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JAY
Era temporada de invierno, la nieve era muy densa, tanto que obstruía la visibilidad, pero me encontraba en una de las misiones más importantes de hace meses. Se trataba del hombre más famoso en la red de tráfico de menores, iba tras sus pistas hace mucho tiempo y hoy era el día indicado para atraparlo con las manos en la masa.
Caminé tras él, luego que lo vi hablando con uno de sus socios, el sujeto no se había percatado que iba detrás de él. Usaba un abrigo de color negro que le llegaba quizás un poco debajo de las rodillas, llevaba sus manos entre las bolsas al igual que yo. Luego de caminar tanto tiempo el sujeto llegó a una casa con condiciones bastante deplorables, mi equipo y yo empezamos a rodear la casa, tomé el arma e hice la seña con mis manos para que entráramos de forma sincronizada.
Uno...
Dos...
Tres...
—¡Alto ahí!—tumbé la puerta, al entrar el sujeto se miraba asustado—¡al suelo!— le dije apuntándole con el arma a la cabeza—¿cómo te llamas?—pregunté registrándole sus bolsas del pantalón.
—Michael—giró su cabeza estando en el suelo.
—¡Vamos, levántate!— Lo obligué a pegarse contra la pared—dime, ¿quién más vive en esta casa?—mis compañeros entraron a las habitaciones para registrar mejor.
—Estás equivocado—su voz sonó quebradiza—aca solo vivo yo, señor oficial—tomé de sus hombros volteándolo frente a mi.
—No me creas idiota, dime, ¿Dónde están los niños?—lo fulminé con la mirada.
—No se dé que niños habla—levantó sus manos en forma de paz.
—¿A qué te dedicas entonces?—tomé de su cuello.
—S...soy repartidor de pizza—abrió sus ojos muy asustado.
—No me digas...—acerqué su rostro al mío—no trates de engañarme, puedo ver el miedo en tus ojos y hasta estas temblando—observé a mi alrededor y solo había una sala en desorden, algunas cosas tiradas, pero había algo extraño en el suelo, no se sentía tan sólido y una de las cosas que me llamó la atención fueron unas huellas en el piso que provenían de una alfombra. Caminé un poco hacia un pequeño sillón que estaba en una esquina, Lo quité un poco y debajo de el había compartimiento secreto, al abrirlo ¡bingo! habían quizás unos diez niños atados de pies y manos con una cinta de color negro alrededor de su boca.
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—Después de una larga búsqueda e intenso trabajo en equipo, finalmente se ha atrapado a la Red de tráfico de menores más grande de la ciudad, todo esto ha sido posible por medio del gran detective Jay Smith y su equipo. Para nuestra institución es grato tener a una persona con grandes cualidades como la de él y por traer de regreso a esos niños sanos y salvo.
Una gran ceremonia se estaba llevando acabo en una plaza del departamento policial en donde una gran mayoría de los ciudadanos estaba presente, los aplausos y las ovaciones sobraban, creo que para mis padres era el mayor orgullo.
—Cómo prueba de reconocimiento le haremos entrega de la medalla de honor y del certificado a mejor policía del año, recibamoslo con fuertes aplausos.
Las personas empezaban a aplaudir una y otra vez, una enorme emoción se sentía dentro de mi pecho, mi equipo y yo posamos para la foto del grupo y creo que tendría algunas semanas de vacaciones para terminar los preparativos de mi boda.
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Me encontraba con mi prometida Pilar en el cine, usualmente por las noches frecuentábamos lugares para distraernos ya que dentro de poco tiempo nos casaríamos.
—¿Por qué siempre las películas de amor tienen un final triste?—me preguntó tomándome de la mano al salir de la sala.
—No sé, quizás porque el amor verdadero ya no existe—sonreí un poco, pero ella se quedó estática al escuchar mi expresión—¿Qué pasa?—ella me quedó viendo con desdén. Me acerqué un poco—excepto por el nuestro—susurré a su oído e inmediatamente una gran sonrisa se había plasmado en su rostro.
—¿Cuándo me mostrarás lo que tienes en el bolsillo?—Pilar sí que era muy curiosa.
—¡Oh!—enganché mi brazo sobre su hombro—todavía sigues con esa curiosidad, a veces es mejor no saber las cosas hasta su momento, Pilar.
—Vamos, Jay, tengo derecho a conocerlo, te prometo que no me lo pondré—hizo puchero—además, seré la novia, ¿no?
—Si, cariño, pero ten un poco de paciencia, ya faltan dos días para que eso ocurra—la abracé fuertemente.
—No seas así, Jay, mejor enséñamelo—insistió—imagínate si me queda más pequeño o un poco grande, sería mejor cerciorarse que me quede a la perfección.
—Muy buena excusa, señorita, pero también sé que la talla de tu dedo anular es un "C" o, ¿me equivoco?—nos detuvimos frente a frente.
—¿Cómo lo sabes?—sus ojos brillaban y se miraba aún más hermosa de lo que era.
—Solo lo sé—tomé de su mano y seguimos caminando.
DANA
Me encontraba de regreso a la ciudad de Chicago luego de mi presentación de otoño que tuve en París, el viaje había sido cansado, pero tenía mucho tiempo de no ver a mis padres y hoy era mi cumpleaños. Al llegar al aeropuerto mi mejor amiga Rubí estaba a la expectativa de mi llegada.
