Capítulo 1
Increíble, pero cierto. En menos de unas semanas dejaré de vivir con Lorraine. Bye, soltera Reed. Hola, matrimonio.
Suena sencillo de admitir, pero no. Aún me sonrojo pensando en la boda. En cómo se verá Matthew. Me sangrará la nariz de la emoción. Mi fetiche es, (sin duda alguna) verlo a él con traje, elegante, guapo... Sonriéndome.
Ya basta. Estás en horario laboral, Elizabeth.
Mi trabajo en Hachette Book Group USA está yendo de maravilla, sobre todo con el tema de apoyar a los autores que prometen ser un gran éxito con sus historias, evidentemente ayudándolos a que no queden estancados. El típico hiatus. Por el momento, sólo cinco personas nos han pedido ese tipo de apoyo editorial.
A mi pierna le falta poco tiempo para recuperarse—exacto, adivinaron—, significa que aún llevo la férula.
—Aquí tienes otro manuscrito—me entrega Harold.
Debo admitirlo, ¡amo este trabajo con toda mi alma! Debe ser un verdadero privilegio tener el puesto de Harold en esta editorial.
Doy un largo sorbo a mi taza con té antes de ponerme a revisar el manuscrito. Estoy pasando por alto algo. Cierto... Mi mente está un poco colapsada con el tema de avisarles a mis padres lo de la boda. Exacto, ellos aún no lo saben. Suena irreal pero esta misma noche viajaremos a Los Ángeles. Matthew no quiso que les llamáramos por teléfono, según él, verlos en persona es más emocionante. Esa punzada de nerviosismo hace que me duela la cabeza.
Recuerdo como si hubiera sido ayer cuando le di la noticia a Lorraine. Uf, vaya momentos.
*
Voy llegando a casa con el corazón en un puño. Decidí que lo mejor para decirle de la noticia a Lorraine, es que Matthew no viniera conmigo. Una lucha entre dos expertos de la intimidación es igual a: una explosión nuclear. Giro la llave y entro. La sala esta oscura, pero puedo ver la luz que sale de la habitación de Lorraine. Inspiro profundamente, enciendo la luz y tomo un vistazo a mi anillo de compromiso.
Bien, yo puedo sola. Carter debe saber esto, es mi amiga, no puede reaccionar mal. Camino hacia allá y asomo la cabeza dentro de la habitación. Ella está escuchando música en sus auriculares y leyendo una revista de chismes del espectáculo. Entro y me acerco hasta donde esta acostada. Por poco la llamo por el hombro, pero vuelvo mi mano puño, y lo muerdo levemente. La tensión me está matando. Tengo miedo de su reacción. Tomo más valor y la toco.
— ¡AYYY! —grita.
Oops, se cayó de la cama... Por mi culpa. Rápido la ayudo a levantarse, ella con los ojos casi saliéndose de sus órbitas. Me encojo de hombros cuando me fulmina con la mirada. Esto apenas va comenzando y solo porque la tire de la cama. Ahora me imagino su reacción ante la palabra "boda".
—Elizabeth, por poco me matas de un susto—se pone una mano en el pecho, tratando de respirar.
Se valiente, se valiente, me repito mentalmente.
— ¿Podemos hablar en la sala?
Se quita los auriculares y asiente.
Ya en la sala, nos miramos detenidamente. Me siento demasiado nerviosa, como para arrepentirme y correr a encerrarme al baño.
—Toma asiento, no quiero que te caigas.
Alza las cejas y hace lo que le pedí. Tengo mi mano con el anillo de compromiso, atrás de mí. Respiro profundamente y no dejo de moverme.
— ¿Y bien? —Pregunta.
Ya empieza a desesperarse. ¿Por qué rayos siento tanto pánico con ella? Tal vez por la forma que vaya a tomar y a criticarme como lo sabe hacer, aunque en realidad, ella nunca me ha juzgado de forma tan fea. Solo me da consejos... Como una madre regañando a su hija.
—Lorraine, mi relación con Matthew ha crecido mucho—entrelazo mis dedos y trato de mantener la mirada con la suya—: Lorraine, yo...
Me levanta el dedo índice en señal de hablar.
— ¿Estás embarazada? —pregunta fríamente.
— ¡No! Por favor, no hagas conclusiones falsas antes de oír.
