CAPITULO 4
En la casa de los Girt Rise, mientras están cenando, se presenta una discusión.
—No me pueden obligar a casarme con un hombre arrogante y que se cree superior a los demás.
—Claro que te vas a casar con ese hombre, quien te manda de andar de zorra como tu madre, ¿dónde te encontramos?, en una iglesia rezando o en una habitación revolcándote con nada y nada menos que con Kyle Pratt, además la empresa de tu papá está en la quiebra y en este momento tú eres la mejor opción —manifiestó Kathen con tono sarcástico.
Lindsey suelta una carcajada y levantándose de la mesa grita histérica
—La empresa de mi madre querrás decir y ella era una dama, no una mujer me casa con un hombre cuya esposa falleció dos semanas atrás.
John se levantó de la mesa con los ojos inyectados de sangre, se aproximó a su hija y le dio una fuerte cachetada en el momento en que habla.
—Eres una malcriada insolente, poca cosa, pensé que habías aprendido la lección de respetar a Kathen, sabes mocosa, esta vez usaste la cabeza y te revolcaste con el hombre correcto, te casas en una semana.
Ella se pasó la mano por su mejilla, sintió el ardor en su rostro, unas lágrimas quieren salir, pestañea varias veces para aguantar las ganas de llorar.
—No puedo creer que me estés vendiendo como un pedazo de carne a un hombre que ni siquiera conozco, pareciera que no fuera tu hija papá, porque siempre permites que insulten a mi mamá.
Su papá nuevamente le da otra cachetada.
—No te permito que me hables así, tú no eres nadie aquí, en cuanto a tu madre solo fue una vieja estúpida que le creyó a un jovencito todo lo que le decía porque no quería perderlo, ahora está muerta, y tú solo eres un estorbo en esta casa, si no fuera por esa cláusula en el testamento te juro que hace tiempo te hubiera echado de esta casa.
Al escuchar esas palabras de su propio padre, se sentía miserable, todavía su cabeza no entiende cómo el hombre que la procreo y que se suponía que la protegería, la odia por solo haber nacido.
—¿Papá porque me haces esto?, ¿Yo que te hecho?
—Tu madre fue la que te busco, yo nunca te quise, deberías darme las gracias que he sacado la empresa a flote y no te has muerto de hambre —gritó firioso—. Te casaras por las buenas o te voy a golpear hasta que obedezcas.
Lindsey sintió un nudo en la garganta, quería gritar, llorar, salir corriendo, golpearlo, pero sabía que con eso no iba a lograr nada, al contrario ese ardor en las mejillas iba ser poco para lo que le esperaba si seguía protestando, ya conocía la crueldad de su familia y el maltrato físico por parte de su progenitor, miro hacia donde esta Courney y Kathen, vio en sus rostros unas sonrisas de satisfacción, le hirvió la sangre, pero no puede hacer más que agachar la cabeza.
—Esta bien, como tu desees papá—. Se dió la vuelta para marcharse cuando escucha.
—No entiendo el lamento, eres una zorra estúpida que se va a casar con el hombre más cotizado del país y te haces rogar —Courney hacia una mueca de frustración—. La que se tenía que sacar con él era yo y no tú.
Lindsey aguantaba las ganas de lanzarse encima, y gritarle que ella es la culpable de lo que le pasó ese día, algo tenía esa bebida para marearse de esa manera con un sorbo y estaba segura que Courney tiene que ver con eso. Suspiró y comenzó a dar pasos acelerados hasta llegar a la habitación.
Al día siguiente se despertó con los rayos del sol que entran por la ventana, estira la mano hacia la mesita de noche y mira la hora, se levantó sobándose las mejillas que todavía le duelen, al mirarse al espejo, tenía una mejilla más hinchada que la otra, su cara estaba rojiza, suspira y se mete al baño.
Mientras se viste con una camisa de cuadros y una falda larga, se entristece al recordar los momentos felices que compartió junto a su madre, «si estuvieras viva mamá no hubieras permitido que mi papá me maltratara de forma perversa, contigo mi destino hubiera sido diferente».
Miro la hora y salió rápidamente de la casa, para no ser vista.
Cuando llego al taller de costura que tiene junto a su amiga Janna la escucha decir:
—¡Lin por fin llegas!, he adelantado los pedidos de la señora María.
Janna la sintió llegar, estaba sentada junto a una máquina de coser, al no escucharla hablar se volteo y miro su aspecto deplorable, se acercó y la abrazo mientras le susurró al oído.
—¡Dime! ¿Qué te hicieron estas sanguijuelas ahora?, mira tú linda carita como te la dejaron.
Lindsey se separó de su amiga, camino hacia una mesa y empiezo a ordenar unas piezas de telas que estaban allí.
—Mi querido padre fue quien me dio dos cachetadas.
—¿Ahora porque ese desgraciado te pego? — preguntó Janna con tristeza.
Lindsey le contó a su amiga todo lo que había pasado desde el día del evento hasta lo que le dijo su padre.
Janna se llevó las manos a la boca aterrorizada por lo que escucha, le hierve la sangre por lo que ha tenido que pasar su amiga, se acercó y le tomó las manos.
—Estoy segura que Courney tiene que ver con lo que pasó en esa habitación, ese bastardo de tu padre cómo pudo decirte esas cosas, pronto va pasar sus maldades ya sea aquí en la tierra o en el infierno. ¿Estas segura que ese hombre no te tocó?
—Amiga estoy casi segura, yo no sentí nada, además tenía el blúmer puesta y no tenía fluidos.
—Eso no tiene que ver, pudo haber usado condón, vamos al médico y lo comprobamos.
—¿Para qué?, igual haya pasado algo o no, mi padre me va obligar a casarme o me puede ir peor—suspira amargamente por el destino que le toca.
—No entiendo como un padre puede ser tan cruel con su hija, de esas brujas los entiendo porque no llevan tu sangre, pero ese maldito es tu progenitor.
—Esa es la razón, él nunca quiso que naciera, por eso me odia.
—Ay amiga como quisiera ayudarte, si tan solo pudieras huir, pero ya sabemos lo que pasó la vez que intentaste hacerlo.