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Capítulo 5

Royal Diamonds estaba entre los cien colegios más prestigiosos de todo el mundo, y aparte de su buena fama, contaba con una historia trágica y un poco morbosa. En el siglo XVI, un Teniente con nombre Christopher Smith viajó hasta la otra parte del mundo. Donde se estableció por unas pocas semanas. Sin embargo, en su estancia descubrió la belleza de una esclava. La cual decidió hacerla su amante. Esas semanas, se convirtieron en meses y después en años. En la aventura, dicha esclava se embarazó. Lo que provocó que el Teniente Smith hiciera una locura para la época, pero motivado por el amor, decidió casarse con la mujer que lo había hechizado desde que sus ojos la observaron. Pero la tragedia llegó a la zona cuando un brote de Viruela apareció, dándose por resultado que la joven mujer muriera en cuestión de días al ser contagiada. Desconsolado, el Teniente se colgó en su recamara matrimonial. Su hijo, Christopher Smith II terminó siendo criados por los amigos del matrimonio, y cinco siglos después, su descendiente académico decidió formar una escuela en donde había sido el hogar del Teniente y su bella esposa esclava.

El castillo con forma cuadrangular y con tres pisos que acompañan, era una fortaleza que se mantuvo durante varias rebeliones en su época. No obstante, en el presente, era una mezcla de lo antiguo con lo nuevo. Pues los casilleros en los pasillos y la iluminación creaban algo más actualizado para nuestro tiempo.

Estaba subiendo las escaleras cuando sentí que alguien entrelazaba su brazo con el mío. Lo que hizo que diera un brinco del susto, pero al girar mi rostro, observé un cabello rubio y me di cuenta de que era Jacky.

—¿Estás bien, nena? —preguntó, al verme asustada.

—Creo que acabas de quitarme varios años de mi vida—dije, llevando mi mano a mi corazón, y esperar que dejará de latir rápidamente.

—Exagerada—soltó riéndose de mi expresión.

No dije nada, simplemente negué con la cabeza. Y juntas continuamos subiendo las escaleras, hasta el tercer piso.

—No respondiste a mi pregunta—dijo, girando conmigo en la escalera caracol—, ¿estás bien?

No la volteé a ver, Jacky podría darse cuenta de la verdad en mis ojos.

—¿Por qué no lo estaría? —cuestioné de vuelta mientras ambas observamos a una chica de penúltimo año pasar a nuestro lado. Su falda cuadriculada de color rojo lo indicaba.

—Por varias razones—respondió—, en primera, no has dicho nada sobre la cena del sábado y como te fue.

—Mandé un mensaje.

—El cual decía que ibas a contarnos hoy—continuó diciendo, sin importarle mi interrupción—, y ahora que venía para acá, te estuve llamando, pero parecía que no me oías.

—No me di cuenta de eso—dije, mirando sus ojos azules—, estaba pensando.

—¿En qué cosas exactamente?

Me encogí de hombros al mismo tiempo que llegamos al tercer piso. Donde estaban los de ultimo año. Los alumnos con pantalones y faldas de color verde rodeaban el lugar. Y en la parte de arriba, un chaleco negro con una blusa blanca en su interior. Acompañado de una corbata del color del verde. Similares al uniforme que Jacky y yo estábamos usando actualmente.

—Solo cosas—respondí, empezando a doblar hacia la izquierda, a donde nos tocaría nuestra clase de literatura. Pero antes de que pudiera avanzar un metro, unos brazos me rodearon desde atrás.

—Hola, Jacky—dijo la inconfundible voz de Julián, en mi oído—, ¿Johana te ha contado la buena noticia?

Jacky miró extrañada el brazo de Julián y se alejó de ambos al quitar su brazo del mío. Aunque no era para menos su confusión que mostraba su rostro. Julián y yo no éramos conocidos por andar tocándonos. Es más, ni siquiera nos acercábamos el uno al otro. Por el bien de ambos.

—No—respondió Jacky, sonando confundida—, ¿Cuál buena noticia?

—Deja de abrazarme, idiota—espete.

—Nuestros padres se comprometieron—declaró Julián, aun cuando intentaba deshacerme de su agarre.

—¿Qué? —cuestionó mi amiga, volteando a verme.

Intenté zafarme, pero Julián me tenía bien sujeta, con sus brazos que pasaba por mi cintura y hombros. No tenía escapatoria, y el idiota lo sabía y disfrutaba.

—Como lo oyes, Jacky—dijo Julián, sintiendo su respiración en mi cuello—, Johana y yo seremos hermanos.

Su comentario me hizo estremecer. De una mala manera, obviamente. Sobre todo, porque al estar muy juntos podía sentir como algo estaba duro detrás y la altura de mi trasero. Algo que se sentía muy bien y mal, al mismo tiempo. Sentí que mi rostro se enrojecía. De coraje, obviamente.

— ¿Johana? —me llamó Jacky, y al alzar la mirada, me di cuenta de que se encontraba divertida y al mismo tiempo sorprendida por la noticia. Pues realmente no sabía si era otra broma del chico que me tenía sujeta o si realmente hablaba en serio.

Deseaba responder sus dudas, pero no podía explicarle bien las cosas cuando Julián no me dejaba libre para hacerlo.

—Te dije que me soltarás, idiota—espete.

