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Capitulo 4

Cuando estuvo a un metro de ella, se paró de golpe, ya que de detrás de un árbol que estaba mas delante de la casa, apareció Radu, con una sonrisa burlona en los labios.

- De nuevo verte, hermano. - saludo él tranquilamente.

- ¡Radu, bastardo traidor! - insulto Vlad al verle, poniéndose tenso.

- No esperaba verte solo, pensaba que vendrías con tus amantes o con tu mascota de los bosques. - dijo él siguiendo tranquilo.

A Vlad no le hizo gracia ese comentario, y menos cuando sabia a que había venido. Se le pusieron los ojos rojos de rabia, y su aura hizo que su pelo y su capa levitaran, como si no hubiera gravedad casi. Radu se rió ante la rabia que mostraba su hermano, le encantaba provocarlo, pero no se movió ni un centímetro de su posición.

- Bastardo… ¡Eres un maldito monstruo traidor! - insulto él de nuevo, pero esta vez lanzándose sobre él por delante.

Antes de poder darle, este desapareció de su sitio, y Vlad golpeó el araño el aire como si tuviera garras. Viendo que había fallado, lo busco mientras gruñía como un animal salvaje.

- Tranquilízate hermanito. - dijo Radu detrás de él, a un metro de él. Vlad rápidamente te giró a él, mostrando los colmillos odiosamente. - No creo que sea conveniente pelear ahora, la chica que buscas, esta en la cabaña. - dijo él tranquilamente.

Vlad giro un momento la cabeza, para mirar detrás de él, donde estaba la cabaña, que estaba con las luces encendidas.

- Tiene un cuerpo bien formado y una piel muy hermosa. - comento de golpe Radu, haciendo que Vlad se girara de nuevo a él, con la cara confusa. Radu se giro para irse, pero se paro un momento para girar la cabeza hacia él. - A simple vista parece aún una niña, pero ya he visto que es toda una mujer, te felicito hermano.

Eso a Vlad lo confundió al principio, pero enseguida lo entendió. Cuando lo pensó, empezó a temblar de rabia. Mientras, Radu volvió a caminar, alejándose de allí con tranquilidad. Vlad, con muchas mas rabia, apretó los puños con todas sus fuerzas, y apretando los dientes, inclinando la cabeza hacia abajo.

- ¿Qué le has hecho? ¿Qué le has hecho? - repitió él, aguantando las ganas de gritar, con los ojos cerrados.

Radu se giró al oírle hablar, entonces vio que su aura era aún mas fuerte que antes, haciendo que él mismo, sintiera algo de miedo por su hermano. Vlad alzó lentamente la cabeza, mostrando un rostro furioso y odioso hacia él, con los ojos teñidos de rojo sangre, y sangre en el labio, por haber apretado demasiado los colmillos.

- ¡¿Qué le has hecho?! - gritó Vlad con todas sus fuerzas, alzándose de nuevo a él.

Radu pensó en esquivarlo de nuevo, pero Vlad era demasiado rápido, y acabo dándole en el brazo lastimado anteriormente con Ángelus, dejándoselo cortado casi del todo. Radu saltó lejos de él, para agarrarse el brazo ensangrentado y destrozado. Maldiciéndole desapareció de allí al instante. Vlad vio que ya se había escapado, e intento calmarse, entones vio algo de sangre en sus dedos, que era de Radu. Furioso, se lamió los dedos, y fue hacia la cabaña rápidamente.

Echando la puerta abajo, entró buscando a Ángelus con la mirada, hasta que la encontró. Lo que vio lo dejo petrificado: Ángelus estaba tendida sobre la cama, inconsciente, completamente desnuda y tapada con la camisa roja que tenia. Estaba llena de magulladuras por todo el cuerpo, golpes y sangre sobre su cuello y boca, tenia la cabeza echada a un lado, con el pelo alborotado, los brazos y las piernas estirados hacia abajo. Se podía ver en su rostro el dolor que sentía aún estando inconsciente.

Vlad se quedo parado allí, observando con horror la escena. Entonces, Ángelus se movió un poco, y empezó a despertarse con pequeños gemidos de dolor. Cuando abrió los ojos, débil y dolorosamente te incorporó un poco, sintió dolor que la dejo confusa.

