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Al salir finalmente de la oficina. Corrió, hasta llegar con su amiga. Al alcanzarla, la tomo de la mano y le arrastró fuera de allí.
—¿Qué ocurrió? estuviste media hora ahí dentro de la oficina.
—T-tengo que contarte algo que me está dejando sorprendida.
—Me estás asustando. No me digas que el jefe se aprovechó de ti o algo por el estilo.
—¿Qué..? ¡No eso nunca! Es peor... es mil veces peor.
—¿Qué cosa puede ser peor que eso? ¿Ya sé te despidió? No me digas que te echaron, lo lamento tanto...
—¡Escúchame Ana..! —la interrumpió, poniendo los ojos en blanco.
—Sí sí, me calmo.
—El... él, es idéntico a mi ex prometido. Y encima se llama Felipe —bociferó.
—¿No estás, algo...?
—Estoy cuerda. Mira le saqué una foto a escondidas.
Sorprendida tomó el teléfono, al ver la comparación de los dos hombres era en idénticos.
—Tienes razón, son iguales y encima se llaman igual.
—Y encima me pidió casamiento
—¿Qué..? ¿Cómo que te pidió casamiento el Ceo? Dicen que es la persona más fría, y...
—Sí, dijo que como era la primera persona que le contestaba. Le agradé y quiere casarse conmigo.
—Entonces cásate, tal vez averigues algo.
—No me voy a casar con él porque se parece a mi prometido muerto.
—Pues hay que averiguar las cosas de alguna manera y si no, tienes que volverte cercana a él. Tal vez él sepa algo que nosotras no.
—No lo sé... No lo sé.
El resto del día, Camila se encontraba a pocos metros de distancia de la puerta de la oficina. Tenía entre sus manos un lápiz, a pesar de que aún estaba trabajando, su mente divaga muy lejos.
—¿Por qué está aquí hace 3 horas? —preguntó una voz a su lado.
Era el secretario del jefe.
—Usted, ¿no ha visto algo raro en su jefe? Ha desaparecido en algún momento y...
—No, siempre estuvo aquí hace muchos años ¿por qué..?
—Es que él es igual a... olvídelo.
—Entonces vaya a sentarse en su escritorio comentar secretario. Camila asintió, pero cuando estaba por marcharse del pasillo, se detuvo. Volvió sobre sus talones, y se acercó corriendo hacia la puerta.
Dió un golpeteo e ingresó.
—¿Qué ocurre..? —preguntó él al verla.
—Necesito aclarar las dudas, no entiendo por qué eres igual a mí exesposo.
—No lo sé Camila, tal vez solo es una casualidad.¿Puedes volver y trabajar? te estoy viendo desde la cámara parada y hace 3 horas y 20 minutos.
—Estoy trabajando, incluso ya terminé esta carpeta ahora me puedes explicar ¿Por qué?
No lo sé, no hay nada que me parezca raro.
—Ven, acércate.
Felipe la miró con una ceja levantada. Le hizo caso, apoyó los codos en la mesa del escritorio y acercó su rostro a una Camila curiosa. La misma, quiso observar, más de cerca hasta que sus ojos se perdieron en el.
Era idéntico, ese brillo especial sus labios entreabiertos y su piel tan blanca y tibia, es lo que sintió una vez que levantó la mano y lo tocó.
—E-eres tú —murmuró con dolor, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Pero algo le hizo estremecerse. Pudo ver muy de cerca, un destello, una luz de color rojo en cada uno de sus ojos. Asustada, apoyó su espalda en el respaldo lo más que pudo.
—¿Que, qué me viste? ¿Acaso tengo granos..?
—Tu... tienes, una luz roja rara en los ojos.
El, no comprendió sus palabras, se puso de pie y levantó una ceja.
—¿De cuál fuma? —preguntó directamente y Camila ha frunció las cejas.
—¡En serio te digo! —lo regañó.
—Tal vez estás viendo cosas, yo jamás me vi algo así.
