Capítulo 6
La clase de Literatura había ido muy bien. Era de las pocas materias en las que adoraba estar. Pero mi buen humor cambió cuando salí de la clase con Jacky a mi lado, y observé a Julián conversando con Connor Seid, su mejor amigo, a unos metros de nosotras. Quise lucir indiferente pero cuando la mirada de Julián recayó sobre mí, mi cuerpo parecía vibrar de una energía electrizante. Intenté desviar la vista de él, pero no podía.
Era como si fuéramos imanes.
La sonrisa de Julián apareció cuando empecé a pasar enfrente de él, y yo hice mi mejor intento de ignorarlo. Cuando estuve a unos metros a salvo de su presencia, al fin pude respirar tranquila.
—Solo falta que te subas la falda para que vea que tan mojada estás por él—dijo Jacky, riéndose a mi lado—, eso sería más directo y eficaz.
Miré a Jacky irritada. Ella tenía una forma de decir las cosas que me sacaba de quicio. No se callaba en lo que opinaba, solo las decía. En síntesis, demasiado honesta para mi gusto.
—Cállate, Jacky.
Mi amiga se volvió a carcajear hasta que llegamos a nuestra segunda clase: Algebra. Era una materia que odiaba y quería al mismo tiempo. La odiaba porque tenía una guerra sangrienta con los números y a veces sentía que era imposible que entrarán a mi cabeza. Y la quería porque era la única clase en donde mis cuatros mejores amigas y yo estábamos juntas. Pesé a que Jacky parecía no importarle burlarse de mi situación actual, la verdad es que no era así. Estaba preocupada, pero intentaba que la presión de lo que significaba para mi vida, no se notará tanto. Me daba cuenta de ello al no indagar más en el tema. Pues sabía que necesitaba procesar todo lo que significaba para mí.
Al entrar al aula, observé que estaba Michí y Mayte esperándonos en la última fila de sillas, pero no Albina. Lo que me hizo fruncir el ceño, extrañada, pues ella no era de faltar. Sobre todo, en Algebra. Era una de sus materias favoritas, y la alumna más aplicada de Royal Diamonds. Incluso el director le había hecho una ceremonia por haber ganado el premio de primer lugar en una competencia de ciencias a nivel nacional.
—¿Ha sucedido algo? —cuestionó Mayte, mirándome con sus ojos grises azulados—, ¿Por qué esa expresión? ¿Estás bien?
Estuve por hacer una mueca por su mirada aguda. No me extrañaba que Mayte se hubiera dado cuenta enseguida de que no estaba del todo bien. Después de todo, ella siempre era la más receptiva de todas nosotras, y también era la voz de la razón en nuestro grupo. De alguna manera, era como la contra parte de Michí que era un poco más alocada.
Está ultima parecía haber nacido sin un filtro entre su cerebro y boca. A veces tendía a soltar comentarios escandalosos en momento muy inoportunos. Un ejemplo de ello fue cuando descubrimos la llegada del nuevo profesor de inglés, y dijo que le gustaría cogérselo apenas entramos a su clase. Para suerte de ella, nadie la oyó. Pero, eso no evitó que hubiera tenido ganas de taparle la boca en ése mismo instante. Siempre me había preguntado cómo es que seguía virgen. La verdad sea dicha, ése dato iba a quedar como uno de los grandes misterios del universo. Pues no había nadie más obsesionada con el sexo que ella.
—Más o menos—respondí a Mayte, mientras colocaba mis cosas en mi silla—, ¿Dónde está Albi?
Mayte observó cómo me sentaba en el asiento vacío que estaba entre ella y Michí. Jacky, por su parte se colocó a la izquierda de Mayte.
— ¿No recuerdas que ella ya aprobó esta materia? —cuestionó Mayte.
La miré sonriente, acomodada en mi lugar.
— ¿Y qué? —dije—, Ella siempre está aquí y más porque es la única clase en donde estamos juntas.
La chica de cabello rojizo y que estaba a mi derecha se inclinó sobre su asiento, mirándome.
