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Capítulo 4

Querido Diario:

¿Así es como empiezan a escribir? Bueno supongo que sí, aunque no le encuentro sentido a decir *querido* a un pedazo de papel donde escribirás cosas que nadie más puede leer y que de ser así podrán destruirte.

Mi diario tiene un solo objetivo: es la manera que encontré para almacenar mi historia, mi oscura historia. Llena de secretos...que no pueden ser revelados porque si eso sucediese pondría en riesgo la vida de mis padres.

Espero cuando terminé este cuaderno pueda sentirme liberado porque la carga que llevo dentro me está matando...

Todo comenzó la primera vez que pisé el Infierno, corrijo la Universidad de Cherbell.

Era entonces un joven atlético de 18 años y virgen, con muchísimas ganas de sexo, aunque sin novia, ni amigos. Siempre me caractericé por ser tímido y eso no ayudó mucho a mi vida social.

Bueno ese día vestía sencillo con una sudadera negra, un pantalón de mezclilla y tenis de marca local.

Mis padres me dejaron en la entrada y me despedí de ellos con besos.

Estaba deslumbrado por la magnitud del lugar nada tenía que ver con el instituto al que estaba acostumbrado, no podía creer que de verdad estudiaría ahí.

Además, había chicas guapísimas que me tenían atontado, alguna que otra me lanzaba una mirada pícara ante la cual no sabía cómo reaccionar.

Vi un grupo de muchachos sentados en las gradas del anfiteatro, se veían bastantes seguros y en confianza lo que me hizo suponer que eran de tercer año en adelante. Les pedí consejo para llegar a la que sería mi habitación, pero solo aprovecharon para hacerme una broma mandándome al otro lado de donde me tocaba en realidad.

Por suerte me topé con una chica que repartía folletos de bienvenida y me señaló la dirección correcta.

Habitación A—8 busqué por los dormitorios del edificio que me indicaron.

La residencia donde me albergaría cuenta con 5 pisos que tienen 10 cuartos cada uno y amplios corredores.

En el primer piso además de las habitaciones, hay a la entrada unos sillones largos para cinco o más personas y otros individuales.

Me gusta dibujar, llamó mucho mi atención un cuadro enorme y azul que hay colgado en la pared, queda de frente visible a todo el que llega. La pintura te atrapa por un momento, pero hasta el día de hoy no logro distinguir que es lo que el pintor quiso expresar.

Cuando por fin encontré la que sería mi habitación, abrí la puerta con mucho entusiasmo.

— ¡Mierda! — La volví a cerrar — Perdón — grité desde afuera y una voz femenina y risueña me insistió que pasara.

Ella se encontraba completamente desnuda frente a mí.

Con unos pechos perfectos, una pequeña cintura y unas curvas increíbles que ni en mis mejores sueños eróticos me hubiese imaginado. Con sus cabellos rojos como el fuego y una mirada intensa y electrizante que se reflejaban en unos ojos ámbar bastante rojizos.

Y luego estaba él, desnudo en la cama, aunque con una sábana tapando su zona íntima.

Mi corazón permanecía acelerado y mis manos un tanto sudorosas.

— Hola. Debes ser el nuevo — supuso ella sentándose en la cama, aún desnuda y cruzando las piernas.

Pude percatarme del brillante piercing en su ombligo, pero giré mi vista al chico a su lado.

— Sí… Si — respondí temblando un poco la mandíbula y tapando con mi mochila mi erección ante tal circunstancia.

— Te lo dije Malcolm, que llegaría mientras estábamos aquí en lo nuestro...dame mis 100 euros — dijo estirando su mano en la que se apreciaba un moretón, el chico sin ninguna queja le dio el dinero.

La muchacha se levantó erguida ante mí — Mucho gusto…, — Dylan — terminé por ella.

— Yo soy Lucía Fernández, pero mis amigos me llaman Lucifer — se presentó extendiendo su delicada mano, la estreché para soltarla rápidamente.

Ella se río a carcajadas abiertas y se marchó al baño, dándonos la espalda, dejándome apreciar sus perfectas y redondas nalgas y un tatuaje de las fases de la Luna por toda su columna vertebral.

— ¿Ah que está muy buena? — preguntó el chico acostado en la cama.

— Em normal tío — respondí tratando de no ofender.

— Jajaja, los nuevos y sus cosas. Vamos está buenísima, es una mujerona.

Me encogí de hombros.

— Chaval tranquilo. Te veo nervioso, relájate — dijo en tono despreocupado encendiendo un cigarrillo—. A menos que seas gay, que no lo pareces, no puedes negar que Lucí pone mucho. — da una calada.

— Si tío está muy bien — dije girándome a tomar mis maletas para poner las cosas en orden, ya un poco más relajado y menos sudoroso que antes.

Mi compañero de habitación aprovechó y se puso la ropa que estaba regada por el suelo.

Arregló la cama y tomó unas cosas del escritorio.

La chica salió del baño tiempo después, vestida con un pantalón negro ajustado, un suéter corto color cian y tacones.

Tomó su bolso y ambos se marcharon, no sin antes despedirse risueños.

Al verlos salir suspiré aliviado...Eso había sido raro e incómodo, al menos para mí.

Aprecié las vistas con una sonrisa de oreja a oreja.

Las habitaciones en Cherbell varían de tamaño, aquella era mediana y muy confortable.

Aunque hubiese preferido una habitación solo para mí, esa no estaba para nada mal.

Además, quién era yo para exigencias, solo un becado, así que mejor permanecer callado.

Abrí las cortinas plegables y entró claridad a la habitación sumado a una suave brisa.

Era planta baja así que se veía todo de tamaño real por la ventana.

Teníamos dos camas, dos mesas de escritorio con sus correspondientes sillas giratorias, dos estanterías, un armario compartido y una puerta que daba directamente al baño.

Mi lugar estaba muy vacío desde mi estantería hasta mi cama vestida con una sábana blanca.

A diferencia del personalizado lugar de mi compañero.

Su colchón recién vestido con un edredón beige y algunos cojines que combinaban.

Los estantes repletos de libros y otras cosas personales, como auriculares y algunos trofeos.

En la mesa de escritorio una laptop de la marca Apple, una lámpara, un libro de Economía, una taza de café a medio tomar y una fotografía. Supuse que era familiar y tenía razón, en ella también salía la chica que estaba con él, pero no se les veía muy unidos.

¡Vaya Bienvenida! — pensé desempacando mi ropa sobre la cama para guardarla.

Como el armario era compartido pude fijarme en toda la ropa de buenas marcas que tenía.

Luego eché un vistazo al baño era poco más pequeño que la habitación.

Todo estaba muy limpio, dentro contaba con un lavabo, váter, ducha y encima de las gavetas con toallas, un gran espejo.

*

Ese día creí que ese lugar no era para mí, pensé que no encajaba y hoy no sé ni que pensar.

1.                              Dylan G.

...

Habla Michelle

Oscura historia, secretos...vidas peligrando. Esas palabras no salen de mi cabeza a pesar de que las leí al principio.

No parece que esto sea un diario y si una novela de misterio.

Quisiera pasar directamente a la última página, pero no tendría sentido, no para mí.

Tengo muchísima curiosidad de saber cómo era Dylan, como pensaba, que cosas le gustaban...

Porque más allá de su perfecto físico hay una mente llena de ideas, recuerdos y sentimientos.

Aunque las cosas que mencionó hacen pensar que Dylan no es el Santo que yo adoro.

— Al menos espero que mi primer día de Universidad sea mejor que el suyo — pienso en voz alta y guardo el diario en mi mochila, para luego ir a casa.

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