Capítulo 122
Muchos de ellos se entregan a los placeres de la juanita, de la mota, forman un grupito y se ponen a quemarle las patas al diablo, se refinaban con dulces o piloncillo. Remataban en el café de Manuel allá por Santa María la Redonda, eso sí, muy pocas eran las veces en que salían en pleito, los tiros eran con otros tipos o con los policías, pero entre ellos había una verdadera hermandad.
A la altura de todos ellos, está el Muñeco, un padrote despiadado y cínico, del que se dicen muchas cosas, la mayoría ciertas, es un verdadero desgraciado, con varios ingresos a Lecumberri, sus delitos son muchos, era buen carterista, atracador, como algunos padrotes, algunas veces vende droga y tiene varias viejas taloneando en la casa de la francesa y en algunos cabarets, se llegó a pensar que él sería el rey de la noche indiscutible.
Muchos creyeron que el Muñeco y la francesa, iban a terminar como amantes, incluso hasta hubo apuestas, y no ha sido así, y eso no es porque él no quiera, es ella la que no quiere nada con él, trabajan juntos, se respetan y tal vez hasta se estiman, aunque nada más, ella sí que sabe poner límites.
El Muñeco, usa a sus mujeres para atracar a los clientes, se dice que junto con otros vividores que lo siguen, ha dado dos o tres buenos golpes a mano armada, jugador de póker, apostador a los caballos, aficionado a los toros y al box, fantoche cuando quiere, entrón, cuando tiene que serlo.
El Muñeco, es uno de los más populares del ambiente, controla varias mujeres sabe cuidarlas y defenderlas, cuando se pelea es un salvaje. Utiliza puños, pies, codos y hasta la cabeza; no se detiene hasta que no ve a su rival vencido, y aun así los patea humillándolos sin piedad, lastimándolos.
Parece que disfruta mucho golpeándolos y viéndolos arrastrarse a sus pies, como si el tratarlos de esa manera le diera un placer extra, como si estuviera saciando en ellos algún coraje añejo que trae en la sangre.
Con el fierro, es cruel, sanguinario y sádico, se sabe que el Muñeco, ya debe varias muertes, tanto a lo derecho como a la mala, lo cual, si es de dudarse, aunque todo puede ser posible. Por eso, los que lo conocen, la piensan dos veces antes de enfrentarlo y aun así, la mayoría prefiere rendirse que arriesgarse con él.
Viste como todo un dandy, un figurín de escaparate, y parece un Muñeco, tal como lo bautizó doña Lucha, la madrota que le enseñó el negocio y lo formó para ser quién es hasta ahora.
Es un maniquí, en todo el sentido de la palabra, impecable, tanto en su persona como en sus ropas: traje de casimir inglés, por lo general de color negro, azul marino o gris rata, clavel rojo en el ojal, camisas de seda, blanca como su sonrisa, corbatas importadas en un solo color, sombrero de ala corta, zapatos de charol con tacón cubano, todo combinado, abrigos de pelo de camello que le dan un aire misterioso.
Fuma cigarrillos de carita, bebé coñac y nunca nadie lo ha visto borracho, mucho menos drogado, sabe controlarse con la bebida; mide un metro con ochenta, casi diez más que tú, su cuerpo atlético y firme, curtido por los pleitos, ágil y elástico, aunque no es buen bailarín, sabe cómo hacerlo.
Su rostro es agradable, varonil, atractivo, tiene los ojos claros, que por momentos se le ven color de miel, usa bigotito en línea, siempre bien cortadito, se dice que tiene el pico de oro, para engatusar a cualquiera y además está lleno de mañas y trucos para convencer a sus viejas para que lo mantengan.
No le hace el feo a ninguna, ya que ha tenido mujeres de todos los colores, tamaños y estilos, aunque él prefiere estar con mujeres bellas y de buen cuerpo, que al final son con las que se luce por todos lados.
Hasta donde se sabe, no ha sufrido por ninguna mujer, nadie le ha roto el corazón, si es que lo tiene en alguna parte, así que no ha amado a nadie y eso lo hace especial y diferente a otros que de alguna manera ya tuvieron sus desengaños y sus dolencias por algún querer que no les correspondió como esperaban.
Anda siempre bien peinado, su peluquero hace una excelente labor con su cabello, usa Glostora sólida, y todo él despide un agradable olor a lavanda, por algo es el padrote más reconocido y respetado del ambiente, hasta por otros que como él viven de las mujeres.
—Aunque, todo esto que te cuento de Juan Zepeda, el Muñeco, tú ya lo sabías… ¿Qué no…? —preguntó Maricela viéndolo fijamente a los ojos tratando de ver si le mentía.
—Algunas cosas ya las sabía de primera mano… otras no, ni siquiera tenía idea de ellas… —dijo Alexis con esa sinceridad que siempre salía de manifiesto— también sé muchas cosas que nadie sabe sobre Juan Zepeda, así como él sabe otras mías… ¿por qué lo pregunta… jefita…?
—Porque debes cuidarte de él… no es una buena persona y quiere hacerte mal… quiere verte sufrir... lo mismo que otras gentes malas que te siguen con interés… si bien es cierto que cuentas con muchos amigos y personas que te quieren bien y darían lo que fuera por ti, hay otros que no dudarían en patear tu cadáver.