—Ah, pero el maestro Dawson la mandó a llamar, al parecer quiere que le de tutorías a Seid—dijo Michí con una sonrisa maliciosa—, Las calificaciones de él están yendo mal.
—¿Seid? —cuestioné, mirándola sorprendida—, Como Connor Seid.
—El mismo—contestó Michí, mostrando una sonrisa traviesa.
Fruncí el ceño.
—Pero a ella le cae pésimo— expuse extrañada por la decisión del maestro ya que una vez había sido testigo de un encuentro entre ellos. Lo que era decir poco. El mejor amigo de Julián se había salvado de ser arrollado por una Albina furiosa. Y ella había tenido motivos para hacerlo. Mi amiga había estado estudiando y él simplemente le arrebató un libro con la condición de que le diera un beso en retribución. La respuesta de Albina fue una patada en sus preciados tesoros de chico.
—Es lo que le decía a Michí—dijo Mayte, haciendo que volteará a verla—, eso va a hacer todo un desastre. Temo por Albi.
Michí buscando apoyo, se inclinó más sobre su asiento.
—Ay por favor, no le sucederá nada. Si al caso deberíamos de llamar a Julián para que proteja a su amigo de nuestra Albi. Además, un poco de emoción a la vida de ella no le vendría mal—dijo Michí, mirando a Jacky—, ¿no crees, Jacky?
—Lo creo—respondió la rubia. Negué con la cabeza. Ni siquiera me sorprendía que estuvieran de acuerdo las dos. Eran muy parecidas en ése aspecto.
Michí sonrió triunfal.
—Lo sé, el que este virgen no quiera decir que no quiera emoción en mi vida y si se llama Julián—suspiró profundo mientras me veía con una sonrisa—, mucho mejor, ese chico me encanta. Tiene todo lo que deseo. Grande, grueso y…
—Michí—reprendió Mayte a mi lado, interrumpiéndola para evitar que dijera algo más. «Gracias a Dios por las pequeñas misericordias»
Jacky se echó a reír.
—Más emoción que acaba de tener Johana—dijo Jacky, interviniendo—, realmente no lo creo.
—No digas nada, Jacky—advertí mientras la miraba enojada por su boca floja. Pero ella simplemente sonrió más. No obstante, el anzuelo se había echado. «Joder»
—Por eso tienes esa cara Johana, ¿Por Julián? —preguntó Mayte a mi lado, y viéndome atentamente—, ¿te hizo algo malo?
Negué con la cabeza.
—No, y tampoco estoy así por él—respondí, aunque tampoco pregunté qué expresión tenía. ¿Me veía tan mal para que fuera tan obvio que algo me pasaba?
—Mentirosa—contradijo Jacky a su lado—, ella y Julián estuvieron juntos el sábado.
Jadeé en voz alta. Pues ella había dicho algo que sonaba mal. Aunque fuera cierto.
—¿Estuvieron juntos? —cuestionó Michí a mi lado. Volteé a verla, esperando no ver su tristeza, pero aparte de la curiosidad en sus ojos, no había nada más. Suspiré de alivio.
Miré sus ojos color miel verdosos.
—Solo nos encontramos—respondí, queriendo dejar de ser el centro de la conversación—, nada más.
—¿Del tipo sexual? ¿Ya sabes, del divertido?
—¡No! —respondí rápidamente, alarmada.
—Ay que alivio—dijo Michí, haciéndome sentir peor.
Jacky me vio y decidió intervenir.
—Michí por Dios, nena. Supéralo—declaró ella—, es más que obvio que Julián está caliente por Johana.
—Mira, Jacky—dijo Michí—, ese hombre. Porque es un hombre y no un chico, me desea.
¿Por qué siquiera seguían hablando de él? Julián no era importante en nuestras vidas. Era una suerte que todos los demás estaban en sus asuntos que nadie prestaba atención a lo que hacíamos o decíamos.
—Chicas—las llamé—, ¿pueden dejar de pelear por ése idiota por una maldita vez? Además, no pasó nada.
—Quizás no el sábado—contradijo Jacky—, pero hace rato en el pasillo si sucedió algo.
Volteé a ver a Jacky con ganas de estrangularla. Iba a cometer amigacidio.