Camila se puso de pie, buscó a su alrededor con los ojos y al ver un espejo fue corriendo a tomarlo y se lo alcanzó.
—Mira —ordenó, él poniendo los ojos en blanco.
Le hizo caso, de su atención a sus ojos, y muy, pero muy apenas pudo ver: rojos.
—¿Por qué tengo eso? —preguntó confundido.
—No lo sé, pero es raro. Ningún ser humano tiene ojos rojos.
—¿Tú piensas que yo lo sé? Pues no sé... tal vez me operaron.
—No sé ¡Averigua!
—Me duele la cabeza...
Ella miró asombrada que él, se desmayó frente a ella.
Para ella, el impacto era bastante grande. Tener al CEO, con media cabeza abierta frente a ella.
—!Ahora vas a morir..! —comentó una voz a su lado.
Sintió una mano rodear el cuello; abre los ojos lo más grande que pudo, sin embargo no fue suficiente, para frenar el ardor que le provocaba el apretón.
—D-déjame... no diré nada a nadie.
—De eso... no estoy seguro.
—Solo explícame. Quiero saber por qué él es igual a mí ex prometido.
—No, no hará falta total vas a morir.
Su agarre se detuvo, cerró los ojos, y el calló al suelo.
Felipe estaba de pie, sosteniéndolo del brazo, arrojándolo lejos a metros de distancia.
Un humano común no podría hacer eso.
—G-gracias —dijo Camila un poco asustada.
—¿Te hizo daño..? —preguntó.
—No, estoy bien.
—Tranquila, estoy aquí para ti.
—¿Por qué..?
—¿Porque qué?
—¿Por qué me defiendes? puedes dejar que me muera, tal vez yo reparto información y...
—No harás eso —comentó.
Miró aterrada, su cabello moviéndose de manera extraña.
—¿Quieres que te ayude..? —preguntó Camila haciendo una mueca.
Felipe a pesar de sus intentos, no podía volver a acomodar su cráneo.
—Está bien.
Con algo de paciencia Camila, pegó el sobrante de piel, y lo unió junto con el resto de cabello. Se sintió bastante extraña, era la primera vez que hacía algo así tan raro.
—Entonces, soy una especie de clon de tu esposo.
—Sí, lo que no entiendo ¿por qué..? él, era tan pobre como yo. No era rico, no es como... que sus padres hubieran querido que él siguiera viviendo y...
—No lo sé,no comprendo. Tengo... en realidad casi no tengo recuerdos.
—¿Y tienes sentimientos..? —preguntó directamente Camila acercándose a él.
—No lo sé, ¿Que son los sentimientos para ti..? —preguntó Felipe directamente hacia Camila.
—Son... son.
—Ves, ni siquiera tú sabes que son ¿Por qué yo debería saberlo?
—Tienes razón, lo lamento mucho.
—Solo quiero, que tengas en cuenta una sola cosa. Si soy verdaderamente una especie de robot con piel humana, tengo que averiguar mi origen.
—Está bien, lo que no entiendo es porque no recuerdas nada.
—Solo sé que tengo un padre; le preguntaré a él y tú... me acompañaras.
El rostro de Camila se contrajo, sin comprender porque ella debería hacer esa tarea.
—¿Y yo porque tendría que acompañarte? —preguntó con voz queda.
—Acompáñame... te necesito.
Ella asintió. Salieron de la oficina, por la puerta trasera para poder ir a un lugar. Camila se sentía bastante nerviosa, no entendía dónde se dirigían, ¿y si acaso era una trampa?
—Necesitaba una esposa por pedido de mi padre.
—¿Y si él no te dice nada..?
—Lo averiguaré.
Después de 15 minutos en silencio llegaron frente a una gran mansión, el lugar era extenso. Eran cuadras y cuadras de espacios verdes, y todo de muy buena calidad. Camila nunca había visto algo así de cerca, solo las películas.
Dejó caer su pie sobre el suelo, y pronto se encaminó hacia la puerta. Felipe, se quedó a su lado. Ella dio un golpeteo.
