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Capítulo 4

Percibiendo la emoción en su tono, Bruno Cabal se sorprendió bastante y preguntó:

—¿Quién? ¿Es esa Bella Escribano?

—No.

—Entonces, ¿quién es ese «tesoro»? —preguntó Bruno con más curiosidad.

Sin embargo, lo que obtuvo era un largo silencio.

Bruno se quejó de Víctor en secreto.

«Oye, ¿es tan tacaño que ni siquiera me cuenta su nombre? ¿Qué personaje es esa mujer que puede conquistarlo? ¿Un hombre tan abstinente como él que raras veces muestra interés por mujeres de verdad puede ser atrapado por alguna?»

Bruno siguió hablando:

—Bueno. Mientras te guste, no importa quién sea. Te ayudaré para que se convierta en tu mujer.

Como muy buen amigo de Víctor, Bruno estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para ayudar a este a encontrar a su amor de la vida.

Víctor soltó una carcajada baja y dijo:

—Ahora ella está en mi cama.

Bruno se quedó estupefacto.

«Cabrón, ¡resulta que ya la has traído a casa! ¡¿Todo anda tan rápido?! Bueno, como hombre, eso es compresible...»

Antes de que Bruno pudiera recuperarse del asombro, Víctor siguió:

—Cede tu puesto como presidente del Grupo Olimpo.

Ante las palabras, Bruno se quedó de piedra primero. No obstante, cuando reaccionó, se le iluminaron los ojos y dijo con alegría:

—Por fin me vas a dar vacaciones. ¡Comparé un billete y me largaré de aquí ahora mismo!

Sin embargo, lo que Víctor dijo al siguiente rompió la buena ilusión de Bruno.

—Vas a ser el vicepresidente.

Bruno se quedó sin palabras al instante.  

«¿Qué demonios quiere hacer este tipo?»

—¿Para qué quieres el puesto del presidente del  Grupo Olimpo? —preguntó Bruno.

Dado el temperamento de Víctor, Bruno sabía que este nunca interferiría en los asuntos del Grupo Olimpo si no tenía arreglo especial. Por lo tanto, Bruno quería saber por qué de repente Víctor le pidió que cediera el título del presidente del grupo.

Víctor bajó la voz y dijo seriamente:

—Porque le servirá a ella.

Por los ojos de su esposa, Víctor percibía un odio muy profundo.

Víctor suponía que ella se casó con él inesperadamente y sin un motivo porque estaba muy herida, y quería vengarse de quienes le habían hecho daño.

Y en Creephia, solo el Grupo Olimpo era capaz de enfrentarse con la familia Nores y la familia Fraga.  

Bruno se puso un poco confundido al oírlo.

«¿Servirá para ella? Veo que ese tipo realmente ha sido cautivado por esa bella.»

Víctor, rozando su nariz con su largo dedo, continuó en voz grave:

—Tiene mala reputación en Creephia. Por favor, protégela bien por mí.

—No hay problema. A la que se atreva a insultarla en el Grupo Olimpo, la echo de Creephia inmediatamente —prometió Bruno sin pensárselo.

No importaba qué rumores sobre esa mujer corrieran en Creephia, Bruno confiarían en la selección de Víctor y estarían a su favor todo el tiempo.

Bruno conocía a Víctor mejor que nadie y sabía que cualquiera que se atreviera a meterse con él terminaría miserable.

Al pensar en lo que Lucía posiblemente había sufrido, Víctor, en una voz fría que daba miedo, añadió:

—¡No quiero volver a ver a la familia Nores y a la familia Fraga en Creephia dentro de tres meses!

***

Terminada la llamada, Víctor volvió al dormitorio en silencio.

Lucía estaba acurrucada en la cama, durmiendo apaciblemente, con su cabello largo y liso esparcido sobre sus hombros delgados y las cejas ligeramente fruncidas.

Víctor se inclinó hacia ella, con sus dedos largos acarició primero con suavidad las vendas en su frente, luego su carita pálida y al final se detuvo en sus labios finos. Estaba tan cerca de ella que incluso podía oler claramente el perfume que llevaba.

Lucía pareció percibir algo e inconscientemente abrió los ojos.

Víctor dio unas palmaditas suaves sobre la espalda y dijo en voz baja:

—Está bien, sigue durmiendo.

Lucía no sintió malicia, sino un calor que hacía tiempo no sentía. Como un bebé, ella se frotó ligeramente contra la almohada, rodeó sus brazos y pronto volvió a dormirse profundamente.

