Capítulo 2
-Si tú lo dices. ¿Nos vamos? - Propongo.
-Claro, te estaba esperando.-
Cuando aterrizamos en Roma el aire es fresco pero ciertamente es más cálido y no veo la hora de caminar por sus calles llenas de gente, ver el Coliseo de nuevo, ver algunos rincones característicos.
Nos lleva al hotel un taxista que se queja todo el tiempo de la radio, que transmite las noticias de un partido de fútbol, pero yo ni me doy cuenta, me apoyo en Williams y miro por la ventana.
La habitación que has reservado es bastante lujosa, seguro que con mis ahorros hubiera elegido un alojamiento más económico, pero no niego que me gusta que me mimen, al menos un poco. Y luego me doy cuenta de que no es tanto una cuestión de dinero, Williams a veces se comporta de cierta manera por miedo a un rechazo, que cree que no tiene, si de alguna manera ofrece más, o paga.
Comemos en la habitación, semidesnudos, frente a la pequeña terraza que nos muestra una visión verdaderamente encantadora de la ciudad, antes de relajarnos en la gran bañera de hidromasaje del baño. Discutimos aquí nuestros planes para los próximos días y me olvido de hablarle de Mir.
Pero a la mañana siguiente, cuando recupero mi teléfono debajo de la pila de ropa, encuentro su mensaje.
Me escribió que a los nuevos inquilinos potenciales y al propietario les gustaría reunirse el martes por la noche. Muy bien, estaré allí. Escribiré rápidamente, antes de volver a bloquear la pantalla.
Me quedo en ascuas, viendo salir a Williams con la piel todavía húmeda del baño, una toalla atada a la cintura y despreocupado. Mejor termínalo ahora.
-¿Por qué te vestiste? Te veías genial incluso desnuda, enredada en las mantas- me llama cuando me ve de pie. Me sonrojo, recordando la forma íntima y francamente satisfactoria en que nos despertamos.
Me aclaro la garganta antes de hablar, pero él parece estar de un humor decididamente juguetón y empieza a pincharme de nuevo, hasta que empiezo a retorcerme las manos.
-Pareces fuera de fase muñeca, ¿estás bien?- pregunta finalmente, deteniendo el flujo de palabras, que francamente estaba empezando a ponerme de los nervios. Tan pronto como me despierto no pertenezco a la categoría de los ruiseñores, digamos.
-Yo... tengo que decirte algo. En realidad es una tontería, pero no quiero ocultártelo.-
Se acerca, cambiando de expresión. -¿Lo que sucede?-
Suspiro. -Ayer cuando no estabas en la empresa, bueno.. vi a Mir.-
-¿Y?- dice instándome a continuar, pero noto el temblor de sus manos y sé que tengo que tratar de ser lo más claro posible. -Al parecer el dueño del apartamento en el que viví con él ha encontrado una pareja a la que le gustaría llevárselo, no entendía si alquilarlo o comprarlo, de todas formas les dijo que le gustaría que yo también estuviera allí cuando les muestra el apartamento. Él no sabía que rompimos, así que Mir me invitó a almorzar, para contarme y preguntarme si podía pasarme por el departamento, la noche en que esas personas lo van a visitar. aliento
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Williams no dice nada, por el momento, solo absorbe mis palabras y toma una tostada del carrito del servicio de habitaciones.
-¿Cuánto tiempo debes quedarte, con él, en ese lugar?- pregunta entonces.
-Una hora, creo. Debo llegar justo antes que el dueño y quedarme hasta que él y la pareja se hayan ido.-
-¿Y qué le respondiste?- No escucho una entonación particular en la forma en que hizo la pregunta, así que trato de relajarme. -Le dije que estaba bien, Williams. Será rápido e indoloro. Y le aclaré a Mir que no hay esperanza de un acercamiento entre los dos.-
-¿Le dijiste que estás conmigo?-
No. Mir es competitivo, al menos se lo habría tomado como un reto a ganar, sin importar el premio en juego, que soy yo mismo. -No. Le dije que ya no lo amo y que lo que provocó la ruptura entre nosotros no me permitiría perdonarlo aunque quisiera.-
-No quieres perdonarlo.- -Más que perdón, creo que es otra cosa. Puedo perdonar, pero no olvido lo que pasé hace meses y ahora Mir lo ha entendido.-
-¿Me lo dices solo para que conste? después de todo, ya le dijiste que sí- objeta.
-No, te lo digo porque me importas y no quiero que haya malentendidos. Mir es historia cerrada.-
Toma dos grandes respiraciones antes de hablar, no sé si para calmarse o qué, pero observo cada movimiento, atenta.
-Digamos que confío en ti. De ti, si nada más, porque no confío mucho en él.-
-Es terco, pero fui bastante claro, lo juro.-
- Eso espero por él. No quiero que ese pendejo se te vuelva a acercar.-
Hemos estado caminando bajo el sol en los Fori Imperiali durante la última hora y me siento muy bien. Necesitaba un cambio y ver a Williams tan relajado me pone eufórico. Parecemos dos niños, sin tener en cuenta horarios, reuniones, etc. y me gusta su compañía.
Me detengo a fotografiar un detalle de una columna y cuando levanto la vista de la cámara, me encuentro con la mirada de Williams. Es tan hermoso que sin siquiera pensarlo levanto mi cámara y le tomo una foto. Él sonríe aún más, luego me pregunta si lo cuento también entre las bellezas de la ciudad.
Juego, ganándome una mirada extraña de él y un ataque de cosquillas poco después. Cuando logro detenerlo, me mira como si me estuviera despojando de mis defensas, sereno e intenso a la vez, no sé cómo explicarlo, pero siento que puede ver dentro de mí, ver mis sentimientos por él y eso me asusta, lo admito.
Aparto la mirada mientras me acaricia la mejilla. -Eres hermosa- dice y parece tan impresionado por ello que me sonrojo aún más.
Me podría haber dicho muchas cosas, pero es más importante que hermoso sin otros adjetivos ni palabras superfluas. Es como si hubiera tratado de definirme de tantas maneras pero descubrió que la fuerza de ese término era real, absoluta.
-¿Qué vamos a hacer esta noche?- Pregunto para aliviar la tensión que se ha apoderado de mí.
-Estaba pensando en ir a cenar a lo de Crispi, reservé una mesa- anuncia sonriendo.
-¿Has estado allí antes?-
-Oh, a veces. Me gusta.-