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Capítulo 4: ¿Cómo mato a mi profesor sin dejar evidencia?

Salí de mis pensamientos cuando vi a una chica de cabello negro, ojos café oscuro, labios gruesos y facciones delicadas con un vestido blanco de rayas negras que resaltaba unas perfectas curvas.

— ¿Necesita algo señorita?— cuestioné.

Por lo costoso que se veía su ropa podía decir que su vestimenta costaba más que mi carrera en la universidad, mis papás tenían dinero, pero con el divorcio prácticamente todo se lo llevó mi madre que trabaja para el flojo del novio mientras a mi papá le tocó hacer un préstamo para independizarse, así que se podría decir que mi mamá es la del dinero.

— Necesito un trago— respondió esta antes de sentarse a mi lado.

Se veía rabiosa y triste así que sin dudarlo me levanté y busqué alguna botella de vino.

— Si alguien pregunta esta botella se abrió solita— bromeé.

La chica se rio ante mi comentario, es muy bonita, si Jacob estuviera aquí estaría babeando, esta chica es totalmente su tipo. Cogí una copa de vino y le serví la bebida a la chica en esta.

— Si tú no dices nada yo no digo nada, ahora solo quiero beber hasta dormirme en serio hoy es un día terrible, mi suegro y mi padre son el machismo en vida ¿Tú puedes creer que me hicieron cambiar más de 10 veces porque mis vestidos eran muy reveladores? Ellos creen que cualquiera que muestre un poco es una puta— la chica me quitó la copa de la mano y se tomó esta luego de hablar.

Le serví un poco más porque ella me lo pidió, me pareció estúpido el hecho de obligar a una mujer a vestirse de una manera solo por sus ideas conservadoras.

— ¿Y por qué te dejas mandar? — le cuestioné.

En mi casa nunca existió ninguna clase de machismo gracias a que mi padre tiene claro que la mujer no es un objeto, pero en varias ocasiones escuché comentarios fuera de lugar de los amigos de Damiano.

— No quiero un golpe, sabes mi padre no lo duda ni dos veces en pegarme si no hago lo que él quiere, si no fuera por mi prometido ni me hubiese dejado estudiar, en mi familia se cree que la mujer nació para estar en una cocina— dijo antes de beber todo el contenido de su copa.

Lo que estoy escuchando son cosas íntimas que no debería de saber, pero igual no deja de enojarme el conocer cómo esta chica vive el machismo en su casa.

— ¿Y tú estás de acuerdo con eso? Digo, ¿crees que naciste para estar en la cocina?— pregunté.

La chica negó de inmediato.

— Nunca, a mis 27 años soy ingeniera química y estoy haciendo un doctorado, créeme que si fuera por mí no estaría aquí— hizo una pausa antes de beber de su copa— Eso es lo único he elegido en mi vida el resto es plan de mis padres, ellos eligen mi ropa, mis amistades y hasta mi futuro esposo— se quejó.

Parecía que el alcohol ya estaba haciendo efecto en ella así que decidí dejar la botella de vino de lado.

— Parece una mierda tu vida— dije sin pensar.

La chica se rio ante mi comentario, iba a decir algo, pero alguien más entró a la cocina, un hombre con traje elegante gris y con un reloj costoso en una de sus manos, cuando aquellos ojos azules se encontraron con los míos supe de inmediato que se trataba de mi dolor de cabeza.

El Sr. Belenger.

— ¿Tú qué haces aquí?— me cuestionó aquel hombre.

¿Y eso a usted qué le importa? Este tipo hasta fuera de clases es un imbécil.

— ¿Se conocen?— preguntó la chica a mi lado.

Lastimosamente, pero no dudaría ni dos veces de viajar en el tiempo y hacer que sus padres no tuvieran un hijo como él.

— Es uno de mis estudiantes, te estaba buscando cariño, tus padres están preguntando por ti— dijo aquel hombre mientras se acerca a la chica.

¿Podía este hombre ser amable? Conmigo no lo creo, al parecer la chica a mi lado era su prometida, los anillos en sus manos los dejaban en evidencia.

— Lo siento se me fue el tiempo rápido— se disculpó la chica mientras se levantaba para colocarse al lado de aquel hombre con cuerpo ejercitado.

Mi profesor me miraba mal y no entendí por qué, hasta que me di cuenta de que tenía la botella de vino a mi lado, seguro piensa que quería emborrachar a su prometida.

— Voy al baño a retocar mi maquillaje— avisó la chica no sin antes acercarse a mí— Espero verte otro día— dijo.

El último comentario de la chica pareció aumentar el enojo del hombre que estaba enfrente de mí, ahora solo éramos él y yo.

— Deje de mirarme como si fuera a matarme recuerde una cosa a mí no me gustan las mujeres— le aclaré.

Ya suficiente tenía con su odio por ser gay y ahora tener que aguantármela por celos innecesarios, no gracias. Este se acercó a mí dispuesto a intimidarme.

— No se me olvida, pero ten algo claro si te metes conmigo no dudaré en destrozarte— dijo muy cerca de mi rostro.

Coloqué mi mano en su corbata y lo jalé hacia mí, este miró sorprendido ante mi acción ¿Qué? ¿Esperabas que saliera corriendo? Te equivocas.

— Sr. Belanger no me amenace porque no sabe los que soy capaz de hacer— le advertí.

Solté su corbata esperando que este se largara y me dejara en paz, pero no fue así.

— Lo veo el lunes en mi clase espero que esté igual de valiente— hizo una pausa— Aunque lo dudo porque lo único que sabe hacer bien en mi clase es quejarse— exclamó con fastidio antes de irse de la cocina dejándome con unas ganas de matarlo.

¿Cómo mato a mi profesor sin dejar evidencia?

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