5. Italia
Volviendo a mi patética vida, ese día recibí una llamada de Paulino el italiano diciendo que tenía una semana para arreglar todas nuestras cosas e irnos a Italia.
Así que la semana pasó entre congelar mi semestre en la universidad, arreglar mi documentación e irme de compras con mi madre.
Durante esa semana tanto mi primo y yo nos escapábamos en las noches y nos íbamos de fiesta.
Recibíamos constantes reclamos en la mañana de parte de nuestros padre, pero nos excusábamos con que era nuestra semana de soltería, claro esto se lo decíamos con un nivel de alcohol por las nubes.
Pero ya era viernes y mañana partiríamos a Italia.
Amaneció tan gris como mi estado de ánimo. Me encontraba ojerosa. Todas esas noches de fiestas me estaba pasando factura uno de los sirvientes de la casa. Entro a mi habitación por mis cuatro gigantescas maletas (si mi madre era una exagerada y me hizo empacar ropa para todo tipo de ocasiones), cuando bajé ya Paulino se encontraba con mi familia mi primo Marcos, todos estaban presentes para despedirnos, la hipocresía mata el cariño, y lo digo porque quería a mi familia, pero al ver que se mostraban melancólicos por nuestra partida, me enfermaba.
Los únicos que de verdad se les veía que les afectaba eran a los abuelos y a nuestros padres.
Nos despedimos. Traté de no llorar cuando me despedí de mi padre que era el más afectado. Mi madre como siempre se portó seca e indiferente. A veces no la entiendo.
Calmé a mi padre diciéndole que todo estaría bien y que por lo menos no me iba sola. Marcos me acompañaba, y en cierto modo eso me mantenía tranquila.
El solo pensar que fuera sido yo sola me fuera muerto de los nervios. Porque, seamos claros, apenas pise Italia estaremos en una familia a la cual no conocemos, y me aterra pensar que no nos traten bien o nos hagan la vida imposible.
No sé en qué momento ya estábamos abordando el avión, venía muy distraída pensando en mi padre y en lo que nos esperaba en Italia, solo sé que salí de mis pensamientos cuando escuché la voz del capitán del vuelo:
"Señor pasajeros, abrochasen sus cinturones, despegaremos en pocos minutos con destino a Roma, Italia."
Listo ya no había vuelta atrás. A mi lado Marcos se acomodaba en su gran asiento de primera clase. Y se disponía a dormir. Yo por mi parte me dediqué a escuchar música en mi celular.
Dentro de unas horas estaré en mi nueva vida….
Después de tantas horas de vuelo. Llegamos a Italia, específicamente a Roma.
Al pasar por todos los procedimientos del aeropuerto nos dirigimos a la salida. Y abordamos un auto que era nada más y nada menos un Audi S4 Negro, que nos estaba esperando para llevarnos a la casa.
Si mi primo se encontraba nervioso o incómodo no lo demostró, durante el vuelo se limitó a dormir y durante el trayecto en auto no me dirigió la palabra. Empezaba a pensar que ahora si le estaba afectando y estaba en shock.
Luego de una hora de viaje en auto llegamos a una colina donde se vislumbraba una gran mansión o debería llamarlo palacio. Era la casa más grande que había visto, parecía un museo (y yo que pensaba que mi casa era grande).
El chófer nos abrió la puerta y cuando traté de tomar mis cosas me indicó que él se encargaría...
Al subir por las escaleras me quedé más asombrada, la casa era elegante y tenía pinturas que para mi opinión no creo que fueran replicas sino originales...
La casa era la exquisitez en gusto de decoración, porque era antigua, pero a la vez elegante y moderna tenía los tres factores más importantes.
En el recibidor se encontraban unas muchachas que probablemente eran de mi edad o menores.
—Muy buenas tardes —nos dijo—, si me permiten los acompañaré a las que serán sus habitaciones.
Tomaron nuestras cosas de las manos del chófer y nos indicó que las siguieran.
Caminamos por unas series de pasillo con ventanales tan grandes que eran desde el techo al piso por donde podías apreciar un hermoso jardín interno con bancos esparcidos por todos lados, mesas para tomar o comer algo, una mesa como de 20 o 30 puestos.
Al fin doblamos a la izquierda y llegamos a otro pasillo donde había muchas puertas que deduje que serían las habitaciones.
Entramos a la que iba a ser mi habitación y más loca me quedé, era del tamaño de mi cuarto y el de mi primo juntos.
Esta habitación tenía no solo un baño que dejaba en ridículo el de mi casa, sino que hasta tenía un cuarto aparte de ropero más grande que el de casa.
—Esta es el área de las habitaciones de los jóvenes, la habitación de su primo es la que se encuentra al frente —me dijo la chica y al ver mi cara me explicó mejor.
—Verá la casa como ve, es muy grande, y aquí no solo vive una sola familia. La casa fue construida con el objetivo de que todos vivieran aquí.
(Vaya, igual que en casa, pensé)
—Pero debido a que como es natural hay jóvenes y mayores, decidieron escoger un ala para los mayores y este para los jóvenes, así no se molestan y digamos que así reina la paz. Disculpe, no paro de hablar.
Deduje que dijo eso por la cara de idiota que tenía, pensé.
Mi primo no espero más y sin aun dirigirme la palabra se fue con la otra chica a su nueva habitación.
Al ver que la chica no continuaba, hablé:
—Tranquila, no te preocupes —no encontré qué más decirle, aun me estaba haciendo a la idea de que viviría aquí.
—El señor Paulino nos pidió que le informáramos que la cena será dentro de dos horas, que aprovechen a descansar y se preparen; el mismo vendrá por ustedes para llevarlos al comedor.
—¿Gracias...? —debió de darse cuenta de que no sabía su nombre porque se presentó.
—Micaela y seré la encargada personalmente de usted mientras esté aquí señorita Julietta.
Pude percatarme que la chica era latina, tenía la piel trigueña, cabello oscuro al igual que sus ojos.
—Cualquier cosa que necesite solo tiene que marcar el botón azul del teléfono y estaré aquí enseguida.
Me fijé a donde ella me señalaba y junto a la cama había dos teléfonos uno en la mesita de noche y otro en la pared que era el que ella indicaba.
—Gracias Micaela —le dije—, voy a darme un baño y descansar para luego prepararme.
—¿Le parece si paso dentro de un rato a traerle algo de tomar y la ayudo a prepararse? —se ofreció—, puedo ir desasiendo sus maletas mientras se relaja en el baño y si necesita que algún vestido sea planchado para la cena, estaré encantada de ayudarla.