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Capítulo 3

Tan pronto como cuelgo empiezo a hacer un baile ridículo.

- ¿Quién trabajará y dejará de estar desempleado? - Me canto a mí mismo.

Siento que esta vez va a funcionar, esto tiene que funcionar, si no, ya no sé qué voy a hacer con mi vida.

- Que olor a quemado, mi salsa apesta.

Corro a la cocina y hay mucho humo, y lo peor que pasó es que se activó la alarma de incendio. Abro todas las ventanas y aireo el humo con un paño, cuando escucho que alguien toca la puerta, corro a abrirla.

- ¿Hola, Estás bien? - Pregunta una chica de ojos verdes sosteniendo el extintor con cara de preocupación.

- Conmigo, sí, mi almuerzo. - Ella suelta una carcajada.

- ¡Qué susto, pensé que me estaba quemando! Pero me alegro de que estés bien, encantado de conocerte, Sina. - Ella extiende su mano y yo inmediatamente la estrecho.

- Any Fabiola, pero puedes llamarme simplemente Any.

- ¿Eres nuevo aquí? Ella pregunta con una dulce sonrisa en su rostro.

- Sí, lo soy, me mudé hace cuatro días.

- ¡Bienvenido y buena suerte en Nueva York! Si quieres puedes almorzar en mi casa, yo hice mucha comida solo para mí.

- No es necesario, puedo arreglármelas, pero gracias.

- ¡Yo insisto! Me encantaría tener compañía.

Pienso en negarme de nuevo, luego recuerdo que después de mi intento de pasta, no me queda nada.

- Si insistes.

Fuimos a su departamento, que estaba dos puertas más abajo del mío.

- Te gustan las plantas, ¿verdad? Pregunto entrando a su departamento.

Pregunto cuando veo algunas plantas por la casa, no muchas.

- No me gusta darles agua, pero me parecen bonitas.

- No soy bueno con las plantas, la única que tenía era cuando sembraba frijoles en el colegio, ni siquiera sé si a eso se le puede llamar planta, porque era la única que no crecía. - Ella ríe.

- Hice lasaña, espero que les guste.

- ¡Yo adoro! Y además cosa es mejor que la pasta quemada.

Nos servimos y comenzamos a comer, era un ambiente un poco extraño, al fin y al cabo la conocí hace menos de cinco minutos y ya estoy almorzando y mirándola a la cara.

- ¿Pero por qué viniste a Nueva York? - Ella rompe el hielo.

No diría la verdadera razón ni cómo elegí vivir aquí, obviamente.

- Siempre amé Nueva York y quise cambiar mi vida, y aquí estoy.

No es del todo mentira.

- Ahora te toca hablar de ti, después de todo estoy almorzando en tu casa y solo sé tu nombre.

- Déjame ver, tengo veinte años, soy estudiante de medicina, vivo aquí desde hace casi un año, me refiero al departamento porque soy de Nueva York desde los dos años. .

- Eso es todo, estoy aquí con un futuro médico comiendo lasaña.

- Realmente no, hago más medicina para mis padres, siempre quise ser bailarina o algo que no involucre muertos y sangre.

- ¿Y no haces lo que amas? Al parecer ya no vives con tus padres.

- No es tan simple. Pero, cambiando de tema, ¿vas a la universidad?

- Ojalá, estoy buscando trabajo, mañana tengo una entrevista, deséenme mucha suerte.

- ¡Puede dejar!

Fue un almuerzo muy agradable, hacía tiempo que no tenía una conversación con un humano, que no fuera el trabajo como tema principal. Sina es una persona increíble, tal vez podamos ser amigos.

Nunca fui alguien que tuviera amigos, en la escuela fui víctima de bullying. Quizás el problema debería ser yo, y lo peor es que no sé que hacer para cambiarlo.

- Gracias destino, hoy me salvaste el estómago.

- Imagínate, y ven a visitarme, te lo ruego. No se lo digas a nadie, pero tengo que hablar con las plantas.

- Estoy hablando con un pez, así que no puedo juzgarte. - Ella ríe.

- Pero puedes dejarme ir, y gracias de nuevo.

Estoy poniendo mucha esperanza en pequeñas cosas, como un teléfono, tal vez un trabajo y una persona que me ayudó solo por bondad o lástima, pero me está haciendo bien.

Después de dejar Casa da Sina, investigué la empresa de Beauchamp.

Me pongo a investigar y ¡joder! Es simplemente una de las firmas de abogados más grandes del mundo, es la más conocida y buscada a nivel mundial, y su base está aquí en Nueva York, es decir, donde me llamaron. No tengo la más mínima posibilidad.

Apago la computadora y voy a darme una ducha, luego empiezo a pensar en qué ropa me voy a poner, estaba tranquila hasta que recordé que no tengo ropa. Empiezo a revisar mis bolsos y armo algunos looks.