—¿En el pasillo? ¿Ahora? ¿Qué paso? —empezó a cuestionar Mayte, por segunda vez.
Nuestra rubia miró a Mayte, dispuesta a decirlo todo.
—Fue un momento algo intenso—respondió Jacky—, estoy segura que a Johana se le mojaron las bragas cuando él la abrazó.
Miré a Mayte y negué con la cabeza. Para que viera que Jacky estaba exagerando.
—Eso no es cierto.
— ¿Te abrazó Julián? —preguntó Michí, a mi lado.
Para éste momento, sentía que estaba por marearme con tantas volteadas de cabeza.
Nuestra rubia amiga se inclinó sobre su asiento para mirar mejor a la chica de cabello rojizo.
—No te pongas triste, corazón—dijo Jacky—, estaba destinado a suceder. Ellos se aman en secreto.
¿Destinado a suceder? ¿Amarnos en secreto? ¿Julián y yo? Claro que no.
La sonrisa volvió aparecer en el rostro de Michí.
—Entonces...—empezó a decir ella—, Si Johana se lo coge. ¿Puedo hacerlo yo después? Sin romper el código de chicas, ¿verdad? Como a ella no le interesa…
Miré a Michí, sintiendo ganas zarandearla. Mayte pareció darse cuenta de eso, ya que decidió intervenir.
—¿Eso es lo único que te interesa, Michí?
Michí miró sonriente a Mayte.
—Pues claro—contestó—, ese chico está muy bueno y quiero cogérmelo. Lo siento, Johana, pero es la verdad.
Su mirada estaba llena de disculpas. Lo que me irritó.
Me crucé de brazos mientras la veía.
— ¿Por qué me pides perdón a mí?
Michí me sonrió divertida.
—Nena, aunque quiera a Julián para mí. Es obvio que lo quieres para ti sola.
Negué con la cabeza.
—Pero no lo quiero.
—Entonces, ¿por qué estás enojada de que tenga algo que ver conmigo?
Iba a replicarle a Michí, pero el maestro de Algebra entró con Albina detrás de él, y ya no pude negar nada. Porque yo no estaba celosa. Porque yo estaba bien.
Perfectamente, en realidad.
(…)
Cuando Jacky me llevó a mi casa, mande un mensaje al grupo de WhatsApp donde las citaba a todas a mi casa para contarles el rumbo que iba tomar mi vida. En el peor del caso, mataría a Julián. En el mejor, bueno no quiero pensar en el bueno. Eso no iba a pasar, así que no había motivo para pensarlo si quiera.
Al entrar a mi casa, encontré a Horacio y a mi madre en la sala. Lo único que pude decirles fue que iban a llegar mis amigas en un rato. Mi madre asintió para volver acurrucarse al lado del padre de Julián. Jacky a mi lado vio la escena con el ceño fruncido. Pero no dijo nada. Solo me echó una mirada con mucho significado. ¿Cuál? Ni siquiera quería saber. Pero parecía de preocupación. Media hora después, todas habían llegado a excepción de Albina.
Miré a Mayte, pues ellas tenían la última clase juntas.
—Te aseguró que venía, ¿verdad?
—Sí, ella vendrá—contestó ella—, me dijo que tan pronto terminaran sus tutorías, estaría aquí.
—Es muy tarde—dije viendo la hora—, ya debió salir.
—Tal vez se está cogiendo a Connor en la biblioteca—declaró Michí mientras se veía las uñas y se calló cuando la vimos todas—, ¿Qué? Es una buena teoría. Lo tienen que admitir.
Negué con la cabeza.
—Michí ¿cómo es que sigues virgen? —cuestionó Mayte, sonando sorprendida—, Solo estás pensando en sexo.
Es la duda que siempre tenía.
—Porque esperó por Julián.
Esta chica por ratos me irritaba.
—¿Puedes dar un adelanto? —intervino Jacky, desde la cama—, Es que David quiere verme en una hora.
Michí a su lado, la miró con irritación.
—Solo porque no veas a tu macho por un rato, se va a ir con otra, Jacky. Déjalo respirar.
