Capitulo 4
-¿Está bien, Isabella?.—El señor Garex pregunta y yo lo miro incrédula.
Entonces comienzo a llorar aún más y lo abrazo. Él me devuelve el abrazo sin dudarlo y acaricia mi brazo
- Ven, voy a llevarla a casa.—Dice y me encamina lentamente hacia un auto lujoso y negro, me abre la puerta del copiloto y me ayuda a ponerme el cinturón de seguridad, se da la vuelta y se introduce en el asiento de piloto.
-¿Qué hacia usted aquí?.—Pregunto y él ríe.
-El papá de Robin y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo y me invito a tomar un trago.—Dice y comienza a andar. Asiento y jadeo un poco.
Siento, la mirada del señor Garex una que otra vez.
- ¿Le hizo daño? .—Pregunta y yo niego.— ¿No la toco, cierto?.— Pregunta y yo vuelvo a negar, él suspira.— ¿Lo conocía?.— Vuelvo a negar.
-En cuanto llegue me saco a bailar un rato.—Confieso y Yahír asiente. Entonces le sigue dando.— ¿Me podría dejar en el primero motel que vea?.—Pregunto y él me mira confundido.
-¿De qué habla?.—Pregunta y yo suspiro.
-Le dije a mi madre que me quedaría a dormir a casa de Liz, y siempre que digo eso cierra toda la casa y no traigo llave. Y no puedo ir a casa de Liz porque me preguntaran por ella y no quiero arruinar su noche.— Respondo y él asiente.
-Si sabe que no puedo dejarla en un motel, ¿Cierto? Es muy peligroso.—Dice y yo niego.
-Por favor, es la única opción que tengo.—Murmuro, y él niega.
-La llevaré a un lugar más seguro.—Dice y yo suspiro.
Entonces capto: estuve a punto de ser violada si no fuese gracias al señor Garex.
Jadeo y mis ojos comienzan a cristalizarse. Sollozo y limpio mis lagrimas con mi chaqueta antes de que el señor Garex me vea.
-Puede llorar, Isabella.—Murmura.— No voy a juzgarla.— Susurra y yo me suelto.
Comienzo a llorar lo más silencioso posible, pero en realidad me dolía mi jodido pecho. Estoy jodidamente asustada, me duele el lado izquierdo de mi rostro y mis muñecas. Un chico toco mi culo desnudo y estuvo a punto de follarme en contra de mi voluntad.
¡Que noche! Entonces el señor Garex se estaciona en la cochera de una casa grande y hermosa. Él se baja y abre la puerta del copiloto, me ayuda a bajar y me abraza por los hombros hasta llegar a la puerta y abrir con su llave.
-¿Dónde estamos?.—Pregunto al ver la joyería y elegancia por todos lados, él cierra la puerta con llave y se deshace de su chaqueta.
-En mi casa.—Murmura y yo trago saliva nerviosa.
-No tiene porque hacerlo, señor Garex .—Murmuro y él niega
-Hay más de cinco habitaciones en esta casa y sólo una persona, créame, no es molestia.—Dice y yo río por lo bajo. Suspiro y lo miro, él se acerca a mi y limpia mis mejillas.—Ire por algo de ropa para que se vista y pueda darse una ducha y dormir.—Susurra y yo asiento. Entonces sube las escaleras rápidamente.— Oh, la cocina esta a la derecha, puede tomar algo para comer. Sin pena.—Exclama y yo asiento.
Camino hasta la cocina y abro el refrigerador, tomo una botella de agua y mi estomago ruge al ver tanta comida.
Pero no tomaría nada que el señor Garex no me diera. Comienzo a tomar de mi agua y cierro el refrigerador.
- No tengo prendas para mujer, pero quizás esto le quede bien para dormir.— Dice Yahír con dos prendas en sus manos: una blanca y una negra. Sonrío y agradezco tomándolo .— Si quiere puede ir tomando una ducha en lo que yo te cocino algo de cenar.— Susurra, ladeo mi cabeza, entonces asiento-El primero piso a la derecha- agradezco por lo bajo y camino lo que me dijo hasta llegar a un baño grande.
Me introduzco y cierro la puerta. Me deshago de mis tacones y todas mis prendas y abro la llave a un agua tibia.
Entonces me baño En cuanto termino seco mi cuerpo con una toalla que encontré en uno de los cajones y me coloco mi ropa interior roja, un bóxer y una camiseta que podría jurar que eran del señor Garex por el olor que tenían.
Me los coloco y el bóxer gracias a Dios era ajustable, pero la camiseta me quedaba gigante. Doblo mi ropa, cuelgo la toalla y enjuago mi rostro.
Tomo mi ropa y vuelvo hacia la cocina donde me encontré al señor Garex cocinando mientras tarareaba.
Sonrío y parece escuchar mis pasos pues voltea, me da una mirada rápida de pies a cabeza y traga saliva.
-Estoy haciendo pizza, ¿Está bien?.— Pregunta y yo asiento.
Me siento en las sillas de la barrita y veo como preparaba dos pizzas: una pequeña y otra... mediana. Ambas tenían salsa marinara, quedo mozzarella, pepperoni y queso de nuevo. Mete estos al horno ya precalentado y coloca el tiempo. Sonrío y él me mira sonriendo.
