Capítulo 2
Los sonidos metálicos alertaron al viajero, quién observó a las dos esferas transformarse frente a sus ojos en un par de figuras antropomórficas, de aspecto amenazante y fiero. Sus ojos estaban iluminados en un azul inhumano y eléctrico que resplandecía tras la coraza galvanizada de metal, que con movimientos antinaturales se desplazaban acercándose a ellos. El viajero dio un paso hacia atrás, observó con detenimiento como las maquias se movía despacio frente a sus ojos, sus extremidades inferiores eran dos piernas largas que al final se transformaban en cuatro plataformas, dos por cada pierna, lo que les daba mayor agilidad y fuerza para desplazarse de un salto y cubrir grandes distancias en tiempos más reducidos, por otra parte sus extremidades superiores tenían una apariencia más próxima a las de un humano, pero el metal del que estaban compuestas las maquinas, tenían propiedades liquidas, mismas que le permitían transformar sus manos en cañones.
El viajero se giró sobre sus talones al tiempo justo para tomar su espada de su espalda y sin desenvainarla, colocarla en horizontal para extender el campo de fuerza que emitía el arma y detener los impactos de bala que las maquinas comenzaron a descargar sobre el viajero y la niña. La niña, al reconocer a las maquinas que la habían perseguido se desplazó sobre la pared más cercana a su espalda y activó un mecanismo rudimentario de escape, un pequeño ducto de ventilación que sacó a la niña del peligro, observando el viajero a través de su móvil que se dirigía al piso inferior. El viajero se giró de improvisto cuando la primera ráfaga de disparos de las maquinas se detuvo y lanzó un proyectil de sus dedos que estalló entre ambas máquinas, ambas protegiéndose con un escudo de fuerza que las proyectó en direcciones opuestas, el viajero saltó de su lugar y se colocó frente a la máquina más cercana a él, lanzando un tajó en diagonal buscando cortar la cabeza del androide, pero el campo de fuerza apareció justó a tiempo para proteger la base neuronal de la máquina, sin embargo, el viajero bajó su espada en una línea inversa a su tajo original y cortó y congeló la mano izquierda de aquel androide. La máquina retrocedió un par de pasos, pero los pitidos y sonidos de la otra máquina alertaron al viajero, quién se vio obligado a correr en dirección a un enorme pedazo de escombro, saltando por el tope para poder cubrirse, al caer en todo el escombro a su espalda. La máquina que conservaba ambos brazos, disparó una serie de balas que comenzaron a destruir los escombros que usaba el viajero para protegerse, sin embargo, en ese momento el pitido de su celular advirtió al viajero que la niña había vuelto a usar sus poderes y los androides que estaban con él se percataron de lo mismo, comunicándose a través de sonidos indistinguibles. El viajero observó por un espejo roto que ambas maquinas se dirigía al piso inferior, lanzando su última granada para intentar detenerlas, pero sólo una de ellas se quedó en el piso superior. La máquina con ambos brazos, saltó en dirección al viajero, quién enterró a hielo en el suelo y congeló el área de aterrizaje de la máquina. El suelo se destruyó cuando la pesada máquina aterrizó sobre él y androide cayó sin control sobre el suelo, destruyendo parte de su cuerpo en el proceso. El viajero al ver a su enemigo debilitado, saltó por el agujero que había creado y cayó usando la pesada y poderosa espada para empalar a la máquina, destruyendo su centro neuronal con el peso y poder de la enorme espada a su espalda, escuchado un pitido metálico apagarse en el cerebro de la maquia y de manera simultánea, escuchado como con un chirrido metálico otra esfera caía en las cercanías.
