Capítulo 3
-¿Ey? -Extiende su mano hacia la cuerda que ata mis manos. Sin embargo, terminé sin moverme, quedándome estático con la información que recibía. -¿Su hermano?
—Estamos a salvo con ellos. – El lobo negro dirige sus ojos singularmente rojos hacia mí y siento su respiración entrecortada. A pesar de estar a varios metros de mí, puedo sentir que está decidiendo si matarme para estar a solas con su hermano. -
La bestia de pelaje negro da un paso hacia mí y Eniel se aleja mientras el lobo le gruñe a él y a todos para que se alejen de mí. Me obligo a sentarme para poder admirar mejor a mi oponente. Se acerca agachado y casi temeroso hacia mí, haciéndolo parecer incluso un poco más pequeño que su verdadera altura, que debe ser más grande que la mía cuando estoy de pie, es mucho más grande que cualquier otra persona, otro lobo está aquí. Intento desviar mi mirada hacia mi hermano en busca de alguna explicación de por qué este lobo viene hacia mí, pero no puedo apartar mis ojos de los ojos del lobo que quiere devorarme.
Cuando da un paso más, yo, por reflejo y autoconservación, retrocedo bruscamente, pero termino olvidándome que el río helado está a mis espaldas y termino rodando de espaldas hacia el agua helada, creo escuchar gritos y Conmoción desde afuera sin poder regresar a la superficie debido a mis manos que están atadas.
De repente, una mano grande que pertenece al hombre que me puso de nuevo en el suelo me saca del agua. Me quedé de rodillas en el suelo porque no tenía fuerzas para sostener mi propio cuerpo, el cansancio se notaba en cada fibra de mi cuerpo. Intento respirar dejando caer la cabeza hacia adelante, mientras el hombre que me levantó se quedó con la mano paralizada hacia mí, temeroso de tocarme, pero terminó acercándome contra su pecho, abrazándome por miedo a que desapareciera. . Mi cuerpo temblaba tanto que parecía como si funcionara como algo externo a mí. Sentí el agua fría dentro de mis pulmones y en reacción me acerqué a él, que parecía emitir calor. Mi mente también parecía haberse congelado. Me duele respirar.
- Está todo bien ahora. Ya terminó. Respira por mí, cariño. -Estaba en brazos de un hombre que nunca había visto, pero que me brindó tanta protección. Tenía el cabello ondulado muy negro, como el mío, que le llegaba hasta debajo de los hombros y me miraba con asombro y preocupación con sus agudos ojos negros mientras acariciaba mi espalda. Parecía que se había llevado un buen susto. —Está bien, se acabó. Continúe respirando.
Pude ver que Eniel intentó acercarse, pero fue repelido por algo que me transmitieron los ojos del hombre que me sostenía en sus brazos y me cubría con todo su gran cuerpo musculoso, junto con un gruñido que hizo temblar su pecho en una agradable sensación. manera que me hizo que quisieras descansar en ello. Estaba seguro de que era el lobo que me rodeaba segundos antes, el hermano de Eniel, Ajax, pero esta vez no me sentí acorralado, sólo querido y seguro.
-¿Puedo? -Extendió la mano hacia mis manos atadas. No podía hablar y solo asentí con la cabeza. Se acercó lentamente hasta colocar su cálida y muy grande mano en mi brazo. Se me puso la piel de gallina ante su contacto y él hizo un sonido similar a un ronroneo, aparentemente sintiendo lo mismo. Era el hombre más leído que había visto en mi vida, era grande, fuerte y tenía un rostro fuerte con la mandíbula marcada y sin barba que lo hiciera parecer enojado. Lo miré perdidamente y lo encontré mirándome con incredulidad mientras pasaba las yemas de sus dedos a lo largo de mi brazo. Tomó mis dos manos con solo una de las suyas y las llevó hacia su boca, mis ojos se abrieron como platos, pero él solo siguió mirándome mientras arrancaba de una vez con sus dientes singularmente afilados la correa que me sujetaba. Besó mis muñecas y acarició su pulgar donde comenzaban a aparecer marcas rojas. —Se acabó, cariño.
Una mujer se acercó a nosotros con una manta blanca para cada uno de nosotros en sus manos. Sólo en ese momento levanté la vista y me di cuenta de que todos estaban apartados, mirándonos con asombro, pero principalmente a él. Tomó las dos pieles y envolvió una alrededor de mi cuerpo y la otra alrededor de mi cabello, colocando su nariz en la curva de mi cuello y respirando profundamente conmigo contra su cuerpo. Comencé a sollozar y él se puso de pie conmigo en sus brazos mientras yo me acurrucaba más cerca de él. Mis acciones eran automáticas y mi pensamiento era lento.
Eniel intentó acercarse para tocarme, pero fue rechazado hasta que estuvo apenas cerca. Quería explicarle que estaba bien que se acercara, pero me dolía siquiera pensarlo, así que solo observé el movimiento de las personas transportando cosas hacia una gran cueva que estaba en la base de la montaña y donde las estaban llevando. Algunas personas aparecieron desde arriba de las nubes con cubos en las manos que soltaban humo.
Incluso el humano Ajax acercó su rostro al mío para acariciar mi piel, como lo había hecho Eniel conmigo en forma de lobo antes. Los que no ayudaban a transportar las cosas al interior de la cueva se quedaron lejos, mirándonos preocupados y aprensivos por toda la situación. Áyax les gruñó al ver que yo me estremecía ante sus miradas y entré por la abertura de la cueva excavada en la piedra de la montaña, con espacio suficiente para albergar tres celdas en las que el rey ya me había mantenido prisionero. ¿Me arrestaría también por invadir su tierra? Quizás por eso no me soltó. Tenía tanto sueño que decidí preocuparme por eso mañana.
En el centro del piso de la cueva, contra la pared, piedras de color gris oscuro expuestas, había varias de las mismas mantas que había envuelto alrededor de mi cuerpo, apiladas juntas formando una especie de cama, en la que ella me colocó, al lado de Eran unos baldes que despedían humo. Me acurruqué, extrañando el calor que me mantenía caliente y él pronto se dio cuenta.
—Elena ya llegó. -Permaneció agachado a mi lado, susurrando como si estuviera hablando con un pájaro que se hubiera roto las alas. — Ella es amiga mía y pensé que sería mejor para ti que viniera a cambiarte la ropa mojada. ¿Todo bien? -Extiende su mano hacia mí, pero rápidamente se levanta cuando una señora con moño bajo y vestido ligero aparece en la puerta sosteniendo una canasta con varias prendas. -Muchas gracias por venir. -Me mira y le dice algo, pero no puedo oírlo.
Ella asiente y le entrega un par de pantalones, lo que hace que mis ojos se abran y me dé cuenta de que ha estado sin ropa todo este tiempo. Ajax toma la prenda y sale afuera, siempre mirándome, cruzando el muro de hombres alineados como soldados que me daban la espalda, impidiendo que entrara el aire frío.
—Si quisieras tomar una lección de natación, no te recomendaría ese lago. -Sonríe dulcemente, recordándome cómo habría sido mi madre si aún estuviera viva. -