Capítulo 2. Ex marido
Por Evangelina
Llegó por fin el viernes y cuando me acerqué al sector en donde solía estar Sergio con sus amigos, no lo ví.
—Fue al baño.
Me dijo Fabián, uno de los chicos del grupo.
Estuve dando vueltas cerca del grupo y como tardaba decidí ir al baño de damas, no sabía porqué, pero tenía ganas a cada rato de hacer pis, creo que era psicológico, solo quería fijarme si por obra y gracia del señor, me había indispuesto.
Volví del baño y no vi a Sergio, tampoco veía a Ingrid, me pareció que había ido hacia el lado de los reservados con su novio.
Me dirijo hacia allá y cuando la veo en uno de los sillones, los que estaban a la vista, no los que solían usarse cuando tenías relaciones, esos estaban atrás, donde apenas llegaba la luz y había más espacio entre sillón y sillón, mi mirada se desvió hacía ese lugar…
No estaba segura, pero me pareció que allí estaba Sergio, besándose o teniendo relaciones con otra chica.
Mi corazón latía a mil…
Me acerqué hasta esa pareja, rogando equivocarme.
Ingrid me vio pasar y dejó de besarse con su novio, venía detrás mío, sin saber porque me dirigía sola, hacia esos reservados.
No me equivoqué…allí estaba él, y la chica, que tenía una pollera amplia…estaba sentada sobre él…
Estaban teniendo sexo.
Cuando él me vió, desvió la mirada y siguió en lo suyo.
Me acerqué furiosa.
—¡Pedazo de hijo de puta!
Le grité.
—¿Qué te pasa loca de mierda?
—Soy tu novia.
Le digo, dándome cuenta que para él nunca lo fuí.
—No, no lo sos.
La chica se acomodó la ropa y se sentó correctamente.
Él tenía su miembro al aire y se lo guardó enseguida.
—¡SOS UNA MIERDA!
Le grité furiosa.
Le di un cachetazo, donde descargué parte de mi odio.
La chica que estaba con él se había ido, no creyó cuando él le dijo que yo no era su novia.
Yo también me alejé de él, sin decirle que estaba embarazada.
Fuí al baño, lloraba a mares, él no me consideraba su novia, a pesar que desde hacía más de tres meses que estábamos juntos y yo lo amaba.
Para mí era todo mi universo, hubiera caminado descalza sobre espinas, si él me lo pedía y era más o menos lo que estaba haciendo en ese momento.
Me hizo pedazos.
No podía callar mi llanto y no solo por el dolor de encontrarlo con otra, de palpar su traición, sino porque tenía a su hijo en mi vientre.
Si hubiera disimulado, si me hubiera pedido perdón…
Ni siquiera hizo eso, yo había caído en su red, me había convencido de tener relaciones sexuales…
Cuando se cansó de mí, me cambió por otra, ni siquiera tuvo la decencia de decir que nosotros ya no seguiríamos juntos.
A pesar de todo yo lo hubiera perdonado, si él me hubiera pedido perdón, pero me siguió humillando y me dijo que no teníamos nada.
Me clavó mil espadas en mi corazón.
Suspiro mirando a Ingrid.
Me dejé llevar por mis recuerdos y no tengo idea qué estaban hablando mi amiga y la mamá del nuevo chiquito del grado de mi hijo.
—Definitivamente es un colegio maravilloso, no me arrepiento, por ahora, de haberlos cambiado de institución.
Dijo Jimena.
Estarían hablando del colegio.
—Chicas, me voy, que mi niña sale en cinco minutos, gracias por permitirme unirme a ustedes.
—Bienvenida a bordo.
Le dije con una sonrisa.
Cuándo se fue nos quedamos charlando 10 minutos más con mi amiga y luego fuimos a buscar a nuestros niños.
Salieron bastante eufóricos.
Era toda una revolución para ellos, ya eran grandes, había quedado atrás el jardín de infantes, al menos así lo expresaron y creo que tenía que ver con lo que habían hablado con la docente.
Al llegar a casa nos estaba esperando mi ex marido.
Mis hijos saltaron sobre él.
Debo decir que si bien lo extrañaban mucho, sobre todo por las noches, él no dejaba de verlos casi todos los días.
Nosotros nos seguíamos llevando bien.
Creo que la única vez que discutimos fue cuándo decidimos separarnos, toda esa semana fue catastrófica.
Muchas veces me da la sensación que está arrepentido, pero nunca me dijo que quería volver, a lo mejor su orgullo no le permitía regresar.
Él sabía perfectamente que yo tenía en claro que me había sido infiel, a pesar de todo el amor que siempre juró tenerme.
No sé si sigue saliendo con la mujer por la cual nos separamos.
Hacía dos semanas que teníamos que hablar sobre los papeles de divorcio y ambos estamos postergando hablar del tema.
Supongo que es doloroso para los dos.
Es que en ese momento creí que a pesar de no amarlo con locura, lo quería muchísimo y sobre todo, lo respetaba.
Mi cariño por él era inmenso.
También le estaba agradecida, aunque no sé si esa era la palabra.
De todos modos, hace meses que todo cambió.
Él decidió separarse.
Al principio fueron muchas las excusas, es que comenzó a llegar tarde, a tener partidos de fútbol con amigos imaginarios o reuniones de trabajo que eran inventadas.