El pitido de su móvil alertó al viajero, pero no necesitó observarlo, cuando miró una nube de fuego atacar al androide al que previamente le había cortado una mano. El viajero corrió en dirección al lugar del enfrentamiento y la niña pasó corriendo asustada a su lado, la maquina estaba diseñada para enfrentar a magos, la magia era inútil. La legión había acabado con la población mágica en devastadores pero rápidos ataques, así que los tenían estudiados. La máquina dio emprendió la carrera para atrapar a la niña, pero el filo mágico de hielo, se atravesó en el camino, la máquina pudo activar su escudo y proteger su centro neuronal, pero el viajero, se giró con vértigo y atacó la parte inferior del androide, quién se defendió con su escudo. El viajero atacó de nuevo en una sucesión de ataques rápidos buscando la cabeza y su brazo, obligando a la máquina a retroceder, finalmente el viajero hizo un tajo en horizontal más largo y cortó también una columna de concreto que se congeló de inmediato y se venció por su propio peso, aplastando a la máquina antes de poder atacar al viajero.
La niña corría tan rápido como podía, pero una esfera metálica apareció frente a ella, un chirrido acompañado de un sonido metálico que explotó en la transformación de la esfera en un androide que transformó sus extremidades superiores en dos cañones, la niña alzó sus manos, pero una luz carmesí rompió el aire y se estrelló contra los ojos brillantes de la maquina dejando un aroma a azufre en el ambiente y al androide carbonizado del cerebro digital.
--- ¿Estás bien?
Le preguntó el viajero mientras enfundaba su arma de plata en su pierna, prestando atención a los sonidos externos, parecía que los pájaros de metal no estaban en la zona y eso sólo significaba que habían ido a recargar a sus amigos metálicos.
---- Escucha pequeña, no es seguro que estemos aquí ¿entiendes?
Le preguntó Zafras, pero la niña no contestó, sólo lo miraba asustada, con los ojos enrojecidos por las lágrimas, con el rostro sucio por el hollín, con los pies descalzos y con gruesos callos bajo sus infantiles piernas, con la ropa desgastada y remendada tantas veces, que era difícil saber si quedaba algo de su ropa original y su cabello tan sucio que era casi tan negro como el del viajero.
---- Me llamó Zafras, soy un defensor del dragón de plata
Le explicó el chico, mientras le mostraba la medalla que colgaba frente a su pecho, la niña miró el símbolo que se había esmerado tanto por memorizar, que Elaine le había pedido que recordara y el mismo que la niña y Elaine habían pintado en la entrada de su refugio.
La niña se acercó y asintió con la cabeza.
---- Debemos movernos, este lugar no es seguro, te llevaré conmigo, estarás bien ¿De acuerdo?
Preguntó Zafras, mientras observaba a la niña quien asintió, dándole la mano al chico, en un acto que lo sorprendió y lo conmovió por partes iguales.
Zafras tomó la mano de la niña y caminaron tan rápido como pudieron por entre los restos de los escombros, mientras que el cielo comenzaba a tronar, ligeras vibraciones se sentían en la tierra y la niña y Zafras, no se sintieron seguros. En la distancia se podía ver una nube de polvo que se levantaba, mientras que el cielo detrás de los edificios se ennegrecía por nubes de tormenta que se bañaban con rayos de colores verdes, con las figuras apostólicas de aquellos a los que los sobrevivientes llaman los apóstoles de CYRAX, figuras humanoides que levitaban por encima del campo de batalla donde una legión enorme de androides de batalla, de corazas negras marchaban uniformes por las planicies del mundo agonizante. Un recuerdo permanente de que la magia no les hacía daño, un recuerdo permanente de que CYRAX y su legión, habían ganado la batalla antes de empezarla.
Zafras cargó a la niña, la subió en la TRX-201 y luego insertó el cilindro luminoso que llevaba consigo en el pecho del vehículo. La TRX respiró y se iluminó en el color azul del cilindro, Zafras que estaba detrás de la niña, observó el tablero de la colosal TRX encenderse y detectar una docena de señales en el cielo, de inmediato arrancó la motocicleta y aceleró para girarse, el cielo que se estaba volviendo negro, se sentía pesado y la toxicidad de un mundo sin magos estuvo apunto de desconcertar a Zafras, quién aceleró con fuerza para alejarse de la ciudad. De la nube negra, la punta de una criatura de metal se asomaba era la cara de una de las naves de tormentas que acompañaban a la legión, pero lo cierto era que cuando llegaron ya era demasiado tarde, el viajero de nombre Zafras ya había recogido a una pequeña niña huérfana de una ciudad olvidada, en mitad de un mundo agonizante y para cuando la invencible legión llegó al edificio donde se encontraban, los dos chicos se habían escapado.
