Capítulo 3: La mujer en la cocina y el hombre en el trabajo
A veces solo siento que todo me sale mal ¿Será que en mi otra vida maté a alguien? Probablemente porque en esta vida solo me ocurren desgracias, mi único consuelo es la preciosura y perfección que tengo de motocicleta. El mejor regalo de cumpleaños de Connor y Blas.
Una Yamaha YZF R6, con una velocidad máxima de 270 km por hora y 129 caballos de fuerza, además de una aceleración de 0 a 100 km/h en 4,55 seg. En definitiva la perfección en vida y añadiéndole que es de mi color favorito, sin duda Blas y Connor me dieron el mejor regalo de cumpleaños.
Quién iba a pensar que el tiempo pasaría tan rápido ya cada uno de mis amigos tienen su vida hecha, Zac y Blas están a punto de graduarse y viven felizmente enamorados, Connor se ha vuelto un recocido cirujano y Jacob está a mitad de camino de convertirse en un gran abogado mientras yo estoy aquí sentado en el estacionamiento tratando de concentrar mi atención en mi querida motocicleta porque estoy a punto de dejar tirado todo y volver a casa, pero no puedo, mi madre estaría feliz de ver que no pude con todo lo que me propuse y mi padre estaría decepcionado.
¿Pero qué hago si me gané de enemigo al profesor con más influencia y reconocimiento de este lugar? En serio no debí gritarle, pero me enojé cuando me dijo que era un desviado, odio los tipos como él que creen que tienen el derecho de juzgar y criticar solo por tener varios diplomas en sus manos.
— Todo sería más simple si pudiera dejar todo tirado e irme a cualquier lugar sin tener que preocuparme por nada— susurré mientras me levantaba.
"Entonces serías un cobarde que a la primera piedra en su zapato huye" dijo una voz en mi cabeza. Era cierto no puedo dejar mi sueño tirado por ese estúpido profesor.
Mi celular me hizo salir de mis pensamientos y de inmediato contesté al leer el nombre de la líder del grupo de caridad en el que estoy.
— Evans te necesitamos, hay un evento para recaudar fondos para el orfanato de las rosas rojas, pero no tenemos los suficientes meseros— exclamó una chica bastante preocupada.
Sin pensarlo mucho cogí mi casco y me subí a mi moto.
— Pasa la dirección— le pedí y ella me explico de rápidamente como llegar.
Realmente necesitaba hacer algo para dejar de estresarme un rato por mis notas, el aire tocaba mi cuerpo fuertemente a causa de lo rápido que iba en la moto, si mi padre me viera me castigaría toda la vida, pero no puedo evitar subir la velocidad porque hacerlo me hace sentir que tengo el control de mi vida, un mal movimiento y todo termina, sonará loco, pero me gusta sentir que estoy aborde del peligro cuando estoy en la moto.
Sin darme cuenta llegué aquel restaurante que no era para nada familiar.
— Tarik menos mal que llegaste porque Brenda está que se tira por la ventana— se acercó una chica corpulenta con maquillaje llamativo.
Me aseguré de estacionar bien la moto y de colocarle el seguro al casco antes de bajarme de mi querida pertenencia.
— Me imagino— murmuré.
Brenda es la líder del grupo de caridad en el que estoy, es una chica muy dedicada cuando se trata de ayudar a los que más lo necesitan, pero se estresa muy fácil y cuando eso pasa comienza a gritarle a todos.
La chica corpulenta a mi lado es Agatha estudia diseño de moda y sin dudarlo dos veces sí que sabe cómo resaltar entre la multitud. Agatha me indicó dónde estaba Brenda y de inmediato me acerqué a ella no sin antes observar la lujosa y elegante decoración del restaurante.
— Brenda deja de lanzarle platos a las chicas— la regañé de inmediato al ver que quería tirarle un plato a una chica.
Le quité el plato de la mano y le hice señales a la chica de cabello largo para que escapara.
— Respira, vamos tienes que tranquilizarte— le pedí al ver que su cara estaba muy roja.
Si seguía así podría matar a las chicas que estaban intentando ayudar.
— Evans no sé qué hacer en serio quiero que esto salga bien, los chicos del orfanato están ilusionados porque ese lugar está que se cae, pero nada está saliendo bien, el chico que estaba encargado de cocinar los postres se reportó enfermo y una fiesta sin postre para esa gente ricachona no es fiesta — comenzó a explicarme la chica de cabello naranja un poco más calmada— Necesito que esa gente esté lo suficiente feliz para que vacíen sus bolsillos— exclamó frustrada.
Miré a la cocina, una idea pasó por mi cabeza, pero tenía miedo porque ha pasado mucho tiempo desde que me atreví hacer eso.
— Para todo hay solución yo haré los postres— dije.
— ¿Sabes cocinar? Bueno sea lo que sea confío en ti solo esfuérzate por esos niños que necesitan el dinero— me recordó.