—Yo vivo aquí —comentó Felipe, y abrió la puerta con llave.
Ingresaron los dos, estaba todo meramente iluminado. Las empleadas caminaban de un lado al otro, era todo muy precipitado. Su corazón late con prisa, a pesar de todo, se sentía bastante confundida.
No comprendía a ciencia cierta, de que era ese lugar, porque parecía más un museo que una casa.
—Es por aquí —comentó Felipe mientras daba la vuelta por una esquina, y ella lo seguía.
Cuando finalmente llegaron, Felipe dio un leve golpeteo a una puerta grande de cristal.
De allí, apareció un hombre muy parecido a Felipe. Camila se sorprendió.
Siempre se había preguntado porque Felipe era distinto a sus hermanos y a sus padres, y si acaso era adoptado.
Sus dudas se despejaron en el momento que él habló.
—Pasen —comentó directamente y siguió caminando.
Ambos se miraron con curiosidad y le hicieron caso. Lo siguieron por un largo camino estrecho. Estaba rodeado de cristales, y a un lado había un gran laboratorio.
—G-gigante —comentó asombrada Camila.
—Si...
Sus pasos fueron rápidos y cuando finalmente llegaron a una especie de oficina, ingresaron.
—Ya descubriste que no eres un humano. Lo que no entiendo es por qué está esta niña aquí.
—Oh, él... es idéntico mi prometido. Sé que me arriesgo en venir aquí, puedes llegar a intentar asesinarme porque se esta información pero... quiero saber. El murió hace 6 meses y él es idéntico, se llama igual.
—Ese chico que murió, era mi hijo. Hace aproximadamente 28 años, habíamos sido padres, junto con mi amada Amalia. En el hospital nos robaron al bebé, le busqué por muchísimos años hasta que lo encontré. Lo encontré muerto.
—Lo lamento mucho, en realidad siempre sospeché de que los padres de Felipe eran muy diferentes a él. Él es más bien con el cabello un poco naranja y ojos muy azules mientras que sus padres eran morenos.
—S.
—Lo que no entiendo es ¿como te diste cuenta que yo soy tu hijo? —preguntó Felipe.
—Por una marca; una marca que solo la tenía mi bebé, mandé a buscar hombres para que le haga la prueba al cadáver y efectivamente... Coincidían, eras mi hijo. Tomé muestras de ADN y te clone. Pero había un problema, a pesar de que crecieras, no tenías pensamiento. Era como un ser en estado vegetativo.
—¿Y eso por qué..? —preguntó Camila, cruzandose de brazos.
—No lo sé, pero intenté con otro espécimen y pasó lo mismo. Aunque era un animal. No se preocupen.
—Entonces me inculcaste una IA para que yo pueda tener un pensamiento.
—Si hijo, exactamente. Entonces eres más una especie de robot.
—¿Tiene cerebro humano..?
—Camila, tengo un trozo de metal en la cabeza —comentó Felipe con una mueca.
—Sí, y tienes algunas partes robóticas para mejorarte. Y no te ocurra nada, pero tienes órganos humanos. Aunque muchos no son demasiado necesarios ya que...
— Ya que básicamente estoy muerto.
—Felipe no digas eso —comentó Camila, haciendo una mueca de tristeza.
—Así que señorita, lo lamento. Pero en Este cuerpo no hay nada que tenga que ver con su novio muerto...
—Esposo —le corrigió Camila.
—Esposo. Necesito... necesito estar afuera un segundo —comentó Camila salió corriendo, perdiéndose entre medio del pasillo, pero no le importó, apoyó su espalda en la pared y lloró.
—M-mi Felipe...
Había tenido la esperanza de que él fuera su esposo, sin embargo él... Solamente era un cascarón.
Lloró, amargamente lo que no había llorado durante esos meses. Lo difícil de tener cerca a Felipe, era revivir lo mucho que amaba al anterior.
—No llores —comentó una voz a su lado, y dió un respingo del susto.