- "Me duele todo el cuerpo. ¿por… porqué?" - entonces abrió los ojos sorprendida. - "¡ah! Ya me acuerdo… no puede ser… ese monstruo…" - pensó cubriéndose la boca con las dos manos, aterrorizada por lo que pensó que había pasado mientras estuvo inconsciente.

Entonces notó que había alguien hay, se giró lentamente, y estaba él, su padre, con una cara de sorpresa y tristeza. Al verlo, se cubrió el pecho rápidamente con la camisa, temblando como nunca y sonrojada.

- No… me… mires… - tartamudeó ella girando el rostro para no verlo, él ni se inmuto de la petición. - ¡NO ME MIRES! - Gritó ella, que sonó por toda la zona.

Muy lejos de Rumania, en el Castillo Bathory, estaban Elizabeth y Lestat, tomando un refresco con una humanas, una encantada de la vida con su acompañante, mientras que la otra temblaba y lloraba en silenció, tumbada junto a su ama, con la cabeza apoyada en sus rodillas, mientras que la condesa le acariciaba el pelo con suavidad. Ambas ya estaban mordidas por el cuello, pero a la que acompañaba a Lestat no parecía dolerle ni marearle la perdida de sangre, mas bien se sentía mas excitada.

Tan entretenidos estaban que, no notaron el regreso de Radu hasta que esté apareció delante de ellos. Él apareció con una sonrisa vacilante y satisfecha, mas contento como nunca estuvo.

- ¡Hombre, el triunfador a regresado de su reciente triunfo! - exclamó Elizabeth alzando los brazos con alegría. - ¿Cómo ha ido querido mío?

- Como nunca condesa, y he podido verificar lo que me pediste… - dijo él disminuyendo la voz, y mirando a Lestat.

Elizabeth entendió enseguida que pasaba, pero Lestat estaba ya ocupado con su humana, que estaba encima de él, besándole la cara, y demostrándole el cuello delante de él, como pidiéndole que la volviera a morder. Esté rió satisfecho, y le lamió apasionadamente el cuello, excitándola a ella.

- Lestat, podéis iros tu y tu amante a otra habitación, así podréis hacer lo que querías pareja. - pidió ella con una sonrisa a Lestat.

Esté no lo pensó dos veces, alzó a la humana en brazos, sin dejar de besarla, y camino hacía una habitación, cerrándola tras de si. Una vez solos, Radu se sentó en el sitio de Lestat, y con un chasquido de los dedos, Elizabeth hizo venir a otra humana para él, una morena como Ángelus. Radu miró a Elizabeth con una sonrisa traviesa y divertida, al ver que lo conocía bien. La humana se sentó al lado de él, seductoramente, mostrando su cuello, apartando su pelo a un lado. Radu observó deseoso ese cuello, y estuvo por morderlo pero se contuvo, dejando a la chica asustada, haciendo que ella sintiera en su piel su aliento helado.

- ¿Qué pasa querido? ¿No te gusta mi chica? Si quiere puedo traerte otra de mejor. - aseguró Elizabeth sin borrar la sonrisa de su cara.

- No es eso Elizabeth… es solo que… - hizo una pausa, encogiendo los hombros, decepcionado. - Su sangre no tiene comparación con ninguna otra, ¿Cómo es posible? - pregunto confundido girándose a ella.

Elizabeth se rió en susurro, mirando de reojo a su humana, que aún temblaba de miedo, está se inclinó hacia ella, y le besó el lugar donde la mordió, haciendo que la chica gimiera un momento en susurro, sintiendo los labios helados de ella sobre su piel, Elizabeth volvió a alzarse y miró a Radu, que seguía mirándola con la pregunta en el aire.

- Eso no lo se… aún no. Pero acabaré por averiguarlo, así podremos tenerla en nuestras manos a esa preciosidad eterna… - dijo ella con decisión y deseo. - ¿Cómo ha ido por eso?

