Capítulo 4
- Lo compensarás. - Bromeé, aflojando mis hombros, notando lo tenso y agitado que estaba en cambio. Percibí claramente su olor, pero junto al suyo había otro igualmente fuerte y predominante. El licántropo frente a mí ya estaba apareado. Tenía pareja y por tanto una familia a la que volver.
- Soy el Beta de la manada y es mi deber saber quién eres y qué haces aquí. - Lo detuve con un gesto de mi mano, yo no era un problema para él y era mejor aclarar el asunto antes de que surgieran otros malentendidos tontos que con mucho gusto hubiera evitado.
- Solo estaba jo- - Fui interrumpido por esa voz que ahora conocía bien y que era capaz de derretir mis piernas en un solo instante.
- Ella es tu Luna, idiota. - Ladró Filtiarn entrando a la habitación no sé cómo y de no sé dónde. Su aura de poder inundó la habitación haciéndome suspirar automáticamente. ¡Dios mío, Jennifer, contrólate! ¿Aún conocemos la decencia o no?
- Mi Alfa. - El chico frente a mí instantáneamente palideció, para luego tirarse al suelo, arrodillándose ansiosamente y sin aliento frente a su Alfa.
- ¡ Levántate del suelo Charlie, no estamos en la Edad Media! - Filtiarn miró al cielo con impaciencia, aunque no se notaba nada en su expresión. Su rostro era una máscara inexpresiva: fría, angulosa y apática.
- No me lo dijiste... - Susurró el Beta con resentimiento, mientras miraba a su superior, refiriéndose claramente a mí.
- No era mi intención entrar a sus apartamentos durante el período fértil de su pareja. Imagino que tenías algo más interesante con qué ocupar tu tiempo. - La alusión era bastante obvia y no pude evitar sonrojarme ante esa evidente provocación por parte de mi acompañante. También tuve confirmación del olor que había olido poco antes.
- Jennifer, este es Charlie, mi primer Beta, pero eso ya lo sabes. - Filtiarn enfocó sus ojos oscuros en los míos. Sentí que me estaba hundiendo en él.
- Y ahora sabes quién es ella. - De repente y sin previo aviso, quitó sus ojos de mí para volver a centrar su atención en su Beta.
- Ahora, si no tienes algo importante que decirme, apártate. - Continuó impertérrito, dejándonos a Charlie y a mí sin tiempo de abrir la boca para responderle. Siempre guay.
- ¿ Quién sabe? - Habló el Beta soltando algo de la tensión que le había visto acumular antes, cuando me sometía a su interrogatorio personal.
- Eres el primero. - Filtiarn fue supremo en cada palabra que salía de su boca. Pronunció cada carta con tanta solemnidad que inspiraba miedo incluso desde la distancia. Su apariencia era sinónimo de poder, su forma de hablar era sinónimo de poder, todo en él hacía referencia a su estatus. Él era el Alfa, tenía el mando y todos los honores y cargas que ello conllevaba.
- ¡ Pero entonces tendremos que decírselo a la manada esta noche! - La voz de Charlie me distrajo de mis pensamientos, llevándome a mirar nuevamente a mi compañero.
- No está marcado. No entrará a ninguna habitación sin mi marca. - Ante esas palabras casi gruñonas de mi compañero me quedé helado. ¡¿Cómo me había olvidado de la marca?! ¡Debo haber perdido la cabeza! Con solo pensar en la marca de Filtiarn en mí, sentí que mis piernas flaqueaban, mis mejillas se enrojecían y mis pechos se hinchaban bajo la sudadera extragrande, siempre suya . Había vuelto a olvidar que estaba en su territorio, en su manada, y que llevaba puesta su maldita ropa.
- ¡ Entonces márcala! - gritó Charlie lanzando los brazos al aire. Era como si yo, la persona directamente involucrada en la conversación, no estuviera presente en la sala.
- Estaría aquí contigo, si no te hubieras dado cuenta. - Aclaró el concepto, girando mi torso hacia el Beta, aunque la conversación también iba dirigida al Alfa, ahora detrás de mí.
- ¡ Consigue una marca! - continuó Charlie, tomando mis manos entre las suyas. ¿Por qué insistió tanto? ¿Por qué me tocó? ¡Patas de!
- ¿ Por favor? - Ese fue mi turno de gruñir. Aparté mis manos de las suyas y me alejé unos pasos de él, bajo la mirada expectante de mi compañero. A él tampoco le gustó ese gesto por parte de su Beta. ¡Al menos esto!
