Capitulo 3
Una vez solo, se dejo caer de espaldas a la cama, mirando al techo. Cerró el puño, agarrando así la sabana con fuerza, con tanta fuerza que la destripa un poco, y también aprieta los dientes, hecho una furia. No podía soportar pensar que su hija estaba de nuevo con su hermano traidor, no podía ni imaginar lo que le debía hacer.
- "Ángelus… se que puedes ya defenderte de ese ser monstruoso, que solo piensa poseerte. Es hora de que le devuelvas el favor que te hizo entonces, y le demuestres todo tu potencial, hasta que pueda ir a buscarte. No permitas que te haga nada que te haga odiarte a ti misma" - pensaba él, como hablándole a su hija mentalmente.
Viendo que aún faltaba mucho para que se pusiera el sol, decidió dormir un poco para tener fuerzas para luego, aunque le costará coger el sueño a causa del odio que sentía. Unas horas después, Yasmina llegó para despertarle y decirle que el sol se estaba poniendo. Rápidamente, se viste y sale por el balcón, transformándose en una manada de murciélago, volando hacia delante, sin dirección aparente. Yasmina sabia que ya no podía hacer mas, por lo que se sentó en el suelo, al lado de la cama, mirando hacia el balcón, a esperar a que pasará algo para que supiera donde esta, dolida y preocupada, su ama y amiga Ángelus. Se abraza un poco las rodillas y apoya la cabeza en el borde de la cama.
Ya se ha puesto el sol, y Radu sale descansado de su ataúd. Ve que, por suerte, Ángelus aún no se ha despertado. Por lo que tranquilamente se sirve una copa de vino de la mesa de vinos tintos. Camina lentamente hacia la cama, y se sienta al borde de ella, junto a Ángelus. Se beber de un sorbo el vino, y sin esperar mas, se pone entre las piernas de ella, apoyando las manos sobre la cama, a cada lado de ella, esperando a que despertará. Entonces, Ángelus, poco a poco despierta, mareada y débil. Entonces recuerda que le paso antes de que se quedará dormida, y ve a Radu encima suyo, con una sonrisa perversa y deseosa de pasión.
- Al fin despiertas, princesa. - agradeció él, al oído de ella.
Ella rápidamente intento empujarlo lejos de ella, pero él siendo mas rápido que ella, le coge las muñecas con cada mano y las aprisiona a cada lado de ella, que forcejeaba furiosa. Entonces ella noto una fuerza inmensa que la dejaba paralizada, completamente incapaz de mover el cuerpo. Radu, riendo con malicia, se aleja de ella, estando de rodillas delante de ella, y de golpe, alza el brazo con la mano inclinada hacia arriba, como si quisiera alzar algo que no sujetaba. Entonces, Ángelus noto que su cuerpo se movía solo, alzándose hacia a delante, y sentándose, sin mover siquiera la cintura. Y sin mover un músculo, se deslizó hasta pegarse a la pared de atrás de ella, con los brazos estirado completamente hacia los lados. Ella sentía como una fuerza inmensa la aprisionaba por completo, supo enseguida que era el poder que su tío tenía, que también uso la otra vez, pero esta vez con mas fuerza.
- ¡ugh, ugh! - se quejaba ella, apretando los dientes y los ojos, entonces los abrió y miró sorprendida a Radu. - "Nunca pensé que tuviera tanta fuerza, su energía es descomunal"
- Muy bien - empezó él de repente. - Es hora, de empezar a disfrutar de la noche que llega.
Y alzando de nuevo la mano abierta, la cierra de golpe y con fuerza, haciendo que de repente, la camisa de Ángelus se abra violentamente por completo, pero tapando los pechos por fuerte, ella abre los ojos en orbita, tanto sorprendida como aterrada, temiendo lo que él pretendía hacer ahora. Ella lo miró fijamente, con miedo y terror, con algunos pelos sobre su rostro, que mostraba unos ojos temblorosos y llorosos, dejando brotar lagrimas a chorros. Vio entonces la decisión que él tenia marcado en el rostro, y entonces él se desplaza lentamente hacia ella, está se sobresalta ante eso.
- ¡No lo hagas! ¡No te acerques! - exclamó ella, negando con la cabeza, muerta de miedo. - ¡NO! "Padre…"
Él ni se inmuta ante ello, se pone de nuevo entre las piernas de ella, y le agarra el cuello, apretándole poco a poco, pegándose a ella sonriente, solo moviendo la comisura de los labios.
- Ahora no podrás huir, jujuju. - dijo él, posando una mano sobre el pecho de ella, donde tenía el corazón.
