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El hijo de mi jefe 1

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Aligam
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Sinopsis

Olivia encuentra el trabajo de sus sueños, después de mucho buscar, pero en su primer día descubre que en su lugar tendrá que cuidar al hijo del jefe. Guapo, alto, siempre sonriente y... gilipollas. No parece haber margen para llevarse bien, al menos para Olivia. Sin embargo, a Williams le encanta molestarla y hacerla enojar, casi tanto como le encanta ver los hoyuelos en su rostro cuando se ríe con ganas. Del libro: Abro la puerta y encuentro a Williams con los ojos rojos y el pelo despeinado, apoyado contra el marco de la puerta. -¡Por fin abriste! Eres un duro, ¿eh?- dice para restarle importancia, pero ha ido demasiado lejos y no puedo fingir que todo está bien. -Bueno, si has llegado tan lejos como para ver mis huesos, significa que mi corazón está demasiado expuesto. Podrías devorarlo mientras estás en eso. Te odio.- Me mira, nervioso por mi tono tranquilo. -Liv por favor.. déjame explicarte.- - No, Williams. Estoy cansado de tus excusas. Debes entender que eres responsable de lo que dices. Y lo mal que me hace sentir. Ahora parar.-

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Capítulo 1

De hecho, es. Debería volver a esa casa y fingir que amo al chico que me engañó, fingir que hago la cena y decir lo felices que somos allí. Williams va a arrancarme la cabeza de mi cuerpo. O lo hará con Mir, aún no lo sé, pero flipará.

-Olivia, solo será por una hora, tal vez un poco más. Es hora de mostrarle el apartamento y comer algunos bocadillos. No organizaremos una cena, si eso es lo que te preocupa.-

No es exactamente eso lo que me preocupa, pero asiento con la cabeza para no tener que darle explicaciones.

-¿Cuándo sería eso?- pregunto.

-Él me llamará esta tarde y arreglaremos para la próxima semana, creo. Te enviaré un mensaje de texto después de escucharlo, ¿de acuerdo?

Asiento con la cabeza, pensando que Williams podría estar enojado, pero al final no estoy haciendo nada malo, así que lo superará.

Comemos mientras hablamos de cosas ligeras, como películas y música, mientras miramos el reloj para evitar llegar tarde al trabajo.

Cuando finalmente terminamos de almorzar, Mir no parece querer despedirse, dado lo mucho que me sigue preguntando cosas que estoy seguro que no le importan. Nunca me ha preguntado si me he cortado el pelo en dos años, pero ahora parece notar tantos pequeños detalles sobre mí. Bueno, llega unos meses tarde.

-Mir, gracias por el almuerzo, pero si no me apresuro llego tarde y me van a regañar, así que ya me voy- digo tratando de no soltar un -¡Suéltame!-

-Oh, claro, lo siento, no sabía que tenías tan poco tiempo para almorzar, en realidad gracias por venir enseguida. Debo decir que estoy un poco deprimido ante la idea de dejar el apartamento, pero me voy a quedar con Marco unas semanas mientras busco un nuevo alojamiento.- Marco es un chico que trabaja en Raimondi's como un pastelero, son buenos amigos, pero era demasiado libertino para mi gusto, cuando estaba con Mir. En retrospectiva, debería haber captado las señales de que mi prometido tampoco podía ser completamente diferente.

-Envíame un mensaje de texto más tarde, entonces- digo sonriendo, dando un paso hacia mi auto.

-Bueno. Gracias, Olivia- agrega dando un par de pasos y abrazándome. -Mir..- lo regaño.

-Lo siento, solo quería abrazarte- murmura sobre mi cabello. -Sí, bueno, no creo que sea apropiado, ¿no crees?-

-Sé que perdí el tren, Ollie. Me lo explicaste claramente, pero no puedo dejar de amarte como si fuera un maldito interruptor.- Parece

resignado y esa pequeña parte de mí que aún lo ama, a pesar de todo, se ablanda. Suspiro y luego le devuelvo el abrazo, solo unos momentos, antes de terminar y salir corriendo al trabajo.

