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Noche de pasión

Entramos a la habitación y él se quita su gorro, lo deja en la mesa de noche y puedo observarlo mejor, es un chico joven de unos 21 años, sus ojos azules y su cabello negro lo hacen ver apuesto, no lo había visto bien antes por la preocupación que tenía.

—Mañana necesito que se presente en la estación, ya que vamos a interrogar al abogado, tenemos sospechas de que él puede ser el cómplice de su hermano—informa, «me duele decirlo, pero tiene razón, trajo a mi hijo a este lugar con un propósito y es acercarlo a ese hombre».

—Esta bien, ahí estaré—dije, «lo noto algo nervioso porque no me mira a los ojos como en la cabaña, ¿Qué le sucede?, ¿Le incomoda mi presencia?». Se sienta en su cama y agacha la cabeza, enarco una ceja y se toca el cabello mirando a la nada.

—Si eso era todo, yo me…—me interrumpe.

—Me informaron que uno de mis compañeros fue asesinado en el bosque—confiesa, me sorprendo y me quedo unos segundos quieta sin saber que hacer, me acerco, me siento a su lado y acarició su espalda, sintiéndola marcada, me provoca una sensación extraña.

—Lo siento mucho—dije con tono triste, él me mira y me dedica una pequeña sonrisa.

—No te preocupes, esto suele suceder a menudo, por eso tuve que aprender a mentalizarme en estas situaciones—dice en tono bajo, voltea del otro lado y veo de reojo que levanta su cobija, y saca algo de su interior.

Vuelve a voltearse y extiende un poco su brazo con la rosa en su mano, me asombro y mi mente se queda en blanco, no sé que decir y hacer, lo miro a los ojos y noto un brillo peculiar en ellos.

—La compré para ti. Espero que pueda recibirla y si no, no se preocupe, yo lo entenderé—dice con voz cálida, regreso mi mirada a la rosa y la agarro. «Había pasado mucho tiempo que no recibía regalos de este estilo, sé que no viene por parte de mi esposo, sin embargo, no creo que él se moleste por recibir un regalo de un comisario».

—Gracias, no te hubieras molestado—dije un poco nerviosa, nos quedamos en un silencio incómodo por unos segundos y yo aprovecho para oler la rosa.

—¿Me permite ver su golpe?, quiero asegurarme de que no sea tan grave—asiento y él acerca su rostro al mío quedando a unos escasos centímetros y él mira mi cabeza, finge revisar y regresa su mirada a mí, toma mi mentón y lo levanta, acerca sus labios a los míos poco a poco, pero de repente se detiene y estaba a punto de alejarse, yo estampo mis labios contra los suyos y se sorprende.

«Es la primera vez que tengo a un hombre tan cerca que no es mi hijo, me hizo sentir extraña y necesitada de amor, los impulsos me obligaron a besarlo y por primera vez no me siento arrepentida de hacerlo. Antes no podía ni acercarme a un hombre; pensaba que estaba traicionando a mi esposo y por eso solo me enfocaba en mis hijos».

«Aunque puede que después la culpa me atormente por el resto de mi vida». Él me abraza por mi cintura y pega su cuerpo contra el mío, se levanta y provoca que caiga en la cama, siento su mano, tocar mi cuerpo por encima de la ropa.

«Una parte de mí pedía a gritos que lo detuviera, pero la otra parte pedía que no lo hiciera, ¿Y adivinen a quien le hice caso?, exacto». Nos fuimos despojando de la ropa mientras seguíamos besándonos con desesperación, sentía sus manos tocar cada parte de mi cuerpo, yo hice un recorrido con mis manos por el suyo.

Me di cuenta de que en la parte de su abdomen y su pecho tiene cicatrices que me encanto tocar y besar. Él se acomoda entre mis piernas y baja sus besos a mi cuello, siento su respiración en mi piel mientras me llena de besos y mordidas, baja hasta mis pezones duros y empieza a morderlos, jadeos escapan de mi boca.

Se queda unos minutos chupándolos, levanta su mirada y sube hasta mi rostro, los dos conectamos miradas y me dedica una sonrisa.

—Eres tan hermosa—dice con voz dulce, me quedo callada ante su comentario, no supe como reaccionar y tampoco que decir, él se ríe bajito y me vuelve a besar, el calor que emana su cuerpo me vuelve loca y no me deja pensar bien.

Siento como toca mis labios húmedos y su miembro entra en mi intimidad, empieza a embestirme a una velocidad media y mis gemidos se ahogan con nuestro profundo beso, sus manos recorren mi espalda provocando que me estremezca, detiene nuestro beso y escucho sus gemidos, y su respiración agitada.

Nuestros gemidos inundan la habitación. «Agradezco que la habitación donde está mi hijo, está lejos de aquí y no puede escucharnos, me daría vergüenza explicarle que por calenturienta me cogí al comisario».

El comisario cada minuto aumentaba la velocidad de sus embestidas y se ayuda tomando mi cintura y hundiendo sus dedos en mi piel. «Ya no tengo que guardarme estas ganas de que alguien me tocará y me hiciera tocar el cielo, sé que apenas lo conozco y es más joven que yo, pero solamente va a ser una noche de pasión, después no lo volveré a ver cuando todo esto terminé».

«Él y yo seremos los únicos testigos de esta noche al igual que la luna, nadie más sabrá lo que hicimos y eso me alivia porque no quiero tener que darle explicaciones a nadie».

Él empieza a embestirme duro, toma mi mano y la entrelaza con la suya, él me mira como si yo fuera lo más maravillo que le haya pasado en su vida y yo solamente cierro mis ojos disfrutando el momento.

Detuvo la velocidad y empezó con las estocadas, suelta mi mano y las recarga en la cama, de un momento a otro llegamos al clímax y él cae rendido a mi lado, sus ojos azules vuelven a cruzarse con los míos mientras veo que entreabre su boca permitiéndome escuchar más su respiración pesada, ninguno de los dos menciono ni una palabra.

Él se queda dormido después de unos minutos y yo me levanto, me visto rápidamente y lo cobijo antes de irme, salgo de su habitación y cierro la puerta despacio, me dirijo a la habitación con mi hijo y directamente entro al baño.

«Estoy empezando a extrañar el calor de su cuerpo y no entiendo porque, no paso ni un segundo que me fui de su habitación. No haré caso a mi cuerpo y me voy a ocupar de cosas importantes ahora, como encargarme de que la amiga de mi hijo esté bien y esperar a que atrapen a mi hermano, aún me cuesta creer que él sigue con vida y esté causando todo esto».

30 minutos después.

Salgo de la habitación con la toalla amarrada por encima de mi pecho, olvide traer la mochila que contenía un poco de ropa, así que tenía pensado dormir así, pero vi algo que sobresalía de mi cama, lo jalo y era la mochila, trae una nota pegada en el cierre y lo volteó.

Olvidaste esto en el jet y sabía que lo ibas a necesitar, no me agradezca, lo hice con todo gusto.

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