CYRAX había sido eficiente al matar a todos los vástagos del mundo mágico, al eliminarlos sistemáticamente a una velocidad abrumadora y había logrado diezmar al mundo en sólo unos cientos de miles apostados en ciudadelas mágicas, que no podían detectar. CYRAX había llegado a invadir el mundo desde el cielo, algunos aseguraban que dé más allá de las estrellas, su objetivo era matar a los magos del mundo, lo que nunca esperó, es que los magos restantes se esconderían, sin tiempo para analizar a los magos, CYRAX no sabía cómo encontrarlos, pero la realidad es que en un mundo mágico, la magia se había transformado en una marca de muerte, los nuevos magos eran niños que descubrían sus poderes y buscaban refugio en las ciudadelas mágicas, pero a pesar de sus esfuerzos, los humanos lo sabían, su extinción era inminente.
Zafras manejó desesperadamente durante el destello morado, un fenómeno del mundo en el que se encontraban dónde la luz del planeta morado que se encontraba en las cercanías se refractaba en la superficie de las lunas que orbitaban el mundo y el cielo se pintaba de diferentes colores, hasta que en un destello de luz todo el cielo se volvía violeta. A los humanos no mágicos como Zafras que se dedicaban a recolectar piezas del pasado y buscar suministros fuera, se les conocía como Merodeadores Violetas, porque trabajaban entre los colores nocturnos, que revelaban la verdadera naturaleza del mundo. El cielo había adquirido una tonalidad hermosa y las lunas brillaban con fuerza, no era difícil discernir entre las galaxias y constelaciones que parecían mirar con titánicos ojos el mundo de Zafras, sin embargo, las partículas mágicas del mundo no se limitaban a adornar el cielo con un color hermoso, las áreas del desértico paraje, después del destello morado, adquirían un resplandeciente color azul, que llenaba la visión del viajero y de la niña, de un hermoso y espectacular paraíso azulado. Las dunas de arena se levantaban estáticas, como colosales figuras nocturnas movidas por el viento de la noche. La apacible superficie arenosa, se movía por el mismo viento, dándole la apariencia de un mar lento, cuyas olas arenosas se movían despacio bajo la vigilancia del cielo nocturno.
Zafras se mantuvo en el camino de asfalto que atravesaba la arena, una autopista construida en tiempos más civilizados, intentando recorrer la distancia entre RAM-OA y la ciudadela de la que había salido en busca de suministros. La pequeña niña que llevaba consigo, se esforzaba por sujetarse del pecho de la moto, al mismo tiempo que su cabello salvaje se revolvía contra su rostro, Zafras disminuyó la velocidad hasta que quedó estático sobre mar de arena.
---- Lo siento, no podía detenerme hasta estar seguro que habíamos dejado atrás a la legión.
Se disculpó Zafras, mientras escuchaba los sonidos del desierto, las dunas de arena producían un sonido extrañamente relajante, mientras que los animales del alrededor se desplazaban con precaución de no molestar a los dos extraños. Zafras, presionó el pecho de la TRX, que se abrió ligeramente del costado, cuando Zafras acomodó las piernas de la niña para que no intervinieran con el sensor de la moto. Del interior, sacó unos lentes de sol y una barra de chocolate que le ofreció a la pequeña, la niña, reconoció la golosina y se la llevó a los labios de inmediato, llenando su rostro ligeramente con el dulce.
---- Quizás podamos descansar aquí
Pensó Zafras en voz alta, la niña necesitaba descanso y con algunas ramas del equipo de supervivencia que siempre cargaban los merodeadores, podía hacer un fuego que mantuviera a los animales salvajes lejos de ellos.
---- Pruébate esto
Le dijo Zafras mientras le colocaba lentes de sol sobre sus ojos, le quedaba un poco grandes y se resbalaban de su nariz, pero la protegerían de la arena del lugar mientras conducían. Zafras se retiró la enorme espada de su espalda y la introdujo en el ala derecha del pecho de la TRX y a hielo la guardo en el costado izquierdo, estirándose por encima de la moto, cuando notó que los sonidos del desierto se habían apagado.
