*CAPÍTULO 5; FELICES DIECISIETE, IRINA*
Los días han transcurrido velozmente, la verdad es que me he mantenido con la sensación de que permanezco dentro de un sueño.
Ya mañana será mi cumpleaños, no he visto al Maestro tanto como quisiera, él me ha asegurado de que su trabajo lo mantiene ocupado, así que después de todo lo que hace por mi, me mantengo en silencio y sumisa. Por el contrario he tenido muchas visitas; un hombre muy elegante llamado Ellan, se ha encargado del cuidado de mi piel y mi cabello, además de mis manos, ahora tengo hermosas uñas que parecen sacadas de revista. También ha venido la señorita Aura, ella es una mujer tan refinada que después de una semana junto a ella, aún sigo sintiéndome intimidada; ella se ha encargado de mostrarme la mejor manera de vestir, como caminar de forma que balanceo mi cuerpo en un lento vaivén, me ha mostrado las posturas correctas para sentarme, cómo debo pararme, la posición que deben tener mis manos, cómo debo moverlas al hablar, me ha ayudado a ser más delicada y femenina, me quedo sorprendida con todo lo que he logrado, en ocasiones me miró al espejo y no puedo reconocerme, estoy dando unos cambios abismales. Y por si todo eso fuese poco, también ha venido la señora Mercedes, una mujer regia y muy disciplinada, me ha enseñado un montón de normas sociales, reglas de etiqueta como ella les llama; cómo debo tomas la copa, cual cubierto usar para cada ocasión y cada comida. Nunca hubiese imaginado que el tenedor de la pasta no es el mismo que debe usarse para las ensaladas, ni que la cuchara de sopa no es la misma que se usa para el postre, ni que las copas de vino son distintas a las de agua y a las de Champagne, que el vaso de whisky no se usa para servir martinis y como esa, muchas otras normas más, ha sido mucho por aprender, pero me esfuerzo muchísimo para no perder detalle de nada y así poder ganarme las alabanzas del maestro, él me asegura que avanzó con más rapidez de lo que creería posible.
La verdad es que me he sentido abrumada con todo lo que he tenido que estudiar, además de un profesor que me ayuda a mejorar mi lectura, mi escritura, y por si no fuese suficiente, estudio tres idiomas, no se para que van a servirme, pero el maestro me asegura que toda chica refinada y que se mueva en el mundo que yo espero hacerlo, debe manejar al menos un buen Italiano, francés y alemán, el maestro me ha dicho que él nació en Alemania y que posiblemente en algún futuro viajemos allá, eso me emociona. Siento que es más de lo que puedo manejar. En ocasiones cuando voy a la cama, los dolores de cabeza amenazan con impedirme el sueño.
Sueño que solo logró conciliar con algún medicamento y un té para dormir, se debe estudiar mucho para convertirse en una seductora.
Lo peor de todo es que después de un par semana de estudios intensivos, no logro alcanzar la perfección que busco. El Maestro, me ha dicho que es imposible que lo haga perfecto todavía. Solo llevo un par semana estudiando, y debo confesar que aunque sus palabras me causaron un poco de alivio, no pudo evitar del todo la tristeza de mi alma.
Quería ser perfecta.
No quiero decepcionarlo. Él ha hecho mucho por mí
Me voy a la cama pensando en que mañana será mi cumpleaños número diecisiete, y con un dolor de cabeza calándome en lo más profundo. Ingiero la pastilla y me acuesto ansiosa por el día de mañana.
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Los rayos del sol entran a través de mi ventana, parpadeó lentamente, para luego abrir los ojos de lleno. La habitación está hermosamente iluminada por la claridad matutina. Me levanto y entró inmediatamente al cuarto de baño. Me ducho, lavo mis dientes, seco mi cuerpo y mi cabello. Esparzo crema hidratante en toda mi piel.
Ellan, me ha dicho que esa debe ser mi rutina matutina y también la nocturna, así mantengo mi piel hidratada, suave y tersa al contacto.
Estoy ansiosa por el día de hoy, salgo de la habitación y me detengo sorprendida.
—¡Felices diecisiete, Irina!— el Maestro se encuentra de pie junto a la cama, sobre ésta ha colocado muchas cajas de regalo. Los diferentes colores en los papeles, brillan alegres, todos son de distintos tamaños, me siento tan feliz y hasta con ganas de llorar, nunca antes había recibido un regalo de cumpleaños.
—Maestro. . . muchas gracias. No debió molestarse— me siento un poco incómoda ya que mi cuerpo solo está cubierto por una toalla de baño y mi cabello cae con delicadeza sobre los hombros.
—Nada de molestias, es un día especial pequeña. No siempre se cumplen diecisiete.
—Gracias— le sonrio abiertamente, olvidandome de lo mucho que puede llegar a intimidarme en ocasiones.
—Te dejaré para que te vistas— me recorre con la mirada y un escalofrió pasea por mi espina dorsal— te esperaré en el desayunador. Espero disfrutes de los obsequios.
—Así será— respondo segura. El Maestro tiene un gusto exquisito. Dudo que pueda equivocarse otorgando un obsequio.
Lo veo marcharse y respiro un poco aliviada.
—¿Por qué me obsequia tantas cosas el Maestro?, ¿ No ha sido suficiente con todo lo que ya me ha dado?— me pregunto en voz alta. Recuerdo una de sus lecciones y enderezó mi cuerpo completamente— No seas tonta Irina. Regla número Cuatro; Una seductora nunca se abruma por los presentes. Los acepta, sonríe agradecida y los disfruta, porque sabe que es merecedora de ellos.
En aquellos envoltorios había de todo; vestidos, joyas, zapatos, perfumes. Todo aquello con lo que nunca llegué a soñar. Jamás pensé disfrutar de prendas tan exquisitas. Dentro de una caja había un hermoso bolso azul eléctrico, sonrío feliz.
Aquel bolso me había encantado cuando lo vi por primera vez en aquella lujosa tienda. No me había atrevido a pedírselo al Maestro, porque consideré que el precio era demasiado elevado, pero evidentemente el Maestro reparó en cuánto lo deseaba, me hace tan feliz que se de cuenta de esos pequeños detalles que pudiesen pasar inadvertidos ante cualquier otro ojo, con él no es así, el maestro siempre está atento a mis necesidades y siempre está dispuesto a cumplir hasta mis más pequeños caprichos, me hace sentir muy feliz tener a ese ángel alemán, que llegó a mi vida para iluminar lo todo.