Capítulo 183
A un lado, estaban unos zapatos a dos colores, de tacón cubano, un par de calcetines a juego con el traje, una camisa blanca, tirantes, cinturón, una hermosa y pesada leontina, sin faltar la corbata, que iba acorde con los colores del traje, no pudo evitar sonreír al ver todo aquello, Rebeca, en verdad que sabía lo que hacía, hasta para escogerle la ropa había mostrado su buen gusto y estilo.
También, había una trusa y una playera blanca, así como unos calcetines a tono con el color del traje, la hermosa mujer había pensado en todo y no se le escapó un solo detalle.
No lo dudó ni un solo segundo, se vistió con aquellas ropas, comprobando que todo le quedaba a la perfección, estaba hecho a la medida, seguramente Rebeca, había contratado a uno de los mejores sastres que conocía y lo había hecho trabajar sin descanso.
El casimir inglés, con el que estaba confeccionado aquel traje, era de excelente calidad, la caída de la tela era impecable, hermosa, perfecta, lo dicho, la francesa era especial, hasta para regalar ropa, ese traje lo hacía lucir mucho y eso le agradaba.
Mientras se contemplaba en el medio espejo que había en el cuarto de baño de la habitación, no pudo dejar de pensar a lo que renunciaba al no aceptar formar pareja con Rebeca, estaba seguro que ella se desviviría para darle lo mejor, sólo que, él no estaba en venta y mucho menos a cambio del sufrimiento de mujeres que iban a ser explotadas sexualmente hasta que ya no sirvieran más, luego las arrojarían a la calle para que siguieran denigrándose hasta que les llegara su final.
Volvió a desnudarse, se colocó la bata de paciente y luego, dobló, con todo cuidado, la ropa dentro de la caja y la dejó sobre el sillón que estaba en la habitación, la verdad era que ni Alfonso, ni él, habían pensado en la ropa que usaría cuando saliera.
Alexis, había recordado que cuando lo golpearan y lo balacearan, estaba en calzoncillo y camiseta, así que en el dispensario médico lo desnudaron por completo y luego le pusieron una bata.
En el hospital al que lo había llevado Alfonso, también vistió únicamente con bata de paciente, ahora ya tenía que ponerse para salir del hospital y para ir a buscar a Clara.
En eso pensaba, cuando la puerta de su cuarto se abrió dando paso a una enfermera que llevaba un par de cajas, como las que le había llevado Rebeca.
—Su tío le dejó esto para cuando usted fuera dado de alta... así que se lo traje de una vez… para que lo vaya viendo —dijo la enfermera colocando las cajas sobre la cama.
—Muchas gracias… —dijo Alexis, viendo las cajas.
La enfermera salió del cuarto y Alexis, se levantó y abrió las cajas. Alfonso, no se había olvidado de la ropa, cada caja contenía exactamente lo mismo que Rebeca le dejara, un traje, zapatos y ropa interior.
Ambos zoot suit con excelente gusto, realizados con telas finas y seguramente a la medida, aunque le gustaron, volvió a cerrar las cajas y pensó en que se pondría el que le regaló Rebeca, le gustaba más.
Los trajes que le dejara Alfonso, tenían clase y estilo, eran de buena calidad y los colores adecuados, y de su agrado, seguramente los usaría al volver al México, o tal vez jamás se los pondría.
Sí Clara, aceptaba casarse con él y le pedía que dejara la vida de pachuco, lo iba a hacer sin titubeo, estaba seguro que el Longinos y el Carrizos se iban a poner muy contentos cuando les regalara aquellos trajes, él se retiraría de todo y se dedicaría a formar una familia con aquella mujer a la que sentía amar.
Con aquella mujer con la que pensaba pasar el resto de su vida, formando un hogar, creando una familia y encontrando la paz y la tranquilidad que tanto deseaba.