Creo que todo comenzó cuando decidimos comprar la casa quinta en donde vivimos con hijos.
No estamos alejados, es otro sector del barrio, donde todas las casas son enormes, más bien sus terrenos lo son.
Yo trabaja en la administración de un shopping bastante importante, pero perdió un juicio, ya que el terreno en donde se hallaba no era de su propiedad, creo que había sido expropiado en cierta época oscura de nuestro país y luego de tres décadas, volvió a sus antiguos propietarios, que era una entidad importante.
El tema es que hacía casi 10 años que yo trabajaba allí y al ser despedida, por la categoría y la antigüedad que tenía, cobré una excelente indemnización, como la mayoría de los empleados eligieron hacerles juicio, a los que nos fuimos por nuestra voluntad, nos duplicaron la indemnización.
Yo no lo pensé dos veces.
Era una pequeña fortuna lo que tuve en mis manos.
Fue allí cuando compramos la casa quinta.
Era bastante grande, con piscina, vestidores, una cancha de fútbol cinco y una de básquet, no profesional, se entiende, aparte tenía un quincho enorme.
La vivienda estaba apta para mudarse inmediatamente.
De todos modos cuando la compramos decidimos hacerlo como una inversión, a mí se me ocurrió que podíamos alquilarla para eventos.
Hicimos unas reformas y comenzamos a alquilarla, no el sector de la casa, que hasta tenía otra entrada, inclusive la entrada era por otra calle.
El predio era un cuarto de manzana, o tal vez un poco más.
Estaba ubicada en una esquina y llegaba por ambos lados pasando la mitad de cuadra.
El acceso para llegar allí era inmejorable.
Compramos muebles, vajillas y todo lo necesario para brindar un excelente servicio y se transformó en un lugar de eventos bastante solicitado.
Mi ex marido es ingeniero en sistemas y en realidad yo ni siquiera hubiese tenido la necesidad de trabajar, pero no me iba a quedar cruzada de brazos en mi casa.
Pronto, los viernes, sábados y domingos teníamos que trasladarnos a la quinta porque estaba alquilada, aunque contábamos con bastante personal para cubrir cada evento que allí se festejaba.
Comodidades en la casa había, muchas, solo que los niños cuándo estaba alquilado el predio, no podían mezclarse con la gente que asistía a dichos eventos, pero ese no era un problema.
La casa estaba aislada del resto del parque y nadie tenía acceso a ella.
Nosotros estábamos acostumbrados a cenar afuera y muchas veces dejamos eso de lado por estar al cuidado de los eventos.
Eso comenzó a desgastar nuestro matrimonio, o tal vez ya veníamos mal, no lo sé.
La quinta, del colegio de mis hijos estaba a 20 minutos de viaje en auto, no era tanto.
De todos modos, nosotros vivíamos en la casa que había sido de mis suegros, que estaba ubicada, también a unos 20 minutos del colegió, pero hacia el otro lado, es decir que de la quinta, vivíamos a 40 minutos en auto, no era una distancia muy larga.
La empresa en donde mi ex marido era uno de los gerentes, estaba un poco más lejos de la quinta, pero no más a una hora de viaje, siempre que el recorrido fuera en auto.
Un viernes, que había un evento, él me dijo que tenía una cena, que iba a casa, porque estaba cansado, ya que nosotros nos quedamos a dormir en la casa que estaba en la quinta.
Otro sábado me dijo que justo se encontraba con unos amigos a jugar un partido de fútbol, luego me llamó para decirme que se quedaba a tomar unas cervezas con sus amigos y que por eso no quería manejar hasta la quinta.
Hasta allí todo bien.
Luego se hizo rutina cuando había un evento que él se quedara en casa.
Un día en que se suspendió un evento a último momento, volví con los niños a mi casa.
No le avisé nada, él me había dicho que se quedaba trabajando, cerrando un proyecto, que estaba cansado y que en cuanto terminara de trabajar, iba a casa.
Lo cierto es que esa noche, ya de madrugada, llegó cerca de las 4 de la madrugada, con olor a perfume de mujer.
Yo estaba levantada y muy preocupada.
No lo quise llamar por si estaba manejando, aunque le había dejado varios mensajes, pero habían pasado varias horas de lo normal cuando él llegó.
Se puso histérico cuando me vió.
Los niños dormían.
Discutimos por primera vez y terminó por confesar que estaba viendo a alguien.
Me dolió muchísimo.
Nunca esperé esa traición de él.
Es verdad que jamás llegué a delirar hasta morir, eso pensaba hasta que dejé de dormir todas las noches en sus brazos, pero eso no tenía nada que ver, éramos una familia.
Nunca habíamos tenido problemas en nuestro matrimonio.
Yo contaba con él como él lo hacía conmigo.
A mí nunca se me hubiera ocurrido serle infiel.
Fue cuando pretendió decirme que por estar solo, se le cruzó otra mujer.
No estaba solo, más bien buscó estarlo cuándo dejó acompañarme con respecto a los eventos de la quinta.
Yo confiaba plenamente en él.
Fue uno de los peores días de mi vida, ese día recordé mucho el día que fui a decirle al padre de Candela que estaba embarazada y lo encontré con otra.
Discutimos bastante durante unos días.
Hasta que decidí ir a vivir con mis hijos a la quinta y él se quedó a vivir en la que había sido la casa de sus padres.