2. EL JEFE
Gael caminaba en medio de las personas que estaban alegres hablando, muchos lo saludaban y él como todo el caballero que era les devolvía el saludo.
Todas las mesas estaban ocupadas, en la tarima que estaba de lado norte había una hermosa pelirroja bailando muy sexy en un tubo, y en la tarima de la sur un bailarín, por las cuales las mujeres daban suspiros y hasta más.
—¿Qué tal la noche José? — le preguntó Gael al hombre detrás de la barra, quien ya sabía que debía prepararle una bebida a su jefe en cuanto él llegaba por ahí.
—Uff jefe, muy movida en especial al ser fin de semana.
—Sí, veo bastante movimiento — dijo feliz que todo marchaba de maravilla.
—También hay clientas nuevas y una me pidió quedarme un rato después de mi turno ¿me da permiso? — Gael le sonrió a José.
—Por supuesto, escoge una de las tres que hay. Sabes qué deben apuntarse para que no le quiten el lugar. — José asintió a su jefe, Gael tenía una habitación exclusiva para él y su aventura de una noche y tenía 3 adicionales para sus empleados que no bailaban y no ganaban un extra. Claro que no todos tenían ese privilegio, sólo los más leales, y los que llevaban años trabajando para él, como José, que tenía 5 años, justo cuando empezó a irle de maravilla apareció él buscando trabajo, y hasta el momento era uno de los mejores que tenía.
—Por supuesto jefe.
—Que disfrutes tu noche José. — Gael agarró su bebida para iniciar su recorrido por el lugar.
—Igualmente jefe — Gael levantó su copa para brindar por que así fuera.
Tal y como había dicho José, vio rostros nuevos y hermosos, pero había una mujer con cabello negro que fue la que más le llamó la atención, tenía unos hermosos ojos verdes, labios protuberantes, los enormes pechos quería salirse del vestido que llevaba puesto, está increíble para una noche de buen sexo, llamó a un camarero y le dijo que llevara unas bebidas y bocadillos y dijera que iban de parte de él. El hombre obedeció de inmediato a su jefe, las mujeres miraron a quién enviaba los tragos y al ver a Gael todas querían llamar su atención, con su copa en la mano Gael volvió a levantarla como hacía rato le había hecho a José. Le guiño un ojo a su presa y siguió con su recorrido, más tarde vendría para saber si alguien más no la había ocupado ya.
Cuando llegó al detrás de los camerinos de hombres encontró a Mason, quién venía del de mujeres.
—¿Qué tal va todo?
—Muy bien Gael, el único problema es que hoy ya no caben más clientes, parece que todo el estado quiso venir.
—Tendré que mandar hacer el lugar más grande — Mason se río al escucharlo.
—Estás loco. Quería avisarte que ya mandé a poner el anuncio en el periódico, esperemos que a partir de mañana vengan nuevas candidatas, así puedan entrar de una vez el lunes. — Gael asintió.
—Está bien, las vamos a elegir tú y yo, sabes que Rachel e Indiana no escogerían a ninguna, las echarían con tal de que ninguna se me acerque. — Mason puso sus ojos en blanco.
—Esto es una estupidez Gael, deberías de tenerlas a tiempo.
—Lo sé, lo sé. ¿Entonces cuento contigo para entrevistar a las chicas?
—A Jenny no le gustará — dijo divertido — pero ahí estaré. — Gael le sonrió a su amigo — por cierto Jenny cumple 27 años la próxima semana y quiero hacerle algo aquí, en uno de los salones.
—Por supuesto, puedes usar cualquier salón que esté disponible y no lo hayan alquilado para alguna actividad.
—Gracias.
—No tienes nada que agradecer, sabes que no te veo solo como un socio o mi guardaespaldas, eres mi amigo, una de las pocas personas que creyó en mí, has estado conmigo por 10 años y es algo que no tengo cómo agradecer.
—No tienes que — dijo mirando hacia la tarima donde una hermosa rubia subía. — Voy a ver a mi esposa. — Gael miró hacia la tarima y en efecto ahí estaba Jenny, bailando muy sensual.
—Bien, ve, no hace falta recordarte que hay que estar pendiente y también que disfrutes de tu noche.
—Así será jefe.
