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Capítulo 3: ¿Escapar?

Han pasado diez días desde que comencé a ser parte de una tripulación de piratas, no cabe duda de que no era lo que tenía en mente para mi vida, pero tampoco puedo decir que me desagrada, al menos no del todo.

El capitán me da camino libre para decidir en la cocina, incluso me favoreció con ayudantes a los que obviamente debía enseñarles, no obstante, ambos eran obedientes y a comparación del resto, ellos eran tranquilos, por lo que oí, eran esclavos anteriormente.

Creí que se sentían desdichados por tener esta nueva vida, pero ambos chicos me aseguraron que estaban agradecidos con el capitán, ya que él aparentemente los salvó de una ejecución.

Aún no sé si es una persona buena o mala, sin duda no lo conozco lo suficiente como para confirmarlo a pesar de que todos me dicen que es un buen hombre, sin embargo, por ahora puedo decir que es agradable, ya que normalmente elogia mis comidas y me permite hacer cosas que anteriormente no podía hacer, incluso movió la campana de lugar con tal de que fuese totalmente de mi propiedad, diciendo “sólo tú podrás tocarla, con esta puedes anunciar que la comida está lista”

Es raro, estoy rodeado de delincuentes, pero no son tan malos, al menos no todos, ya que se han comportado de una forma amable. Claro que aquel castaño llamado Asher es una excepción, ya que, a pesar de aceptar mi comida, la suele mirar con asco y sin duda, cada que tiene oportunidad me insulta.

Creo que es amigo del capitán, normalmente siempre están juntos hablando y hasta riendo, por ende, asumo que son cercanos, quizás incluso sean parientes.

Por otro lado, a pesar de que soy un cocinero, también me encargo de ser el sirviente personal del capitán, algo que me obliga a entrar a su cabina la mayor parte del tiempo para limpiar, incluso para preparar su baño. El agua dulce obviamente es limitada y no se puede malgastar en un baño, pero el capitán tiene una regla que obliga a toda la tripulación a bañarse seguido y cuidar de su higiene, haciéndolos incluso lavar su propia ropa.

Es un poco extraño, los rumores decían que ellos eran sucios y los consideraban unos borrachos agresivos, sin embargo, a pesar de que beben bastante ron, esto tiene cierta lógica, ya que lo hacen para no morir de deshidratación, además suelen mezclarlo con agua dulce.

He aprendido mucho sobre piratas desde que estoy aquí, aunque todavía no sé por qué a veces el capitán utiliza un parche y otras veces se lo quita.

En fin, hoy como cada día me acerqué hasta su cabina con su desayuno en una bandeja, ya no me da miedo atravesar el barco, ya que los tripulantes no me hacen nada, de hecho, a veces incluso me dan los buenos días.

Una vez que llegué, toqué la puerta y cuando recibí su autorización, entré, visualizando como estaba a medio vestir, ya que se estaba abrochando el pantalón dejándome enmudecido por ver su pecho desnudo.

–S-Su d-desayuno…–dije mirando fijamente el suelo.

Desde aquella ultima vez no me ha vuelto a besar, pero igualmente tengo miedo de que en cualquier momento lo vuelva a repetir, aunque al mismo tiempo, debo confesar que mis pecaminosos pensamientos esperan que lo haga.

–Buenos días, Joshua– me saludó con alegría.

Hace tres días descubrió cuál es mi nombre, por ello suele nombrarme con cierto tono burlón, ya que yo no deseaba decírselo.

–Buenos días, capitán– respondí caminando con la mirada hacia abajo, queriendo poner su desayuno sobre la mesa.

–¿Dónde está el tuyo? –preguntó acercándose demasiado– recuerdo haber dicho que comeríamos juntos.

–Pero no es apropiado…–murmuré.

–Eso lo decido yo– me aseguró, tomándome de la barbilla con tal de levantar mi mirada– a la hora del almuerzo, trae tu porción, es tu última advertencia.

