Capítulo 4. Mi primer amor
Luis Carlos:
En Tablasa, julio de 1977
Como no estaba acostumbrado a consumir licor, por complacer a mi mamá, me entretuve con una bebida que me sirvieron, apenas llegué. De repente, Diego volvió a la mesa y me pidió que le acompañara. Me levanté y caminé detrás de este, sin quitar la mirada a la chica que me llamó la atención.
Era, una joven de piel blanca, contextura delgada, de estatura promedio, ni muy alta, ni muy baja. Asimismo, tenía unos ojos negros muy expresivos, que me hechizaron al mirarlos de frente. Ella, no me esquivó la mirada, sino todo lo contrario, me la sostuvo, pero no sonrió conmigo.
«¡Dios, qué bella!», pensé, sin quitar la mirada de ella. En ese instante, sacudió su lacio y largo cabello, de inmediato imaginé mi rostro envuelto en este, como una cortina.
«Parecía toda una mujer, sin embargo, no aparentaba más allá de dieciséis años. Hasta ahora, he estado con mujeres mayores que yo, para evitar cualquier tipo de problema», reflexioné muy pensativo, asombrado, que me llamará la atención, porque hasta ahora he evitado el contacto con las menores de edad.
Diego, me llamó y con esto me sacó de mis reflexiones, para presentarme a alguien. Así, conocí a la presentadora más famosa de la región, junto a su compañero de equipo. Ellos, me solicitaron que tocara una de mis piezas favorita. Sin dudar, caminé hasta donde estaba el piano de cola y me senté.
Una vez en este, solicité un micrófono adicional, el cual se colocó sobre el piano. Comencé de una vez mi ejecución con una de las clásicas de la agrupación musical; siendo está interpretada por mí y la cual dediqué a las mujeres hermosas que se encontraban ahí presente, pese a que en una sola, estaba fija mi mirada.
Inspirado, en esta hermosa jovencita, ejecuté varias piezas en las cuales puse todo mi corazón. Una vez que culminé, recibí fuertes aplausos de todos los presentes. Incluso, de las chicas sentadas en la mesa, en donde estaba mi musa de ese día.
—¡Plaf - plaf! ¡Plaf - plaf! —Aplaudían.
—¡Bravo! ¡Hurra! ¡Hurra! ¡Otra, otra! —Gritaban.
«Me emocionó mucho, que al volver la vista hacia la mesa en referencia, mi musa estaba de pie, aplaudiendo y gritando emocionada, al igual que sus compañeras. A ellas, les encantó mi música».
«¡Derribé su muralla!» Decreté satisfecho con una sonrisa, no tanto en mis labios, como en mi corazón, hasta mi alma, estaba feliz.
Como ellas gritaban que siguiera tocando, las complací y me volví a sentar para interpretar tres piezas más, dejando totalmente satisfecho al propietario de la agrupación y a sus invitados. Al terminar, esta segunda ejecución, Diego se me acercó, aplaudiendo.
—¡Plaf - plaf!
»¡Felicitaciones, Luis Carlos! Exclamó este— ¡Eres nuestra mejor adquisición! Y para muestra, esta ovación tan fuerte, de artistas que, como tú, pertenecen a este mundo artístico —aseguró el contento, mostrando una gran sonrisa.
«Sonreí satisfecho, no tanto por sus palabras, como por haber complacido a mi musa de esa noche. Ella, seguía aplaudiendo junto con sus amigas o compañeras de mesa, no sé», razoné, mirando con disimulo al grupo.
—¡Felicitaciones, Luis Carlos! —Expresó la presentadora, quien me abrazó y besó muy emocionada.
—¡Por favor! ¿Puedes acudir a mi programa de mañana domingo, como invitado especial? Te entrevistaré para que hables sobre tu trayectoria —manifestó ella, con una sonrisa seductora.
—¡Por mi encantado! ¡No creo, que haya hombre alguno que se resista a tan hermosa sonrisa! —Referí, consciente del efecto que hacía en ellas, mis palabras.
Puesto de acuerdo mi manager (ascendido esa misma noche) con ella y otros empresarios, organizó rápidamente una agenda de presentaciones y conciertos que debía realizar acompañado de la agrupación musical de Diego. A final de cuentas, creo que este, era el objetivo de la invitación.