- ¡A desfilar, Fabiola! - me digo, yendo a ponerme el primer outfit elegido.

- Demasiadas pirañas.

- Demasiado mayor, parezco una florista.

- Ahora parezco un skater.

- Parezco una de esas secretarias de cine. Así que soy perfecto.

Era una camiseta sin mangas de cuello alto negra, una falda de coro con botas negras y una chaqueta marrón. Pobre, con cara de rico, perfecto.

Me desperté a las seis de la mañana, me puse la ropa elegida de ayer, di de comer a los peces y me fui para no perder el autobús.

La empresa es realmente muy grande. Presenté mi nombre para entrar y me dijeron que fuera al pabellón seis. Me toma un tiempo encontrarlo, apenas lo encuentro me siento en una de las sillas esperando que digan mi nombre.

Estaba esperando un lugar lleno de gente buscando esta vacante, pero no había absolutamente nadie esperando conmigo.

- Cualquiera Fabiola Rolim Soares. - Me llama una voz femenina y me dirijo hacia la puerta.

- Puedessentarte. - Dice una mujer de pelo liso y castaño.

- ¿No hay nadie más para hacer la entrevista? - pregunto y ella se ríe, y no entiendo.

- ¿Conoce nuestra empresa o es nuevo en la ciudad?

- Sí, soy nuevo, me mudé recientemente.

- Eso lo explica.

- ¿Explica que?

- ¡cosa! ¿Alguna vez has trabajado como secretaria? ¿Sabes utilizar las computadoras?

- Como secretaria no, ¡pero ya hice un curso de informática! Le digo y ella escribe algo en la computadora.

- ¿Tienes experiencia en administración?

- No, pero tomé matemáticas avanzadas en la secundaria.

- ¡Estas contratado! - Dice sencillo y me asusto.

- ¿Como asi?

- Trabajarás en la empresa de Beauchamp, te mostraré el salario y solo necesitas firmar unos papeles y empezar mañana.

- ¿Es así de simple? ¿No verás mi currículum? ¿No hay otras personas? Esta es una empresa millonaria, no puede ser tan fácil.

- Nunca dije que sería fácil. ¿Tienes paciencia?

- ¿Porque la pregunta?

- Seré muy honesto, serás el secretario del dueño de todo, perdón, me refiero al dueño de todo y puede ser un poco complicado, eres el decimotercer secretario solo este año.

No puede ser tan malo, he convivido con gente mucho peor que "complicada".

- Entonces seré el último contratado en años. - Ella vuelve a reír.

- No eres el primero en decir esto, pero ten paciencia, ¡ya no puedo hacer entrevistas! Los espero aquí a la misma hora, si pueden lleguen antes de lo solicitado.

Firmé algunos contratos y me sorprende el monto del salario, no es posible que paguen tanto solo por aguantar a un tipo complicado, solo me podría haber ganado la lotería. Compra una cama, allá vamos.

- ¡Muchas gracias señorita Soares, estamos muy agradecidos y bienvenidos al bufete de abogados de Beauchamp!

- Se lo agradezco... - Me quedo en silencio para que pueda decir su nombre.

- Sabina.

- Te lo agradezco Sabina, no veo la hora de empezar.

- Si fuera tú, no lo celebraría, hay una razón por la que el salario es tan alto.

- La gente ya no me asusta, ya no.

- Me gustaste. Nos vemos mañana, no llegues tarde.

Salgo de allí súper emocionado, por fin voy a salir del fondo, y todavía hay gente que dice que el dinero no da la felicidad, quizá sean idiotas.

Voy al mercado y compro algunas cosas, me alegro de haber conseguido un trabajo, mis ahorros ya se estaban acabando. Llego a casa y pongo las cosas en el fregadero.

- Sereio, tu madre consiguió trabajo, tendrás una nueva casa y una novia.

Pobrecito, ese acuario estaba estrecho, esto será lo segundo que voy a comprar.

Las cosas parecen estar funcionando en mi vida, y eso es extraño, normalmente nada sale bien, lo que me hace pensar que no merezco ser feliz, no merezco estar aquí.

Las palabras resuenan en mi mente todos los días "no puedes tener a nadie a tu lado, alejas a todos y es tu culpa que estés solo" todos dicen olvidar el pasado como si fuera fácil, como si dependiera de Yo, como si no hubiera luchado contra esto todos los días de mi vida, ¡y es agotador y la gente no lo cree! Lo peor no es morir, es no vivir y tener que respirar. Hice esto durante mucho tiempo y es como si cada vez que mis pulmones se llenan de aire, muero un poco por dentro y no tengo a quién acudir. El silencio siempre ha sido mi grito más fuerte.

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