Capítulo 3
Al ser la única hija de mi madre, me habían enseñado qué los desayunos, almuerzos y cenas eran importantes para la comunicación. Así que cuando ella empezó hablar en medio de esta en peculiar, no me preocupé, o al menos eso fue antes de que ella hiciera su anuncio.
—Horacio y yo hemos decido que nos casaremos en un mes.
Levantando la vista para ver si bromeaba, me la encontré sonriente y feliz. Aunque observe la duda de su rostro, y me di cuenta de la razón. Esperaba mi aprobación de ese hecho.
Fue cuando prácticamente enloquecí.
— ¡¿No crees que vas muy rápido?!
El silencio que lleno la habitación me hizo darme cuenta de que había hecho esa pregunta en voz alta. Y no entendía el silencio. «¿Acaso era la única que se daba cuenta de lo rápido que iba todo?». Creí que iban a casarse en un año, como mínimo. O sea, después de que me dirigiera a la universidad y no tuviera que convivir con Julián todos los días. Pero al parecer, me había equivocado.
Mi vista viajo hacia el idiota que no dejaba de verme en toda la cena, y me lo encontré sonriendo. Claro, el imbécil no le preocupaba esto. Y es que, si nos poníamos a pensar fríamente, era muy poco tiempo. Digo, apenas hace tres meses que se vieron por primera vez y ahora se quieren casar en un mes. ¡Un mes! Que era prácticamente nada de tiempo.
Eso sin contar que el compromiso era muy rápido en sí. No sé, sí eran ellos los que estaban locos o era yo al no comprender la rapidez de todo.
—Hija, si tú no estás de acuerdo, entonces podemos...—. empezó a decir mi madre con desilusión, y en ese preciso momento deseé golpearme.
—No, mamá, era que no quiero mudarme a ningún lado. Quiero vivir aquí.
Una mentira, pero no me había dado cuenta del problema futuro hasta que lo mencioné. Mudanza. Fue cuando se miraron, y la sonrisa cómplice de ambos, no me gustó nada.
—Bueno conforme a eso, hemos decidido que éste será nuestro hogar como una familia—dijo viéndome preguntado mi opinión en silencio, asentí aun aturdida por todo—. Ellos entienden que nosotras estamos más cómodas aquí y como ustedes ya están grandes para cuidarse—su voz se oía aliviada, pero yo estaba de lejos de eso—. Hemos decidido irnos por dos semanas de luna de miel mientras que se quedan aquí establecidos y cómodos. Además de que así podrían conocerse los dos. ¿Qué les parece?
Muy mala idea, sin embargo, Julián contesto lo contrario a lo que pensaba.
—Me parece una estupenda idea, después de todo tienes razón, no somos unos niños. Sabemos cuidarnos bien, y sobre la casa, no te preocupes. Nosotros la cuidaremos, ¿verdad, Johana?
«Maldito»
Mirándolo, observe la sonrisa inocente, pero lo conocía. Él estaba disfrutando esto, y no me quedo otra alternativa más que asentir, y no decir nada de lo que pensaba de todo esto. Aunque eso no evito qué me levantará de la mesa de forma brusca.
—Estoy cansada, creo que me iré acostar. —expliqué cuándo me vio confundida por mi reacción anterior.
Justo en este momento no me importaba ser maleducada, estaba simplemente cansada de todo.
—Ah...claro, mi amor. Adelante. Ve a descansar.
Apenas dijo eso y me dirigí a las escaleras mientras sentía la mirada de una persona que no deseaba ver a menudo pero que tenía que soportar dentro de dos semanas.
«Oh mierda, dos semanas solos»
¿Cómo íbamos a resistir todo ése tiempo sin matarnos?
(…)
Cuando cerré la puerta, me deshice del estúpido peinado que traía.
Esta cena fue un desastre desde que abrí la puerta y apareció Julián detrás de ella. El maldito, no importaba donde iba ahí estaba él, y su estúpida sonrisa. Esa qué me daba ganas de golpear hasta el cansancio. Aun así, con todo mi mal humor, me dirigí al baño para quitarme el maquillaje y la ropa y colocarme un pijama, y poder descansar.
