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Capítulo 3. La fiesta.

Cuelgo y me volteo para entrar en mi habitación. Choco con alguien.

— Por lo visto... Está escrito que nos encontremos.

Alzo mis ojos. Es Andreu una vez más. Me sonríe con esos ojos verdes tan lindos y tan sensuales. Sonríe de medio lado con la boca cerrada. Yo...me siento mareada de pronto. Abro mi boca para saludar.

—Ho...

— Andreu.

Soy interrumpida. Miro hacia la puerta de la habitación. Misa nos mira seria junto a su amiguita. Sale de la habitación y enrosca sus brazos en la cintura de él. Me mira seria.

— Veo que ya conociste a mi compañera de habitación.

— Si. Me estaba presentando.

— No es necesario,ya lo hago yo— Ella lo interrumpe sin dejar de mirarme. Suspira— Annie él es Andreu mi novio.

Uff! Qué posesiva la niña. Si supiera que ya le ví el paquete a su novio. Sonrío tímidamente.

— Mucho gusto Andreu.

Le tiendo mi mano. Él la toma amistosamente y Misa se aclara la garganta. Ambos la miramos.

— Bueno... Andreu¿Nos vamos?

— Eh...si, vamos.

Dice él mientras la toma por el brazo. Ella se voltea por última vez a mirarme.

— Cuando llegues esta noche a la fiesta di que estás a nombre de Ícaro dorado.

— Ícaro dorado, de acuerdo. No lo olvidaré.

Ella me sonríe de manera extraña. Veo que Andreu la mira con el ceño fruncido, cómo...¿Molesto? Yo no entiendo ni papa. La pelirroja sigue a la pareja y me dejan en el pasillo sola. Entro una vez más a la habitación. Me entra un mensaje de Roxi.

Creo que podré ir¿No te dijeron el tema de la fiesta?

¿Tema de la fiesta? A sí, cierto.

Si. Es de disfraces.

Le escribo y espero su respuesta.

Perfecto. No te preocupes. Espérame a las ocho. Llevaré nuestros disfraces.

Dejo el móvil sobre mi escritorio y entro a darme una ducha. Termino de bañarme y aún envuelta en mi toalla me acuesto en la cama. Vuelvo a mirar las fotografías. Me quedo un instante mirando la de un chico. Está hablando distraído en su móvil rodeado de chicas todas muy lindas. Él es guapo. Bueno...¿A quién quiero engañar? Él parece un modelo de esos que muchas escritoras adolescentes usan en sus historias. Es alto y atlético pero no llega a ser fuerte. Su piel es clara y de cabello rubio. Es más rubio que el mío. Sus ojos son de un azul muy profundo. Su mirada es vacía. Sin vida, pero puedo ver...no lo sé... inteligencia. Si es eso. Sus ojos gritan inteligencia y astucia. Sus labios son carnosos. Sus labios...de seguro...

—¿Qué haces?

Me asusto. Alzo mi vista y me encuentro con Roxi frente a mi cama mirándome atareada con unas enormes bolsas de plástico.

— Nada.— Digo mientras oculto la foto del chico rubio con labios carnosos. Vuelvo a ver sus ojos.— ¿Qué es eso?— Señalo las bolsas, ella sonríe alzando una ceja.

— Son nuestros disfraces.

Roxi se desprende de las bolsas y las abre. Mis ojos no están preparados para semejantes disfraces. La miro con cara de disgusto. Ella me mira sonríendo.

—¿Qué?

— No pensarás en serio que voy a usar... esto.— Digo mientras señalo los disfraces sobre la cama.

—¿Qué tienen?— Dice realmente confundida.

— Esto parece sacado de la revista playboy.

— Por favor Annie. No seas agua fiestas.

Dice mientras se comienza a desvestir. Yo aún no estoy convencida. Miro el corsé de cuero con el entrecejo contraído.

— Por cierto.—Miro sus ojos.— Elisa viene con nosotras.

Dice y se sigue vistiendo. Su disfraz es rojo. El mío por lo visto es blanco y el de Elisa es negro. Mientras Roxi se está peinando con una coleta alta llega ella. Nos saluda y busca su disfraz. Lo mira con la misma mirada que yo pero luego se encoge de hombros y comienza a cambiarse. Ellas terminan de vestirse y se inspeccionan en el espejo de mi closet. Me miran aún sentada en mi cama.

—¿No piensas cambiarte?— Me pregunta Elisa.

Las miro seria. Ellas se sientan a mi lado en la cama.

— Sé que eres algo...insegura con tu aspecto Annie. — Habla Roxi mientras me abraza— Pero... créeme Annie, no tienes de qué avergonzarte. No eres modelo de ropa interior pero tampoco estás mal.

— Si Annie. Además, eres muy bonita.

Les sonrío un poco. Roxi toma mi mano y me levanta de la cama. Ellas me ayudan a vestirme y a maquillarme. Cuando terminan conmigo no me reconozco. Estoy disfrazada de angelita. La falda es extremadamente corta de material blanco. El corsé me queda tan apretado que realza mi busto y mi cintura. Mi cabello está completamente suelto y lacio sobre mi espalda. Mis ojos marrones resaltan sobre la sombra blanca y los labios rojos. Las alas son pequeñas de plumas blancas. Para terminar mi outfit me coloco unas medias hasta más arriba de mis muslos y tacones blancos de diez centímetros.