Ella asustada y sonrojada se gira, quejándose de el dolor que él le hacia en el cuello. Nota la fría mano de él, subiendo hacia arriba, entonces va hacia el lado, y empieza a despejarle la camisa del hombro. Entonces él le suelta el cuello, y se inclina sobre el, lamiéndolo y besándolo. Ella intenta aguantar las ganas de gemir, para no darle a él la satisfacción de haberla conquistado con eso. Él la acaricia por todo el cuerpo, y también se abre la camisa blanca para estar cómodo. A Ángelus era como si estuviera ardiendo, y si su corazón latiera, estaría bastante acelerado por ello. Le acariciaba los muslos con placer, el vientre, el pecho, el cuello, todo el cuerpo. Entonces él decidió besarla con pasión y placer, jadeando y gimiendo.
- ¡mmg! ¡mg! - gemía ella mientras le besaba.
- ¡ah! - exclamo él apartándose de los labios de ella. - Me ha gustado.
Ella lo miró con asco, con sangre en el labio, a causa del beso forzado que le dio. Él también la miró, pero con deseo y excitación.
- ¿Porqué quieres tanto poseerme? - pregunto ella de golpe. - No creo que sea solo por ser la princesa no-muerta. Si solo fuera eso, le habrías matado por el simple hecho de ser la hija de Drácula.
Eso dejo sorprendido a Radu, que se separó de ella, sorprendiéndola a ella también.
- Juju, muy bien, no se te escapa una. - afirmó él, dando una palmadas. - Has acertado, aparté de por ser hermosa, también quiero poseerte porque me recuerda a ella.
- ¿Ella? - pregunto Ángelus extrañada, por que no era la primera vez que la aparentaban con esa "ella".
- La persona a quién tanto desee, pero que por desgracia quiso a Vlad en vez de a mi.
Ángelus seguía sin entender nada, Radu vio su expresión y se rió un momento.
- Por la cara que pones, diría que él no te ha contado nada sobre esa mujer ¿verdad?
- ¿De qué mujer hablas?
- De la princesa que estuvo con tu padre cuando era el rey de Rumania. Elizabetha.
A Ángelus le sonó ese nombre, cree recordar que su anterior padre, cuando le explicó la historia de Drácula, mencionó a esta tal Elizabetha.
- Supongo que tu padre no te contó que paso con ella ¿verdad? - Ella negó con la cabeza. - Mira, te contaré la historia, pero también te contaré un pequeño secreto que nadie ni él saben.
- ¿Un secreto? ¿Qué secreto?
- Uno que te va a encantar. Todo empezó cuando hubo la guerra contra los turcos, ellos eran mas numerosos que los rumanos, pero Draculya, actual rey de Rumania en esos tiempos, consiguió eliminar a muchas tropas turcas, empalándolos a todos. - hizo una pausa y continuo. - Para vengarse, los turcos enviaron una flecha al castillo, diciendo que el rey había muerto. Elizabetha, creyéndole en verdad muerto, ¿sabes que hizo? Salto al río desde el castillo, provocando su muerte.
- ¿Qué?
- Lo que oyes. Cuando Draculya volvió al castillo, la encontró muerta delante de la cruz. Dolido y destrozado, decidió dejar de creer en Dios… y se entregó al Diablo.
- ¿Y qué tiene eso que ver conmigo? ¿Y contigo? - pregunto ella confusa.
- Pues… que tu te pareces a ella, tanto en carácter como en físico. Pero lo mejor es esto; yo estaba celoso de él, por que ella le amaba a él, por eso me uní a los turcos…
- No puede ser… - dijo ella, abriendo los ojos a tope, descubriendo al fin el secreto.
- Sí… fui yo, yo provoque el suicidio de la princesa Elizabetha.
Ángelus quedo petrificada ante la confesión, y por el rostro malicioso y satisfecho de Radu, que no mostraba nada de arrepentimiento y tristeza por ello. Ella sintió una rabia inmensa, al ver que por culpa de este monstruo, su padre renunció a Dios por estar destrozado por la muerte de su amada, que le dio por muerto por un simple engaño provocado por él. Ella lo miró fijamente con odio y rencor, sintiendo que la sangre le hervía de rabia y odio.
- Devuélvesela… - ordenó ella de repente. - ¡Devuélvesela! ¡Devuélvele a su amada, Radu!
Entonces él, salió disparado hacia la otra pared de al otro lado de la habitación, chocando con fuerza contra ella, quebrándola casi por completo, cayó al suelo, confundido y sorprendido, cuando intenta ponerse de pie, nota un dolor inmenso en el brazo, se gira para verlo, y ver que esta completamente destrozado.
- ¿Pero, cómo…? - se pregunto entre medias, girándose a ella.
Entonces vio algo que le dejo boquiabierto, ella intentaba con todas sus fuerzas liberarse de las ataduras invisibles de su cuerpos, consiguiendo mover un poco los brazos hacia delante, encogiéndolos hacia ella, provocando que se vieran una luces eléctricas de color rojo alrededor suyo. Mostraba una mirada de odio y esfuerzo, por intentar liberarse.
