Capítulo 2
No, eso no es posible.
Aparto las manos de Tamara de mis hombros y me siento en la cama.
—Esa no es una opción— digo —. Tú sabes mi historia en ese lugar.
—¿Pero entonces que más puedes hacer? ¿Adónde más puedes ir?— me pregunta Tamara —Entiéndelo, es eso o que Viktor te mate.
—¡Prefiero morir que volver con mis padres, Tamara!
—¡Oh, vamos!— dice incrédula haciendo una mueca.
—Es la verdad, Tamara. Simplemente no volveré con ellos y punto.
Tamara rueda su ojos y analiza la situación caminando alrededor de la habitación pasando una mano por su cabello. Ya casi está amaneciendo, la luz del sol naciente ilumina tenuemente a través de la ventana.
—¿Que tal volver a Denver, pero no con tu padres?— sugiere Tamara.
Lo pienso por un instante.
Lo peor que puede pasar si regreso a Denver es reencontrarme con todas las personas que herí y las que me hirieron. Si voy con mis padres hay altas probabilidades de que eso suceda; pero si no, ¿qué tan pequeño puede ser el mundo? Todos aquellos a los que temo volver a ver forman parte de un círculo exclusivo y apartado, al que yo antes solía pertenecer también, pero ya no. El punto a donde quiero llegar es que ya no tengo nada que ver con ese mundo.
—Puede ser...
—Bien. Llamaré a mi prima que vive allá.
Frunzo el ceño.
—¿Tu prima? ¿Esa que me contaste que es malhumorada y perfeccionista, con la que no te llevas bien?
—Esa misma— confirma —. Ella tiene su propio departamento y vive sola; puedes ser su inquilina. No me soporta, pero supongo que no me negará un favor si le digo que estoy en apuros. Después de todo, es el único miembro de mi familia que no me declaró su odio.
—Pero tú no estás en apuros, yo lo estoy. Tal vez a ti te ayude, pero a mí, que no tengo nada que ver con ella, lo dudo.
—¡No me contagies tu pesimismo! Nada perdemos con intentar.
—¿Si tu prima acepta vendrás conmigo?— pregunto.
—Si ambas desaparecemos de un día a otro, Viktor pensará que soy tu cómplice. Creo que quedándome aquí sería más útil; me enteraré de lo que suceda y te lo reportaré. No te prometo nada, pero trataré de desenmascarar a Alec, también.
¿Puedo tener una amiga mejor?
Tamara salió a pedirle dinero a unos de sus "enamorados" para poder comprarme un boleto de avión; me dijo que llamaría a su prima Wendy en el camino. Mientras yo me quedé encerrada alistando una pequeña valija con mis mejores ropas y algunos artículos personales.
Cuando Tamara volvió con el dinero, me preparé y salimos juntas al aeropuerto. Parecíamos ninjas en plena misión; vestidas de negro, con gorras casi tapándonos los ojos y mirando paranoicas hacia los lados. Es que Viktor tiene ojos en todas partes.
—Te extrañaré, bebé— dice Tamara mientras me abraza.
Suerte que conseguimos pasaje para un vuelo directo que sale en media hora. De hecho, acaban de hacer el llamado a los pasajeros para entrar en la sala de embarque.
—Llámame en cuanto llegues. ¿Guardaste el papel con la dirección anotada que te di?
Abro mi bolso y certifico que así sea.
—Sí, lo tengo— tomo las manos de Tamara —. Muchas, muchas gracias por hacer esto. No sé que haría sin ti...
Tamara niega, con los ojos cristalizados. Sé que también soy lo único que tiene.
—No comiences, me harás llorar. Además, para eso estamos las amigas. Y nosotras más que amigas somos como hermanas, ¿no?
—Claro— sonrío conteniendo el llanto, también. Luego me esfuerzo para poner cara seria, para que Tamara tome enserio lo que estoy a punto de decirle; ella puede ser muy testaruda cuando quiere —. Prométeme que serás cuidadosa. Sobre todo con Viktor.
—Lo prometo.
—No dejes que nadie se enteré que somos cercanas, y no te pongas en evidencia frente a Alec. Sabemos que es un sucio— continúo.
—Sí, sí, ya— dice Tamara con fastidio —. Me estás recordando a mi abuela, cuando aún me hablaba. Vete, el avión te dejará...
Me despido de ella con un último abrazo y entro en la sala de embarque.
No pasa mucho tiempo cuando nos dejan montar en el avión. Localizo mi asiento y pongo en el compartimiento de arriba mi maleta de mano. Una anciana rechoncha y adorable está sentada en el puesto a mi lado.
Sonrío con ironía.
Salí de Denver huyendo de problemas, y vuelvo huyendo de problemas también.
Yo solo espero que todo salga bien.