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Capítulo 8: malentendido

No sé cuánto tiempo me dormí, pero una vez que desperté me levanté de la cama y me di un refrescante baño con mucha espuma, mi cuerpo olía muy bien, gracias a los jabones aromáticos no deseaba abandonar la bañera, aunque al cabo de un largo rato me terminé de alistar, sintiéndome limpio y fresco.

No era temprano, aunque tampoco era tan tarde, aún había sol y por lo mismo, decidí dar vueltas por la ciudad recorriendo pequeños sitios que llamaban mi atención.

No me alejaba demasiado del mercado, no quería perderme, así que recorrí una buena parte del mercado y divisé muchas cosas que me gustaría comprarme, como por ejemplo un atuendo más acorde para las frías noches en el barco.

Sé que podría pedirle prestado al capitán, sin embargo, no deseaba molestarlo, por ende, simplemente observaba hasta que divisé a una señora de edad avanzada lamentarse y como no pude evitar preguntar, ella me respondió pidiéndome ayuda para mover unas cajas.

No eran muy pesadas, pero como era una señora mayor le costaba mover la pila de cajas con comida que le había llegado para su negocio. Al principio no sabía que tenía un sitio para comer, aunque obviamente no la ayudé con la idea de conseguir comida gratis, ni siquiera esperaba recibir dinero, sin embargo, ella me dio una moneda de oro diciéndome “Muchas gracias, jovencito”

Pasé alrededor de una hora con aquella agradable señora, así que como ahora tenía una moneda de oro, me acerqué a un puesto de ropa queriendo comprar un nuevo atuendo que para mi suerte me alcanzó para todos los accesorios.

Mi nueva vestimenta consistía en una camiseta de color negra, unos pantalones de color blanco y un abrigo gris que por el borde tenía una costura dorada. Esto lo combinaba con mis botas de color café y en el vientre llevaba una cita de un tono rojo oscuro.

Sin duda me gustaba, no pude evitar encaminarme al muelle donde se encontraba el barco siendo equipado con diversas mercancías y comida. No podía ver al capitán por ningún lado, así que simplemente me subí con tal de cambiarme de ropa, queriendo probar mi nuevo atuendo.

Luego me fui, todos parecían demasiado ocupados, por ende, no deseaba molestar y como aún era temprano, me mantenía distraído con los diversos puestos de ventas de la ciudad.

Todo marchaba muy bien, las horas continuaron pasando hasta que comenzó a anochecer, creía que era una buena idea regresar al barco antes de que oscureciera, además había pasado demasiado tiempo lejos del capitán y no deseaba que erróneamente creyera que había huido o algo parecido.

Lo bueno es que divisé algunos tripulantes del barco, incluso estaba el castaño al que claramente no le agrado, algo incómodo, ya que él me vio desde la distancia y…

Todo en cosa de segundos se volvió un caos, primero porque oí a una mujer que gritaba en un tono desesperado “¡Atrapen a ese hombre!” que para variar pasaba cerca de mí, por ello, quise ayudarla y salí corriendo, sin pensar que el castaño y el resto de la tripulación pensarían que yo intentaba escapar.

Cuando atrapé al sujeto que aparentemente le había robado a la señora, el castaño me empujó con agresividad contra una pared y entre insultos que me dejaban como un traidor, me aseguraba que le diría al capitán sobre esto para que recibiera un castigo.

Era obvio que el castaño deseaba deshacerse de mí, no sé qué le he hecho, pero su desprecio es algo evidente, además no me escuchaba, traté de forcejear, quería escaparme de su fuerte agarre, ya que me estaba lastimando y llegó incluso a arrastrarme por el suelo mientras yo trataba de escapar de su lado.

El capitán no se veía por ningún lado, así que optaron por encerrarme en las celdas húmedas del barco, donde el castaño me empujó al suelo llamándome escoria.

–¡No intenté escapar! –le dije desde el suelo, tratando de explicarle la situación, sin embargo, él me golpeó el rostro y como llevaba un prominente anillo en su dedo, causó cierto corte en mi labio que sangró un poco.

–No trates de engañarnos, desde un principio he sabido que no eres de fiar y me aseguraré de que no formes parte de esta tripulación– me dijo con odio en su tono de voz, encerrándome allí por bastante tiempo.

Aquel sitio estaba mojado, tenía frío y tenía miedo de que el capitán no me creyera ¿Qué se supone qué diré? Todo fue un malentendido, pero no sé si él me creerá, me causa temor la idea de pensar que al igual que el castaño no escuchará mi versión.

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