—Lo de Juan, lo sé desde hace muchos años y he vivido con eso… así que no se preocupe, ese infeliz no me quita el sueño… es más peligroso Zepeda, con la lengua y sus intrigas, que, en un tiro derecho, hay que cuidarse más de sus chimes y enredos, que, de su navaja, en cuanto a las otras personas que me odian, la verdad ni me importan… que me busquen y me encuentran, chiquita no se la van a acabar…
—Lo que no sabes es que el Muñeco, es el más interesado en que te encuentren los tipos que te andan buscando, él les ha contado a todos que el Gama, hizo trampa en el juego y mató de manera cobarde a Cristóbal Rubio, para quedarse con el dinero que le había ganado, pero que además tú sabes dónde está Miranda y dónde guarda el dinero que le robaron al mayor de los Rubio…
—N-no… no me extraña… Zepeda, siempre ha sido venenoso y mala madre… como le dije antes, es más peligroso con el hocico que con su navaja, sabe cómo intrigar y crear enredos… aunque siempre lo hace para sacar provecho… ¿en qué lo beneficia hablar mal de un muerto…?
—No… pos no lo sé… lo cierto es que debes cuidarte de él… tal vez hablando mal del muerto te lleva a ti entre las patas y eso es lo que ganaría… si como dices, ya te odiaba, a lo mejor, ahora te odia más… no puede aceptar que seas mejor persona que él, la envidia que siente por ti la convierte en rencor y odio.
—¿Envidia? Esa sí que es nueva para mí… aunque tal vez tenga usted razón… de todos modos, gracias… jefita… me voy a cuidar de ese mono… se lo aseguro… y si a alguien tienen que velar, no voy a ser yo, ya se los demostré y si quieren más, pues que vengan… no me les pienso esconder…
—Por algo Gamaliel, te estimaba tanto, estás hecho todo un hombre, de pies a cabeza, eres lo que tanta falta hace en la vida nocturna de la ciudad, una persona honesta, leal, valiente y sobre todo noble y alegre.
—Que se toma, jefita… yo invito.
—No es broma, fíjate en lo que te dice esta vieja… aún te falta un largo camino por recorrer, aunque, tarde o temprano todos tendrán que reconocerte como el mejor que puede haber.
—A lo mejor… eso si no me dan cuello antes y me mandan a sembrar zanahorias por abajo.
—Eso es lo mejor, hay una fuerza grande y especial que te protege y te acompaña, no lo dudes nunca.
Junio 24, 1942, 23:00 horas
—Este cabrón, pachuco, va a terminar por volverme loca... el desgraciado —pensaba Rebeca, mientras se servía un poco de whisky en un vaso— ya que estaba decidida a hablar con él para proponerle que se venga a trabajar conmigo, y no lo encuentro por ningún lado, ahora resulta que nadie lo ha visto en varios días...
Le dio un largo trago a su bebida y luego se instaló en el sillón detrás de su escritorio, se sentía inquieta, preocupada, nunca antes había experimentado una sensación como la que ahora la embargaba.
—Lo he buscado por todos lados... he preguntado, de manera discreta por él, nadie sabe nada, nadie lo ha visto, ni sus amigos, el Longinos y el Carrizos, tienen idea de donde puede estar... preso no lo tienen, eso me lo confirmaron mis amigos, en los hospitales no tienen registro de él, así que no está herido.
Ni en el depósito de cadáveres está su cuerpo, lo peor de todo fue lo que pasó hace unas semanas en San Juan de Letrán, tres de los hombres de Alfonso, aparecieron muertos, y no sólo eso, sino que los madrearon gacho.
Nadie sabe quién se los metió, aunque algunas taloneras aseguran que esos monos andaban buscando al Mamas, otras me dijeron muy a la callada, que fue el Alexis, el que les dio en la madre a los tres, él solito…
Aunque Juan, dice que no es capaz de hacer algo así, la verdad es que de ese pachuco se puede esperar todo y si fue él quien les dio en la madre, lo más seguro es que tuvo que verse obligado a hacerlo.
Aunque el Muñeco, me aseguro que, Alexis, no era capaz de matar ni una mosca, que le daba miedo hacerlo, sí lo que se cuenta de él, que se aventó a los tres en San Juan de Letrán, es que, Zepeda, ya no lo conoce, o nunca lo vio en acción cuando su vida estaba en juego, de una o de otra manera, ahora estoy más convencida de que debo tenerlo a mi lado, un hombre como el Mamas, es lo que le hace falta a mi negocio.
El Muñeco, está feliz porque está convencido que le van a dar en la madre en cuanto lo encuentren, lo único que lamenta es no estar presente para burlarse de él, así se lo dijo, al Muecas, al Rorro y al Carita, al día siguiente de que se encontraron los cuerpos de los hombres de Alfonso, incluso dijo que no dudaba que, al Mamas, lo hubieran ayudado otros pachucos para enfrentarse a esos tipos.
La verdad es que él y yo sabemos que, si Alexis, tuvo algo que ver, fue de frente y a lo derecho, tal vez eso es lo que más le molesta al Muñeco, no obstante, su obsesión es verlo caído, derrotado, ya sea mal herido o muerto, no sé por qué siente tanto odio por él, es algo que trae desde hace mucho tiempo.
Por eso me he detenido de preguntarle a él de manera directa sobre lo que sabe, su odió por el Mamas, aumenta por los celos que siente al pensar que yo estoy demasiado interesada en el pachuco, Juan, hace que todo lo malo que le ocurra al pachuco, le provoque una gran alegría, quiere verlo sufrir y suplicar.
Y aunque preferiría ser él quién le causara todo ese mal, se conforma con que alguien lo haga, sobre todo sabiendo que los hombres de Rubio, no se andan con rodeos, si tienen órdenes de darle en la madre, lo van a hacer con tal de complacer a su patrón, aunque no va a ser tan fácil y eso ya lo están viendo.
No he querido hablar con Al, para preguntarle ¿por qué busca a Alexis? No quiero que él sepa que me intereso por él. Aunque, por lo que dicen tiene que ver con la muerte de su hermano Cristóbal, y la muerte del Gama, lo cual es comprensible si es que Alfonso, busca venganza en el protegido del Gama.