Al volver a la mesa, solicité a mi manager que me buscara un contacto con la jovencita en referencia. Anhelaba conocerla. Me había movido el piso. En unos quince minutos, él mismo me condujo de forma disimulada hacia su mesa y me la presentó:
—¡Luis Carlos! —Me dijo, con una amplia sonrisa, Kiko— Te presento a Victoria Vélez, su papá era otro de los accionistas de la agrupación musical, Don Álvaro Vélez —anunció este con una mirada de preocupación.
De inmediato, me acerqué a ella, recordando que la señora Rosa Elena Londoño, viuda de Vélez, es también dueña de la agrupación. Ambos fueron miembros de la élite, una de las familias más ricas y con más poder, en el país. La señora, era muy presumida, mientras él, fue una persona muy humilde, lástima que ya murió.
—¡Es un honor y un placer, conocerte Victoria! ¡Eres muy hermosa! —Alegué admirado, por su belleza, ofreciendo mi mano para presentarme y saludarle. Mi manager se me acercó y casi al oído me susurró:
—¡Cuidado! Solo tiene doce años —me aseguró este.
Me quedé admirado, puesto que le calculaba unos dieciséis años. En todo caso, se veía como toda una mujer e incluso madura, no parecía tener esa edad. Se notaba muy desarrollada, sensata, juiciosa, hasta en su forma de expresarse ¡bueno, en todo!
Ella, extendió su delicada, fina y suave mano, la cual besé en el dorso. Hice una inclinación con mi cabeza ante ella, sin quitar la mirada de sus preciosos ojos negros, bastante expresivos y los cuales sonreían como lo hacían sus labios.
—¡Para mí, también es un honor! ¡Cantas y tocas el piano maravillosamente! —Replicó ella, con una voz melódica, tierna, que me llegó al alma, sin soltar mi mano, la cual comenzó a sudar con el roce de la suya.
—¡Gracias! —Respondí caballerosamente, sin quitar la mirada a esta, experimentando fuerte corrientazo, en mi cuerpo. Ella, muy amablemente y con una sonrisa embrujadora, me invitó a sentarme en su mesa.
—¡En vista, que estás solo en tu mesa, quédate con nosotras! —Solicitó. Acepté de inmediato, sentándome de frente a ella, porque a sus lados, estaban sus amigas, las cuales me presentó.
De ahí en adelante, todo fue extraordinario, inicié una linda amistad con ella. Intercambiamos números telefónicos. Esa noche casi no pude dormir pensando en la adolescente que me movió el piso y la cual decidí respetar y esperar hasta que tuviera un poco más de edad, para hablar de mis sentimientos por ella.
«¡Me flechó!», admití antes de quedarme dormido.
Al día siguiente
Acudí a mi primera entrevista en televisión, a uno de los programas más populares y más vistos. Al llegar, me pasaron a un área de maquillaje, en donde me hicieron retoques, según ellos necesario frente a las cámaras, para reducir el brillo y fijar el maquillaje, ante el calor del estudio. La ropa era de mi manager.
Posteriormente, pase al área donde se llevaría a cabo la entrevista. Como era obvio, me preguntaron sobre mis orígenes. Me sentí orgulloso de hablar de mi origen humilde, proveniente de una madre soltera, como tantas hay en el mundo, quien me crio y basó mi formación humana, en principios y valores.
Finalmente, en escena había un piano elegante de cola, en el cual toqué algunas de las canciones clásicas de la agrupación. Para cerrar este, toqué una melodía inédita, propia, resultado de mi noche de insomnio por Vicky Vélez, mi musa, lo cual no mencioné.
Por último, fui despedido de este programa junto con mi manager como una verdadera estrella. Esta entrevista, fue el empujón, el impulso que necesitaba para dar a conocer mi talento en el país. Diría que esto me catapultó a la fama.
(***)
De ahí, vino una lluvia de entrevistas y presentaciones en los distintos canales de televisión del país. Me llovieron contratos, promociones, entrevistas, presentaciones y campañas publicitarias. Con todo esto, Kiko logró que se incrementaran mis ingresos en la agrupación musical.
En consecuencia, con todos estos nuevos ingresos provenientes de distintas fuentes, pude comprar a mi madre una hermosa casa, en una zona de mayor seguridad, en Coquivacoa. Ella, estaba muy emocionada; sin embargo, no quiso mudarse conmigo para Tablasa…