- "¡No se lo perdono! ¡No le perdonare nunca lo que hizo y lo que hace ahora!" - pensó ella mientras se movía, intentando moverse los brazos y todo el cuerpo con su poder.
- "Es increíble, este debe ser el poder que Elizabeth decía" - pensó Radu, observando atónito todo, sin moverse de donde estaba.
- ¡No te lo perdonaré! ¡Ni mi padre ni yo te lo perdonaremos nunca! - aseguro ella con rabia.
- Vaya vaya… parece que sabes haces truquitos de magia. Lo siento, pero hasta aquí… hemos llegado.
Ella no entendió eso, entonces de repente, sintió como algo le golpeaba el estomago con mucha fuerza, eso hizo que se quedará sin fuerzas para continuar usando su poder, y lentamente pierde el conocimiento, cayendo de cara a la cama.
- Padre… - susurro antes de desmayarse cayendo en la cama.
Ya viéndola inconsciente en la cama, él dolido se acercó a ella. Notaba que su brazo no conseguía regenerarse, algo extraño para un vampiro que no fue atacado por nada religioso. Con una sonrisa burlona, se sentó en la cama, giró el cuerpo de ella, y la alzó por la nuca.
- Empieza a parecerte a tu padre. No tengo intención de dejar escapar esta oportunidad… me alegrará ver la cara de tu padre, al saber que su querida hija esta de nuevo en brazos, con otro hombre, frágil y vulnerable… juju.
Vlad iba volando por encima de un bosque, decidió aterrizar. No sabia por donde mas buscar, se sentía perdido, cuando de golpe soplo el viento hacia él, y con ese viento llegó el olor de su hija, junto al de Radu. Siguiendo la dirección del olor, se transformó en una bandada de murciélagos y fue hacia esa dirección.
En el castillo, Yasmina seguía sentada en el suelo, en la habitación de Ángelus, cuando entró un suave viento, que olía a Ángelus, y también a su tío Radu. Pensó en seguir ese olor, pero entonces pensó que su amo ya habría olido el rastro, por lo que decidió dejarlo a manos de él.
Mientras, en otro lugar, un joven de negro con melena rubia hasta los hombros, caminaba por un camino, hasta toparse con una mujer húngara aristócrata. Esté se paró a un paso de ella, con los brazos ocultos bajo la capa negra.
- ¿Hice bien mi parte del trabajo, Condesa? - pregunto el joven con una sonrisa, mostrando los colmillos.
- De maravilla, Lestat. De maravilla. - felicitó ella. - El Conde no ha sospechado mucho de mi, pero mi interpretación ha dado resultado gracias a ti.
- Espero que ese plan tuyo salgan bien, así tanto tu como ese hermano del conde que esta contigo podréis apoderaros de esa hija que tiene, y también yo podré estar con esa preciosidades que él no aprecia mucho que se diga. - dijo Lestat, en un tono preocupante y ansioso.
- No debes preocuparte querido, pronto haremos el siguiente paso, pero dejemos que la pareja piense que ya nos hemos rendido, así haremos el último golpe.
Lestat miró a la condesa, que tenía una sonrisa maliciosa y segura de si misma. Entonces ella empezó a caminar hacia la dirección contraria de donde Lestat vino. De repente les vino un olor conocido en el aire. Elizabeth cogió el aire por la nariz, oliendo profundamente ese olor que le encantaba oler, y espiró jadeante.
- Ya se puede oler su perfume, eso quiere decir que ya ha demostrado su poder, por eso Radu ya da por acabada su noche con ella. - dijo ella al aire, ignorando al vampiro rubio.
Lestat rió en susurro, pensando en como debió disfrutar Radu con esa princesa tan hermosa, hija de su odiado hermano, sin que ella quisiera hacerlo con él. Elizabeth empezó a caminar de nuevo, y él la siguió de cerca, desapareciendo del camino.
En la cabaña, Radu se volvió a vestir con su traje negro. Cuando acabó, miró a Ángelus, aún inconsciente, entonces se inclinó hacia ella, para mirarla divertido y satisfecho. Entonces sintió el olor y la presencia de su hermano, acercarse a toda velocidad hacia allí. Él se rió irónicamente.
- "Ya viene hacia aquí, es normal; esta chica ha podido romper mi barrera al mismo tiempo que me lanzó contra la pared. Ella no es una simple mujer, convertida en vampira casualmente. Será interesante saber que especial eres, como dice Elizabeth" - pensó Radu mirándola un momento, apartándole el pelo de la cara.
Entonces se puso de pie, y camino hacia la puerta, antes de salir miró un momento mas a Ángelus, tendida en la cama, y salió de allí.
Unos minutos después, una bandada de murciélagos apareció, entonces descendieron hasta el suelo, juntándose para formar una figura de negro, de allí salio Vlad, con una mirada asesina y preocupante al mismo tiempo.
- Ángelus… - murmuro para si mismo, y empezó a caminar hacia la cabaña que estaba delante de él.