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Capítulo 5

En esta ciudad el clima es impredecible.

Esta mañana el cielo se levantó repleto de nubes grises, ni siquiera parece que hubiese amanecido con tanta neblina.

— ¡Que horrible! — me quejo dando un portazo.

En las noticias no pronosticaron lluvia para hoy, ni siquiera es temporada. — pienso, mientras trazo una estrategia con el paraguas para llevar las maletas hasta el coche sin que se mojen.

Mis padres están trabajando en un proyecto muy importante, así que ninguno de los dos puede acompañarme en mi primer día de clases lo cual es decepcionante para mí.

Como no tengo pensado salir del campus universitario no quise que me compraran un auto y además tampoco he sacado el permiso de conducción para usar alguno de los que hay en el garaje.

Por lo tanto, papá me envió a su nuevo chófer a recogerme.

Lo cierto es que estoy bastante enojada.

Una mezcla entre irritabilidad y frustración me inundan.

Ayer me acosté tarde empacando y no pude dormir bien el resto de la noche. Lo que ocasionó que hoy me levantase de mal humor, con los ánimos más por el suelo que nunca.

Y para colmo perdí treinta minutos de mi tiempo buscando por toda la habitación el cuaderno de Dylan, luego recordé que nunca lo saqué de mi mochila. No pude desayunar, así que comeré algo cuando llegue a mi destino.

Glenda llamó esta mañana, el hecho de verle me ha afectado bastante. Siempre con esa sonrisa, como si no hubiese pasado un día desde la última vez que conversamos.

No se supone que dejas de hablarle a tu mejor amiga desde los siete años, a esa persona que siempre ha estado ahí para ti y nunca te ha negado un abrazo.

Me siento muy mala persona, por haberla apartado tanto tiempo de mi lado. Ella no es como los demás, es única, es especial, es como una hermana para mí.

No se merecía esa barrera de distancia que puse en medio, ya bastante tenemos con el Atlántico.

Antes de mudarnos creía que estudiaría medicina. Pensaba que Glenda y yo aplicaríamos a NYU, Harvard o quizás Yale.

Desde pequeñas lo planificamos, lo deseamos, lo soñamos así...pero vaya que el futuro es incierto.

Al menos por ahora, mis expectativas de cómo sería mi primer día de Universidad están destruidas.

Quizás si Dylan estuviese aquí fuese diferente.

                    ***

Por todo el camino mi mirada se dirigió a las gotas de lluvia deslizándose por el cristal.

Me sentía nostálgica y verdaderamente agobiada.

Al menos el cielo se fue despejando a medida que avanzábamos.

Después de una hora de viaje llegamos al prestigioso y emblemático colegio del Cherbell.

Apenas estamos en el estacionamiento y sí que es grandísimo este lugar, mucho más que por fotos o folletos.

— Señorita, necesita que le ayude con las maletas — pregunta el chófer de mi padre.

Obviamente que necesito ayuda. Eso son cosas que no se preguntan.

Abro mi boca para contestarle, ¿y que le digo?:

— Claro que no. Ya puedes irte— No sé por qué solté eso pero no pienso retractarme.

Veo el auto alejarse por el amplio portón.

Me quedo sumergida en mis pensamientos, el olor a hierba mojada, la maravillosa arquitectura renacentista de este lugar y los coloridos coches estacionados.

No luce como mi imaginaría el infierno y si el paraíso, reina la tranquilidad en el entorno.

Puedo saborear esa libertad anhelante por muchos jóvenes de mi edad.

Un golpe de realidad me saca de mi trance, casi soy atropellada por un Dodge Challenger de color negro mate que se detiene a escasos pasos de mí.

— What the hell is wrong with you? Can't you see where you're going? Idiot! — vocifero revisando mis maletas, comprobando que no se salpicaron y luego dirijo mi mirada al estúpido que casi me atropella.

— Oh I´m so sorry, gringa! — Dice el chico bajándose del auto con las manos levantadas al aire. — Pero a que loca se le ocurre quedarse parada en el medio del parking. Los nuevos y sus cosas.

Esa frase, ese rostro que se parece tanto al del dibujo al pie de la página.

— Malcolm, ayúdame con esto — pide la chica que lo acompaña y luego me saluda con un gesto.

Es alta, de cabello negro brillante y ojos de igual color, grandes y penetrantes.