Jacky vio como Michí se acostaba a su lado.
—Mira quien lo dice, la que quiere quitarle el galán a la amiga.
Volteé a ver a Jacky de golpe.
—Julián no es mi galán.
—Nunca dije tu nombre— contestó Jacky con una sonrisa, y tanto Michí como ella, se echaron a reír por dejarme sin palabras y con la boca abierta. Y antes de que todo fuera más bochornoso, se callaron abruptamente cuando la puerta se abrió de golpe, y entró Albina enfurecida. «Joder, ¿ahora que le hecho Connor para que estuviera así?»
Fácilmente se me ocurrían varias posibilidades. Ninguna buena.
—A ese estúpido idiota lo voy a matar—dijo la morena con ira mientras dejaba la mochila a un lado de la puerta—, Es que lo odio, ¿acaso no sabe poner un estúpido tres arriba? ¿Están idiota en no saber que tiene que llevar el tres? Me daban ganas de meter el tres por el...
—Dios—la interrumpí—, tranquilízate, nena.
Albina respiró profundo mientras nos veía a todas, y sonrió con disculpa.
—Lo siento, es que Connor me pone furiosa.
—Sí, nena—contesté—, como que nos dimos cuenta de eso.
—También estás igual—declaró Mayte, desde el balcón de mi habitación, donde se había sentado hacía medía hora, desde que ella había llegado. Su mirada era neutral, sin malicia, cuando volteé a verla.
—Por favor, tú no—pedí.
Mayte desvió la vista, como si le causará indiferencia mi comentario. Pero sabía la verdad, ella no buscó decir algo, decidió empatizar conmigo y no unirse a las demás.
—Bien, olvida lo que dije—dando por terminado su comentario. También desvié la vista, y me di cuenta de que Albina estaba sentada en mi cama, al lado de Jacky.
Tener cuatros pares de ojos mirándome con fijeza, me hizo sentir nerviosa. Aunque no entendía la razón. Las chicas enfrente de mí eran mis amigas. Habíamos pasado por algunas cosas caóticas en el pasado. No era como si no supieran mis momentos vergonzosos. Aun así, no sabía por dónde empezar.
Respiré hondo y solté el aire lentamente.
—Por Dios, nena—dijo exasperada Michí, mirándome—, Suéltalo de una vez. ¿Qué tan malo puede ser lo que piensas decirnos?
Jacky soltó una risita.
—Realmente no tienes ni idea—respondió ella a su lado, ganándose una mirada confundida de Albina y de Michí—, si supieras lo que te quiere contar Johana, sabrías la razón del porque no quiere decirlo en voz alta.
—Cállate, Jacky.
Sabiamente, lo hizo.
—¿Qué sucede, Joha? —preguntó Albina, volteando a verme preocupada.
Bajé la mirada, sin saber cómo comenzar. Abrí mi boca, lista para hablar. Pero ya era demasiado tarde, Jacky habló antes de que lo hiciera.
—Johana y Julián serán hermanastros—anunció ella, como una bomba.
— ¡¿QUE?!—exclamaron al unísono las chicas.
Miré enojada a Jacky.
—¡JACKY!
Jacky se encogió de hombros.
—¿Qué? —preguntó de forma inocente—, lo siento, pero no te animabas y tuve que decirlo yo. Además, esto es como la virginidad.
—¿Ah sí? ¿Y cómo eso? —preguntó Michí a su lado, interesada.
Jacky sonrió maliciosa, girando su rostro para ver a la pelirroja.
—Pues que tiene que ser de un golpe y aunque sentirás el ardor, al final te vas acostumbrando y créeme hasta lo vas a disfrutar.
Michí igualó su sonrisa.
—Gracias por el dato. Lo tomare en cuenta.
—Un placer servirte, Michí.
—Placer es lo que voy a sentir—dijo la otra, olvidando el tema central. Lo que me hizo sentir aliviada. Un poco.
—Explícate, Johana—pidió Mayte, ignorando a las dos chicas que se metieron a una conversación interesante para Michí—, ¿Cómo es eso de que Julián y tú serán hermanastros?
