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Antes De Él.

En Calcata, un pueblo pequeño de Italia es donde nací, viví y crecí y realmente espero que sea así por muchísimo tiempo.

Aquí es donde tengo toda mi vida: mi lugar secreto y favorito. Ese lugar es una montaña, desde el pico de la montaña se puede ver Calcata entera por eso me gusta tanto. Suelo venir aquí cuando me encuentro mal o cuando los nervios me ganan. Si… Me suelo poner muy nerviosa últimamente y no sé porqué. Pero venir aquí me relaja muchísimo: la brisa del viento, los pequeños animalillos, es simplemente hermoso.

No es mucho lo que tengo, solamente es una montaña donde paso casi todo el día, se siente bien…

Prefiero pasar mucho tiempo aquí antes que estar en mi casa, allí solo. Escuchas voces y gritos de mis padres discutiendo. Mi perra Lula siempre viene conmigo a la montaña y eso me tranquiliza aún más.

En mi vida pasan cosas extrañas desde hace unos días. No sé si alguna vez habéis sentido como que alguien os observa, girais sobre vuestro propio cuerpo y no veis a nadie, pues eso es lo que me pasa a mí, no puedo estar tranquila en mi habitación porque siento que alguien me está mirando desde la esquina.

Lo primero que se me ha venido a la cabeza es que tenemos fantasmas en casa, esa es la única explicación que le puedo dar a todo eso. También hay algo bueno y es que al menos no he sufrido daños, nunca me ha atacado ni nada y eso me deja tranquila, pero saber que en esa esquina de mi habitación hay alguien me pone los pelos de punta.

Aparte de esa sensación mi vida es un total aburrimiento. Cenas aburridas, días aburridos y noches de insomnio.

Cada día que pasa me replanteo más la pregunta de: ¿por qué he nacido?

No encuentro respuesta por mucho que la piense. Si mi vida diera un giro inesperado juro que hago una fiesta o mejor no, mis padres son capaces de encerrarme y no dejarme salir hasta el día de mi funeral.

Os estaréis preguntado: ¿es cierto eso Selena? Y si, es una total verdad, hace dos días mis padres decidieron encerrarme en un psiquiátrico, estuve solo un día pero bastó para no querer volver nunca.

Mi vista estaba centrada en la parte más lejana del pueblo. Se estaba haciendo de noche y ya comenzaban a encender las farolas, sonreí al ver la luna asomarse por el horizonte, estos eran los momentos favoritos de mi vida, sentía una tranquilidad muy grande y duele saber que en mi propia casa esto no lo siento.

De pequeña todo increíble, mis padres me querían y estaban conmigo siempre, nunca me dejaban sola, pero eso cambió cuando cumplí los 15 años, mis padres se volvieron distantes, no me miraban casi y hablar con ellos era como hablar con una pared, para lo único que se dirigían a mí era por los estudios. Ahora tengo 18 años, y me quedan unos meses para acabar los estudios.

Cuando ya vi que era demasiado tarde volví a casa. Lula se había quedado dormida en mis brazos. Al entrar en casa tumbé a Lula en su cama y miré a mis padres, estaban sentados en los sofás con cara seria —la de siempre—.

Me acerqué a ellos, siempre que estaban sentados así había malas noticias, me aclaré la garganta y ellos me terminaron por mirar.

—Nos mudamos —dijo mi padre con un torno borde.

Vaya… No me lo esperaba.

—¿Dónde?

—No te incumbe, terminarás los estudios y nos iremos.

—¿Qué no me incumbe? —Reí sarcástica.

Pasé la punta de la lengua por los labios y negué.

—Me estoy cansando de vuestro comportamiento de mierda conmigo, no sé qué he hecho para me dejéis de querer y no seáis unos buenos padres conmigo, si mudarnos significa dejar toda mi vida atrás creo que si me merezco una puta explicación.

Reventé al ver que ya no contaban conmigo ni para eso.

—Cuida tus palabras Selena.

—Cuidar vosotros vuestro comportamiento conmigo, porque ¿para qué deberos respeto si no hacéis de padres? Somos unos desconocidos viviendo bajo el mismo techo.

Mi padre dio dio un puñetazo a la mesa haciéndome saltar en mi sitio.

Creo que me pasé…

—Sube a tu habitación y no salgas, castigada hasta que nos mudemos.

—¿Qué? —Pregunté asustada —eso son seis meses.

—Mira el lado bueno, tendrás tiempo para aprender a respetar.

—Aplicaros el cuento.

Abrí los ojos asustada. Cogí a Lula y subí corriendo a la habitación. Me encerré y me tumbé en la cama, sin darme cuenta las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, una rabia muy grande invadió mi cuerpo por completo, quería gritar, ir a gritarles a la cara cuanto los odiaba. Haciendo eso solo empeoraría más las cosas, así que solo me limité a llorar en silencio y a gritar internamente.

