Capítulo 3
- Tengo algunos compromisos , muñequita . - Eso fue una verdadera provocación y no habría rehuido responderle de la misma manera esa vez. Entrecerré los ojos, quemándolo hasta convertirlo en cenizas. Su mirada no cambió ni un ápice, de hecho pareció casi molestarse.
- ¿ Y yo? - Levantó la vista, encontrándose con mis ojos y yo, una pobre mujer de carne débil y voluntad muy variable, volví a juntar mis muslos. Sentí un hormigueo en mi piel solo con su mirada... Si me hubiera tocado ¿qué carajo habría hecho? Decidí que era mejor no pensar en eso.
- No se te espera. - Lapidario y apático hasta dar asco. Resoplé irritada por otra respuesta grosera de su parte. Me levanté rápidamente, notando demasiado tarde que solo llevaba una camiseta de mangas cortas extragrandes y nada debajo. Mis piernas pálidas estaban a la vista, al igual que mis tatuajes en el muslo, los pies y la pantorrilla. Sus ojos corrieron hambrientos para examinar la epidermis expuesta de mi cuerpo, haciéndome suspirar otro placer involucionado e irritante. Ya no tenía el control de mi cuerpo cuando estaba ante sus ojos. Esos profundos agujeros negros se lanzaron hambrientos hacia mis ojos, inmovilizándome contra el suelo.
- Estás jugando con fuego. - Susurró sin ninguna expresión en su rostro, pero dio dos pasos hacia mí. Un salto y me habría tenido en sus manos. Por favor, sí... ¡Jennifer!
- ¿ Y quién te dice que no es capaz de hacerlo? - ¿Estaba coqueteando? ¿I? ¡Dios bueno! ¿Pero qué me había hecho a mí mismo? Nunca había sido una mujer sumisa, no me mordía la lengua para dársela a un hombre fácilmente, incluso si ese hombre era mi compañero, elegido por la propia madre Luna en los albores de los tiempos para estar conmigo.
Absolutamente no y ciertamente no habría empezado en ese momento.
Él estuvo sobre mí en un instante, empujando mi cuerpo violentamente contra la pared detrás de mí. Ni siquiera lo vi avanzar porque era muy rápido. Sus manos calientes sobre mis hombros me mantuvieron quieta, inmovilizándome contra el suelo, mientras sus ojos profundos y penetrantes derritieron mis lánguidos sentimientos.
- Entonces estás en el lugar correcto. - Y sin añadir recomendación ni amenaza, me besó. Violento, apasionado, carnal y definitivamente demasiado excitante para ser el primer beso entre dos perfectos desconocidos. Me sacó el aire de los pulmones, así como el alma de mi cuerpo. Me sentí como arcilla en sus manos, a su merced, lista para ser moldeada a su gusto. Sentí su poder presionando con fuerza sobre mi piel, haciéndome gemir sin motivo real y él lo sintió.
Percibió claramente el inmenso poder que tenía sobre mí y lo dispuesta que estaba a complacerlo con todo mi ser. Yo era su compañera, su otra mitad que había estado esperando encontrar desde quién sabe cuánto tiempo, podría haber hecho cualquier cosa por él ... Y él lo sabía. Un gruñido gutural que olía a posesión y supremacía salió de su boca. Sentí sus manos en todas partes de mi cuerpo, aunque físicamente no se habían movido de mis hombros. Él era muy poderoso comparado conmigo, maldita sea si lo era. Un momento después me di cuenta de que, de hecho, todavía estaba de pie gracias a él. Ese beso me gustó, me gustó demasiado, me nubló la mente, me hizo viajar la mente y no fue nada bueno. En un arrebato de coraje, le mordí el labio inferior hasta que se alejó de mí. Estaba sangrando.
- No deberias haber hecho eso. - Me susurró al oído. El tono de la voz aún era ronco, nublado por el deseo que nos había consumido en ese momento de pura locura momentánea. Porque eso fue todo, ¿verdad? Sólo un breve momento fugaz donde habíamos perdido el control de nosotros mismos. Cierto.
- ¿ Por qué eres el alfa? - Me aclaré la garganta antes de hablar, pero no ayudó mucho. Mi voz también estaba ronca por el deseo y él una vez más lo sintió claramente, obviamente. De hecho, volvió a gruñir, derribándome. Sentí mi alma vibrar y ahí mi cerebro finalmente entendió que tenía que darme un maldito llamado de atención. Él era el malo.
