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Capítulo 4

Con el tiempo aprendes a aceptar la soledad. A nadie le gusta estar solo, la gente que dice que le gusta nunca ha estado realmente sola, es imposible que le guste, pero es obligatorio aprender a aceptarlo, a aguantarlo. No te apegues a la gente, porque un día se irán y estarás destrozado... otra vez. Pero al menos aguantas la soledad y eso es lo que te mantiene con vida por un tiempo, pero termina matándote poco a poco.

Apenas pude dormir esa noche, el pasado es siempre la peor pesadilla. Cuando logré dormir ya eran las cuatro de la mañana, o sea, solo dormí dos horas, porque ya a las seis ya me levantaba.

Me puse el uniforme, que era un traje negro con el logo de la empresa, me recogí el pelo en una cola de caballo y un poco de maquillaje básico para quitarme el look de Zoomb que tengo.

Pido un taxi, todo lo que necesitaba era café para que pareciera uno de esos clichés neoyorquinos, pero estoy arruinado, así que eso es para la próxima vez.

Trago fuerte antes de entrar a la empresa, contengo la respiración y me voy.

- ¡Buenos días, señorita Soares! - Dice Sabina acercándose a mí.

- Buenos días, puedes llamarme Any, me siento vieja, tenemos casi la misma edad.

- Eso es bueno, a mí también me pareció extraño, pero las últimas secretarias pensaron que era malo, así que no quise arriesgarme, y a Kevin tampoco le gusta. Pero les presentaré la empresa y les explicaré cómo funciona desde aquí.

- DE ACUERDO.

Me mostró todos los pisos y departamentos de la empresa, donde se encontraban la imprenta, el departamento de recursos humanos, la cafetería, y me contó las cosas malas de algunos empleados. Finalmente me mostró dónde estaría mi oficina, que estaba al lado de la oficina del jefe, en el piso cincuenta y cinco, es decir, el último. El edificio era realmente muy alto.

Mi habitación era normal, tenía un escritorio, un cuaderno sobre la mesa, unas alacenas y una ventana con una vista increíble, se podía ver toda la ciudad de Nueva York.

- Vale, ahora ya sabes casi todo lo que hay aquí, tus funciones, dirá el señor Beauchamp, al fin y al cabo eres su secretaria.

- ¿Donde esta el? - Pregunto, porque todavía no he visto a este "jodido jefe", como dice Sabina.

- Los martes llega un poco antes del almuerzo, sobre las once y media.

- Entiendo, pero ¿qué hago hasta que llegue?

- Oh, ya no lo sé, solo quédate ahí fingiendo estar ocupada porque ahora me tengo que ir. Si me necesitas, soy el jefe del sector comercial, solo presiona el número trece en el teléfono de tu escritorio y te atenderé.

- Está bien, gracias Sabina.

- Una cosa más, frente al jefe está la señorita Hidalgo, él es un poco neurótico con la interacción personal entre los empleados.

- Está bien, entonces señorita Hidalgo. -- digo en tono burlón.

- Nos vemos en el almuerzo, señorita Soares. - Ella suelta una carcajada y entra al ascensor.

- Bien, ahora, ¿cómo hago para fingir que estoy ocupado? - Me pregunto.

Camino por la habitación, voy a beber agua, configuro mi computadora portátil con el correo electrónico de mi empresa, me paro junto a la ventana y doy unas vueltas más por el sector.

Cuando estoy en mi oficina, solo veo la sombra de un hombre entrando a la sala principal, imagino que es el jefe, mi cuerpo se congela.

Fabiola, ¿qué dijiste sobre tener miedo de la gente? - Pienso para mí.

- No tengo miedo.

Suena el teléfono y me asusto. Respiro hondo y respondo.

- Hola... quiero decirle "buenas tardes", secretaria del señor Beauchamp, ¿a quién le gustaría? - digo tratando de calmar mi voz.

- ¡Mi habitación ahora! - Dice con rudeza y cuelga el teléfono.

Vaya, ni siquiera para decir hola o buenos días. Sólo puedo ser un idiota, ya me han dicho cómo es, todavía esperaba un buen día. Pero ahora enfrentémonos a la bestia.

-digo levantándome y yendo hacia la puerta y llamándola.

- ¡Entra en!

Tan pronto como abro la puerta.....

- Si insistes.

Fuimos a su departamento, que estaba dos puertas más abajo del mío.

- Te gustan las plantas, ¿verdad? Pregunto entrando a su departamento.

Pregunto cuando veo algunas plantas por la casa, no muchas.

- No me gusta darles agua, pero me parecen bonitas.

- No soy bueno con las plantas, la única que tenía era cuando sembraba frijoles en el colegio, ni siquiera sé si a eso se le puede llamar planta, porque era la única que no crecía. - Ella ríe.

- Hice lasaña, espero que les guste.

- ¡Yo adoro! Y además cosa es mejor que la pasta quemada.

