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3

SIIIII¡¡¡UHHHH!!¡Por fin algo bueno! Debía de admitir que su risa era contagiosa y provocadora. Sus gruesos labios y sus perfectos dientes me encantaban. Luego de que nos trajeron la comida, el silencio reino la mesa y cada uno comía de lo suyo. Pero note su mirada en mi.

— ¡Arianaaaaaaaaa! – Escuche detrás de mi

— Sabía bien que la parlanchina eras tú. – Salude a mi mejor amiga con dos besos – ¿Que haces aquí?

— Comiendo con un amigo. ¿Y tú? ¿Quién es el guapo? – Note que mi jefe nos escucho.

— AA.....ANASS...¡Anastasia! – La reprendí – El es mi jefe, el señor Orville, y ella es mi mejor amiga Anastasia.

— Un placer conocerla, señorita. – Le dio la mano y le dio un beso.

— Igual, señor Orville. Ya me tengo que ir, Ari mi cariño. ¡Más tarde te llamo o paso por tu casa, tenemos mucho de que hablar!

A lo que mi loca amiga se fue, me volví a sentar para disfrutar de la comida. Ni el decía nada ni yo mucho menos. Que incomodo fue todo. "¿Quien es el guapo?" Siento que morí. Mi Diosssss. Que vergüenza. Seguramente estaba roja de la pena.

Luego de almorzar, no me dejo ni mirar la cuenta y luego de una mínima pelea, pago el. Su chofer nos busco y nos dejo en la empresa. Una vez más, subí por mi lado y el por el suyo. Entre a mi oficina y más atrás entro el.

— Me tengo que retirar de la empresa por motivos personales, desvíe mis llamadas. Gracias por el almuerzo, señorita. – Me dio un beso cerca del labio.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Como se atrevió a hacer eso? Quede petrificada en el asiento de mi escritorio. Mi Dios. No voy a permitirme sentir nada por este hombre. Jamás.

Mi día en La Oficina había sido terrible, asqueroso, patético.

¡No podía tener más trabajo porque así Dios no lo quería! De suerte y almorzaba. Esto de los viajes de mi jefe no era nada fácil, además de otros trabajos que tenía pendiente.... Ni se me veía la cara en la empresa, no salía del escritorio. Mi teléfono sonó y conteste esperando que fuera mi mejor amiga con un chisme que durará un siglo, así no trabajo más.

— Ariana. Es mamá. ¿Como estás hija?

— Bien mamá. Exhausta. ¿Y tú? ¿Y papá?

— Tú papá... Gruñón. Lo sabes. Y yo tranquila hija. Te extrañamos muchísimo.

— Y yo a ustedes... – Susurre. Mi voz se corto. Si que los extraño – Pronto iré mamá. Lo prometo.

— Se que decidiste independizarte, irte a estudiar y trabajar en otro país, alejarte de la vida que tenemos... Pero eso no implicaba alejarte tanto de tú familia.

— Mamá.... No me digas eso. – Sentí las lágrimas caer por mis mejillas.

— Señorita Piper. ¿Está listo el...? – Se acerco a mi rápidamente – ¿Que sucede?

— Mamá, te llamo después. Te amo.

Mi sexy jefe se acercó a mi y su gesto demostraba que estaba preocupado. ¿De cuando acá? Si es un gruñón en todo la expresión de la palabra. Pero aún tenía el nudo en la garganta de lo que me dijo mamá.

— ¿Ha pasado algo? ¿Que te duele? – Pregunto tomándome por los hombros.

— Asuntos familiares, señor Orville.

— ¿Se ha muerto algún pariente? De ser así, tiene tres días libres para ir hasta Rusia.

— No señor.... Es solo que... – Las lágrimas salieron una vez más. Odiaba demostrarme débil – Nada importante.

— Si lo es, Ariana. Estás llorando. ¿Que ha sucedido?

Me sentó en mi silla y jalo otra hacia mi. El realmente esperaba una explicación. ¿Mierda que iba a hacer? ¿Como simplemente le contaba todo si yo no se abrirme a las personas y menos sin confianza?

— Yo deje Rusia a los 20... Por alejarme de la vida que llevaban mis padres. Y porque quería emprender un nuevo camino, seguir con mi carrera aquí, conocer otro país y vivir en el.

Pero hace dos años ya que no los visito.... Y mamá me ha dicho que aunque yo me alejara de su forma de vida, no debía de alejarme de mi familia. Y es verdad... Solo los llamo, no voy, no les envió regalos... Nada. Mi sobrino ni se acuerda de mí....

— Señorita Piper... Un consejo que le doy. No aleje ni se aleje de la familia. He decidido algo... Usted me acompañara como mi asistente a las reuniones en los diferentes países y luego de eso, podrá irse de vacaciones un mes y estar con su familia.

Mire con ilusión a mi jefe. ¡Si, eso quiero! No me emociona el conocer más países con el ni con la empresa, si no poder tener un mes antes de mis vacaciones oficiales y poder ir a ver a mi familia. Estos dos años me he sumergido tanto en el trabajo que no he visto que me estoy alejando de ellos. ¡Que feliz estoy! La sonrisa no se borraba de mi rostro.

