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PROLOGO Es como si hubiesen quitado el pause de la consola de video juegos y mi cuerpo por fin reacc

Grito de dolor al mismo tiempo que algo tibio corre por mi piel, busco la fuente de la sensación para descubrir una navaja enterrada en mi pantorrilla. El dolor incrementa cuando me muevo y mis ojos se llenan de lágrimas, pero recuerdo que estoy en peligro y sin esperar más extiendo mi mano, abro la gaveta y tomo el arma.

Cuando me giro apuntando hacia la puerta estoy completamente solo. Mis manos tiemblan sobre el agarre del arma, pero ya no hay nadie a quien apuntar, se han ido. Sin poder contenerlo más empiezo a llorar, asustado y adolorido.

Caigo en el suelo junto a mi cama sosteniendo el arma con fuerza sin dejar de como la navaja sigue clavada en mi piel, sangre saliendo de ella y empapando la alfombra debajo de mí. No sé cuánto tiempo pasa, pero se siente como una eternidad cuando nuevamente escucho ruidos de pasos y el pánico me atrapa de nuevo.

Cambiaron de parecer y volvieron para terminar conmigo. Levanto el arma apuntando hacia la puerta listo para defenderme, pero…

—¡DARKO! —la voz de mami inunda mis oídos aliviando toda mi angustia.

—Aquí...—intento gritar, presionando mis dientes y soportando el dolor.

Segundos después es papá quien aparece en la puerta de mi habitación, da una mirada rápida a su alrededor buscándome. En cuanto sus ojos se fijan en mí su rostro se transforma en una expresión que nunca había visto pero por primera vez en mi vida, siento miedo de papá. Sé que no va hacerme daño pero sí sé que le hará mucho daño a las personas que estuvieron aquí.

Un segundo después mami aparece detrás de él, pasa a su lado corriendo hacia mí, sus ojos llenos de preocupación y angustia.

—¿Darko cariño estas bien? —pregunta en un susurro acariciando mi mejilla y colocando una de sus manos cerca de la navaja.

Su cálida y suave voz hace que el miedo vaya desapareciendo pero que el dolor aumente.

—Me duele mucho —sollozo mientras papá se acerca, toma el arma que aun sostengo con fuerza y sonríe de forma forzada.

—Tranquilo campeón, ya estamos aquí —sus ojos se desvían hacia la herida y continua— pronto dejará de doler —promete acariciando mi mejilla con suavidad.

—Dark —la voz de tío paleta me hace volver mi atención hacia la puerta, su expresión es igual de seria que la de papá y también asusta un poco.

Al verme sus ojos se abren como platos y sus manos se cierran con fuerza, su mandíbula se tensa y escucho una maldición salir de su boca.

—Alista el área médica y ve por Mitch —le espeta mi padre.

—Llame a Maxwell —papá se detiene al escuchar esto último y lo mira sobre su hombro— es Gretta —susurra, haciendo que todo mi cuerpo se tense una vez más, el miedo volviendo a mi cuerpo— está muerta —esas dos palabras hacen que todo en mi cuerpo se entumezca.

El aire deja de entrar por nariz y siento una especie de zumbido en mis oídos, mi pecho duele mucho más de lo que duele mi pierna y sin poder evitarlo más lagrimas salen de mis ojos incluso un sollozo fuerte y descontrolado lo hace. Mami me abraza con fuerza y papa parece que está en una especie de trance ya no se mueve ni dice nada.

Mi pecho se contrae más y más lágrimas salen de mis ojos porque no puede hacer nada para protegerla, estábamos aquí para cuidarnos el uno al otro y no pude hacer nada para cuidarla. Mi mente viaja hacia cuando llegué del colegio, estaba dormida sobre su silla, yo la vi.

No escuche que gritara, no hubo ruidos antes de que esos hombres entraran en mi habitación. ¿Cómo es que mi nana murió?. Minutos después papá me deja sobre una camilla en el área médica de la casona, mama continúa abrazándome con fuerza y consolándome, pero no consigo escuchar sus palabras, en lo único que puedo pensar es en mi nana.

Alguien corta mi pantalón con una tijera quirúrgica mientras papá alista todo lo que podrían necesitar para curarme. Sollozo cuando pasan una gasa alrededor de la navaja ya que el dolor se incrementa.

—Tranquilo cariño—susurra con dulzura mami para luego besar mi frente y girar mi rostro — no fue tu culpa —susurra y empiezo a llorar con más fuerza.

—Sentirás un pinchazo Darko —advierte papá.

Unos segundos después el dolor de mi pierna empieza a desaparecer, pero el de mi pecho continúa doliendo con demasiada intensidad.

—¿Mejor? —pregunta mamá y trato de asentir, pero no lo consigo.

—Bien hijo voy a sacar esto céntrate en mama ¿de acuerdo? —me instruye papa y mama se tensa sosteniendo mi mano con fuerza.

—Deberíamos esperar a Maxwell —sugiere.

Papá permanece en silencio, ignorando a mami para luego con cuidado tirar de la navaja que sale de mi pierna sin dolor alguno, una de las manos de tío paleta manos cubre la herida presionándola.

—Lo haces muy bien —susurra.

En ese momento mamá llama mi atención tratando de distraerme, pero no consigo prestarle suficiente atención porque no puedo dejar de ver a mi nana en la camilla de al lado.

Alguien se interpone entre su cuerpo y mi mirada, cuando elevo el rostro la mirada de papá me hace sentir escalofríos.

—¿Quien fue? —pregunta, dudo un instante y susurro.

—No lo sé... tenía una máscara blanca —le explico tratando de darle la mayor cantidad de detalles, pero no puedo, mi nana está allí acostada parece dormir— los demás llevaban muchos tatuajes.

—¿Los reconocerías? —insiste papá y asiento.

—¿Puedes dejar eso para luego? —suelta mamá enojada mirando mal a papá.

Le dedica una de esas miradas que suele dedicarle a tío paleta cuando lo molesta demasiado, pero unos segundos después suspira y asiente.

—Vendré hablar contigo más tarde —se acerca y me da un abrazo cálido pero rápido para luego besar mi cien— eres muy fuerte Darko, estoy orgulloso de ti —mi garganta duele y mis ojos se llenan de lágrimas.

—¿Mi nana? —no puedo evitar preguntar, aunque se la respuesta.

Su expresión se oscurece un poco más y se aparta de mi sin responder nada sobre eso, mami en cambio me abraza con más fuerza.

—Descansa, hablaremos más tarde —tras decir eso se gira y sin mirar a nadie más que al tío paleta susurra.

—No te apartes de ellos —suelta en ese tono amenazante que lo he escuchado hablarle antes.

—No tienes que decírmelo, se lo que tengo que hacer —el tío se acerca a nosotros y susurra—, vamos a estar bien pequeño.

Parpadeo un par de veces obligando a mi cerebro a volver al presente, me habría gustado que sus palabras hubiesen sido verdad, pero desde ese día hace doce años todo cambio para mí y mi familia.

Porque cuando haces cosas imperdonables y lastimas a otros el legado que le dejas a tus hijos pesa…
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