Asentí, había comenzado a cocinar por complacer a Damiano y lo dejé de hacer luego de que mis padres se divorciaron... fueron muchas cosas juntas, pero ahora tengo algo seguro nunca haré algo para complacer a otros, lo haré porque me nace hacerlo.
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No podía creer lo que había logrado en dos horas, delante de mí había más de 20 platos con crème brûlée con jaula de caramelo, que era difícil para alguien que no ha cocinado en tanto tiempo.
—Evans terminaste...—aquella chica de cabello naranja no alcanzo a terminar cuando notó aquellos postres listos en la mesa.
Me sentía orgulloso de lo que había hecho, pero ahora solo falta la degustación para ver si sabían tan rico como se veían.
— Prueba, si sabe bien entonces esto sería el postre para los invitados— dije.
Brenda cogió uno de los platos y lo olió primero, lo observó detenidamente sin creer que hubiese logrado hacer una jaula de caramelo, agarró una cuchara y se llevó una parte del postre a su boca.
— Esto es... en serio está muy rico, demasiado rico— me halagó.
Sonreí lo había logrado luego de tanto tiempo, tal vez aún tenía talento.
— Cuando esto termine te haré un altar, ahora iré por las chicas para que pasen a buscar los postres para los invitados— me avisó antes de salir de la cocina.
Saqué mi celular y me senté en la primera silla que encontré estaba cansado, le mandé a Zac una foto del postre antes de volver a guardar mi celular.
No pude evitar pensar en Damiano, cocinar era prácticamente un portal para recordarlo, recuerdo aún la primera vez que cociné me había quedado fatal el espagueti, pero aquel chico que me acompañaba desde la niñez se comió dos platos para demostrarme que estaba rico, me motivó para esforzarme y que no me rindiera.
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Narrador omnisciente
Aquel chico se sumergía entre nostálgicos recuerdos mientras los invitados de aquella fiesta para recaudar fondos disfrutaban y halagaban al desconocido chef por aquella delicia de postre, pero en una mesa en específico el tema del postre era el centro de la conversación.
— En definitiva quien preparó este postre tiene talento— halagó una mujer mayor.
Todos en aquella mesa estaban fascinados porque el postre era mucho más destacable que la comida simple que antes habían probado.
— Hija tienes que aprender a cocinar así para que tengas a Zerek contento, como dice tu abuela barriga llena corazón contento— aconsejó un hombre con barba.
La chica miró con incomodidad a su padre porque ese tipo de comentarios no le agradaban para nada porque para ella los tiempos habían cambiado y ya la idea de estar en la casa cocinando y sin estudio alguno estaba errada.
— Estoy de acuerdo con tu padre, debes aprender para evitar que mi hijo busque a otra que si sepa— dijo el suegro de la chica.
En la mente de la chica solo había un pensamiento "en serio el hecho de no saber cocinar justifica una infidelidad", pero ella no era la única incómoda, su prometido también lo estaba, pero se ahorraba los comentarios para evitar disgustos con su familia.
— Luego de que termine mi doctorado podría hacer un curso— respondió la chica con una sonrisa falsa.
La chica no se atrevía a contradecir a nadie de la mesa porque su padre no dudaría de golpearla por insolente, puesto que para aquel hombre la mujer "tiene que aguantar todo con tal de complacer a su esposo"
— Si fuera por mí no te hubiese dejado estudiar ¿Para qué desperdiciar tu tiempo en eso? Mi hijo tiene dinero de sobra para que no te falte de nada, no necesitas de eso— exclamó el suegro de la chica.
Esta apretó sus puños debajo de la mesa tratando de contener su enojo.
— Papá ya te he explicado que los tiempos han cambiado y una mujer tiene las mismas oportunidades que los hombres además Louriza es una mujer muy inteligente y sería una lástima que no explotara todas sus capacidades— defendió el prometido de la chica.
A diferencia de los otros hombres en la mesa, aquel chico no tenía la mente tan cerrada y mucho menos se atrevería a imponer sus ideas sobre las de alguien más, sus diplomas y reconocimiento académicos demostraban que no era para nada un hombre que demerite la labor de la mujer, al contrario, la defendía.
— Esas universidades solo le meten ideas a la cabeza a las mujeres y las pone más locas de lo que son, pero bueno ella va a ser tu futura esposa así que tú decides hijo— explicó el padre del chico.
La chica no aguantó más los comentarios tan ofensivos y se levantó de la mesa.
— Si me disculpan iré a felicitar al chef— inventó la primera excusa que apareció en su cabeza.
En definitiva ella diría lo que fuera para no escuchar más aquellos hombres tan machistas. Entró a la cocina encontrándose con un chico de cabello negro mirando a la pared como si está fuera lo más interesante del mundo.
— ¿Necesita algo señorita?— preguntó el chico que antes estaba perdido en sus pensamientos.
La chica suspiró y se sentó al lado de aquel chico.
— Necesito un buen trago— respondió la chica.