Confesión
Una sonrisa se dibuja en mi rostro al momento de terminar de leer, «Me ha salvado de nuevo», me dije a mí misma con dulzura. Abro la mochila y sacó algunas prendas, me las pongo y me inclino haciendo hacia adelante mi cabello, y lo seco con una toalla haciendo presión en él.
Me incorporo y hago hacia atrás mi cabello al momento, dejo la rosa en mi mesa de noche y me acuesto en la cama, cierro mis ojos y me quedo dormida en minutos.
Me despierto con la luz entrando por las ventanas y me incorporo, volteó a ver a mi hijo que ya se encontraba haciendo ejercicio. Me levanto y me preparo para ir a la estación.
30 minutos después, Liam.
—Mamá, voy a ir al hospital a ver a Leticia—le aviso, ella voltea a verme con el ceño fruncido.
—Creí que me acompañarías a la estación—dice mi mamá confundida.
—¿Para qué vas a la estación?—inquiero con una ceja enarcada.
—¡Ay!, cierto, olvide decirte que el comisario anoche me pidió que fuera a la estación, ya que van a interrogar al abogado—dice golpeándose la frente con la palma de su mano.
—Entonces, ¿Podemos ir al hospital después de que lo interroguen?—pregunto, ella asiente y mi impaciencia me obliga a arreglarme rápido.
—¿Por qué tanta desesperación por ir a verla?—indaga mi mamá con una ceja enarcada.
—Porque quiero ver como está y acompañarla en sus peores momentos, aunque no confíe en mí, por culpa de ese monstruo—respondo con seriedad, desvío la mirada y hago una mueca de disgusto.
—Entiendo hijo—dice, los dos salimos del cuarto y nos dirigimos al ascensor, entramos en él y aprieto el botón del primer piso, cierra sus puertas y esperamos pacientemente.
Las puertas se abren y la mirada de la chica se posa de nuevo en nosotros, nos dirigimos a la salida sin voltear a verla, estábamos a punto de seguir caminando, pero una patrulla se detiene frente a nosotros obstruyendo el camino.
Mi mamá y yo nos miramos confundidos y regresamos la mirada a la patrulla, de ella sale el hombre que me interrogó ayer mucho más contento.
—Yo los llevo a la estación, por favor, súbanse—pide amablemente, abre la puerta trasera del auto y mi mamá y yo nos subimos sin decir nada, él la cierra y se vuelve a subir a la patrulla.
Empezó a retroceder y dar medio giro, aceleró y nos llevó directo a la estación. Se detiene frente a ella y nos bajamos todos de la patrulla, todos entramos a la estación uno detrás de otro. El comisario nos lleva al interrogatorio y nos detenemos frente al vidrio que nos permite ver lo que pasa adentro.
Una oficial que se encontraba adentro, sale y se acerca a nosotros.
—Lo sentimos, hemos empezado antes de que ustedes llegarán. Lastimosamente, este tipo se ha negado a hablar—dice la mujer con frustración.
—¿Intentaste de todo?—inquiere el comisario con una mirada seria.
—No todo, nos falta una cosa—responde.
—Entonces, prueba si eso funciona—ordena el comisario, la mujer asiente y regresa al cuarto, se pone frente al abogado y se escapa un largo suspiro de su boca.
—Te tengo una propuesta que te va a beneficiar mucho—dice la oficial con seriedad.
—¿Ahora qué?—inquiere el abogado de mala gana.
—Si nos dices todo lo que sabes, te daremos menos años en la cárcel—suelta la mujer, el abogado se queda callado y piensa por unos segundos.
—¿Cuántos años?—indaga con interés.
—Depende de cuánto tiempo te den en la cárcel—responde.
—Aceptó la propuesta, solo porque no quiero estar mucho tiempo en prisión—hace una pausa—Roberto si secuestro a la familia Bertrand—confiesa.
—Sé más breve, quiero que me cuentes todo detalladamente, no omitas nada.
—Roberto tenía en la mira a la familia Bertrand porque su hermana ya no dejaba que se acercara a su sobrino, ya que abuso de él cuando era un niño. Los invito a una comida falsa y cuando ellos estaban a medio camino fueron interceptados por dos camionetas que los obligaron a bajarse de su vehículo y subirse al de ellos. Su camioneta la tiraron a un lago y a ellos los llevaron a aquella cabaña, asesino a los padres de la niña y abuso de ella todo este tiempo.
—Después me pidió que le hiciera un favor, que preparará su muerte falsa y llevará un testamento a su familia, para así llevar a su sobrino a su trampa—mi mamá queda perpleja ante su confesión, «espero que ahora si deje de pensar que su hermano está muerto y no vuelva a caer en mentiras».
—¿Y sabes donde se esconde ese tipo?—indaga la mujer.
—No, los únicos que lo saben son sus demás cómplices—responde.
—Bien, ¿Por qué golpeaste a la señora?.
—Para que no dijera nada de lo que vio.
—Muy bien, eso es todo por ahora—ella vuelve a salir de ese cuarto y se acerca a nosotros.
—Ya tenemos toda la información que necesitábamos, solo falta interrogar a la chica para que nos dé su versión—dice la oficial.
—Uno de los oficiales que está allá ahora mismo, lo hará y nos mandará toda la información—añade el comisario.
—Esta bien, tengo que llevar al prisionero a su celda—ella vuelve a entrar al cuarto, miro de reojo como el comisario ve a mi mamá con disimulo.
—Antes de que se vayan quiero mostrarles todas las cosas que encontramos hasta el momento en la cabaña—seguimos al comisario hasta una oficina y empieza a sacar cosas metidas en bolsas, además de un folder amarillo.
—Encontramos herramientas, el mazo que uso para matar al padre, las identificaciones de los padres junto con sus celulares, una cámara que aún no hemos revisado, fotos inapropiadas que le tomó a la niña y un anillo con sangre seca. El folder contiene fotos de las heridas de la chica e información que me entregaron del hospital—dice él señalando cada una de las cosas, mi mamá y yo nos quedamos sin palabras. El comandante abre el folder y señala cada foto mientras nos explica, vemos las fotos con sorpresa llevándonos las manos a la boca y mi mamá desvía la mirada, yo sigo mirando sintiendo un escalofrío y repulsión.
—Al parecer no es necesaria las pruebas que le están haciendo a los esqueletos para saber que son la pareja Bertrand, todo esto que encontramos y la confesión de ese abogado lo dice todo, tomaremos tu sueño como un testimonio.
—Esta bien comisario, gracias—dije con una sonrisa, «he notado que ese comisario en todo el día no paro de mirar a mi mamá con disimulo, no sé que se traen ellos y no quiero saberlo, me imagino que es por la plática que tuvieron».
—Mamá ya vamos al hospital, por favor—suplico, tomo su brazo y ella voltea a verme.
—Esta bien—susurra mi mamá, ella regresa su mirada a él y sonríe nerviosa.
—Gracias por la información comisario. Ya nos tenemos que ir, nos vemos después—dice mi mamá, él sonríe con cariño y asiente.
Salimos de la oficina y de la estación, empezamos a caminar hacia el hospital que el otro oficial indicó. «Lo que sucedió en la oficina fue raro e incómodo para mí, no sé de que hablaron anoche, solo espero que no sea algo malo y los perjudique».