Librería
Español
Capítulos
Ajuste

El plan

Adrian Douglas

No puedo dormir. No dejo de pensar en su cuerpo desnudo, maldita chiquilla que me quiere hacer perder la cordura.

No me he disculpado con ella por sacar el tema de su ex porque no pienso de ninguna manera acercarme a ella otra vez. No puedo dejar que mi polla se ponga dura otra vez con la hija de mi mejor amigo...De mi hermano.

Max es el único qje verdaderamente ha entendido siempre como me sentí en su día.

Ser el marginado de la familia no es fácil, venir de los escombros de un clan como este es tortuoso y para él tampoco fue fácil.

Entramos casi a la fuerza en el seno de una familia demasiado compacta, muy hecha y de gente muy leal entre ellos. Todos han matado por todos y se han protegido con pasión todos estos años, meterse entre una historia así viniendo de donde vengo no es fácil.

Hace unos años conseguí finalmente tener la credibilidad y el respeto de todos...no puedo arriesgarlo por un polvo por desesperación...porque es que ya lo que ella me está provocando es desesperante.

Es una rubia preciosa, con los labios llenos muy rojos, tanto que parece que invitan a pecar. El pelo largo hasta la mitad de su espalda convierte el deseo de tirar de el, en algo sublime.

Tiene una figura impresionante y jamás en mi vida me habría planteado mirarla con deseo si no estuviera siendo tan condenadamente diabla conmigo. Tal parece que pretende tenerme a cualquier coste, cuando debería ser al revés si las circunstancias fueran otras.

—Tengo que hablar contigo —suelto nada más contestar Eiza.

—¿A las tres de la mañana? —se mofa y bosteza —. Si se despierta tu hermano voy a machacarte mañana...El tío lleva toda la noche follandome. No puedo más.

—Joder, tía, no me cuentes eso —hago una mueca de asco que ella no puede ver.

—Ay, pero si te encanta hablar de sexo. No te me hagas el remilgado ahora.

—No tengo problemas en hablarlo y lo sabes pero no del tuyo con mi hermano. Es asqueroso —protesto y salgo a la terraza de mi habitación encendiendo un cigarrillo —. Y a todas estas, ¿por qué dices que mañana...?

—¡Adrian Douglas mañana vienes a comer aquí!¿Te has olvidado de mi cumpleaños? No me lo puedo creer. Que mal amigo eres, y cuñado y persona...

—¿Te quieres callar? —me llevo una mano a la frente —. Lo siento, no me he olvidado si ya tengo hasta tu regalo. Es que esta niña me está volviendo loco. No me acuerdo ni de mi nombre.

—¿Qué niña?

—Helena —aclaro —. Max me ha encasquetado a su hija y joder, tía...

—¡No te la tires! —jadeo solo de oír la palabra —. Adrian, que te conozco. No la líes y ella es una lianta. Ya entiendo por qué me has llamado a esta hora. ¿Cómo te está poniendo?

—Enfermo, Eiza —confieso finalmente —. Me está poniendo enfermo y no, no me la voy a tirar.

—Sabes que sí —tuerce su propio concepto —. En el fondo estas condenado y ella se muere por hacerlo contigo. Se lo ha dicho a Amelie. Hasta mi hija América lo sabe, hace un año, cuando vino de vacaciones las pillé hablando de tí.

¡Joder!

La madre que la parió.

—Tía, ¿y no me lo dices?

Aunque parezca incomprensible, somos los mejores amigos del seco opuesto que puedan existir. Tenemos una complicidad que nadie entiende pero ya todos conocen y hasta Adam respeta. No sé cuando se volvió tan importante para mi pero Eiza es la mujer de mi vida y no es en un sentido romántico. Es como mi conciencia. La pequeña pepe grillo.

—Para qué te lo voy a decir si ella vive en el extranjero. No iba a alimentar a la bestia en tu retorcida mente.

Demasiado tarde. Estoy perdiendo la razón imaginando una y otra vez esos pechos dentro de mi boca.

¿Cómo puede pasarme esto?

—Pues la tía se pasea en topless por mi casa y no puedo dejar de pensar en lo que he visto —le confieso.

—Ven para acá —propone y apago el cigarrillo —. Sal con ella mañana temprano para acá y así amanecer aquí para mi cumple. Tu hermana ya está aquí y tus padres están viniendo mañana también.

—Pero, ¿que clase de cumpleaños has montado?

Mi hermano y Eiza decidieron criar a sus hijos lejos de la ciudad. Cuando el abuelo murió, les dejó la finca a ellos y cuidaron de Julia hasta que ella también murió, ahora la finca es como el refugio de algunos espeluznantes familiares como yo y tengo mi propia cabaña alejada de la casa central

Es enorme el lugar y una pasada. Mis sobrinos están en la universidad ahora y todo ese espacio lo tiene la pareja sola.

—Mi esposo ha querido reunir a tantos como pueda pero —hace una pausa y siento a Docus( su labrador), gemir a su lado —, ahora que lo dices...Max ha dicho que no puede venir. Que está fuera por dos semanas.