El canto de las dunas y los ruidos de los animales de la noche, habían desaparecido paulatinamente de la noche, mientras que el cielo y sus constelaciones brillaban con fuerza por encima de los dos extraños en las mareas de arena.
La niña, estiró sus brazos con miedo, señalando en la distancia a espaldas de Zafras, el viajero se giró y observó una aleta dorsal asomarse a unos 20 metros por detrás de ellos. De inmediato, cerro el pecho de la TRX con una mano y arrancó el motor, acelerando con violencia, haciendo que la pequeña se pegara a su pecho, por la fuerza de velocidad que estaban adquiriendo. La aleta dorsal del animal que los perseguía emergió con mayor fuerza de su espalda y la niña gritó de miedo cuando la vio, pero Zafras no se giró, observó el camino frente a ellos, sabía que lo que los perseguía no era otra cosa, más que el tiburón de las arenas.
Una explosión de arena sucedió frente a los ojos de Zafras, quién corrigió la marcha de la TRX justo en el momento en el que una criatura con un cuello largo como una serpiente y una cabeza puntiaguda como la de un ave, se lanzó en su dirección, esquivando por centímetros el ataque de la cabeza de presa del tiburón. La pequeña niña se aferró al pecho de la TRX, aunque esta vez no sufrió por su cabello, observando como salían tres cabezas diferentes de la superficie arenosa, intentando detener su marcha, al mismo tiempo que la aleta dorsal a su espalda se extendía más y más a fuera de la superficie rebelando un par de ojos alargados cubiertos por una membrana transparente que le protegían de la arena.
La monstruosa figura tenía un mínimo de 10 metros de largo por unos trece de ancho, con sus aletas laterales totalmente extendidas bajo la superficie arenosa. El tiburón de las arenas era una criatura predadora, similar a una mantarraya cuya anatomía contaba con una serie de cabezas como culebras que servían para atrapar a las presas de la superficie y después llevarla a su boca en el interior de la arena. Aquellas cabezas variaban de dos a seis dependiendo de la especie y la edad, sin embargo, su utilidad era la misma, cazaban desde el frente cuando las presas observaban la cola posterior y después devoraban a su presa.
Zafras tuvo que esquivar durante un trayecto los embates cada vez más fuertes de las cabezas del tiburón hasta que vio una estructura rocosa fuera del camino, la criatura apresuraba su paso, impidiendo que Zafras saliera de su área de cacería. La roca se encontraba semi incrustada en la arena, así que Zafras tomó en dirección a ella, por encima de la superficie arenosa, cortando las olas de arena que se formaban por el viento, mientras que a criatura seguía intentando cazar con predatoria hambre al chico, enfocándose demasiado en alcanzar su presa sin percatarse de la dirección de Zafras.
El cuerpo del tiburón comenzó a elevarse por la superficie de la roca, desenterrando a la criatura, que sintió las llantas de la TRX sobre su lomo desnudo, aquella bestia tenía la piel parda y sólo cuatro cabezas de caza, mismas que al estar totalmente expuestas perdieron su fuerza en la superficie. Zafras aceleró su motocicleta y la superficie del tiburón se vio lastimada, al mismo tiempo que el animal liberaba un rugido doloroso, saltando ambos por la inclinación de la roca y la aceleración de los cuerpos, pero mientras que la TRX ganó altura y salió disparado como una rampa, las aletas dorsales del tiburón impidieron su despegue haciendo que el animal, cayera pesadamente en la arena, revolcándose lastimosamente sobre las arenas azules, mostrando su vientre blanco, mientras que las cabezas de caza, enterraban sus cuerpos, para poder girar el resto de su ser. Los afilados dientes del tiburón, se abrieron y cerraron con fuerza mientras que la criatura se enterraba de nuevo en la arena y Zafras pudo manejar alejándose del peligro momentáneo, observando a la pequeña niña en el pecho de su moto, sosteniéndose nerviosa.
----Todo estará bien pequeña, ya lo verás
Prometió Zafras.