- Muy bien, he disfrutado mucho, lastima que haya tenido que aturdirla para poder hacerle algo… tenias razón, esa chica tiene mucho poder, y si llega a dominarlo mas todavía.

- Solo es cuestión de tiempo… hasta entonces a esperar. Tengo el presentimiento de que el Conde pronto hará algo, para que nosotros podamos ejecutar finalmente nuestro plan, con paciencia.

Radu estuvo de acuerdo con eso, así que estuvieron todos festejando con sus humanas, durante toda la noche.

Estaba por amanecer, y Yasmina seguía esperando en el mismo sitio, sin siquiera moverse. De repente, el viento sopló, y alzando la vista, pudo ver en el balcón, bajo la luz de la luna llena, a su amo Vlad, con su hija Ángelus sobre sus brazos, acurrucada a su pecho, con la ropa puesta. Rápidamente se puso en pie y camino con paso grandes hacia ellos, comprobando el estado de su ama.

- Yasmina. - llamó Vlad con voz apagada y seria. - Ve y pide que traigan uno o dos sacrificios para ella, rápido.

Yasmina así lo hizo, y salió corriendo de allí. Vlad entró a la habitación y dejo a Ángelus sobre la cama, entonces él se sentó junto a ella, que con un rápido movimiento, se abrazo al pecho de él con fuerza, temblando de miedo y horror, ocultando el rostro en el hombro dé él, llorando.

- Quédate conmigo por favor, aún tengo miedo de estar sola. - pidió y confeso ella, con voz temblorosa.

Vlad no replicó para nada, y le correspondió el abrazo para tranquilizarla, cerrando los ojos con odio y rabia. Eso la empezó a tranquilizar un poco. Enseguida trajeron los sacrificios, y Vlad quiso convencer a Ángelus para que los tomará para estar mejor, ella al principio no quiso separarse de su padre, pero estaba muy hambrienta y sedienta, y tuvo que desistir. Vlad se apartó de la cama para sentarse en una butaca y observa a su hija, alimentándose de los humanos con desesperación uno a uno. Con dos humanos, Ángelus pudo saciarse bastante, y no quiso mas sacrificios por hoy. Vlad volvió enseguida al lado de su hija y le dijo a Yasmina que cerrará la puerta del balcón y corriera las cortinas antes de retirarse, ella así lo hizo, con rapidez cerró y corrió las cortinas antes de que saliera el sol, cuando acabó se retiro haciendo una reverencia y cerrando la puerta tras de si.

Una vez solos, Vlad dejo que ella se cambiara de ropa, para estar mas comoda, y dejar sobre una silla la ropa usada, se puso un vestido ligero de color negro de tirantes, largo hasta los tobillos y los dos estuvieron tumbados en la cama, ella bien pegada a él, como temiendo que desapareciera de golpe. Estaba tumbada sobre al lado de él, con la cabeza apoyada en el pecho de él, como siempre hacia. Mientras, él la abrazaba por la espalda mientras le acariciaba el cabello negro para calmarla para que se durmiera.

- Tranquila, ya estas a salvo… - aseguró el susurrante.

Ella se movió un poco para acomodarse mejor al pecho de él. Él sabia que ella necesitaría algún tiempo para recuperarse de ese infierno sufrido, pero no perdió la esperanza de que se sintiera a salvo con él.

- Padre… - llamó ella en su pecho.

Vlad agacho la cabeza hacia ella, entonces vio que ella se incorporaba para estar sentada de rodillas frente de él, Vlad se incorporó también, confundido. No podía ver los ojos de ella por qué el pelo le tapaba un poco la cara. De repente ella lo alzó, con una mirada triste y sería.

- Lo siento, no puedo seguir siendo tu hija, padre… - dijo ella dolida pero seria.

- Ángelus…

Fue lo único que él pudo decir, ya que la manera en que ella dijo eso lo dejo petrificado, mirándola a los ojos. Viendo como la tristeza, el sufrimiento, y la decepción hacia ella misma se reflejaba en ese rostro. Ni Ángelus ni Vlad se atrevieron a pronunciar palabra durante unos minutos, ni siquiera se movieron, solo estuvieron así; mirándose fijamente a los ojos, comunicándose así.

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