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Capítulo 3

Abro la boca para hablar pero decido quedarme callado, estaba siendo demasiado ingenuo al enfrentar al duque de esa manera, y él tenía razón, era su difunta esposa con quien tenía todo el derecho a estar enojado. silencio, cuando vi Estamos llegando al castillo que vi desde la ventana de la posada sonreí, había sentido curiosidad por el castillo y no podía creer que iba a un baile dentro de él.

Cuando bajamos del carruaje vi que ya había muchos más lo cual era señal de que el salón ya estaba lleno, me puse la mascarilla y seguí entrando. Al entrar miré a mi alrededor y todo estaba hermoso, eran cuatro. veces más grande que la casa del duque y tenía muchísimas cosas y mucha gente, las bebidas se servían en copas de plata, todo era muy fino y noble, pero tenía curiosidad por ver al dueño del castillo, Daniel Miraxar.

Bebo un poco del vino que servían y vaya vino, fue el mejor que he probado en mi vida.

-¿Te gustó el vino? - preguntó una voz misteriosa detrás de mí, miro hacia atrás y veo a un hombre guapo que parecía tener mi misma edad, elegante y sus modales eran los de alguien noble.

-Ah si…muy bien –digo sonriendo, mirándolo, cabello y barba bien peinados, la máscara cubría la mitad de su rostro dejando solo su boca a la vista…

-Me alegro que te haya gustado –Dijo dándome una sonrisa, dientes perfectos pero lo que me llamó la atención fueron esos caninos afilados, todos teníamos colmillos pero los suyos eran perfectamente afilados. -¿Con quién tengo el honor? -preguntó

-Ah si, perdóname... mi nombre es Rosemarie -digo sonriendo y le tiendo la mano, él toma mi mano y la besa suavemente.

-Encantado de conocerla, señorita Rosemarie -dijo

-Por favor sólo llámame Rose –digo aún encantada por su delicadeza, pero él no parecía tener el más mínimo interés en la fiesta.

-¿Le gustaría bailar conmigo señorita? -preguntó

-Sería un placer -digo sonriendo, tomando su mano

Me lleva a la pista de baile y me agarra de la cintura, le pongo una mano en el hombro y con la otra le tomo la mano y lo siguiente que sé es que estamos deslizándonos por la habitación.

-No eres de aquí, ¿verdad? -preguntó cambiando sus pasos maravillosamente

-No señor, soy de Bulgaria – digo sonriendo

-¿Bulgaria? Es maravilloso allí, en uno de mis viajes fui allí y me encantó - respondió lo mismo

-Aquí también es muy bonito, me encantó, los bosques y todo -digo sonriendo -Es que no entiendo porque aquí todos son tan supersticiosos -Completo haciendo una mueca, veo tu sonrisa pasar de oreja a oreja y yo sigo preguntándome ¿por qué?.

-Cada uno tiene sus propias creencias, ¿no?...pero a veces hasta yo pienso que es demasiada superstición -Dijo sonriendo -¿Puedo preguntarte dónde te alojas? -añadió cambiando rápidamente de tema.

-Me recibieron en casa del Duque Filipe... ¿lo conoces? -Pregunto mirándolo y veo que su mirada debajo de la máscara cambia.

-Sí, lo sé, Filipe, el duque con el ceño fruncido – dijo en tono burlón.

-Escuche mi señor, no sé quién es usted pero no me gustó la forma en que mencionó al Duque – digo reprendiéndolo. Después de todo, el Duque era mi amigo y mi anfitrión.

-¿Estás enamorada de él? -preguntó y rápidamente lo solté mirándolo y dándole una bofetada.

-No te atrevas a hablarme así, ni siquiera sé quién eres –replico impaciente.

Todos en la sala me miran, por el sonido de la bofetada, y el duque se acerca un poco, veo que otro hombre se acerca y me mira con asombro…

-Perdón si la ofendí señora -dijo para luego quitarse la máscara -Soy el Conde Daniel Miraxar -Completó sin la máscara...

Me asombro cuando habla, ¿cómo un hombre tan guapo puede ser el Conde? Esperaba a alguien mayor, como el Duque por ejemplo, y lo más importante, le había dado una bofetada, lo cual es muy vergonzoso ya que toda la sala dejó de bailar solo para mirarme.

-Lo siento Conde, es nueva en la ciudad, aún no conoce a nadie –dijo el Duque colocando sus manos en mi hombro.

-Puedo disculparme solo, Duque -digo reprendiéndolo -Pido perdón, Conde -digo mirándolo y bajando la cabeza en señal de respeto

-Está bien querida -dijo el conde -Señorita Rose, me gustaría hablar con usted -dijo señalando una puerta en la esquina de la habitación

-Por supuesto, Conde -digo en voz baja y miro al Duque -Disculpe -Sigo hacia donde señala el Conde

-Con tu permiso Duque -Dijo el Conde y me siguió detrás

Cuando me dirigía hacia la puerta eché un vistazo a la habitación donde todos me miraban, me sentí completamente avergonzado...

El conde abrió la puerta y pronto entramos, dejando esa escena bochornosa. Cuando salí miré bien el lugar, estábamos afuera del castillo y pude ver muy bien los pueblos, granjas y toda la zona del bosque... fue simplemente maravilloso, miré todo con cierto brillo en mi rostro.

-¿Estás disfrutando de la vista? - preguntó el conde detrás de mí y pronto me giré para mirarlo.