Cruza su pierna y recarga bien su espalda contra el sofá.
—Bien, Lorraine yo me... Voy a casar con Matthew.
La sangre visiblemente abandona su cara, dejándola pálida como una estatua de mármol y abriendo los ojos como platos. No parece que sea ella, una bruja ha venido y ha remplazado su lugar para comenzar a gritarme...
— ¡QUÉ! —Grita con cierta emoción en la voz.
¿Dije emoción?
—Me pidió matrimonio, mira el anillo—le muestro mi mano. Me la toma bruscamente y la mira encantada.
—Elizabeth—me abraza—. Eres aún muy joven y bueno, apenas lo conoces. ¡¿QUÉ TE VAS A CASAR?!
Trago saliva.
—Si... Siento conocerlo de años. Es... Tan especial... En verdad lo amo muchísimo.
Nos sentamos en el sofá y toma mis dos manos. Me siento fría, a comparación de sus cálidas manos.
— ¿Estás segura de casarte con él? Digo, no todo es color de rosa en el matrimonio.
Asiento.
Me vuelve a abrazar. De repente me da un golpe en la cabeza y se comienza a reír con cierta frustración.
¡Auch!, sí me dolió.
Golpeándome, eh.
— ¿Por qué fue eso? —Me toco la cabeza.
Me lanza una mirada al estilo Carter. Peligrosa.
—Por haber estado nerviosa de contármelo. No te iba a matar. En cambio, si me hubieras dado la noticia de un embarazo, créeme, habría perdido la compostura.
Frunzo el ceño. ¿Cómo no iba a estar nerviosa? Esta chica es bipolar en sus momentos, pero sabe controlarlos.
— ¿Desde cuándo te pidió matrimonio?
—Dos... Semanas.
Me vuelve a golpear. Lo que más temo es que me vaya a dar un tope borrego.
— ¡AÚ!
—Eso es por tardar en decírmelo.
Ya entendí, bien, ya veo que las consecuencias son pequeños golpes en la cabeza. ¿Pequeños?, te saco un chichón, se burla mi subconsciente. Por sorpresa, me vuelve a abrazar y da un grito de emoción cerca de mi oreja, dejándome sorda.
— ¿Cuándo se casan? —Sonríe ampliamente.
Si, es una chica bipolar...
—Tal vez en uno o dos meses.
Salta del sofá para seguir aplaudiendo y gritando.
— ¿En dónde? Dime, dime.
—Eso aún no lo tenemos planeado, Miranda nos está ayudando.
Eso me recuerda...
—... Sería una grosera si no te pido que seas mi dama de honor.
Pega un grito al cielo, mucho más fuerte que el grito de una niña aterrada en una película de terror. Corre al estéreo de la sala y pone música al ritmo de Rihanna. Diamonds es lo primero que se escucha.
— ¡Gracias! ¡GRACIAS! —exclama entre la música.
Reacciono mejor de lo que me esperaba (a excepción de los golpes). Bien no fue tanto problema, fue fácil. Un peso menos en mi vida.
—Baila conmigo—me anima.
Me toma por la mano y me obliga a levantarme. Sigo sus pasos, bailando felices y locas con una de nuestras canciones favoritas.
—Quisiera quitarme la férula—digo poniendo cara de pocos amigos.
—No me digas que utilizarás eso en tu boda—hace una mueca gigante.
—La mamá de Matthew me dijo que pronto sanará.
Se comienza a mover más alocadamente, agitando sus brazos y lanzando patadas voladoras como loca. No puedo evitar soltar carcajadas de diversión.
—Ya quiero verte en la boda, dejarás que mamá haga tu vestido, ¿verdad?
—Claro—los vestidos y diseños de la señora Carter son muy finos. Jamás me imagine que me compraría un vestido ahí para casarme. Las cosas del destino son tan raras, pero en beneficio de todos.
— ¿Cómo lo querrás? ¿Diseño italiano? ¿Francés? ¿Vintage?
Suelto un bufido.
—Sólo quiero un vestido.
Esto está yendo muy bien. Perfecto, ya tengo mi primera dama de honor, también lo será Miranda y Rosy. Ahora, lo único que me preocupa es darles la noticia a George y Emma. No será tan sencillo como decir "Mamá, papá, me voy a casar", nope. Ya veremos lo que pasa.