-Gracias.— Murmuro y él rueda los ojos.
-No es nada.— Ríe y yo suspiro.
-Tu casa es preciosa.—Digo.— Una casa muy grande para un maestro- admito y él balbucea.
-Era de mi abuelo.— Admite y yo asiento. Yo me dedico a mirarlo y... joder que era guapo.
-¡Tienes tatuajes! .— Exclamo al notarlo y él ríe. Entonces dos hermosos hoyuelos se forman. Coño, hasta ahora me estoy dando cuenta de muchas cosas que antes no les prestaba atención.
-No muchos, pero si.—Admite y yo me levanto y camino hacia él para tocarlos.
Los miro con detenimiento, acaricio su brazo estupefacta.
-Se ven dolorosos.—Susurro y él suspira.
Lo volteo a ver y veo unos en su pecho, me asomo levemente y lo volteo a ver pidiendo aprobación, él se deshace de su camiseta.
- No era necesario.—Murmuro burlona y él se encoge en hombros.
Acaricio su pecho, haciendo la forma de sus tatuajes.
La tinta negra que estaba grabada en su piel me llamaba la atención, me parecía interesante.
- ¿Te dolieron? .—Pregunté.
-Algunos.— Admite, y yo sigo acariciando su pecho.
Entonces lo volteo a ver directamente a los ojos.
-¿Tienen algún significado?.—Pregunto y él balbucea.
-Uno que otro, si .—Admite y yo ahora paso a su otro brazo donde tenía aún más tatuajes.
-Son increíbles.—Susurro acariciando su piel.
Y vuelvo a su pecho, acariciando con mis dos manos las formas de sus tatuajes entonces lo miro directamente a los ojos y él me devuelve la mirada.
Su aliento se mezclaba con el mío, estábamos muy cerca. Y en cuestión de segundos siento sus labios rozar con los míos y es él el que da el primer paso, comienza a besarme y yo le sigo el beso.
De repente siento sus manos en mi cintura. Paso mis brazos por su cuello y enredo mis piernas en su cintura con ayuda de él. Me coloca encima de la barra y acaricia mis muslos. Suelto un gemido en cuando introduce su lengua en mi cavidad bucal. Y cuando el horno suena es cuando nos separamos.
¿Qué cojones acabo de hacer?
Yahír se separa de mi, se coloca su camisa y saca las pizzas del horno. Lo miro avergonzada y él simplemente sirve la comida en los respectivos platos.
-Bon-apetite.—Dice y se sienta en uno de los bancos.
Yo bajo de un brinco y me siento en otro. El ambiente no era nervioso, tampoco tenso, simplemente callado.
No me sentía incómoda, ni mucho menos. Simplemente comíamos como personas civilizadas.
-Está delicioso.— Lo halago y él sonríe de lado.
Ambos terminamos nuestros platillos y el silencio permanece.
-Lo siento, señorita Beckett.— El señor Garex habla, lo miro confundida.
-¿Porque?.—Pregunto y él ríe.
-Por lo que acaba de pasar.— Dice y yo muerdo mi mejilla interior.— Creo que, me deje llevar por la atmósfera y juro que no volverá a pasar. Estaba mal, lo acepto.— Admite y yo lo miro.
Me bajo del banco y me acerco a él, entonces vuelvo a besarlo. Él tarda en responder mi beso pero lo hace, sonrío.
-Estamos a mano, ¿No? .— Pregunto y él me mira confundido, muerdo mi labio inferior y lo miro directamente.
-Mierda.—Maldice, se baja del banco y me besa de nuevo. Yo no dudo en seguirle el beso.
Él me toma de la cintura y me sube hasta la suya. Enredo mis piernas en su cadera y sigo besándolo.
Sus manos estaban en mis muslos
- ¿Puedo tomarla del culo? .—Pregunta y eso me causo risa internamente y yo asiento.
Entonces sus manos se posicionan en mi culo y aprietan este un poco. Río y él sonríe al igual que yo. El señor Garex sube las escaleras como si nada y se mete a la primera habitación que ve.
Nos tumba a ambos en la cama y sigue besándome. Sus besos bajas a mi cuello y sube mi blusa un poco, pero yo lo detengo. Él me mira confundido.
-¿Te importa si lo dejamos hasta los besos? .—Pregunté él traga saliva y asiente.
Entonces vuelve a besarme pero esta vez más lento. Paso mis manos por su cuello y enredo mis dedos en su cabello
-¿Puedo tocar su pecho por debajo de la camisa pero por encima de tu sostén?.— Pregunta entre besos, me causa gracia que sea tan caballero, pero se agradece y yo asiento.
Entonces eso hace, pasa una de sus manos por abajo de la camisa y acaricia mis senos. Gimo y yo comienzo a besar su cuello. El gruñe y para.
Muerdo mi labio inferior y lo miro
- ¿Te arrepientes de esto? .—Pregunta y yo niego inmediatamente, el sonríe.— Bien.
Entonces se levanta y camina hasta llegar al baño, me siento en la cama y tallo mis ojos.
Bien Isabella , te acabas de fajar a tu profesor de Ética. ¡Pero que ironía!