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Capítulo 4. La bofetada.

...tranquila Annie.  Tal vez escuchaste mal. Tal vez este imbécil no te acaba de llamar putita. Tal vez...no lo sé, todo esto es solo un chiste de mal gusto.

Toca mi culo con fuerza y me pega a su cuerpo. Toma mi rostro con agresividad y me besa con lengua.

Bien...esto es real, no es un malentendido y...el muy imbécil besa bien. Muy bien.

Lo empujo, él me mira confundido, todos en el sofá me miran confundidos. No lo dejo volver a acercarse. Estampo mi mano con todas mis fuerzas en su cara haciendo un estridente ¡Pam! en todo el lugar.

Silencio total.

Sé por el silencio que la música,la fiesta, todo a mi alrededor se detuvo. No se escucha ni una mosca dentro de estas cuatro paredes. Es más¿Saben esas escenas de películas que hay tanto silencio que solo se escucha un grillito? Bueno. En este caso ni el grillito. Todos me miran. Incluso la gente del primer piso. Veo a un gorila que se acerca a mi persona como para tomarme del brazo y sacarme del lugar. El chico encapuchado hace una seña con la mano al gorila antes de pasar por su lado. Él estás mirando el suelo desde que le di la cachetada. No ha levantado su mirada del suelo. Ahora alza sus ojos hasta los míos. Joder...le dí fuerte porque parte de su máscara se ha cuarteado un poco en la zona derecha de la cara. Él suspira y se baja la capucha. Su cabello es rubio claro muy bien peinado. Se queda un instante en silencio mirándome fijamente detrás del antifaz. De pronto... empieza a reír. Comienza a reír contagiando a todos los presentes. Ahora todos ríen divertidos junto al extraño. Él se acaricia el abdomen. Debe ser que le duele de tanto reír.

Detiene la risa. Está serio. Los del sofá se dan cuenta y dejan de reír. Él levanta una mano y se hace una vez más el silencio. Suspira. Lleva sus manos a la parte trasera del antifaz y se lo quita tirándolo sutilmente al suelo. Posa sus ojos sobre mí una vez más.

Instintivamente abro mi boca de par en par. Uno mis cejas en señal de incredulidad.

Es él. El chico de la foto. El rubio hermoso y misterioso de la fotografía en mi habitación. De cerca es...es mucho más atractivo no lo voy a negar. De hecho...si no me hubiera tratado cómo lo hizo, si no perteneciera a este lugar. Si él no fuera un Ícaro...de seguro fuera el tipo de hombre al que le entregaría mi corazón y mi entrepierna.

Me mira de arriba a abajo sonriendo de medio lado. Llega a mis ojos y suspira.

—¿Cómo te llamas?—Pregunta. Silencio total. Miro a mi alrededor y nadie habla. Todos miran la escena.—Acabas de agredirme físicamente...debo saber el nombre que daré a los profesores y a la rectora para que  expulsen.

Me volteo a mirar sus ojos.¿Expulsada? Me llamó putita y me besó sin mi consentimiento. ¿Cómo carajos voy a ser expulsada mi primer día de clases? Abro mi boca para protestar.

—¡Zain!

Una voz femenina muy familiar no me deja terminar. Una chica rubia con antifaz de ninfa y vestida como árabe abraza al rubio frente a mí. Se quita la máscara y me mira molesta. Yo la miro en silencio molesta igual. Es Misa, mi compañera de habitación.

—¿Se puede saber qué tienes en la cabeza?— Misa me grita aún abrazando al rubio. No digo nada. Pero he comenzado a hiperventilar para no cometer una locura. Rio mostrando mis dientes y luego muerdo mi labio inferior.

— Este imbécil— digo señalando con un dedo al rubio— me llamó puta y me besó Misa. No entiendo por qué me confundió con...con una cualquiera.

Misa no dice nada, solo me mira. Luego ríe.

— Pensé que querías venir a la fiesta.

— Si¿Y?

Su risa se intensifica. Pero esta vez es más...macabra.

— Una de tu clase solo puede estar en lugares como este de dos formas. O limpiando la porquería.— Se separa del rubio y se acerca a mi rostro. Me susurra al oído.— O sirviendo de zorra.

Lo próximo que veo son los ojos de Misa mirándome fijamente mientras la tomo por el cuello y la pego a la baranda de metal del segundo piso. Escucho a lo lejos murmullos, exclamaciones, incluso creo escuchar a Roxi. Misa agarra mis manos tratando de zafar mi agarre. Unas fuertes manos me toman y me levantan del suelo haciendo que separe mis manos del delicado cuello de Misa. Me agarran con fuerza y me sacan del lugar.

—¡Suéltame!—le exijo al gorila que me agarró—¡Suéltame maldito!—Pataleo pero nada. Me conducen hasta lo que creo que es la parte tracera del lugar. Abren una puerta de metal algo oxidada y me entran aún cargada.— Suéltame— Le vuelvo a exigir a quien me tiene prisionera pero nada. Es como si no me escuchara. Finalmente me suelta y me deja caer sobre un sofá viejo. Me levanto para enfrentar a mi raptor.

Mi boca cae al suelo. Lo miro con incredulidad,sin saber que decir. Andreu me mira respirando con dificultad muy serio. Viste completamente de blanco. Su traje es impoluto y veo una máscara que cubre todo su rostro en su mano. Su pelo negro está perfectamente peinado hacia atrás. Él desentona con este lugar todo viejo y desaliñado. Él luce más bien como un actor de cine que va a un estreno o a la Met Gala, no a una fiesta de disfraces en un lugar como este.

Nos miramos en silencio fijamente por varios segundos. Andreu aprieta su mandíbula con todas sus fuerzas. Cierra sus ojos y deja salir todo el aire de sus pulmones. Traga en seco y me mira con...¿Vergüenza?

—¿Cómo?— Vuelve a tragar el nudo de su garganta—¿Cómo estás Annie?—Dice sin mirar mis ojos. Solo el suelo bajo nosotros todo lleno de polvo.

Bueno...esto no me lo esperaba. Esta noche está resultando ser más interesante de lo que esperaba. Sonrío un poco. No lo sé... él... él me brinda una sensación extraña de tranquilidad y confort.

— Estoy bien Andreu, gracias por preguntar.

Él me sonríe un poco mirando mis ojos. Yo igual, no puedo evitar sonreír un poco.

—¿Dónde está?—La voz chillona de Misa irrumpe en todo el local.—¿Dónde está esa maldita zorra?

Veo a Misa aproximarse hacia donde estamos Andreu y yo toda furiosa. Aún puedo ver su cuello rojo por mi agarre. Misa se acerca y sin esperarmelo levanta su mano para darme una cachetada. Yo cierro mis ojos esperando el impacto de su mano en mi mejilla.

Nada.

Abro los ojos. Andreu le cogió la mano y la sostiene en el aire. Luego la quita de mi ángulo. La mira molesto, su pecho sube y baja.

—¡Ya basta Misa!¡Estoy harto!¿Me oyes? ¡Estoy harto de tus estupideces y las de tu hermano!

¿Hermano? Este lugar me resulta más... divertido de lo que creía. Así que Misa tiene un hermano en esta mierda de Fraternidad.

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