—¡Bienvenida, amiga mía!—me abrazó dándome un beso en cada mejilla— me encuentro muy contenta que por fin has podido llegar.
—Muchas gracias, Rubí,—volví a ver hacia todos lados.
—¿Pero qué te pasa, no te encuentras contenta?
—No es eso, amiga, simplemente por lo regular mis padres eran los que siempre me esperaban acá—Era la primera vez que sucedía este tipo de cosas y me extrañaba, quizás el amor de ellos hacia mí se ha desvanecido.
—Sí, de hecho tu padre dijo que se disculpaba por no haber venido, lo que pasa es que él tenía una importante reunión tú sabes cómo son los hombres de negocios y más tu padre, el grado de responsabilidad que tiene en la empresa, pero para eso estoy yo amiga—Me ayudó con la maleta mientras nos dirigíamos a la salida.
—Seguro que sí, si no me vino a buscar debe de ser que era una reunión mucho más importante que su hija—En el fondo me dolía que mi propio padre le importaba más hacer dinero que recibir a su hija luego de haber estado ausente por muchos meses.
JAY
—No hagamos mucho ruido o de lo contrario vamos a despertar a los vecinos— dijo Pilar llegando a su casa, ella y yo estábamos en la puerta—sostén esto—me dio el bolso para buscar las llaves, pero por accidente encontré un encendedor.
—Oye, ¿qué se supone que hace esto en tu bolso, Pilar?—negué con la cabeza— dijiste que lo ibas a dejar y me mentiste— mi novia desgraciadamente tenía problemas con la marihuana, desde hace mucho tiempo los problemas familiares le habían hecho caer en ese maldito vicio.
—Jay, ¿ por qué crees que yo aún no he dejado de fumar?— sus ojos empezaron a vibrar y eso era una señal que me estaba mintiendo— seguro ese encendedor estaba desde hace mucho tiempo.
—Amor, sabes perfectamente que soy detective y sé muchas cosas del comportamiento humano y no me puedes negar que has seguido fumando, tan sólo mírate la yema de tus dedos— tomé sus manos y las volteé— están amarillos, Pilar, también puedo notar que la gran mayoría del día pasas masticando chicle de menta.
—Lo siento mucho— me dijo con la cara entristecida— pero ya no lo hago como antes, quizás una o dos veces al día.
—Rompiste tu promesa—la observé directamente a sus ojos—dijiste que la próxima vez que lo harías me ibas a decir y tan sólo mira lo qué pasa...
—Lo siento, Jay, pero te juro...
—¡Por favor no jures nada, Pilar!— estaba completamente furioso— sabes muy bien que lo que yo no tolero en una persona es la mentira y eso es lo primero que haces, Pilar, acaso, ¿ no confías en mi?
—Por supuesto que confío en ti, cariño, pero te prometo que esta vez sí te lo diré— levantó su dedo meñique en forma de promesa.
—Está bien—nos dimos un pequeño beso— ahora por favor abre la puerta que me estoy congelando.
—Hasta que por fin has llegado— la voz de su madre se podía escuchar desde la sala— vamos, entren por favor—insistió.
—No se preocupe, señora, tan sólo vine a dejar a su hija hasta la casa, yo ya me voy—hice el amago, pero ella me detuvo.
—Por supuesto que no, hijo, tú siempre eres bienvenido a esta casa además, serás pronto el esposo de mi hija así que por favor pasa adelante, haremos un poco de té— tomó de mi chaqueta y le enganchó en un clavo que estaba en la pared.
—Bienvenido, Jay,—su padre estaba en la sala viendo la TV— por favor siéntate— palmeó el sillón que estaba a su lado, realmente para mí era un poco incómodo entrar a la casa de Pilar especialmente por las atenciones que sus padres me daban.
—¿Cómo estás, Jay?— su hermana salía de la habitación.
—Muy bien y ¿cómo está la futura doctora de la familia?
—Cansada, pero gracias al cielo ya me falta poco para terminar la carrera.
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El tiempo transcurrió y como siempre la típica conversación familiar en donde yo me sentía muy incómodo, sentía que yo no encajaba a la perfección en esta familia, pero tampoco me iba a ir de inmediatamente.
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—Muchas gracias por todo— me levanté del sillón— pero ya es tiempo de irme, creo que mi madre debe estar un poco preocupada.
—Te acompañaré a la salida— dijo Pilar terminando de llevar los platos al fregadero.
—Pilar, agradezco mucho el gesto de tu familia, pero sabes muy bien que este tipo de cosas me incomodan un poco y no te lo tomes a mal— estábamos frente al coche— mañana pasaré por ti para que terminemos de comprar las últimas cosas para los preparativos.
—Está bien, pero también me gustaría haberte enseñado el vestido de novia que voy a portar— se dio la vuelta, pero de inmediato tomé de su brazo—¿Qué pasa? ¿no lo quieres ver?
—No es eso, pero tú sabes que es de mala suerte, así que mejor cuando estés frente a mí en un altar lo podré ver mucho mejor— me acerqué un poco para impregnarle un
enorme beso en sus labios— nos vemos mañana, mi amor.