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El lado Oscuro Secreto #3

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Claudia M. Sánchez
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Sinopsis

TERCER LIBRO DE LA SAGA. Su historia continua en esta tercera parte, en donde Elizabeth acepta ser su esposa. Continuaran los secretos alrededor del empresario y el peligro que asechaba a Elizabeth desde la última vez que fue con sus amigas al bar, la persigue inminentemente. Habrá momentos de felicidad, otros en donde ninguno de los dos comprenden porque suceden.¿Cómo cambiará su vida al ser esposa del empresario más exitoso de Manhattan?¿Cuál es el otro secreto que guarda Matthew en su lado oscuro?

RománticoDulceAmor a primera vista first loveAventurarománticasDramaCEOMulti-MillonarioChica Buena

Prólogo

"Yo la amo. No por la forma en la que ella bailaba con mis ángeles. Pero sí por el sonido de su nombre, que puede silenciar mis demonios".

Christopher Pointdexter.

Mi vida nunca habría cambiado si no hubiera sido por ella.

Elizabeth Reed.

Mis sentimientos encontrados jamás me engañaron y sin duda alguna no me arrepiento de haberle mostrado mi lado oscuro. Ella me ha hecho creer en la luz de la vida. Ella es la luz en mi vida. Nunca quiero perderla.

La observo mientras duerme; su respiración es suave y calmada. Quisiera acariciarla y abrazarla, pero no quiero despertarla de su sueño profundo. Sus mejillas, incluso dormida, siguen siendo sonrojadas. Paso mi mano girándola un poco para acariciar su mejilla con mis nudillos. Aun no entiendo como pude ser tan estúpido en decirle cuanto la amaba desde el principio. ¿Era difícil?

No.

Salgo de la cama mirando hacia donde se empieza a ver las primeras luces del sol saliendo por el este. Ella era la última pieza del rompecabezas de mi felicidad y bienestar que me faltaba. Vuelvo a la cama para sentir una vez más su suave piel. Tengo miedo de que todo esto fuera una alucinación mía, pero no, está conmigo, en mi cama dormida y bajo toda la protección que le puedo dar.

—Te amo—le susurro y le beso la mejilla.

Próximamente, mi esposa. Me meto entre las sabanas y con delicadeza la estrecho a mi cuerpo para abrazarla con cariño, dándole calor necesario. Dejo que hunda su cara en mi cuello mientras se mueve un poco. Automáticamente, sus manos también me rodean y suelta un suspiro, dormida.

—Mi pequeña tímida.

—No quiero perderte...—murmura somnolienta.

—Duerme.

Beso su frente y me pongo a pensar en lo que nos espera en las siguientes semanas. Ella es esa luz que me falta en mi lado oscuro.

Cierro los ojos, recordando cuando era niño.

*

No quería abrir los ojos. No quería despertar. Prefería estar muerto a estar en aquel horrible lugar. Sabía que ya era de mañana y el corrupto no había llegado a despertarnos. Los demás niños y yo, estábamos aterrados. Siempre. Tenía mucha hambre y sed. Aquel niño hambriento, el más pequeño de todos, era el que más sufría. Quería comer. Mi pequeña cama no tenía almohadas ni sabanas con las cuales, protegerme del frio en la noche. Me sentía mal y no podía decirlo. Unos pasos fuertes y constantes se oían por afuera en el pasillo oscuro todas las mañanas. Todos los niños nos poníamos a temblar.

— ¡Despierten! —gritaba el maldito corrupto.

Me despertaba de golpe, sobresaltado y gimiendo de miedo. Salía de la pequeña cama con tal de estar preparado. Todos los niños y yo, siempre dormíamos con la misma ropa. La mía era un pequeño overol azul oscuro, con pequeños barcos rojos y ya estaba sucio desde hace muchos días. El corrupto dejaba salir a los primeros niños a la calle, a según los fuera revisando. Siempre nos miraba con odio, furia y rabia contenida, su ropa era de tipo informal, jeans y una camisa manchada por algo verde. Me sentía solo, incapaz de hacer las cosas que nos pedía. Temblaba mucho. Lo único que pensaba era en mi madre y en lo que podría comer si tuviera comida.

—Espero que regresen con mucho dinero—nos amenazaba.

Si no traíamos el dinero suficiente, nos golpeaba... Nadie esperaba eso.

Siempre llegábamos hasta en la noche. Cada quién tenía una chica que siempre nos vigilaba en la calle con tal de que no escapáramos... Esa noche, solo llegamos un niño y yo. No sabía cuánto dinero llevaba, porque no sabía contar ni leer. Espera que fuera mucho. El corrupto llegaba con un bastón en mano al lado de una mujer que lo ayudaba. Se impresiono y abrió mucho los ojos al ver que solo estamos ese niño rubio y yo.

—No importa, no necesitamos de esos bastardos—dijo tranquilo.

¿Bastardos? ¿Qué era eso? No sabía de lo que hablaba, e inclusive, la chica estaba asustada. Como el más pequeño en ese momento era yo, primero me reviso a mí. Sentía la necesidad de ir al baño.

— ¿Solo esto? —miraba a su alrededor con desesperación—. ¡Sandra!

La mujer pelirroja que me acompañaba a recoger el dinero entra ahí, con nosotros.

— ¿Esto es lo único que consiguieron?

Asintió, asustada.

—Lárgate a trabajar—gruño el corrupto.

Se giro conmigo, con las manos hechos puños.

—Pequeño bastardo—me alborotó el cabello con una gran sonrisa falsa. Sentía que todo ese odio ahí mismo, lo haría pagar conmigo—. Hoy no cenarás.

Salió, cerrando de golpe la gran puerta. Comencé a llorar, desconsolado y asustado. Me acosté en la cama, incomoda en esos momentos, pero perfecta para tranquilizarme. Prefería un millón de veces a no comer, a que me golpeara. El otro niño también estaba muy asustado y se acostó ignorándome. Esa noche hizo ruidos extraños. No quería estar ahí. Tenía la esperanza de volver a ver a mi madre.

*

Abro los ojos de golpe, mirando al techo de mi dormitorio. Miro a mi lado en donde sigue Elizabeth dormida, abrazada por uno de mis brazos. Ya no la veo como una chica indefensa de la que me enamore, ahora también será mi esposa.