Eso no evito qué pensara sobre lo que había sucedido, y me pusiera a ver los desastres de mi vida. El primero es que Julián era el hijo de Horacio, el novio de mi madre, y el mismo que le ha pedido matrimonio esta noche. El segundo que ese evento catastrófico se llevaría acabó en un mes. Y el tercero, ellos se van de luna de miel mientras Julián y yo nos quedamos en mi casa por dos semanas. Completamente solos.
Negué por lo absurdo de la situación, pero no podía hacer nada. Algo era seguro, eso iba a ser un desastre, para bien o mal pero un desastre, al fin y al cabo.
Cuando salí del baño lo único que quería hacer era dormir, así que eso fue lo que hice.
Al menos tenía un consuelo que en mis sueños Julián no estaba, pero para mí mala suerte soñé cuando lo conocí. El primer día de largos meses tormentosos.
—Su nombre es Julián y es súper sexi—dijo Itzel mientras se dejaba caer en su casillero. Su sonrisa era de ensueño, como si ya estuviera visualizando su futuro con el chico nuevo.
Sonreí divertida.
Podía decir que estaba mintiendo, pero Royal Diamonds era una academia que no cualquiera podía entrar, así que, por lo mismo se consideraba como un evento sorprendente, pues no había muchos chicos nuevos. La ultima había sido Albina Salguero. Pero no era nada sorprendente. La chica era una persona genio.
—Dicen que tiene una sonrisa que es capaz de bajarte todo…—volvió a pronunciar mi mejor amiga con deseo, pero al final, soltó un chillido estrangulado. La volteé a ver, extrañada por el sonido que había salido de su boca. Fue cuando me di cuenta de que miraba algo detrás de mí, y su expresión era abochornada, horrorizada, como si fuera sido descubierta cometiendo un crimen. Lo supe en ése momento. El tal Julián estaba detrás de mí.
La curiosidad ganó y giré lentamente para verlo.
En el momento que lo hice, mi sonrisa se deslizo de mi rostro al mismo tiempo que ésa mirada azulada recaía sobre mí. Fue como si una estela de calor viajará por sobre mi cuerpo. Despertándome de un sueño inducido que ni yo misma sabía que estaba. El chico con cabello rubio dio un pasó en mi dirección y mi respiración se atascó. Pues los rumores e Itzel habían tenido razón. Él era atractivo. En demasía. Lo peor de todo era esa mirada ardiente en que tenía, te hacia poner nerviosa, ansiosa. Él era...Guau, no había palabras para describirlo con palabras precisas para decir lo que me hacía sentir su presencia, solo sabía que todo era muy intenso. Demasiado.
En un deseo de alejarme de esa vista espectacular, me topé con la mirada furiosa que me dirigía mi mejor amiga. Me ruboricé. Pues había una razón para eso. Itzel era la hermana melliza de mi novio, y había estado prácticamente babeando por alguien que no era su hermano.
Observé que Itzel desvió la vista hacia el chico nuevo y coqueteaba con él. Su forma de acercarse a él fue con descaro total. Ella colocó una mano en su pecho mientras le decía algo en su oído. Sin embargo, Julián no la volteó a ver ni un segundo, su atención estaba en mí. Como si se sintiera atraído por mi mirada. Fue desconcertante.
Fue una fortuna de que estuviera apoyada en mi casillero porque hubiera caído de forma vergonzosa.
—Si haces que tu amiga se una a nosotros—comentó él en voz alta, mirándome con intensidad—, con gusto aceptó tu oferta.
Mi mejor amiga se alejó de él como si quemará.
—Ella tiene novio—soltó Itzel. Ese comentario parecía más para mí, que para el chico. Aun así, el chico no alejó su mirada.
—Es una lástima...—sus ojos no dejaban de observarme, y yo no podía dejar de verlo. Fue en ese momento que dio un paso adelante, alejándose de Itzel.
—¿Qué? —apenas atiné a decir, cuando el chico nuevo acercó su boca en mi oído.
—Cuando quieras gozar de un muy buen rato, búscame. Ni siquiera me importa que no traigas a tu amiga.
Y sin una mirada hacia Itzel, se alejó. Lo miré irse, sorprendida aun no de lo que había dicho y confundida de lo que había pasado.
— ¡Eres una zorra, Johana!
Volteé a verla de golpe.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Se supone que estas con mi hermano, y solo lo veías como diciendo "Follame, aquí y ahora"— expuso furiosa mientras movía sus manos. Lo pensé por un momento y me di cuenta que tal vez tenía razón en lo que decía—. Tal vez hayas engañado a mí hermano con tu estúpida cara de mosquita muerta, pero a mí no.