Sentía tantas ganas de irme, de alejarme de todo y no aparecer en muchísimo tiempo.

Lula comenzó a chuparme la cara para limpiar mis lágrimas.

—Me siento tan mal pequeña —susurré acariciándola —me duele todo esto, no entiendo por qué no me toman en cuenta para nada, solo les intereso para lo que ellos quieren.

Besé su cabeza.

—Me siento tan cansada de todo esto Lula, de vivir el día a día llorando porque mis padres no me quieren, ojalá algún día aparezca alguien que me quite este dolor y lo convierta en felicidad. Siento que yo sola no puedo con esto, que poco a poco voy acabando conmigo misma inconscientemente —murmuré con la voz quebrada —. Quiero ser feliz de una vez por todas Lula.

Miré los ojos de mi perra y sonreí al ver que ella me estaba mirando.

Apoyé mi cabeza en mis brazo y comencé a acariciar el lado derecho de mi cabeza con la mano que quedaba por encima de la cabeza.

Lula comenzó a lamerme otra vez. Reí mirándola y ella se separó moviendo su cola.

Lula era de raza Pomerania. Su pelaje era de color anaranjado.

Acaricié su pelaje y limpié mis lágrimas. Miré hacia la puerta de la habitación al ver que estaban intentando abrir la puerta.

—Selena abre la puerta —la voz fría de mi padre hizo erizar mi piel.

Me quedé en silencio esperando que ellos pensaran que me había quedado dormida. Pero no fue así, mi padre siguió insistiendo por varios minutos, yo no daba señales de vida.

Un dolor muy punzante se instaló en mi cabeza, seguramente sea por todo lo que había llorado. No desapareció el dolor por varios minutos, hacia que me mareara, que todo a mi alrededor diera vueltas. Unas ganas inmensas de vomitar aparecieron, me levanté de la cama ya que comencé a sentirme muy mal.

Iba a levantarme de la cama pero caí desmayada al suelo, lo último que vi fue a mi perra Lula ladrar cerca de mí.

—¿Sabes lo que significa Carpe Diem? —La voz distorsionada de alguien resonó en mi cabeza.

—Aprovecha cada momento ¿no?

—En pocas palabras si.

—¿Y por qué me dices eso? —Pregunté sin entender.

—¿Cuántas veces a pasado por tu cabeza el desaparecer?

—Las he perdido de cuenta.

—¿Y no es mejor aprovechar cada momento y no pensar en eso?

—Cuando tu vida se resume en malos tratos por las únicas personas que te rodean es difícil pensar en ser feliz.

—¿Nunca te has parado a pensar en por qué tus padres te tratan así?

—Lo pienso a todas horas y no encuentro respuesta.

—Las respuestas siempre hay que buscarlas, no vienen solas.

—¿Quieres decir que se lo pregunte a ellos?

—Exacto.

—¿Crees que no lo he hecho?

—Puede que no lo hayas intentado lo suficiente —su voz esta vez sonó un poco más débil.

—¿Quién eres?

—Ya te darás cuenta de ello. Ahora sigue luchando y no te rindas, encontrarás a esa persona que te ayude a salir de todo esto.

Abrí lentamente los ojos y encontré a mis padres mirándome asustados.

Me levanté lentamente, ese mal estar había desaparecido de mi cuerpo, ahora me sentía mejor.

Mi padre me ayudó a sentarme en la cama.

—¿Se puede saber qué te pasó? —La voz enfadada de mi madre resonó muy fuerte en mi cabeza.

—No lo sé —murmuré cogiendo a Lula en brazos.

Mi madre cruzada de brazos y mirándome con asco resopló y salió de la habitación. Mi padre de quedó mirándome sin expresión alguna en el rostro.

—Hace días que no comes bien.

Suspiré mirando hacia la puerta.

—¿Solo vas a suspirar? ¿No vas a decir nada más?

—¿Por qué? ¿Qué hice para que me tratéis así de mal? He intentado ser buena hija, estoy estudiando lo que vosotros queríais y aún así me tratáis mal, no lo entiendo papá.

Su rostro cambió a uno de tristeza.

—Dime que he hecho mal, quiero volver a tener a mis padres, a esos que me querían y me sonreían —la voz se me quebró

—Deja de decir tonterías Selena, te voy a preparar algo de comer, baja.

Dicho eso salió de la habitación dejándome con la boca abierta.

¿Tonterías? ¿Todo esto para ellos era una tontería?

Negué volviendo a llorar. No podía seguir con todo esto.

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