- Me importa un carajo quién seas. Hasta que se demuestre lo contrario estamos en el siglo XXI y si no quiero besarte, no te besaré. - Pronuncié bien cada palabra, presionando mis manos sobre su pecho para alejarlo de mí lo más rápido posible. Era de hormigón armado, jodidamente imposible de mover y yo, en comparación, era una ramita seca que se rompería a la primera oportunidad. Necesitaba aire, tiempo y un par de bragas muy limpias.
- Me rogarás. - Tronó, linchándome con su mirada, mientras yo, todavía no sé muy bien por qué absurda razón, me sentía más y más excitado a cada segundo que pasaba. Sin embargo, estábamos discutiendo. Y él lo sintió, el hermoso imbécil sintió cada una de mis malditas emociones. Yo era bipolar y ahora me había rendido ante esta evidencia.
- Veremos. - Suspiré sin aliento al ver su figura desaparecer detrás de la puerta. Por fin solo, pensé. Finalmente dueño de mi cuerpo otra vez.
Entonces qué... Filtiarn, en definitiva, era un bonito nombre. ¿No?
Ya llevaba cuatro horas encerrada en esta maldita habitación. Demasiado largo para mi gusto. Me había dado un largo y relajante baño en su bañera en la que fácilmente cabían cinco personas. Me había vestido con toda la tranquilidad del universo, robando un par de boxers y algo de ropa limpia de lo que supuse era su armario. El olor de la ropa era sin duda suyo. Pero entonces ¿qué podría hacer? Suspiré con el corazón roto, cayendo de nuevo en la cama.
Filtiarn no me había dicho que no podía salir, sólo había subrayado que de ninguna manera estaba incluido en su día. Es mejor así. Me levanté con nueva curiosidad y avancé con determinación hacia la puerta. Empujé la manija hacia abajo con fuerza y descubrí que la puerta no estaba cerrada con llave, sino abierta. Yo era libre. Así comencé mi inspección detallada de lo que era una casa completamente desconocida para mí, pero que tenía todas las apariencias de ser tan histórica como mis antepasados. El ambiente estaba poco iluminado y casi parecía como si hubiera una niebla blanquecina en el aire que impedía ver con claridad. Si quería descubrir algo tenía que usar mis poderes, no había otra opción.
Cerré los ojos y me detuve por un momento. Me concentré sólo en mí y en mi lobo interior. Inhala, exhala Jennifer. Inhala exhala . Fuerza. Volvió a abrir los ojos y esta vez todo era mucho más claro y nítido. Caminé con la cabeza gacha, no quería que vieran el color de mis ojos cuando cedía al poder de mi licántropo si pasaba a alguien . Llegué frente a unas escaleras y me detuve, sin saber qué hacer. Podía escuchar muchos gritos provenientes de abajo, como si se estuviera llevando a cabo un debate, así que definitivamente habría algo que descubrir. Tenía mucha curiosidad, así que no tuve demasiados problemas y comencé a bajar las escaleras, hasta llegar al último escalón.
- ¿ Quién eres? - Jadeé, casi saltando en el acto, desconcertado por el miedo del momento. Puse los ojos en blanco ante mi reacción exagerada. Tenía el corazón en la boca y mis cinco sentidos estaban súper desarrollados, bien hecho Jennifer.
- ¿ Hablas mi idioma? - Continuó el chico frente a mí, al no haber recibido respuesta de mi parte a su pregunta. Ya era hora de remediar mi error.
- Soy Jennifer y sí, hablo el mismo idioma que tú. - Extendí una mano hacia él para presentarme y me sorprendí bastante cuando, antes de estrecharla y devolverme la presentación, la miró indeciso.
- ¿ Eres nuevo? Nunca te he visto. - No me dijo su nombre, pero continuó con su interrogatorio. Interesante. Esto me hizo comprender que definitivamente era alguien quien se ocupaba de la seguridad de la manada.
- Llegué hace poco, sí. - No quería revelar todo sobre mí de inmediato, también porque no sabía si realmente podía confiar en él. ¡Ni siquiera sabía su nombre!
- ¿Omega? - Levantó una ceja escéptica. Entendí su reacción, además porque no tenía nada de omega. No era débil, no era tímido, no bajaba la mirada.
- No.- Afirmó con frialdad, fijando mis ojos en los de ella . Era hora de ver cuál de los dos apartaría la mirada o bajaría la mirada primero.
- ¿ Solitario? - Preguntó dando un paso hacia mí. Hice uno atrás.
- No. - Fue mi turno de levantar una ceja escéptica. Habría esperado un poco más de valentía y practicidad por parte de alguien a cargo de la seguridad.
- ¡ Veo que eres bastante hablador! - Comentó burlonamente mientras inspeccionaba mi cuerpo con demasiada atención. No me gustó nada esa inspección, pero él fue el primero en apartar la mirada.