Me mantengo observándola fijamente, es muy bonita pero obviamente no se trata de Lucía, no encaja.

Chasquea los dedos para llamar mi atención.

— ¡¿Te vas a quedar ahí parada todo el día?! — pregunta el chico de cabello negro rizado, mirada confusa y misteriosa, facciones finas aunque labios gruesos y carnosos, y ojos azules océano.

En persona es mucho más guapo de lo que imaginé y además tiene todo ese buen cuerpo que se nota bien con su ropa ajustada.

Muevo mi cabeza a los lados.

— No, es sólo que no sé a dónde ir. —me explico.

— Bueno gringa, Let´s go with us! —se ofrece a guiarme.

— No me digas así — digo con voz atronada y arqueo una ceja.

— Okay gringa....

Resoplo y lanzo una mirada de ¿Acaso no escuchaste lo que acabo de decir? ¿O es que lo haces para molestar? Off

— Malcolm, qué no le digas así, no le gusta — me defiende la chica.

— Gracias — digo con una sonrisita.

Lo cierto es que no me gusta tener etiquetas desde el primer día.

— De nada guapa. —dice la chica y me da un suave codazo.

— Ya veo qué tienes una nueva amiga, Gema — comenta el chico ayudándome con una de mis maletas. Tenemos un fugaz roce de dedos.

—Gracias. —agradezco mirándolo de reojo.

—No hay de qué. —dicen él y Gema casi a coro.

No sé qué crean ustedes, pero yo pienso que aquí hubo una fuerza superior influyendo.

Si no es eso, quiere decir que las casualidades existen.

Aún no me lo puedo creer, encontrármelo justo a él, entre tantos estudiantes.

¡¿Será cosa del destino?!

Sin que se den cuenta pellizco mi hombro y pues es real.

Deseo preguntarle de inmediato por Dylan pero me contengo, no quiero qué esté a la defensiva, ni mucho menos evadiéndome, tengo que ganármelo primero...

                   ***

Gracias a la parejita me dirigí a mi habitación C—5.

No lo tengo claro, pero creo que este no es el mismo edificio dónde hospedó Dylan.

Toco antes la puerta de la habitación, no quiero sorpresas ni nada parecido.

Una chica de cabello rubio por los hombros, nariz respingona y ojos de un azul claro me abre la puerta.

Mi roomie me saluda mientras cruzo una alfombra con un hermoso estampado que dice Welcome home!

Ya dentro, cuento disimuladamente mis maletas para asegurarme de no haber perdido ninguna.

— ¿Tú debes ser, Michelle?

¡¿Cómo sabe mi nombre?!

— Y te debes de estar preguntando como sé tu nombre.

¿Sabe lo que pienso?, al parecer me tocó una vidente de compañera.

— Pues mi padre es el director de esta locura de lugar. Bueno vi tu expediente cuando te matricularon, y qué viviste mucho tiempo en los Estados Unidos por lo tanto quise una acompañante así. —Se explica con una sonrisa ladeada— Además se te ve súper tranquila. —dice y asiento con la cabeza.

—He estado mucho tiempo sola. En el sentido de que nunca tuve hermanos, muy pocos amigos de los cuales me distancie, y estos dos cursos he tenido habitación individual pero eso va a cambiar, lo presiento. —prosiguió a decir mientras la escuchaba en silencio.

Habla bastante esta chica — pienso soltando lentamente mi equipaje y dejándome caer en la cama.

— Perdón si hablo demasiado, es la emoción del momento — dice recogiéndose el cabello con una liga.

— Dejaré qué te acomodes, tomaré una ducha y luego recorremos el lugar si quieres. Cómo es primer día no se dan clases hasta la tarde, así que tenemos la mañana libre.

— Ok, thank you — le digo y ella me da un cálido abrazo.

Observo a mi alrededor este lugar es incluso más hermoso por dentro que por fuera.

Esta chica bien podría ser decoradora de interiores, su lado de la habitación posee un estilo tan juvenil, moderno y a la vez hogareño. Crea contrastes muy bonitos.

En la ventana y por todo el techo hay luces navideñas.

En la estantería hay libros, algunas plantas y estatuillas llenando los espacios vacíos, además de una escultura en forma de S.

¿Cómo se llamará? ¿Sabrina, Sofía, Sandra...? Bueno no lo sé, no me dijo.

