus consecuencias—apartó su mirada y nego con la cabeza.
—¿A qué te refieres con "consecuencias"?—hice énfasis en la última frase.
—Bueno, digo, ahí deben de haber tantos chicos más guapos que yo o seguro mas de alguno tiene mejores cosas para ofrecerte que yo, algún vehículo elegante y esas cosas—observaba al horizonte, no me gustaba que él tuviera esas inseguridades.
—Noel—tomé su rostro haciéndolo que me mirara—me conoces perfectamente y sabes que nada de eso me interesa, ni un chico guapo, mucho peor que me interese el dinero y todas las cosas materiales, yo a ti te amo y de verdad, eso no tiene precio así que no pienses esas cosas—lo besé arrebatadamente, el me correspondió el beso y un fuego intenso crecía entre los labios húmedos.
—Prometiste que esto no terminará por nada del mundo—me hablaba a sólo centímetros de mis labios, nuestras frente estaban pegadas y el deseo que nos envolvía era muy grande.
—Te lo prometo—susurré de una forma sexy mientras nos seguíamos besando, poco a poco sentí que muy abajo, un poco más debajo de mi ombligo se estaban creando cositas—¿crees que nos dé tiempo para hacer algo más?—le propuse algo atrevido.
—Yo digo que si—sonrió pervertidamente—no esperemos más entonces—tomó mi mano y nos dirigimos a una casa que estaba abandonada, de vez en cuando este era nuestro escondite para hacer nuestras cosas.
La casa no tenía techo, al parecer quienes la están construyendo la dejaron a mitad de concluirla, pero al paso del tiempo solo quedó en muros, lo bueno que desde acá la luna se podía apreciar muy bien y esa noche Noel y yo hicimos el amor como unos locos y apasionados novios.
—Todo me encantó—se terminaba de poner su Camisa, me gustaba verlo sin ella, era sexy y me gustaba mucho lo que miraba, me gustaba lo mío.
—También me encantó—acaricié su espalda mientras nos sentábamos a la orilla del muro de la casa viendo la luna.
—Sin duda esto me hará mucha falta cuando esté en Boston—rodó sus ojos.
—Lo sé, créeme que también a mi me hará mucha falta, siento que ya no puedo vivir sin esto—respiré profundo—pero al menos ustedes los hombres hacen aquello...—le insinué algo.
—Ana, casi no hago esas cosas y además no es lo mismo como hacerte el amor, son dos cosas muy diferentes, pero si, creo que no me queda otra alternativa más que caer en eso—echó su brazo en mi hombro atrayéndome hacia el—por favor te me cuidas, tenemos muchos planes que hacer y sabes que no quiero a ninguna otra mujer en mi vida.
—Lo mismo te digo, jovencito—señalé con mi dedo índice hacia su cara—cuidadito con esas chicas viéndote, aunque no estés contigo te estaré vigilando.
—Son locuras...—sonrió—deberíamos de ir por algo de comer, mejor, porque siempre que terminamos de hacerlo me da muchas sed y hambre—no se hizo esperar más y nos fuimos de nuestra casita del amor.
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—¿Lo quieres con chile o sin chile?—preguntó el señor del carrito de Hot Dog.
—Por supuesto que sin chile—ordené, por mis problemas de gastritis.
—Yo lo quiero con mucho chile por favor—ordenó Noel.
Ambos nos dirigimos hacia el kiosko que estaba en el centro del parque.
—Oye, no me mires—Le di el primer mordisco con pena.
—¿Pero que tiene?—sonrió—siempre es lo mismo, como que fuera algo del otro mundo el comer frente a mi.
—Pues no, pero no me gusta—me volteé dándole la espalda, sólo así podía comer bien.
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El tiempo pasaba y el momento para despedirnos cada vez se hacía más corto, todo este tiempo traté de no pensarlo, pero hasta en el momento en que te encuentras a punto de decir un adiós es donde sentía que tenía una bola de nieve atravesada en mi garganta. Algo que definitivamente no me gustaban eran las despedidas y en este caso, menos.
—Siempre estaremos en contacto ¿vale?—Noel me abrazaba, sabía que duraría mucho tiempo en no sentir esos brazos que me hacían sentir protegida.
—Está bien—asentí haciendo puchero—me harás mucha falta, mi amor.
De inmediato vi que Noel se había quitado una pulsera de lana de color rojo, era sencilla, parecía como un hilo.
—Quiero que tengas esto siempre, donde quieras que vaya, de esa forma yo también estaré contigo—la colocó en mi muñeca e hizo varios nudos de manera que jamás se pudiera quitar.
—Pero yo... no tengo nada que darte—pensé en que le podría dar para que me recordara y toqué en mi cuello. Mi collar de cuarzo, era algo valioso para mi, era de color verde menta, pero también Noel era algo valioso para mi—ten—se lo di y lo coloqué en su cuello, le quedaba perfectamente—ahora si estamos a mano—nos abrazamos como si fuese nuestro último día de vida, incluso algunas lágrimas rodaron en nuestras mejillas y no era para menos, era la primera vez que estaría lejos de él.
Así fue, me despedí de él, pero así era la vida, si quería lograr mis sueños tendría que dejar a un lado ciertas cosas, recordé una frase que me familiarizaba "Decir adiós también es crecer"
Pero en este caso no solo era un adiós, sino un "Hasta luego"