- ¿ De dónde dijiste que eras, perdón? No me pareces muy experto en la materia. - Charlie me miró aturdido, pero estudiando atentamente mi lenguaje corporal, todo una vez más bajo la mirada escrutadora y condenadamente atenta a cada detalle de mi acompañante.
- En realidad no lo dije. - Me quedé a la defensiva porque desde que esos malditos ingenieros habían llegado a mi remota aldea en Montana, mi vida se había arruinado una vez más. Me sentí invadida por la ira, una vez más me encontré indefensa ante el destino. Esta no era la vida que había elegido años antes, a pesar de que acababa de encontrar a mi pareja.
- Cuándo y cómo se realizará el branding es un asunto que no te concierne Charlie, pero gracias. - Filtiarn pareció comprender instantáneamente mi nuevo estado de ánimo enojado y listo para atacar. De hecho, se acercó a mi cuerpo, sin siquiera tocarme por error, y dejó que su poder me envolviera como una cálida manta. Instantáneamente me relajé, cambié mi estado de ánimo nuevamente y me tranquilicé nuevamente. Pero no era válido jugar así con su poder, ¡uf!
- Por supuesto mi Alfa. Entonces quitaré las cortinas. - El Beta levantó las cejas al mismo tiempo, aunque sin mirarme, probablemente estaban hablando a través del enlace entre ellos, dejándome fuera de su mundo.
- Es tan exuberante como un niño, pero sabe lo que hace. - Filtiarn lo justificó luego de unos momentos, una vez que estuvieron solos. Lo miré con otros ojos, después de aquella explicación que no estaba en absoluto obligado a dar, pero que había querido subrayar por su propia voluntad.
- Es un poco entrometido. - Le expliqué mi punto de vista, aunque Charlie parecía un buen tipo al final, no me gustó su última declaración respecto a mi marca. Fue íntimo, ¡Dios mío! Requería confianza y confianza absoluta entre los compañeros de equipo. ¿Hace cuánto que lo conozco? ¿Veinticuatro horas? ¿Cuarenta y ocho? No hizo ninguna diferencia, todavía era demasiado pronto para mi gusto.
- Es su trabajo serlo. Trabaja por el bienestar de la manada y su Alfa. - Filtiarn me estudió detenidamente después de esas palabras, casi para asegurarse de que realmente había entendido su significado. Lo sentí más cerca que esa mañana, no físicamente, sino emocionalmente.
- ¿ Qué tiene que ver la manada con tu marca en mí? - Llevaba algún tiempo fuera del mundo sobrenatural y, aunque conocía muy bien todas las reglas y tradiciones de los hombres lobo como tales, no entendía muy bien cómo se podían conectar las dos cosas en ese momento y en ese momento.
- Eres la futura Luna de la manada, muñequita . Serás el líder de la manada, como yo. - Tenía razón, otra cosa en la que no había pensado, demasiado ocupada notándolo, su forma de hablar, su inmenso poder y lo asquerosamente sexy que era.
- Mi nombre es Jennifer y lo sabes Filtiarn . - susurré, enfatizando deliberadamente su nombre. Sabía jugar al gato muerto cuando era necesario y sabía que por voluntad de la Diosa de la Luna, él percibiría cada gesto o palabra mía, incluso remotamente sensual o provocativa, cien veces más. Él era el Alfa y yo era su compañera.
- Te llamaré como quiera, eres mía . - Gruñó, agarrándome por la cintura y acercándome a él. Sentí que su poder me abrumaba, empujándome a luchar contra él, aunque en realidad no quería hacerlo. Mi loba gimió febrilmente dentro de mí, ya lista para complacer y dar la bienvenida a su compañera que llevaba demasiado tiempo esperando.
- Al final de la semana habrá luna llena y tendré que marcarte. ¿Sabes cómo funciona? - Me susurró al oído, mientras yo, demasiado débil para resistir, me aferraba a él, moldeando mi cuerpo contra el suyo. Sentí sus manos rodear mi cuerpo, tanteando y tocando vorazmente lo que ya le pertenecía. Su respiración sobre la piel de mi cuello se hizo más profunda, como si se estuviera controlando y hacerlo le costara algo de esfuerzo. Un gruñido gutural escapó de su boca cuando mi pelvis involuntariamente rozó la suya con demasiada fuerza. ¡De todos modos era su culpa, así que lo estaba pidiendo!