Víctor contempló con cariño esta cara bella durante un buen rato, luego le besó tiernamente la frente.   

—No importa quién seas, de dónde vengas ni lo que te haya pasado, no te dejaré escapar de mí.

***

A la mañana siguiente, cuando Lucía despertó, el cuarto ya estaba bañado por los rayos del sol. Recordaba vagamente que la habían llevado en brazos a la cama la noche anterior, así que no se sorprendió mucho en este momento.

Simplemente no esperaba dormir tan profundamente y sin sospechar nada en los brazos de un hombre que acababa de conocer. 

Sin pensárselo demasiado, Lucía se levantó de la cama, fue al guardarropa y de allí escogió un vestido azul largo entre numerosas prendas. El vestido era de un estilo muy sencillo, conforme con su carácter.

Después de que Lucía tomó el desayuno, el médico familiar le cambió el medicamento para la herida de la frente. Luego, ella se puso el sombrero con la intención de salir.

Víctor, sentado en el sofá, con las piernas cruzadas, la miraba en silencio.

Al ver que ella iba a salir, él se le acercó, le entregó una carta de la transferencia de acciones y dijo en una voz muy suave:

—Esta es el regalo del matrimonio.

Lucía se quedó un poco pasmada y luego la abrió y la hojeó.

Era una carta de la transferencia de las acciones del Grupo Olimpo. Todos los trámites estaban hechos. Mientras ella firmara, podría ser la nueva presidenta del Grupo Olimpo.

Este regalo de boda era tan valioso que bastaría para volver loca a cualquier chica de Creephia.

Lucía no había crecido en Creephia, y había pasado la mayoría de su tiempo en el estudio, por eso no codiciaba tanto el dinero. Pero como se había casado con Víctor, ella decidió no rechazar este regalo.

Y, este hombre que tenía delante, ya debería haber investigado a fondo a Lucía para saber que, en estos momentos, andaba seriamente corta de dinero.

Pero Lucía no esperaba que Víctor fuera tan generoso como para regalarle el Grupo Olimpo. Este hombre era mucho más fuerte de lo que ella pensaba.

Lucía sonrió dulcemente, guardó bien el documento y dijo:

—Gracias, espera a que yo te prepare un regalo.

Dicho esto, le guiñó un ojo, muy encantadora, y se volvió para salir por la puerta.

***

Lucía regresó a la familia Nores. Al entrar en la sala, encontró a Natalia Nores sentada en el sofá con una taza de té.

Esta llevaba un vestido entallado. Como prestaba mucha atención al cuidado de la piel, se veía bastante joven a pesar de tener más de cuarenta años. Si solo la veía por la apariencia, sin duda alguna era una dama noble.

Al verla a Lucía, Natalia se sorprendió un poco, luego hizo una mueca desdeñosa y dijo:

—El desayuno está en la cocina. A partir de hoy, te pondrás en cuclillas en la cocina para comer, ¿entiendes? No me culpes por ser dura contigo, Lucía. Lo que has hecho ha manchado la fama de la familia Nores. Tu padre está tan enfadado que incluso quiere echarte de casa. Pero te he visto crecer, realmente no soporto verte vagar en la calle, pero al mismo tiempo, no quiero que tu padre se enfade al verte, por eso, no me culpes por ser dura contigo.

Acto seguido, Natalia se dirigió a los sirvientes:

—A partir de hoy, las comidas de la señorita Lucía se quedan en la cocina, ¿me oyen?

Los sirvientes temerosos asintieron respetuosamente:

—Sí, señora.

Los sirvientes pensaban que Natalia se había pasado demasiado. ¡¿Cómo podía tratar a su hijastra de esa manera?! Lucía era una persona, ¡no un animal!

Lucía, muy tranquila, sin sentirse ofendida en absoluto, dijo con una sonrisa leve:

—No hace falta, Natalia. Hoy me mudo de aquí.

Con esto, Lucía subió las escaleras.

Natalia se enojó y dejó la taza de té sobre la mesa con brusquedad.

—¡Quédate quieta! ¿Subes tú sola cuando tu mayor aún está abajo? ¿Dónde está tu educación? ¿Acaso te has vuelto aún más tonta después de hacer aquellas cosas tan indecentes?

Dicho esto, se acercó a Lucía con cara hosca y levantó la mano para abofetearla.

Lucía la esquivó ágilmente.

Natalia estaba a punto de maldecir cuando se encontró inesperadamente con un par de ojos fríos y profundos. 

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