-Es maravilloso -digo encantada, suspirando pesadamente mirándolo -Perdóname por pegarte cuenta -Completo sintiendo pena

-Olvida este incidente querida –dijo sonriendo, dejando una vez más al descubierto esos caninos

-Fue de mala educación de mi parte pegarle señor -digo mirándolo, era hermoso con algo misterioso en sus ojos y una forma que me atraía mucho

-Olvidémonos de esto, cuéntame de ti... -Dijo acercándose a donde yo estaba y apoyándose.

-¿I? Crecí en un pequeño pueblo de Bulgaria, mi padre es el Duque de Wilwert – digo mirándolo y sonrío dulcemente

-¿Entonces eres hija de un duque? Impresionante - dijo mirándome

Lo miro sonriendo, medio avergonzada al ver la forma en que me sonreía, me asusto cuando escucho a unos lobos aullar un poco cerca del castillo y por impulso coloco mi mano encima de la mano del conde.

-Está bien cariño, solo son lobos –dijo sonriendo y luego miró mi mano que estaba apoyada sobre la suya, miré mi mano y rápidamente la quité de la suya cuando sentí que su piel estaba un poco fría.

-¿Tienes frío, Conde? -Pregunto mirándolo.

-No –dijo rápidamente alejándose un poco y mirando al bosque.

-Lo siento, Conde -digo al verlo retraído, tal vez no le gustó la pregunta -Los lobos me asustaron un poco -digo mirando al bosque y luego me pongo a reír un poco en voz baja -Que tonto soy, tengo miedo a los lobos -Completo y miro la luna que brillaba hermosamente junto con las estrellas, siento la mano fría del conde tomar la mía y giro para mirarlo

-No eres nada estúpida, debes tenerle miedo a los lobos, debes tenerle miedo a la noche -dijo mirándome a los ojos

-¿Y por qué exactamente tendrías miedo de todo esto? - pregunto seriamente mirándolo

-Es usted hermosa señora, con todo respeto -dijo -Pero si no le temes a todo esto serás presa fácil de las criaturas de la oscuridad, serás fácilmente tragada por la oscuridad -agregó para luego soltarse Mi mano abruptamente, todavía estaba atormentado por el hecho de que él estaba frío como un hombre muerto.

-No creo en estas cosas, Conde -Soy serio y grosero

-Bueno, la oscuridad no descansa, siempre está alrededor -dijo dándole la espalda

-Pero yo creo en el amor, Conde, dicen que el amor es más fuerte que la oscuridad -respondo -¿No crees en el amor? -completar con la pregunta

-El amor duele, destruye hasta el corazón más fuerte, y no señora, yo no creo en el amor -Dijo con voz ronca

-¿Pero por qué contar? El amor tiene todas estas debilidades pero es el sentimiento más hermoso que he visto en mi vida - digo acercándome a él

-Deberías irte –dijo con frialdad y abriendo la puerta, cortando todo el tema.

-Por eso el mundo es tan cruel, porque está lleno de gente como tú, que no cree en el amor, pero siempre está hablando de oscuridad, gente así muere sola y de forma triste -hablo en voz alta, enojándome , luego salgo camino rápidamente por la puerta y paso al Duque Filipe -Te espero en el carruaje del Duque -digo y salgo del castillo dirigiéndome a nuestro carruaje

Después de que el duque y su hija subieron al carruaje continuamos saliendo del castillo rumbo a la casa, yo estaba completamente molesto, porque aquí todos solo hablaban de oscuridad y superstición, pero no creían en el bien y el amor.

EN EL CASTILLO

- Lo siento señorita Rosemarie, por haber sido grosera con usted, tengo mis razones para no creer en el amor. En este momento solo quiero que me perdones y si no me perdonas realmente entenderé por qué... Tu amigo: Daniel -Miro detenidamente la carta que había escrito y me quedo pensativo, la arrugo y tirarlo a un lado

-¿Hay algún problema con la carta que usted escribió, mi señor? - preguntó Greenfield

-Ah, mi querida amiga Greenfield, es tan hermosa, educada y valiente –digo con aire de fantasía e imaginándola frente a mí.

-¿Por qué no la invitas a pasar un tiempo aquí en el castillo, mi señor? - preguntó Greenfield

-Está con Filipe -digo su nombre entre dientes con tono despectivo -No creo que vaya a querer irse de donde está, sobre todo después de que la noche anterior fui grosero y grosero con ella -Estoy completamente triste y me acuesto en la cama

-Debería enviarle esta carta señor, la entregaría yo mismo e intentaría invitarla a venir aquí -dijo Greenfield con la carta en la mano

Me levanto mirándolo y pongo los ojos en blanco con desprecio.

-imposible Greenfield, las mujeres nunca me amarán, especialmente una como ella, delicada y gentil, dulce y maravillosa… -hablo decepcionado conmigo mismo.

-¿Podrías darle el mundo, mi maestro, porque ella no te amaría? - preguntó Greenfield

-¡¡¡POR LA MISMA RAZÓN LOS DEMÁS NO ME QUERÍAN!!!!! -Grito dejando al descubierto mis colmillos y levantando a Greenfield del suelo por el cuello de su camisa -¡¡¡SOY LA DEFINICIÓN DE UN MONSTRUO, LA DEFINICIÓN DE UNA MALDICIÓN CONDENADA A VIVIR SOLO POR TODA LA ETERNIDAD!!!!! ¡¡¡¡SALIR DE AQUÍ AHORA!!!! -Grito con todo el odio de mi vida inmortal y tiro a Greenfield contra la pared.

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