— Señorita Piper. ¿Está ocupada hoy en la noche? – Pregunto antes de irse a su oficina

— Si, señor Orville. ¿Por qué? ¿Necesita algo?

— No, señorita Piper. Puede retirarse ya.

Vi la hora y eran las 5:30, sip, hora de irme. Hoy me iba de fiesta con mi mejor amiga, y yo tardaba como que bastante arreglándome. Recogí mis cosas y salí lo más pronto que pude de la empresa. Busque a la ruidosa y parlanchina de mi mejor amiga, para arreglarnos en mi casa. Un amigo de Anastasia nos había recomendado un restaurante que luego se convertía en discoteca y era extremadamente agradable.

Ambas nos bañamos, nos maquillamos y nos arreglamos el cabello. Y aún no sabía que ponerme. Que desastre. Anastasia entro a mi habitación aún con su albornoz y se sentó en la cama viéndome fijamente.

— No te prestaré ropa, Anastasia.

— No es eso... Es que... ¿Te gusta tu jefe? – Soltó sin escrúpulos – Tengo la duda.

— Anastasiaaaaaaa. ¿Estás loca? Claro que no. Si es guapo y tiene lo suyo, pero no me gusta.

— Yo creo que tú a el, si. – Me sonrió alzando la ceja.

— Y yo creo que estás loca, nena.

Siguió hablando del tema pero la ignore. Mi jefe no estaba enamorado de mi, es ilógico. Es frío, cortante y definitivamente así jamás tendría una relación. Pero en definitiva, yo no sabía nada de mi jefe.

A la final, opte por un vestido gris ajustado, no era revelador pero me gustaba la figura que me hacía. No como Anastasia que si no enseña su cuerpazo no es ella. Que amiga para loca tengo yo. Ciertamente, Anastasia es la típica estadounidense millonaria que tiene todo de moda y de diferentes marcas, a la cual su papá le daba hasta lo imposible. Y aún así, terminaba usando mi ropa. Ella es la única que sabe la verdad sobre mi.

A las 10, vestidas y entaconadas salimos a la disco. Primero cenaríamos y luego comenzaría lo bueno. ¡Bailar toda la noche! Como extrañaba salir de fiesta con mi mejor amiga. El trabajo me tenía loca. Y esta es mi manera de desahogarme.

Cenamos sushi y unas copitas de vino, hasta que a las 12 comenzó la disco, retiraron las mesas y comenzaron a dar tragos. ¡Por fin! Anastasia ya tenía tres pretendientes y yo viéndola desde atrás. Que loca mi mejor amiga. La parte de arriba de la disco no me gustaba tanto y aunque no sabía cómo, logre decirle a Anastasia que bajaría.

Felipe Kamesh

Luz para mis ojos ver a Ariana bajando por las escaleras de aquella disco. Que preciosa estaba. Su vestido estaba un poco arriba y eso no me gustaba. En su mano tenía un vaso de alguna bebida alcohólica e iba tarareando la canción que sonaba, al mismo tiempo movía sus caderas. Se ve despampanante y un poco achispada, creo que ya tenía más de un trago encima. Vi como entro en la multitud y comenzó a bailar. Pedí una bebida y me quede viéndola a lo lejos desde el bar...

— Señorita Piper. Interesante encontrarla aquí. – Se sobresalto al escucharme.

Es jodidamente hermosa. Y más de una vez me hizo soñar con ella y amanecer con una erección nada normal. Creo que debería de acercarme.

— Hola. Señor.... Orville... Igualmente. – Se escuchaba nerviosa.

— ¿Quieres bailar conmigo? – Pregunté sin temor a nada.

— Sí...si, ¿como no ?

Dejó su vaso en una mesa cercana y comenzó a bailar conmigo, contoneaba sus caderas, se dejaba llevar por la música y también la cantaba. Mierda, está chica si que sabía moverse. Debía de admitir que baila jodidamente bien. Creo que la rusa está hasta mejor que las 6 am Felipe Kamesh. Y aún no hemos ni follado. ¿Como será en la cama? Ni me la imagino.

A eso de 2 am, ya estaba cansado de bailar y Ariana estaba un poco pasada de tragos, así no podría irse a su casa. Y reconocí su camioneta al llegar.

— Vámonos Ariana. Estás borracha.

— Noooo. No puedo dejar a mi mejor amiga.

— Déjale las llaves de la camioneta y nos vamos.

Busco a su mejor amiga por toda la disco y le dejo las llaves, luego me agarró por la mano y casi sale corriendo de la disco. Un poquito chispa es la señorita cuando está tomada. La monte en mi auto y tome rumbo hacia su casa. Luego de dejarla, me iba a la mía. Estaba horriblemente cansado. El ir a verla en la discoteca no sé que significó, quería tenerla cerca y bailar con ella, creo que fue un paso. Si es que se acuerda al otro día.

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