–¿Qué hará si no lo hago? –pregunté un poco temeroso.

–Te daré una demostración– mencionó, antes de apegarme contra su cuerpo mientras me subía sobre la mesa y se acomodaba entre mis piernas con tal de acercarse peligrosamente a mis labios.

Sin duda estaba esperando que lo hiciera, aunque al mismo tiempo mi cabeza me decía que era incorrecto esperar algo como eso. Claro que, como sólo era una demostración, me sentí decepcionado cuando no me besó.

Poco después, me abrió camino para que ordenara su habitación, por ende, me acerqué a su dormitorio con tal de ordenar la cama y recoger algunas cosas. La cabina es bastante grande, así que es sin duda el lugar más privilegiado de todos, algo que de cierta forma me hace desear tener una cama tan grande y cómoda como la suya.

Mi cama no es completamente incómoda, pero en ocasiones puede llegar a ser fría, algo que me hace despertar con temblores incontrolables que no puedo opacar. Supongo que necesito un mejor atuendo para las noches, aunque eso es algo que no puedo conseguir fácilmente.

–Capitán– oí a lo lejos al castaño, por lo que preferí no salir de la habitación con tal de no tener un encuentro con él– podemos ver la ciudad a lo lejos.

–Que se preparen, pasaremos aquí dos días– le informó el capitán, mientras sentía cómo mis pensamientos se cegaban frente a la idea de huir.

Esta era mi oportunidad, no sé cuándo podré ver tierra firme nuevamente, por ello es sin duda la mejor oportunidad que tengo, aunque debo ser paciente, no puedo huir durante el primer día, ellos podrían buscarme, algo que en el siguiente día no ocurrirá justamente porque no creo que noten mi ausencia.

No sé cómo haré para huir, ni siquiera sé qué hacer con mi vida una vez lo haga, pero sin duda no puedo permanecer tanto tiempo en este lugar, sobre todo porque mi enfermedad se intensifica cada vez que tengo al capitán delante.

Necesito encontrar una cura, tener estos pensamientos impuros es inmoral, incluso algunos lo consideran asqueroso, además según las doctrinas religiosas que me curarán, el hombre debe estar con una mujer y viceversa, no con alguien de su mismo género.

Debo detener esto, sin duda huir es la única salida que tengo…

–Ya he terminado– dije más tarde, cuando limpié su habitación.

El capitán se estaba alistando, ya había terminado su desayuno, por ello no dudé en tomar la bandeja queriendo llevármela de regreso a la cocina con tal de lavar los utensilios, además cómo parecía ocupado no me detuvo para salir, algo que me permitió salir de su oficina sin mayor complicación.

Quería ver qué tan lejos estaba la ciudad, algo que a simple vista no podía ver, estaba tan lejos que mis ojos sólo eran capaces de verla como un pequeño grano de arroz a la distancia.

Tenía tiempo para prepararme, incluso disimulaba mis acciones tras ordenar la cocina y al mismo tiempo, distraía mi mente para no impacientarme por la situación, aunque claramente los nervios me jugaban en contra cuando oía a la tripulación anunciar tierra firme.

No pude evitar salir, ahora podía ver la ciudad mucho más cerca, aunque obviamente ellos se acercarían en botes hasta la orilla.

El capitán hablaba anunciando lo que harían, pero no era capaz de escucharlo, mi concentración estaba fija en la ciudad, el ruido del exterior desapareció, sólo podía oír los fuertes latidos de mi corazón.

Estaba asustado, indeciso y obviamente nervioso, aunque mis pensamientos se opacaron cuando oí que no todos podían bajar, sino que los autorizados para abandonar el barco eran aquellos tripulantes que peleaban a su lado, algo que dejaba a los simples sirvientes de lado.

Obviamente yo me encontraba en el segundo bando, no soy como ellos, yo no peleo ni asalto barcos con tal de conseguir riquezas y comida, aunque sin duda me las ingeniaría para escapar.

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