Gael duró un rato más, hasta que llegó a la parte de los casinos, una parte muy hermosa también del lugar, donde un hombre estaba dando problemas.
—¿Qué pasa aquí? —preguntó con su voz de mando.
—Jefe que este hombre aparte de borracho, ladrón, jugó y apostó ahora no quiere pagar. — Gael lo miró enojado.
—¿Cómo te llamas?— preguntó impaciente
—Federico Mills y eso de que no quiero pagar es mentira, les dije puedo darles a mi hija, creo que la muy inútil aún es virgen — dijo riendo muy despreciable cosa que hizo que a Gael le diera asco.
—¿Qué has dicho? Eres un maldito, aquí no prostituimos a nadie, mucho menos lo obligamos a estar aquí. Debería darte vergüenza hablar así de tu hija. —Federico se levantó aún más enojado.
—No me interesa lo que usted piense, si no la quieren aquí otro la va a querer, incluso.. — por un momento Federico se quedó pensando algo que nunca había hecho y su mirada se oscureció al pensar en el cuerpo de su hija, Gael supo de inmediato lo que ese maldito enfermo estaba pensado y no pudo evitar lanzarle un golpe que lo llevó al suelo.
—Eres un cerdo, además de un hombre despreciable — hizo señas con su mano y varios hombres de seguridad llegaron a su lado. — Lleven a este parásito abajo y no lo dejen salir hasta el lunes. — Gael vio cómo el hombre maldecía mientras lo llevaban a rastras, al menos había salvado a una inocente de algo tan despreciable, esperaba que cuando se le pasara la borrachera no pensara otra vez esa atrocidad.
Estaba algo cansado, y estresado la noche había sido agotadora pero como siempre muy productiva, a solo una hora para que el club cerrara, la misma mujer que había aparecido iniciando la noche se detuvo delante de él, y no pudo evitar mirarla ahora de pies a cabeza, y definitivamente no se había equivocado.
—Hola — dijo tímida — soy Irina, y no había podido agradecerle por lo que envió a nuestra mesa. — Gael como todo un don Juan sonrió, como solo él sabía, haciendo que la pobre mujer tuviera casi un orgasmo de verlo.
—No fue nada, ha sido un placer poder hacer algo por mujeres hermosas. — su voz era profunda y sensual — ¿Quieres una copa?
—Yo… bueno, ya pensaba irme — dijo dudosa y Gael sonrió, conocía el juego de las mujeres que llegaban ahí, todas eran iguales.
—¿Tan pronto? Pero si lo mejor de la noche apenas empieza — Gael se acercó hasta que estuvo a centímetros de la boca de Irina.
—Estoy comprometida, es mi despedida de soltera.
—Mejor aún, yo puedo hacer que goces tú última noche como mujer soltera. Yo no soy un hombre de relaciones. — dijo restando importancia a que fuera a casarse. Cuando la dichosa mujer pensaba hablar Gael la interrumpió con un beso, no estaba dispuesto a perder su tiempo si ella se dejaba llevar se la cogería por un par de horas, sino buscaría otra aventura, no le rogaría a una mujer.
Pero para emoción de él, la mujer no perdió el tiempo tampoco, sabía que a eso venía.
Su beso cargado de pasión y fuego lo detuvo, para tomarla y dirigirla a su habitación exclusiva ahí mismo, en varias de estas ya se veían que estaban ocupadas, así que ahora él también iba a disfrutar.
Recorrió los pechos exuberantes de la mujer, que no muy a lo lejos se veían operados, pero a él le daba igual, pronto el vestido estuvo en el piso, al igual que las demás ropa. Gael chupo y mordió los pechos de la mujer con ganas de gastarlos.
Pronto la habitación se convirtió en jadeos y gemidos, llevándolos a ambos al éxtasis, una vez Gael se desahogó, salió de ella, se quitó el condón lo tiró en el pequeño basurero que había, y empezó a vestirse.
—¿Te vas? — dijo la mujer desesperada por volver a tener sexo con él.
—Sí, olvidé decirte que sólo tengo sexo con la misma mujer una vez y nosotros acabamos de tenerlo, ahora lo único que quiero es irme a mi casa y dormir. Y tú tienes que irte a preparar para una boda — una vez listo se giró hacía ella. — que tengas una hermosa vida de casada. — dijo sin más antes de salir de esa habitación.