Nos servimos y comenzamos a comer, era un ambiente un poco extraño, al fin y al cabo la conocí hace menos de cinco minutos y ya estoy almorzando y mirándola a la cara.

- ¿Pero por qué viniste a Nueva York? - Ella rompe el hielo.

No diría la verdadera razón ni cómo elegí vivir aquí, obviamente.

- Siempre amé Nueva York y quise cambiar mi vida, y aquí estoy.

No es del todo mentira.

- Ahora te toca hablar de ti, después de todo estoy almorzando en tu casa y solo sé tu nombre.

- Déjame ver, tengo veinte años, soy estudiante de medicina, vivo aquí desde hace casi un año, me refiero al departamento porque soy de Nueva York desde los dos años. .

- Eso es todo, estoy aquí con un futuro médico comiendo lasaña.

- Realmente no, hago más medicina para mis padres, siempre quise ser bailarina o algo que no involucre muertos y sangre.

- ¿Y no haces lo que amas? Al parecer ya no vives con tus padres.

- No es tan simple. Pero, cambiando de tema, ¿vas a la universidad?

- Ojalá, estoy buscando trabajo, mañana tengo una entrevista, deséenme mucha suerte.

- ¡Puede dejar!

Fue un almuerzo muy agradable, hacía tiempo que no tenía una conversación con un humano, que no fuera el trabajo como tema principal. Sina es una persona increíble, tal vez podamos ser amigos.

Nunca fui alguien que tuviera amigos, en la escuela fui víctima de bullying. Quizás el problema debería ser yo, y lo peor es que no sé que hacer para cambiarlo.

- Gracias destino, hoy me salvaste el estómago.

- Imagínate, y ven a visitarme, te lo ruego. No se lo digas a nadie, pero tengo que hablar con las plantas.

- Estoy hablando con un pez, así que no puedo juzgarte. - Ella ríe.

- Pero puedes dejarme ir, y gracias de nuevo.

Estoy poniendo mucha esperanza en pequeñas cosas, como un teléfono, tal vez un trabajo y una persona que me ayudó solo por bondad o lástima, pero me está haciendo bien.

Después de dejar Casa da Sina, investigué la empresa de Beauchamp.

Me pongo a investigar y ¡joder! Es simplemente una de las firmas de abogados más grandes del mundo, es la más conocida y buscada a nivel mundial, y su base está aquí en Nueva York, es decir, donde me llamaron. No tengo la más mínima posibilidad.

Apago la computadora y voy a darme una ducha, luego empiezo a pensar en qué ropa me voy a poner, estaba tranquila hasta que recordé que no tengo ropa. Empiezo a revisar mis bolsos y armo algunos looks.

- ¡A desfilar, Fabiola! - me digo, yendo a ponerme el primer outfit elegido.

- Demasiadas pirañas.

- Demasiado mayor, parezco una florista.

- Ahora parezco un skater.

- Parezco una de esas secretarias de cine. Así que soy perfecto.

Era una camiseta sin mangas de cuello alto negra, una falda de coro con botas negras y una chaqueta marrón. Pobre, con cara de rico, perfecto.

Me desperté a las seis de la mañana, me puse la ropa elegida de ayer, di de comer a los peces y me fui para no perder el autobús.

La empresa es realmente muy grande. Presenté mi nombre para entrar y me dijeron que fuera al pabellón seis. Me toma un tiempo encontrarlo, apenas lo encuentro me siento en una de las sillas esperando que digan mi nombre.

Estaba esperando un lugar lleno de gente buscando este puesto, pero no había absolutamente nadie esperando conmigo.

- Cualquiera Fabiola Rolim Soares. - Me llama una voz femenina y me dirijo hacia la puerta.

- Puedessentarte. - Dice una mujer de pelo liso y castaño.

- ¿No hay nadie más para hacer la entrevista? - pregunto y ella se ríe, y no entiendo.

- ¿Conoce nuestra empresa o es nuevo en la ciudad?

- Sí, soy nuevo, me mudé recientemente.

- Eso lo explica.

- ¿Explica que?

- ¡cosa! ¿Alguna vez has trabajado como secretaria? ¿Sabes utilizar las computadoras?

- Como secretaria no, ¡pero ya hice un curso de informática! Le digo y ella escribe algo en la computadora.

- ¿Tienes experiencia en administración?

- No, pero tomé matemáticas avanzadas en la secundaria.

- ¡Estas contratado! - Dice sencillo y me asusto.

- ¿Como asi?

- Trabajarás en la empresa de Beauchamp, te mostraré el salario y solo necesitas firmar unos papeles y empezar mañana.

- ¿Es así de simple? ¿No verás mi currículum? ¿No hay otras personas? Esta es una empresa millonaria, no puede ser tan fácil.

- Nunca dije que sería fácil. ¿Tienes paciencia?

- ¿Porque la pregunta?

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