1947
Enero 17, 1947, 11:00 horas
—¿Otra vez pospusieron la audiencia...? —le decía Alexis, al licenciado en el área de locutorios a la que Monterrubio, lo había llamado. Núñez, no podía ocultar el coraje y la frustración que lo embargó al escuchar las palabras del abogado, aquello era demasiado.
—Así es, Alexis, y créeme que por más que he tratado de averiguar el porqué de tanto atraso, sólo recibo evasivas, lo peor de todo es que ni mis amigos han podido averiguar ¿por qué el Juez, se muestra tan parcial en este asunto? Se dice enfermo, manda disculpas por tener el trabajo atrasado y no da mayores explicaciones.
—Me lo imagino, licenciado... no se preocupe, ya quedó muy en claro que hay alguien realmente interesado en romperme la madre, pero ¿le digo una cosa...? Se la van a pelar porque no me voy a dar por vencido, he de salir de aquí y voy a investigar a quién le debo todo esto para cobrarle las cuentas a mi manera.
—Normalmente te aconsejaría que no te amargaras con pensamientos de venganza, aunque, si eso es lo que te mantiene cuerdo en este lugar, aferrate a ellos y sigue luchando... ya verás que muy pronto tendremos resultados... voy a realizar algunas gestiones para que de una o de otra forma se le dé prioridad a tu asunto.
—Por mí no se preocupe, licenciado... yo sé aguantar la vara... haga lo que tenga que hacer para que las cosas comiencen a ponerse un poco más claras y podamos saber quién quiere joderme...
—Seguiré trabajando en ello... te lo prometo... Si bien el Juez, tiene derecho a manejar los asuntos como lo desee y puede hacerlo a discreción, también hay instancias que nos permiten presionarlo y una de ellas es el recusarlo, aunque eso nos va a llevar un poco más de tiempo, pero es la mejor forma de lograr un juicio rápido y expedito, como marca la ley, así que deja todo en mis manos y a luchar.
—Me cai que es usted bien riata, lic... y si usted no se frunce, pos yo tampoco y vamos a seguir jodiendo mientras podamos, a ver quién se cansa primero...
—Eso es lo que me gusta de ti... no te dejas vencer de manera tan fácil, ya verás que muy pronto te saco de este lugar y vuelves a tu vida normal para que te olvides de todo esto...
—Confío en usted, licenciado y sé que lo logrará... eso es lo que me da fuerzas para seguir adelante... le encargo las cartas de María y de Elena, es lo único que las mantiene alejadas de este maldito lugar y les evita sufrir algún daño por mi culpa.
—No te preocupes, yo se las haré llegar como las otras… también insistiré en que se tranquilicen y esperen a que tú las mandes llamar para que no tengan problemas…
Monterrubio se despidió y Alexis volvió a su celda custodiado por el guardia, se tendió en la cama y de repente sintió unas ganas tremendas de golpear a alguien, quería gritar, quería destrozar, estaba enojado, frustrado, molesto, aquel encierro le estaba pasando factura.
Elena, no había podido verlo como ella quería y tuvo que marcharse para seguir con sus estudios, en la última carta que le enviara así se lo hacía saber, le aseguró que cuando ella volviera a pasar las vacaciones en la ciudad esperaba verlo libre para seguirse divirtiendo juntos.
Alexis, se sintió triste y molesto por no haber estado ahí para desearle suerte y decirle que la iba a estar esperando cuando volviera, por culpa del maldito encierro se estaba perdiendo de cosas bellas.
María, también le escribía, le contaba cosas sobre Casa Gaona y sus inquilinos, le decía que las cosas no eran igual sin él, que lo extrañaba mucho y que deseaba verlo pronto en su cuarto.
Las sinceras palabras de la muchacha, lo enternecían y sabía que ella, más que otras personas, hablaba con esa natural sinceridad que proporciona la inocencia, ah, como esperaba volver a verla y darle un abrazo con todo el cariño que sentía por ella.