—Pues eso, Mayte—contesté—, mi madre y el padre de Julián piensan casarse.
—Estás diciendo que la cena…—empezó a decir Mayte, pero no terminó su oración. Me dio la oportunidad de contar todo lo que había pasado.
Asentí, acercándome a la cama con las demás chicas.
—Fue un desastre total—empecé a contar, una vez que me senté a un lado de Albina y las miré a cada una—, ni siquiera pude procesar todo lo que estaba pasando cuando de repente observé que Horacio ya estaba pidiéndole matrimonio a mi madre.
—¿Se lo pidió el sábado? —cuestionó Albina sonando confundida—, ¿Para eso era la cena? Creí que solo era para que se conocieran mutuamente. Como ya eran una relación seria y todo eso. ¿Cómo es que se comprometieron así de rápido? ¿Y a tres meses de conocerse? ¿No es muy rápido todo? ¿Cuál es la prisa?
Suspiré.
—Exactamente. Realmente no sé en que estaban pensando para querer las cosas tan rápido. Pero lo hicieron. Dios…—dije, recordando todo—, me había sentido tan confundida. Sobre todo, cuando vi a Julián en la puerta de mi casa. Creí que iba a ser una jugarreta o algo por el estilo. Pero simplemente empezó a hacerme una conversación de lo más…
—¿Sexual?
Miré irritada a Michí por la pregunta.
—No, no ése tipo de preguntas—respondí mintiendo.
—¿Y que más pasó? —cuestionó Albina, mirándome.
—Pues intenté correrlo de mi casa, como les dije creí que había venido a arruinar la cena o algo así—negué con la cabeza, por lo tonta que había sido¬—, y el maldito idiota ni siquiera me dijo la razón de su visita. Solo dijo que no podía irse, aunque quisiera.
—¿Así te lo dijo tan cuál? ¿Y ni siquiera así sospechaste lo que iba a pasar o quien era realmente? —preguntó Jacky.
Volví a negar con la cabeza.
—No, ni siquiera así lo sospeché—respondí—, y después todo ocurrió demasiado rápido. Ni siquiera pude prestar atención a nada. Él no dejaba de verme. De hacerme entender que iba a ser mi vida una pesadilla de ahora en adelante. Y lo peor de todo es que nuestros padres no se van a esperar, tienen pensado casarse en un mes y aún más peor, se iran por dos semanas de luna de miel. ¡Dos semanas que estaremos nosotros dos completamente solos, chicas! ¡Será un maldito infierno! ¡Casi puedo visualizarlo!
—Lo siento, nena—dijo Albina mientras pasaba un brazo por mis hombros y me abrazaba. Me dejé caer en su cuello. Cansada de todo y buscando el consuelo que deseaba.
—Pero lo más mortificante de todo es que mientras mi vida se desmoronaba enfrente de mí, no dejaba de desear que no fuera seria la relación que tenía Horacio con mi mamá. Soy una maldita mala hija. ¿Cómo puedo desear eso? O sea, mi mamá ama a Horacio. Pude verlo.
—No eres mala hija—dijo Mayte detrás de mí, escuchándose más cerca—, simplemente estabas en una etapa de negación. Querer dos cosas que se dirigen en direcciones opuestas hace que sea complicado de decidir. No sabes que querer, y a veces, terminas perdiéndote en el proceso.
No negué nada, ni afirmé nada. Aunque de alguna manera, sentía que tenía razón.
El silencio se prolongó por un tiempo.
—¿Cómo harás para no tener sexo con él en esas dos semanas? —preguntó Michí en voz baja, haciendo que la mirará irritada—, no me mires así. Todas sabemos que te excita ese chico. Prácticamente te derrites en un charco cada vez que lo ves darte una sonrisa. No negaré que tiene una hermosa dentadura, pero nena, no controlas tus ovarios cuando estás junto a él. ¿Qué harás sin supervisión? O, mejor dicho, ¿qué no harán sin supervisión?
Un escalofrío recorrió en mi espalda por los múltiples escenarios que pasaron por mi mente.
—No ocurrirá nada mientras estemos solos—aseguré.
—¿Estás segura de eso?
—Completamente.