—¿Cómo que dos semanas? Se supone que son dos días.

—No tiene pinta, Adri...ven para acá y así pones distancia y la chica se comporta. Tu hermana se ocupará de ella y resistirás la tentación.

Me lo pienso un segundo y enseguida estoy de acuerdo...

—Ahora mismo salimos para allá —ella se ríe y yo entro a hacer la maleta —. Eres la mejor. Hasta pronto guapa, dale un beso a mi hermano pero que no sea en la boca.

—Entonces más abajo.

—Adiós, enferma...

Cuelgo y me preparo para irme. Allá estaré tranquilo, solo como me gusta y lejos de la niñata esta que me tiene loco.

No puedo dejar que esto siga.

Nos vamos de aquí.

Y,¿ Max por qué coño me ha mentido?

¿Dónde demonios está entonces?

Helena Carter

Sigo sin conciliar el sueño. Tirada en la cama, desnuda y pensativa. No hay más de mi que eso.

El maletero de mi coche está hasta el culo de coca y he tenido que volver a apagar el teléfono para que no me lleguen más mensajes...estoy muerta.

No tengo plan para esto más allá de esconderme entre el poder de esta familia, a la que por suerte pertenezco.

¡Soy una idiota!

Voy a poner en peligro a todos pero es que no sé que hacer ahora.

¿Debería decirle a Adrian?

Mi padre me mata.

La puerta chirría y me encanta lo que aparece por ella.

—Pensé que dormías —me dice el anfitrión de repente.

Me siento en la cama y veo que ya no le importa verme desnuda, supongo que ha perdido el interés o se hace el interesante.

—No puedo dormir. ¿Qué puedo hacer por ti?

—Vestirte y una pequeña maleta. Nos vamos —determina serio.

Salto fuera de la cama y me da igual como estoy. Está visto que a él también así que no hay problema.

—¿Dónde vamos?

—A la finca. Es el cumpleaños de Eiza y todos están yendo para allá, voy a conducir todos esos kilómetros así que vamos pronto.

—¿Mi coche se queda aquí?

Los cien kilos están ahí dentro. No quiero arriesgarme otra vez a tomar una autopista con eso en el maletero.

—Sí, vas conmigo. Vístete por favor. Y que sepas que le diré a tu padre que no usas ropa alguna. Esto es inaceptable.

Me sonrío volviendo al juego, parece molesto y me empuja delicadamente cuando me acerco y pongo mis manos en su pecho.

—¿Le dirás también que te gusta lo que ves? —no responde, me deja que acaricie su torso y me pongo de puntillas cerca de su boca —. ¿ Crees que si meto mi mano en tu pantalón te encuentre duro, por mí?

En menos de lo que puedo entender me ha levantado del suelo, las manos en mi cintura sosteniéndome sobre sus caderas y me pega a la pared para aseverar...

—Cuando quiero follar con alguien, voy a por ella, no lo dudes...contigo no quiero nada. Deja de jugar ya y entiende que no soy tu vibrador —me toma de la barbilla y me obliga a mirarlo decirme —. Haz el favor de parar y no sigas provocando una situación que no se dará.

—¿Estás seguro, Adrian? —clavo los talones en sus nalgas y gimo cuando le siento endurecerse entre mis muslos, sonrío victoriosa —. Yo creo que tu plan falló en el momento en que me tocaste...pero tranquilo, vamos a jugar tu juego y a irnos al campo con el amor de tu vida.

—No te atrevas a decir eso de la mujer de mi hermano —me aprieta la mandíbula con rabia y duele pero excita —. No tienes ni idea de lo que ella... —se detiene y pasa el pulgar por mi labios, le rozo con la lengua y brama —...la obsesión y el amor no se parecen en nada. Y yo no amo, jamás lo he hecho y nunca lo haré. Deja ya de buscar en mi cosas que no existen.

—Lo que quiero de ti lo tengo ahora mismo entre las piernas y cerca de mi boca —ronroneo metiendo los dedos en su pelo —. Dame solo un beso. Solo eso y te prometo que pasamos el tiempo que nos queda sin que te provoque más. Puedo ser muy mala.

—Eres la hija de mi mejor amigo, y tengo veintitrés malditos años más que tú —apostilla sobre mía labios. Huele tan bien.

—En estos momentos soy una mujer desnuda sobre tus caderas, llena de deseo por tí y tu un hombre sexy y ardiente loco por morderme la boca —paso mi lengua por sus labios y gruñe —.¡Ahora niégalo!

—Me vas a complicar la vida, y este no era el plan.

Después de eso no puede más. Sé que le supongo demasiado deseo y aunque tal vez solo consiga un beso, es el principio del fin que me propongo y quiero que me devore, aunque sea la boca.

—Abre la boca y asume las consecuencias de provocar a un tipo como yo —es una orden muy salvaje.

—No sabes como he esperado este momento —y obedezco.

Obedezco para concluir en que ni en un millón de años habría estado preparada para ser poseída de tan animal forma. Adrian Douglas es mucho más de lo que esperaba...

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.