Me hice hacia atrás, buscando empujarlo. Pero al contrario de lo que creí, solo hizo que algo golpeará entre las mejillas de mi trasero. Un sofoco apareció de repente. «Joder»

—Yo que tú no haría eso, nena—dijo con voz ronca—, estás haciendo que sea difícil comportarme como un caballero.

Mordí mi labio para evitar gemir al sentir ese contacto. Y sus palabras.

Jacky se aclaró la garganta. Lo que hizo que terminará por ruborizarme por completo. En un momento de desesperación, levanté mi pierna y lo pisé fuerte en su calzado, pero, aun así, no se movió, el idiota no me soltaba. Estaba empeñado en que fuera su siamesa.

—Tendrás que intentar algo más—susurró en mi oído.

Giré mi rostro para verlo. Lo que hizo que me diera cuenta de lo cerca que estábamos. Un centímetro más, y nuestros labios podrán tocarse.

—Suéltame—espete con los dientes apretados. «Antes de haga más el papel de tonta»

Julián sonrió de forma traviesa.

—No te imaginas de lo mucho que disfrutaré teniéndote estas dos semanas para mi solito—susurró cerca de mis labios, para a continuación liberarme de golpe.

Al instante, me alejé de él. Dándome la media vuelta para enfrentarlo.

—Primero muerta, idiota—declaré furiosa mientras observaba sus ojos.

Julián mordió su labio inferior.

—De placer nena, de placer—terminó de decir, para a continuación, darse la vuelta y dirigirse al otro lado de las escaleras. Lo miré irse, al darme cuenta de que me estaba advirtiendo de lo que iba a pasar cuando estemos solos, me atravesó un estremecimiento por mi espalda. «Realmente estaba loco si creía que iba a pasar algo entre nosotros en ésas dos semanas»

—¿Algo que quieras contarme, mi queridísima amiga? —pregunto Jacky detrás de mí. Hice una mueca, pues sabía que este encuentro iba a ser un chisme jugoso para las chicas. Al darme la media vuelta, observé que estaba cruzada de brazos y que tenía una expresión de «Te pillé, amiga». Respiré hondo mientras veía hacia al techo, como si pudiera darme las respuestas del universo. Parpadeé varias veces al ver que no se desataba el apocalipsis en ése momento. «Eso seguro iba a distraer a Jacky de lo que acababa de pasar»

Los encuentros que tenía con Julián siempre me ponían así, irritada, furiosa, cachonda. Pero nunca en las anteriores veces, había sido como está ocasión. Esta vez había sido más intenso y era obvio que Jacky se había dado cuenta. Estaba segura que hasta un ciego se hubiera dado cuenta de lo que pasado entre nosotros dos.

Bajé la vista hacia mi amiga.

—Tengo que mucho que contarte—declaré, con obviedad.

Jacky se echó a reír. La muy ingrata.

—Si tienes que mucho que contarme—dijo sonriente, observándome caminar hacia ella—, pero no sólo a mí. También a las chicas, no se te olvidé.

Negué con la cabeza.

—Ni siquiera quiero pensar en lo que diría Michí cuando se enteré de lo que hizo SU Julián.

Jacky volvió a carcajearse, lo que atrajo la atención de varios chicos. Pero mi amiga ni siquiera los volteó a ver. Su corazón ya estaba ocupado por su novio. Un chico que se llamaba David, y que se había graduado el año anterior. Ahora él se encontraba estudiando en la universidad local llamada Ricks. La misma en la que mi madre había asistido hace varios años.

—Se pondrá celosa—dijo Jacky—, pero no tienes que preocuparte. Ya sabes cómo es ella, se le pasa el enamoramiento muy rápido.

—Sí, pero no deja de ilusionarse con Julián, dime algo ¿Qué le ve?

La malicia se manifestó en la mirada de Jacky. Tuve miedo por lo que iba a decir.

—No lo sé, déjame ver…—hizo un movimiento de estar pensado para después sonreírme—Tal vez porque es sexi, tiene un cuerpo de infarto, inteligente, follador excepcional...—se detuvo cuando la miré con la boca abierta por saber ése detalle—, ¿Qué? ¡Oye! Tengo novio, pero eso no quiere decir que estoy sorda. Todas las chicas que han estado con él, lo han dicho. Así que es evidente que son buenas fuentes de información.

A veces, Jacky era exasperante.

—¿Sabes, Jacky? Es mejor que no digas nada.

Busqué pasarla, pero ella caminó más rápido y se colocó delante de mí.

Su mirada azulada estaba llena de diversión.

—Claro que deseas que me callé, y eso es porqué te niegas aceptar de que Julián te atrae demasiado.

—No es cierto—contradije—, Él no me gusta.

—Dile eso a tus bragas mojadas.

Abrí mi boca para negarlo, pero no podía mentirle. La sonrisa de Jacky se hizo más grande.

—Te odio—dije con irritación.

Mi amiga se echó a reír.

—Claro que no. Me amas. Y como tu amiga, es mi obligación a hacerte ver la verdad.

Ni siquiera le respondí. Aun cuando estuviera equivocada.

Pasé a su lado para entrar a mi primera clase. Unos minutos después, Jacky se estaba sentado al lado mío, justo a tiempo en que vimos entrar al profesor de Literatura.

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