—¿Listas?

Nos pregunta Roxanna con las llaves de su auto en la mano. Elisa y yo asentamos con la cabeza y salimos de la recidencia. Subimos al auto.

—¿Alguien sabe dónde está la hermandad?— Pregunto a las chicas. Yo no tenía la menor idea la verdad.

— Si. Está en un viejo almacén que no se usaba hace años. Fue tomado y remodelado.— Explica Roxi para mi tranquilidad. No había pensado en la hubicación de los Iκαρος.

El viejo almacén queda algo lejos del campus pero al final llegamos. En la entrada de gravilla habían varios autos y motos estacionadas. Veo a varias personas disfrazadas fuera del local haciendo cola para entrar. El portero poco a poco los va dejando entrar. Miro a varias chicas que están...con menos ropa que yo.

— Ahora entiendo tu selección de disfraces Roxi.— Le digo a mi amiga mientras bajamos del auto.

Nos ponemos en la fila y luego de unos treinta minutos llegamos a la entrada. El gorila nos mira de arriba a abajo y yo estoy de mal humor porque me duelen los pies.

— Contraseña.

Dice el hombre gordo con mirada amenazante. Desde aquí puedo escuchar la música electrónica. Roxi y Elisa me miran a los ojos.¿Contraseña? La zorra de mi habitación no me dijo nada de una estúpida contraseña. Luego recuerdo sus palabras. Alzo mi cabeza, miro al gorila con una sonrisa.

— Vengo a nombre de Ícaro dorado.

El gorila alza una ceja y me mira de arriba a abajo. Aprieta su mandíbula. Abre la puerta y llama a alguien. Sale un hombre alto y el gorila de la entrada le dice algo al oído. El hombre nos mira de arriba a abajo. Me mira a los ojos.

— Síganme.

Entramos tras de él. Cuando estoy dentro del lugar la música y los juegos de luces me embriagan. El lugar es enorme. Es amplio y hay un montón de gente bailando. Hay un segundo piso de hierro dónde hay gente sentada bebiendo. Veo en un sofá a varias personas sentadas con máscaras y mujeres con disfraces diminutos sentadas alrededor de estos. Llegamos a las escaleras que tienen un cordón cómo para indicar que no se puede pasar.

— Esperen aquí. — Nos dice el hombre y sube las escaleras.

Me quedo en el lugar con las chicas las cuales comienzan a bailar.

— Este lugar en increíble.— Escucho decir a Elisa.

— Si, pero no te encariñes mucho Elisa. Cuando termine con él posiblemente lo cierren.

Ellas no me prestan mucha atención. Solo siguen bailando a mi lado.

—¿Cuál de ustedes tres viene a nombre del Ícaro dorado?

Las tres nos miramos. Luego ellas me miran a mí, así que suspiro y me volteo hacia el hombre.

— Soy yo.

— Sígueme. Solo tú.

Miro a mis amigas. Roxi me mira seria.

— No te preocupes por nosotras. Te estaremos vigilando desde aquí.

Yo no estoy muy decidida. Miro al hombre el cual espera por mí. Suspiro, tomo aire y me decido a seguirlo. Subo las escaleras ignorando el hecho de que debajo llevo solo un tanga y se debe ver por las escaleras de hierro. Llegamos hasta el sofá. Los hombres tienen capuchas negras puestas al igual que máscaras que cubren parte de su rostro.

— Es ella.

Dice el hombre cuando llega al grupo. Contando por arriba son unos tres hombres y más de diez chicas sentadas en el enorme sofá de cuero. Uno de ellos con un antifaz dorado le hace una seña al hombre para que se retire. Este pasa por mi lado y me deja parada entre la mesa cristal frente al sofá y la baranda que brinda algo de seguridad al segundo piso. Comienza a sonar la canción de Martin Garrix Animals. Veo cómo las personas gritan y comienzan a bailar. Las chicas en el sofá muchas se levantan y bailan sobre el mueble o sobre las piernas de los hombres. Algunas se quitan parte de su disfraz y se quedan en ropa interior. El chico de la máscara dorada toma un trago de su bebida y la deja en la mesita. Luego se levanta del sofá. Es alto y atlético. No puedo ver bien su rostro. Camina y queda frente a mí. Yo debo alzar mis ojos para poder ver su rostro. Me mira sonríendo tras su máscara dorada muy linda. Suspira.

Sin esperarmelo me toma por la cintura y me pega a su cuerpo. De pronto tiemblo. No esperaba esto. Siento su respiración sobre mis labios. Baja su mano poco a poco hasta  mi trasero y la otra toca mi mejilla con deseo. Mira mis labios y se muerde los suyos. Se acerca a mi oído.

— Así que tú eres...la putita que está aquí esta noche para...hacerme feliz.

¡Qué!...¿Dónde carajos me he metido?

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