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—¿Cómo es que después de haber bailado como una cabra y bebido más tragos de los esperados, no estás cansado como para no poder dormir?— ella informa con letra impresa.
Me encojo de hombros y beso su juguetón cuello, él no dice nada solo sigue durmiendo plácidamente.
Lo miro de cerca y vuelvo a besar su cuello más lentamente, esta vez suspira. Una vez más vuelvo a besar ese punto sensible, haciendo que se elimine.
—Él ya duerme, no empieces algo que no quieras que continúe después. Te lo advierto—. Sus ojos se mantienen cerrados.
Luego beso su cuello hasta que abre los ojos y rápidamente asalto sus labios a los míos muy rápidamente.
Tomo sus mejillas y comienzo un beso más completo abriendo más mi boca para dar paso a un baile bastante erótico.
Marcos se quita el cinturón de seguridad para estar más cómodo, yo también me quito rápidamente la seguridad y sin esperar más me acerco a él.
Suelta un gruñido de desesperación y toma mis caderas y después de un solo tirón se sienta a horcajadas sobre él. Sus manos comienzan a inclinar mi cuerpo con deseo mientras yo solo sigo los movimientos que sus fuertes brazos me ordenan hacer.
Revuelvo su masculinidad una y otra vez mientras devoro sus labios. Siento bastante calor y al mismo tiempo el sueño empieza a golpearme.
Mis labios comienzan a perder fuerza y lentamente dejo de moverme, Marcos en cambio continúa besándome y moviendo mi cuerpo sobre él lentamente.
Me separo de sus labios y apoyo mi cabeza en su pecho mientras bostezo, ahí es cuando Marcos deja de moverse.
—¿Hay algo mal?— pregunta tratando de volver al aire.
Deja ir otro bostezo.
—Tengo sueño…— susurro.
—¿Es una broma, verdad?— dice, riendo.
Sacudo la cabeza y la abrazo más para poder dormir cómodamente.
Marcos da un largo suspiro, sin decir más toma la costura de lana y nos cubre a los dos.
—Eres muy cruel—. Me pone un beso en la frente.
Sonrío ante tu comentario antes de sumergirme en un profundo sueño.
¶••••¶
Estiro mi cuerpo mientras empiezo a abrir los ojos lentamente. La manta de lana cae antes de mi acto pero no me importa. Sin darme cuenta estoy en mi lugar y ya no sobre el cuerpo de mi marido.
Giro la cabeza y no puedo evitar sonreír cuando veo a Marcos dormir plácidamente. Miro el reloj de mi muñeca y son exactamente las nueve y media de la mañana.
Me muevo un poco hacia el lado derecho para tener una mejor vista del alemán a mi lado. Su cuerpo se hace una bola mientras otra manta cubre su cuerpo.
Lo veo dormir por unos minutos más hasta que sus ojos se abren lentamente por completo.
Me mira aún con sueño y vuelve a cerrar los ojos.
—Stalker...— dice en voz baja mientras sigue cerrando los ojos.
Deja ir un poco de risa.
—Solo veo a mi querido esposo durmiendo, ¿es eso tan malo?— Yo canto.
Abre los ojos de nuevo juguetonamente.
— Si me ves de una manera tan pervertida, tal vez si...
—¿Por qué sería?— Soy curioso.
Se endereza y estira un poco los brazos.
—Pero porque serías capaz de violarme, pequeño pervertido—. Me guiña un ojo.
Niego con la cabeza y sonrío desesperadamente.
¿Puedes decirme adónde vamos?
Marcos levanta una ceja.
Sigue empeñando que no te voy a arruinar la sorpresa. — arregla tu traje.
—¿Al menos me dirás cuánto queda?— Lo miro con curiosidad.
Mira el rolex de su muñeca y calcula mentalmente.
Teníamos nueve horas de viaje...
¿Eso significa que...?
Significa que solo quedan unos minutos antes de que lleguemos a nuestro destino, Sra. Ackermann.
Siento y sonrío con emoción.
La azafata comunica que pronto saldremos y nos pide amablemente que nos abrochemos los cinturones de seguridad. Ambos hacemos lo que ella dice.
—Odio a ese estúpido—. digo sarcástico.
Marcos me mira y sonríe.
—Lo sé.— Él admite.
Lo miro con ironía y levanto una ceja a modo de reproche.
Odio a ese perro Marcos. Es tan obvio que quiere poner sus garras en terreno prohibido... — Pongo los ojos en blanco.
Marcos toma mi mejilla y me da un beso en la punta de la nariz.
Ay nena, no sabes cuánto me gusta verte celosa...
Lo miro asombrado.
—Marcos, lo digo en serio, no quiero a ese cerca de ti—. lo miro
—¿Y qué quieres que haga mi amor?— pregunta curiosa
Lo pienso con cuidado.
— Cámbialo, cámbialo por alguien que no conozca, que tenga menos instinto de zorro y un comportamiento más profesional.
Toma mi mano y asiente mientras me besa justo en el medio del anillo de mi dedo anular.
Diga lo que diga la reina...
Muestro una sonrisa ante mi logro.
Segundos después llegamos a tierra firme. Marcos me ayuda a quitarme el cinturón de seguridad y luego toma mi mano y la entrelaza con la suya.
De esa manera me guía a la salida, mientras tanto la puerta principal comienza a abrirse y luego llega a su punto máximo.
Marcos es el que sale primero y luego me guía. Mis piernas tocan el primer escalón y es entonces cuando una brisa tropical golpea mi rostro.
El sol brilla con su máxima potencia y ya no estoy totalmente asombrado por la hermosa vista cuando llego al final de los escalones.
Tapo mis labios ante la impresión y cuando menos lo espero, Marcos me abraza por la espalda y deposita un beso en mi hombro.
—Dime que te gusta mi amor...— su voz suena tranquila.