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Capítulo14

Al hablar de Samuel Fraga, el rostro de Enrique se puso grave.

Samuel era el cabeza de la familia Fraga. Aunque ahora ya tenía edad avanzada y era débil, cuando era joven era una figura sobresaliente en los negocios. Había sido el mismo quien había fundado y desarrollado considerablemente el Grupo Fraga.

Ahora había muchos nietos en la familia Fraga, y Samuel aún no había elegido a su heredero.

Samuel ya se molestó cuando se enteró de que Enrique había roto su compromiso con Lucía en público, pero como Lucía era la que tenía la culpa, Samuel no culpó demasiado a Enrique.

Sin embargo, Samuel se pondría furioso sin duda alguna si ocurriera otro escándalo semejante en la fiesta de su cumpleaños.

Enrique respiró hondo y le dijo a la señora Fraga:

—Mamá, Lucía quiere que yo anuncie públicamente que Fabiana me sedujo y manchó su reputación. Solo así accederá a casarse conmigo.

Su madre le dijo con una sonrisa burlona:

—¿Así que me estás diciendo que vas a renunciar al 20% de las acciones del Grupo Nores por el bien de la reputación de Fabiana?

Enrique frunció el ceño, molesto.

«Maldita Lucía, ¡¿por qué me haces una petición tan excesiva?!»

—Lucía ya fue expulsada de la familia Nores. Aparte de ese 20%, el resto de las acciones serán definitivamente de Fabiana —dijo Enrique.

La señora Fraga resopló.

«A estas alturas, Enrique sigue siendo parcial con Fabiana y no quiere que sufra agravios.»

Con eso en la mente, la señora Fraga se alisó el chal que llevaba, echó una mirada al salón lujoso, y dijo:

—No me importa lo que pienses, mientras puedas convencer a Lucía de que se case contigo. Lo demás me da igual.

La dama todavía sostenía que Lucía seguía obsesionada con Enrique, y que si este la engatusaba, se olvidaría de todo y volvería a él como un perrito.

Justo cuando Enrique y su madre hablaban en el segundo piso, los Nores llegaron a la fiesta con sus mejores galas.

Fabiana se veía muy guapa y elegante con un blanco vestido de tirantes. Nada más entrar en el salón, atrajo la atención de muchos.

Sonriendo y agitando ligeramente la mano, ella saludó con confianza a otros invitados. De repente, pareció sentir la mirada de Enrique y levantó la cabeza para dedicarle una sonrisa dulce.

Al ver la sonrisa inocente de Fabiana, Enrique recordó la petición maliciosa que Lucía le había hecho y al instante un disgusto se pasó por los ojos.

Si bien era cierto que Fabiana tenía la culpa de lo sucedido, ella no lo había hecho a propósito. Enrique no entendía por qué Lucía tenía que ser tan agresiva sin mostrar ninguna generosidad.

—Esta es la señorita de la familia Nores, ¿verdad? ¡Qué hermosa!

—Sí, es hermosa y talentosa. Se dice que ganó el tercer lugar en un concurso internacional de perfumes...

—¡Qué genial es!

Al escuchar los cumplidos a su alrededor, Fabiana se sintió muy alegre y levantó la barbilla con orgullo.

Las palabras de halago o de envidia de los invitados satisfacían considerablemente su vanidad. 

Disfrutando de las miradas que la halagaban o la envidiaban, Fabiana se sentía más feliz que nunca.

En los años pasados, a causa de su origen, los famosos de clase alta siempre la habían rechazado y menospreciado. Pero hoy, todos la elogiaban y la envidiaban. En este momento, Fabiana sentía que era la única hija legítima de la familia Nores

Justo cuando Fabiana se sumía en su alegría, se oyó una exclamación repentina desde la puerta y todos giraron la cabeza para mirar hacia allí.

Todos querían saber qué pez gordo había llegado.

Bajo las miradas expectantes, apareció lentamente una esbelta figura.

Era una joven alta y hermosa, llevaba un largo vestido azul y un brillante collar de zafiro, con su larga y espesa cabellera negra sobre los hombros, como si fuera una princesa salida de un cuento de hadas, incomparablemente elegante y noble.

Casi todos se quedaron atónitos ante su belleza incomparable, y contuvieron la respiración, sin atreverse a emitir un solo sonido.

Después de un buen rato, se oyó susurros bajos.

—¿Quién es ella?

—Es tan preciosa como una princesa.

—No esperaba que hubiera una belleza tan sobresaliente en Creephia.

La sonrisa de Fabiana se congeló cuando vio entrar a Lucía.

Y de un vistazo, ella vio el brillante zafiro que Lucía llevaba.

Era precisamente el mismo zafiro que ese hombre misterioso había adquirido por 50 millones de euros en la subasta de aquella noche. Si no hubiera sido por ese hombre, ahora Fabiana sería la dueña de esa piedra preciosa.

«¡¿Por qué esta zorra tiene este zafiro?! ¡¿Qué relación tiene con ese hombre?!»

Al instante, la conmoción, los celos y el resentimiento le inundaron el corazón a Fabiana, y los ojos se le volvieron siniestros.

Además, la atención de los hombres que acababan de alabar su belleza y talento se desvió hacia Lucía, lo que hizo a Fabiana enfadarse tanto que apretó con fuerza los puños.

«Lucía, ¿crees que puedes borrar tu infame pasado mostrando tu rostro hermoso? ¡Imposible!»

Con eso en la mente, Fabiana forzó una sonrisa falsa, se acercó a Lucía, y le saludó cordialmente:

—Ah, Lucía, estás aquí.

Caminó hasta el lado de Lucía, inmediatamente reveló su verdadera cara, la miró con ojos terribles y preguntó con ferocidad:

—¡¿De dónde has sacado este zafiro?!

Lucía levantó la vista para mirar a la mujer hermosa por fuera pero maliciosa por dentro. Al ver la expresión celosa de Fabiana, Lucía creyó haber hecho bien en recibir el regalo de Víctor.

Lucía sonrió débilmente, jugueteó el zafiro con sus delgados dedos y preguntó:

—Es muy bonito, ¿no? ¿Estás celosa? ¿Cómo te sientes al ver que yo llevo el zafiro que te encanta? Creí que Enrique te amaba mucho. Él sabe mejor que nadie que te gusta mucho esta piedra, pero no hizo lo que pudo para comprártela. Parece que su amor por ti no es tan profundo.

Ante las palabras desdeñosas, Fabiana apretó con fuerza los puños y miró fijamente a Lucía, con los ojos llenos de malicia. Pero aun así, todavía mantenía esa sonrisa falsa en su rostro bello.

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