En la mesa de escritorio hay un Ipad, una esfera del mundo luminosa, un recipiente con lápices y unas hojas en blanco.

Encima de la cama hay un osito de peluche y frente a esta tiene una alfombra más grande que la de la entrada.

So cute!

En la pared pegó algunas fotografías, del otro lado hay un mural con apuntes y cerca de la cama tiene una pequeña mesa de noche con dos gavetas y una lamparita encima.

Me apresuro a colocar mis cosas.

Abro mi primera maleta.

Saco un florero y lo ubico sobre mi escritorio de cedro. Le coloco dentro un ramo de flores plásticas, aunque prefiero las naturales, y al parecer mi compañera me puede ayudar con eso.

Cojo el despertador y lo coloco al lado de una lámpara que hay en mi mesita de noche, es exactamente igual a la de mi compañera.

Sé que se preguntaran: ¿No sabes que en el celular puedes poner una alarma y ya está?

Y yo les diré, pues sí pero los despertadores nunca pasan de moda y este en especial, con flores estampadas, me lo regaló Glenda. Así que va conmigo en cada despertar.

Saco mi redondo y pequeño espejo, le doy lugar a la derecha del escritorio.

Organizo mi cargador, auriculares, sábanas, cojines, mi ropa y algo de maquillaje.

Además de los cuadernos que compré para este curso.

Me percato de que hay clavos en la pared detrás de mi cama y enmarco unas cuantas fotografías de mi familia y amigos.

Y listo, parecía que traía más cosas, que me preparaba para una evacuación e incluso creía que era exagerada, pero en comparación de algunas otras personas que vi, vengo prácticamente sin nada. Lo cierto es que de las dos maletas grandes que usé, una fue ocupada completamente por el edredón y los cojines, en la mochila llevaba: los cuadernos, cepillo, secador… y en el bolso mi identificación, tarjetas de crédito, efectivo, chicles y mentas.

Voy a la ventana y observo las vistas, es verdaderamente hermoso. Se puede apreciar el verde césped, las aceras pavimentadas y la gran cantidad de edificios que pasé hasta llegar aquí.

Abro el armario compartido para guardar mi ropa,

Prácticamente estoy siguiendo los pasos de Dylan.

Noto que mi compañera tiene muchos vestidos largo y ropa que cubre.

— Alcánzame ese conjunto ancho de la esquina — dice mi compañera de habitación asomando su cabeza.

Por la sorpresa doy un pequeño brinquito.

— ¿Cuál este? — pregunto señalando a un punto no muy fijo.

— Tranquila, ya la busco yo — agrega y se acerca en bata de baño.

Agarra una blusa y pantalones rosas holgados.

— Qué distraída, como me voy a olvidar la ropa.

Terminando de guardar mis cosas pasa al baño ya desocupado y me arreglo un poco frente al espejo.

Quito mi gabardina y dejo al descubierto mi blusa blanca que combiné con unos jeans rasgados y converse.

                    ***

El recorrido por el campus fue maravilloso. Aunque me quedan muchas dudas, estoy mucho más calmada.

Susana, así se llama mi compañera de habitación. Descubrí que no habla tanto después de todo, solo si está nerviosa o cómo dice ella, emocionada.

Es una chica bastante seria y responsable.

Y a pesar de tener amigos claros, muchos la saludaron durante el trayecto.

No es el tipo de persona al que estoy acostumbrada pero me agrada.

Me explicó donde se dan las conferencias, donde queda la dirección, me mostró la biblioteca que es muy importante y la enfermería.

Luego fuimos a almorzar a una cafetería cercana, todo estaba delicioso y más para mí que moría del hambre. Durante el almuerzo, me contó de las familias con más estatus social, me habló de la fundación del colegio, de alumnos destacados, entre otras muchas cosas.

En resumen, todo lo que tienes que saber pero que olvidas sino te lo repiten varias veces.

En la tarde fueron las clases, más bien encuentros de Bienvenidas.

Los profesores hablaban tanto que resultaba agotador: horarios, sus despachos, las formas de evaluar, sus reglas individuales, etc...Tomé nota de todo en mi ordenador aunque de muy mala gana.

La verdad me costaba concentrarme, desde que leí el capítulo solo pienso en seguir leyendo e investigar cada vez más.

Además está noche es la fiesta de Integración. Malcolm y Gema me invitaron esta mañana. ¿Sabéis desde cuando no voy de fiesta?

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