— ¡Oye! No me hables así, no es mi culpa que ése chico ni te haya mirado.
Cerré los ojos al ser consciente de mi metedura de pata.
—Así que al fin sacas las garras, no eres más que una puta. — fue lo último que dijo antes de irse furiosa por el pasillo, pero yo había tenido razón.
No era mi culpa que el chico nuevo no la haya visto.
Ese mismo día ella se lo contó a su hermano, él cuál no tardó en venir a reclamarme justo en el momento que estaba por salir del colegio. Ni siquiera me dejo hablar, solo habló y habló. Así que cuando me vine a dar cuenta, Louis estaba terminando conmigo. Diciendo que era una puta en voz alta para que todos lo escucharán. Y después alejándose por la entrada enorme del colegio. No dije nada, solo me quedé observando su retirada, hasta que, en medio de mi aturdimiento, sentí unas manos en mi cintura al igual que una voz en mi oído.
— ¿Sabes...? A mí me gustan las descaradas...—su aliento me hizo erizarme por completo—...en la cama.
«El chico nuevo»
Cuando sentí como se acercaba todavía más a mi cuerpo, empecé a sentir eso que no debía de sentir por alguien que no conocía en absoluto.
— ¿Qué dices? El novio ya no existe—continuó diciendo. Me dio un beso en mi cuello para después morder el lóbulo de mi oreja, y pude sentir como me saboreaba mi cuello con su lengua. Esto estaba tan mal, pero no evito que mi cuerpo pareciera responder a él y parecía estar en plena ebullición por la erección que sentía detrás de mí.
Sentía tantas cosas, pero también registré las palabras que dijo esa boca.
—Lo hiciste a propósito—afirmé. O al menos eso creía.
—No sabía que era su hermana—dijo, confirmando mis palabras¬—, pero sabía que se lo diría a tu ex por venganza. Los celos de una chica son tan horribles cuando no es a ella a quien desean.
Sus palabras solo confirmaron que era un estúpido manipulador. Me alejé de golpe de Julián, para poder girar y darle una cachetada. Me vio sorprendido por mi arrebato, pero se compuso rápido.
— ¿Por qué fue eso?
— ¡No me gusta que me manipulen, imbécil!
—No lo hice.
«Oh claro que lo hiciste»
—No soy estúpida, si quieres una follada. — apunté hacía las chicas más fáciles del colegio, pero él ni siquiera las miró. —Ve con ellas, serán felices dándote lo que quieres.
—La que me gustas eres tú y te tendré.
Su arrogancia me molestaba, no, todo de él me molestaba.
—No lo harás
—Oh...si lo haré, y gritaras mi nombre.
Nos quedamos viendo retando hasta que habló de nuevo.
—Tomaré tu consejo, Johana.
Su sonrisa no me alarmo tanto como entender que él sabía cómo me llamaba.
— ¿Cómo sabes mi nombre?
Ignoro mi pregunta, y sonrió con malicia.
—El mío es Julián—entrecerré los ojos, y él continuó—. Te lo digo para que puedas usarlo esta noche. En la comodidad de tu cama mientras…
Estaba por golpearlo por dar a entender que me iba a tocar pensando en él; pero Julián se fue con una sonrisa hacia donde le había indicado antes. En el momento que me quedé sola, me permití respirar y tranquilizarme.
Era un idiota, sin duda alguna.
Sacudí mi cabeza para olvidarme de todo, caminé hacia donde podría parar un taxi e irme a casa; pero no contaba con que fuera en la misma dirección en que se había ido él.
Así que cuando me vio, sonrió. Todo eso mientras abrazaba a otra chica.
—Adiós, Johana—se despidió con su rostro enterrado en el cuello de la chica.
—Idiota.
Su risa fue lo último que escuche antes de tomar un transporte e irme a mi casa. Y en todo el camino, rememore lo que había pasado ese día. Había perdido una amiga y un novio, pero había ganado un rival.
Uno que me estuvo fastidiando todo el año escolar, para que me acostara con él. Cada vez que me negaba, me mostraba quien sería mi remplazo. Y desde ese día no tuve dudas, que ese chico era un jugador de primera.
Y yo no estaba dispuesta a ser su juguete.
Ni en ése momento, ni en el futuro.