Por eso les contestaba por el único medio seguro, las cartas, el licenciado la hacía de cartero, lo mismo que el Carrizos y el Longinos, así que para corresponder al cariño que ellas le mostraban, él les escribía cartas bastante extensas llenas de ternura y con mucha sinceridad.
La gran sorpresa se la llevó cuando sus compañeros del taller lo fueron a visitar en la visita general, para evitarse enredos y alborotos, fueron de dos en dos, el Longinos, les había dicho como debían vestir, que podían llevar y sobre todo les había dado consejos para que no los fueran a engañar al momento de ingresar a la visita.
Todos se lamentaron que estuviera encerrado y le dijeron que cualquier cosa que necesitara se los hiciera saber, que ya sabía que contaba con ellos para lo que fuera, que nada más se los hiciera saber.
Alexis, se sintió feliz de tener amigos tan sinceros y tan leales como aquellos mecánicos que, si bien ahora trabajaban para él, le demostraban lo mucho que lo estimaban y el cariño sincero que le tenían.
Lo único que le molestaba, era que nadie avanzaba investigando el motivo de que estuviera encerrado, nadie había podido conseguir ni un solo indicio que les permitiera hacerse una idea de quién estaba detrás de todo aquel enredo que lo mantenía en prisión.
Enero 31, 12:00 horas
—No te entiendo... de verdad que no te entiendo... o te gusta la mala vida o ya le tomaste amor al encierro en esta prisión... —decía Rebeca, viendo fijamente a Alexis, que la veía sin demostrar nada en su rostro— te estoy ofreciendo la oportunidad de acabar con esto de una vez por todas y tú todavía no te decides aceptar... ¿por qué…? Sé que me amas tanto como yo a ti… sé que te gusta estar conmigo igual que a mí, así que…
—Tal vez no quiero aceptar porque sería como salir de una prisión para irme a otra que a la larga puede resultar peor... —respondió Núñez, sin alterarse— no creas que resulta fácil para mí rechazar tu ayuda... por el contrario, te agradezco mucho que quieras ayudarme y todo lo que siempre has hecho por mí...
El problema es que sabes lo que pienso sobre lo que haces y que yo no podría hacerlo… lo creas o no, me alegran tus visitas, me gusta platicar contigo y el que te arriesgaras a verme en la conyugal, me emocionó tanto que aún sueño contigo todas las noches, no es por ti que rechazo tu ayuda, es por mí, y lo sabes.
—¿Entonces es mejor que estes aquí...? ¿Te gusta más estar encerrado... Comiendo quien sabe que madres y sin poderte mover a tu gusto...? Y lo principal... sin disfrutar del baile que tanto te gusta...
—No... no es que me guste más... aunque lo prefiero a tener que explotar a mujeres que por el motivo que sea tienen que vender su cuerpo... lo prefiero a tener que golpear a mujeres que no se quieren vender o que no reunieron la cantidad que se les fije...
—El que tú no lo hagas... no quiere decir que otros dejen de hacerlo... es más... a muchas de ellas les hace falta que les den una buena madriza para ser felices... piensan que así las quieren más...
—Y no lo dudo... te aseguro que lo sé muy bien lo he visto muy de cerca... sólo que yo no nací para ese tipo de vida... no podría hacerlo, aunque por nada del mundo...
—No tendrías que hacerlo... tú sólo te encargarías de ayudarme con algunas cosas... tenerte junto a mí es lo único que me importa... aunque no hagas nada... te lo juro...
—De una o de otra manera estaría involucrado... y aunque no lo estuviera, lo vería, lo sabría, me enteraría y eso basta para que deseche la idea... y como quiera que lo veas, sería tu mantenido...
—No... serías mi socio... mi amigo... mi novio... mi compañero... mi amante... es más, si tú lo quieres... mi esposo... lo que tú quieras... sólo tienes que decirlo y así será...