Cuando regreso, el auto de Williams aún no está ahí y hago un puchero, realmente quería verlo.

-Eiko por favor, cuando vuelva Williams Morris me podrías avisar?- le pregunto. Ella parpadea, desconcertada, pero finalmente dice que sí.

Media hora después siento vibrar el teléfono dentro del bolsillo de mi abrigo.

Eiko dice que me extrañas, ¿es eso?

Sonrío antes de responder. Dudo que Eiko haya dicho tal mentira. Solo quería decir hola.

¿Has hecho tu maleta?

Obvio. ¿Y tú?

¿Usaste algo sexy?

Qué idiota. Espero que se atragante con su café. Solo pintura corporal respondo.

Ya no lo siento y vuelvo al trabajo, hasta que lo siento vibrar de nuevo. Me debes una camisa nueva.

¿Por qué razón, lo siento?

Derramé mi café por tu mensaje.

Un mensaje no puede hacer tanto daño.

Me dio calor y quitándome la corbata le ofendí el café.

Entonces es tu culpa, ¿no?

Antes de que responda del mismo modo, estoy seguro de que está pensando en cómo tener la última palabra, me desplazo rápidamente por la galería de imágenes y encuentro la perfecta, enviándosela.

Es una foto que me hizo la otra mañana, cuando desayuné vestido solo con su camiseta, antes de ir a trabajar.

¿Que estás tratando de hacer? escribe

Te envié una camiseta. Estaba limpio, lo juro.

Me gustas con mis camisas. Te acarician en los lugares correctos.

De repente siento calor y miro a mi alrededor para asegurarme de que mis compañeros de laboratorio no estén metidos en mis asuntos, por suerte todos parecen estar absortos en sus análisis.

Me gusta más cuando escribes .

No puedo esperar a que llegue esta noche, ella responde.

Le tiro un beso antes de volver a concentrarme en mi trabajo. A las cinco apago los instrumentos y guardo la bata. Saludo a los otros colegas que pasan mientras me pongo la chaqueta y salgo del Morris, pensando que tengo una hora antes de que Williams me recoja para ir al aeropuerto. Esta noche dormiremos en la ciudad eterna.

Cuando voy al coche escucho una llamada. Williams se acerca a mí, con una sonrisa en su rostro.

-¿Vete a casa?-

-Sí. Me ducho y compruebo que he empacado todo.-

-Te recojo en una hora. Quizá antes- dice mirándome con picardía.

-Entonces trataré de darme prisa- digo con una gran sonrisa, antes de subirme al auto.

Cuando suena el timbre, bajo las escaleras con el pequeño carrito plateado que necesitaré durante estos dos días.

-Ha llegado su taxi, señora- escucho desde la puerta y me congelo. Williams me dijo que vendría a buscarme, no entiendo.

Abro, vacilante, buscando una respuesta a la cosa, pero soy abrumado por dos brazos que me abrazan. Me quedo paralizado, hasta que reconozco el olor de Williams. -¿De verdad pensaste que no vendría? Mierda te hubiera seguido directamente desde la oficina, muñequita- exclama llamándome con ese apodo que al parecer le gusta tanto.

-¿Y por qué no lo hiciste?- Pregunto en cuanto puedo soltar su agarre.

-Pensé que me tomarías por un maníaco, ya que siempre me gustaría estar contigo- le revela con una mirada desconcertada.

-¿En serio?- digo divertida, preparándome para el viaje sexual, que como siempre no te hace esperar. -Sí. en realidad dentro de ti, pero también podría adaptarme a tu lado- dice, mirando mi figura.

-Y decir que no te gusto- digo con una ceja levantada.

-Solo el tonto no cambia de opinión- dice en tono pedante.